¿Son las pestes una señal del fin?
¿SON las pestes de nuestro día una indicación de que el fin del mundo está cerca? Antes de responder a esta pregunta, analicemos lo que significa la expresión “el fin del mundo”.
Para muchas personas, el fin del mundo significa que Dios destruirá la Tierra y toda la vida que hay en ella. Pero la Palabra de Dios dice que él “formó [la Tierra] aun para ser habitada”. (Isaías 45:18.) Su propósito es llenar el planeta de personas saludables y felices, deseosas de vivir en conformidad con sus justos estatutos. De modo que el fin del mundo no quiere decir el fin de la Tierra y de todos sus habitantes. Es más bien el fin del sistema actual y de aquellos que se niegan a hacer la voluntad de Dios.
Así lo mostró el apóstol Pedro, cuando escribió: “El mundo de [los días de Noé] sufrió destrucción cuando fue anegado en agua”. Cuando el mundo fue destruido en los tiempos de Noé, perecieron los inicuos. No obstante, la Tierra quedó, y también quedaron Noé y su familia, personas justas. Pedro pasó a decir que en el futuro Dios volverá a intervenir para traer la “destrucción de los hombres impíos”. (2 Pedro 3:6, 7.)
Hay otros textos bíblicos que respaldan esta idea. Por ejemplo, Proverbios 2:21, 22 dice: “Los rectos son los que residirán en la tierra, y los exentos de culpa son los que quedarán en ella. En cuanto a los inicuos, serán cortados de la mismísima tierra; y en cuanto a los traicioneros, serán arrancados de ella”. (Véase también Salmo 37:9-11.)
Las pestes y el fin del mundo
Pero ¿cuándo sucederá eso? Cuatro discípulos de Jesús le plantearon la misma pregunta, diciendo: “¿Qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas [o, como dicen algunas traducciones de la Biblia, “del fin del mundo”]?”. Jesús respondió: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá escaseces de alimento y terremotos en un lugar tras otro”. (Mateo 24:3, 7.) En el relato paralelo de Lucas 21:10, 11, Jesús añadió: “Habrá [...] en un lugar tras otro pestes [...]; y habrá escenas espantosas, y del cielo grandes señales”.
Observe que Jesús no dijo que las pestes por sí solas demostrarían la proximidad del fin. Él también mencionó grandes guerras, terremotos y escaseces de alimento. En su detallada profecía, recogida en Mateo 24 y 25, Marcos 13 y Lucas 21, Jesús predijo muchas otras cosas que tendrían que ocurrir. Todas ellas acontecerían al mismo tiempo antes de que Dios interviniera para acabar con la iniquidad de la Tierra. Hay prueba convincente de que estamos viviendo en ese período.
El Paraíso venidero
La humanidad no desaparecerá en el futuro, ni por una peste ni por la mano de Dios. Jehová Dios promete transformar este planeta en un paraíso. (Lucas 23:43.) Él eliminará, entre otras cosas, las enfermedades que plagan a la humanidad.
La garantía de que así será la tenemos en el ministerio de Jesucristo, quien reflejó a la perfección las cualidades de su Padre. Jesús, facultado por su Padre celestial, sanó a cojos, mancos, ciegos y mudos. (Mateo 15:30, 31.) También curó a leprosos. (Lucas 17:12-14.) Curó a una mujer que tenía hemorragia, a un hombre con la mano seca y a otro con hidropesía. (Marcos 3:3-5; 5:25-29; Lucas 14:2-4.) Devolvió la salud a “epilépticos y paralíticos”. (Mateo 4:24.) ¡Incluso resucitó a tres muertos! (Lucas 7:11-15; 8:49-56; Juan 11:38-44.)
Estas curaciones milagrosas dan fundamento a la promesa de Dios de que en el futuro que nos tiene preparado, “ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’”. (Isaías 33:24.) Ninguna peste volverá a quitar la salud y la vida de nadie. Qué agradecidos podemos estar de que nuestro amoroso Creador tenga tanto el poder como el deseo de eliminar por completo toda enfermedad y dolencia, para siempre. (Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4.)
[Ilustración de la página 9]
Jesús fue facultado por Dios para curar enfermos
[Ilustración de la página 10]
En el venidero Paraíso terrestre, Jehová eliminará toda enfermedad y dolencia