Un antiguo manuscrito bíblico examinado a la luz de la tecnología espacial
LA TECNOLOGÍA computadorizada que se ha empleado para conseguir fotografías de buena resolución de la superficie de la Luna o Marte ha sido empleada para descifrar la escritura de un antiguo manuscrito bíblico.
Se trata de un manuscrito descubierto en 1892 en el monasterio de Santa Catalina, al pie del monte Sinaí. Es una copia hecha a finales del segundo siglo o tal vez comienzos del tercero de una traducción de los cuatro evangelios al siriaco, un dialecto del arameo que en los días de Jesús se usaba extensamente. Algunos eruditos creen que posiblemente la traducción se hizo en un período aún más temprano: a finales del primer siglo.
Por mucho tiempo, los esfuerzos para descifrarlo habían sido infructíferos. El problema consistía en que era un manuscrito borrado o palimpsesto. El pergamino había sido borrado por escribas posteriores, y se había escrito en él un nuevo documento. Sin embargo, con el paso del tiempo, los restos químicos de la tinta habían dejado un tenue rastro del escrito original.
Recuperación con tecnología espacial
Es aquí donde interviene la tecnología computadorizada. Primero, se fotografió cada página del manuscrito. Después, las imágenes fueron digitalizadas. Un ordenador analizó la imagen descomponiéndola en secciones pequeñísimas, a cada una de las cuales asignó un número de acuerdo con su densidad. Por ejemplo: a un punto blanco (de densidad cero) se le asignaría el número 0, y a puntos progresivamente más oscuros se les asignarían números cada vez más altos. Una vez conseguido esto, se podía hacer que cualquier parte de la imagen apareciera más clara o más oscura por medio de simplemente asignarle un nuevo número. De esta manera fue posible hacer desaparecer la escritura visible e intensificar la que estaba debajo. Mediante este proceso de selección, el documento que había estado oculto por siglos finalmente salió a la luz.
¿Qué interés puede tener?
¿Qué esperan conseguir los investigadores con este proyecto tan complejo? Por supuesto, cualquier manuscrito de los evangelios de tanta antigüedad es siempre de inmenso interés para los eruditos bíblicos. Tal vez arroje nueva luz sobre el texto bíblico que tenemos hoy.
Algo de especial interés es la conclusión de Marcos. ¿Termina en Marcos 16:8, o existen más versículos, como ocurre en varios otros manuscritos antiguos? Si Marcos 16:8 apareciese al final de una página, se podría pensar que faltaba alguna página más con más versículos. La página obtenida por el proceso computadorizado muestra que Marcos 16:8 está hacia la mitad de la columna de la izquierda. Luego hay una fila de pequeños círculos seguidos de un espacio en blanco, y debajo comienza Lucas. Esto demuestra claramente dónde terminó el libro. No falta ninguna página ni versículo.
Se encontraron algunas diferencias en el texto que posiblemente contribuirán al estudio de las Escrituras. Pero, en general, no hubo sorpresas. No obstante, esto no supone pérdida alguna. Simplemente demuestra que el texto bíblico que tenemos hoy es básicamente el mismo que nos dejaron los escritores originales. La tecnología de la era espacial salvó una brecha de más de diecinueve siglos para demostrar que Jehová Dios no solo es el Gran Inspirador de las Escrituras, sino también su Preservador.