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Un samaritano que amaba a su prójimoLa Atalaya 1988 | 15 de julio
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“Ahora bien, por casualidad —continúa Jesús—, cierto sacerdote bajaba por aquel camino, pero, cuando lo vio, pasó por el otro lado.
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Un samaritano que amaba a su prójimoLa Atalaya 1988 | 15 de julio
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Muchos sacerdotes y sus auxiliares levitas que trabajan en el templo viven en Jericó, a una distancia de 23 kilómetros [14 millas] por una carretera peligrosa que baja 900 metros [3.000 pies] desde donde sirven en el templo de Jerusalén. Sería de esperarse que el sacerdote y el levita ayudaran a otro judío que se hallara en dificultades. Pero no lo hacen.
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