El futuro de la religión en vista de su pasado
Parte 23: 1945 en adelante — Se acerca el tiempo de que se le ajusten las cuentas
“Para que el hombre sea feliz, el primer paso que hay que dar es abolir la religión.” (Karl Marx, sociólogo y economista alemán del siglo XIX)
A PESAR de que muchos de sus antepasados, tanto paternos como maternos, eran rabinos, Karl Marx recibió el bautismo protestante a la edad de seis años. No obstante, la religión y la política le decepcionaron cuando todavía era muy joven. Sostenía que si el hombre quería alcanzar la felicidad, tendría que cambiar ambas de manera radical.
La Biblia concuerda con esta observación. Sin embargo, mientras que los cambios revolucionarios promovidos por Marx no han logrado que la situación mejore, no cabe duda de que los cambios que la Biblia profetizó que acontecerían en nuestra generación culminarán en éxito definitivo.
Especialmente desde 1914, y como nunca antes, la religión falsa se ha hecho culpable de derramamiento de sangre. Desde esta fecha, la religión falsa cada vez ha tenido menos apoyo popular y más indiferencia. (Vea los pasados dos artículos de esta serie.) En claro contraste, es notable cómo ha prosperado la religión verdadera con el paso de los años.
Pero ¿qué nos deparará el futuro? Hoy, como nunca antes, es pertinente que nos preguntemos cuál es el futuro de la religión en vista de su pasado.
¿Qué dice la Biblia?
Ciertos acontecimientos del primer siglo de nuestra era arrojan luz sobre este asunto. Debido a que Israel abrazó la religión falsa, se profetizó que tendría que enfrentarse con sucesos que culminarían en el juicio de Dios contra ella. No obstante, se abrió una puerta para que los que seguían la religión verdadera se librasen de la destrucción del sistema judío. Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando vean a Jerusalén cercada de ejércitos acampados, entonces sepan que la desolación de ella se ha acercado. Entonces los que estén en Judea echen a huir a las montañas, y los que estén en medio de Jerusalén retírense”. (Lucas 21:20, 21.)
En el año 66 E.C. los ejércitos romanos cercaron Jerusalén. Aunque la ciudad parecía condenada al desastre, los ejércitos se retiraron inesperadamente, brindando así a los cristianos la oportunidad de huir y ponerse a salvo. Sin embargo, toda idea de que el Israel apóstata se había librado del castigo se desvaneció cuatro años más tarde, cuando los romanos volvieron, reanudaron el sitio a la ciudad y al fin la tomaron, causando la muerte de centenares de miles de judíos. Masada, la última fortaleza judía, cayó tres años más tarde. Sin embargo, la religión verdadera practicada por cristianos fieles había sobrevivido.
Hoy, en nuestra generación, el entero imperio universal de la religión falsa se encara al desastre. De nuevo, los “ejércitos acampados” se preparan para ejecutar el juicio divino. Al igual que los ejércitos romanos del primer siglo tenían la finalidad de mantener la pax romana, los “ejércitos acampados” de la actualidad son un instrumento para la conservación de la paz. La profecía bíblica indica que el poderío militar de las naciones que componen la ONU es el medio que Jehová utilizará en su ajuste de cuentas con la “Jerusalén” del día moderno, la cristiandad, y con el resto de Babilonia la Grande. (Revelación 17:7, 16.)
¿Cuándo acontecerán estos sucesos? Primera a los Tesalonicenses 5:3 nos contesta: “Cuando los hombres estén diciendo: ‘¡Paz y seguridad!’, entonces destrucción repentina ha de sobrevenirles instantáneamente, como el dolor de angustia a la mujer encinta; y no escaparán de ninguna manera”.
“Epidemia de paz”
En el año 1988, el anterior Secretario de Estado norteamericano, George Schultz, declaró que “la paz había estallado por todo el mundo”. Un experto en política de otro país habló de una “epidemia de paz”. El prestigioso semanario alemán Die Zeit formuló la siguiente pregunta: “¿Será posible que en el último decenio de un siglo tan repleto de catástrofes se inicie el final de la destrucción y principie una era de construcción pacífica?”. La revista Time, por su parte, comentó: “La paz amenaza en Irán e Irak, Kampuchea (Camboya), Afganistán, África del Sur y hasta en Centroamérica”.
Durante 1989, el año que ahora concluye, se ha hablado muchísimo de la paz. El periódico alemán Süddeutsche Zeitung comentó lo siguiente en un editorial del mes de febrero: “Desde 1985, vivimos en una fase en la que las superpotencias han hecho algo más que dejar de ‘enseñarse los dientes’. [...] Apenas hay un punto geográfico respecto al cual no se esté produciendo un acercamiento de posiciones de las dos superpotencias. [...] Sea como sea, los augurios nunca han sido tan propicios, nunca ha habido tanta seriedad por ambas partes en las negociaciones ni se han dado tantos pasos en buena dirección”.
No obstante, hace seis años, la situación no parecía tan halagüeña. El periodista Roy Larson observó que “durante 1983 los guías religiosos de todo el mundo habían clamado ‘paz, paz’, pero no había habido paz”. Los sorprendentes acontecimientos mundiales que han sucedido desde entonces, ¿son el cumplimiento de 1 Tesalonicenses 5:3? No puede asegurarse. Sin embargo, parece evidente que ahora, en diciembre de 1989, la ‘paz y seguridad’ está más cerca de su realización que nunca antes.
¿Qué fin persiguen los esfuerzos de los guías religiosos?
Como mostró Larson, los guías religiosos no se han cruzado de brazos en su búsqueda de la paz. Más adelante en su evaluación de 1983, pasa a describir el peregrinaje a favor de la paz que realizó Juan Pablo II por Centroamérica y el Caribe. En ese mismo año, la Conferencia Episcopal Católica de Estados Unidos suscribió la pastoral titulada El desafío de la paz. Poco después, representantes de más de trescientas iglesias de cien países diferentes se reunieron en el sexto congreso general del Consejo Ecuménico de las Iglesias y adoptaron una resolución semejante. Por su parte, muchos protestantes evangélicos se comprometieron en lo que Larson denominó “la preocupación mundial por la paz”.
Tanto en 1948, año de su fundación, como en su conferencia de 1966, el Consejo Ecuménico de las Iglesias se ha pronunciado con firmeza en contra del uso de las armas de exterminación modernas. En armonía con esto, grandes cantidades de clérigos y teólogos han emprendido una batalla a favor de la paz, como ha sido el caso del teólogo protestante alemán Helmut Gollwitzer. Con ocasión de su ochenta cumpleaños, a principios de este año, un semanario protestante suizo lo alabó como ‘un teólogo comprometido en la política y en lucha continua por la paz, cuya dedicación a la política y a la enseñanza tanto ha influido en muchos teólogos y en el movimiento eclesiástico a favor de la paz’.
Visto lo anterior, no sorprende que Babilonia la Grande apoyase de manera activa el Año Internacional de la Paz que proclamó en 1986 la Organización de las Naciones Unidas, cuya carta hace un llamamiento “para mantener la paz y seguridad internacionales”. En aquel mismo año, el Papa, el arzobispo anglicano de Canterbury y otros setecientos guías religiosos, entre ellos cristianos profesos, budistas, hindúes, musulmanes, animistas africanos, amerindios, judíos, sijs, zoroastrianos, sintoístas y jainíes se reunieron en Asís, cerca de Roma, a fin de orar por la paz.
Más recientemente, en enero de 1989, el periódico Sunday Telegraph, de Sydney (Australia), informaba que los miembros de “las fes budista, cristiana, hindú, judía, musulmana, sij, unitaria, baha’i, confuciana, jainista, sintoísta, taoísta, raja yoga y zoroastriana” se habían reunido en Melbourne para celebrar el quinto congreso de la Conferencia Mundial sobre Religión y Paz. Es significativo que los “más de seiscientos delegados procedentes de unos ochenta y cinco países [...] reconocieron que durante siglos las tensiones causadas por diferencias religiosas fueron uno de los principales incentivos de las guerras”.
La participación religiosa en la búsqueda de la paz confirma lo que Dag Hammarskjöld, ex secretario general de las Naciones Unidas, dijo en cierta ocasión: “La Organización [la ONU] y las iglesias trabajan codo a codo junto con todos los hombres de buena voluntad, sin atender a credo o religión, a fin de establecer la paz en la Tierra”.
A pesar de esto, las grandes marchas de protesta promovidas por Babilonia la Grande, sus manifestaciones y otras formas más sutiles de entrometerse en la política la llevarán a la ruina.a De hecho, ya se ha producido considerable tirantez, como lo indican las siguientes palabras de Albert Nolan, fraile dominico de África del Sur: “La única manera eficaz de lograr la paz en armonía con los designios divinos es participar en la lucha. [...] Si se quiere lograr la reducción de armamentos, es inevitable que surjan conflictos con el gobierno”.
Así, que Babilonia la Grande siga clamando por la paz, que siga el Papa impartiendo su bendición Urbi et orbi (a Roma y al mundo) por Semana Santa y Navidad y creyendo —como lo indicó en mayo— que la distensión actual en la política es la respuesta de Dios a las oraciones “cristianas”, es igual, realizar vanas proclamaciones de paz y creerse en posesión de la bendición divina no logrará absolver a Babilonia la Grande de su pasado teñido de sangre. La historia muestra, sin lugar a dudas, que siempre ha constituido el mayor obstáculo para lograr la paz tanto entre los hombres, como entre Dios y la humanidad. Sea directa o indirectamente, no hay problema de la humanidad que no pueda atribuírsele a ella.
Qué ironía. La religión continúa esforzándose junto con la ONU para conseguir la ‘paz y seguridad’ que llevarán a su destrucción. El fin de la religión falsa reivindicará al Dios de la religión verdadera, quien dice: “No se extravíen: de Dios uno no se puede mofar. Porque cualquier cosa que el hombre esté sembrando, eso también segará”. (Gálatas 6:7.)
¡Huya por su vida ahora mismo!
La religión falsa va a ser llamada a cuentas en nuestros días. La única manera de no perder la vida es abandonarla sin demora. (Revelación 18:4.) La cuenta atrás para su destrucción ya ha comenzado.
Una vez que se haya limpiado nuestra hermosa Tierra de la religión falaz y del nacionalismo seudorreligioso, solo existirá la religión verdadera durante el reinado divino. ¡Qué perspectiva tan emocionante para los que sobrevivan a estos cambios drásticos! ¿Estará usted entre los sobrevivientes? ¿Le gustaría regocijarse perpetuamente con “las bellezas eternas de la religión verdadera”? Si así es, lea el artículo final de esta serie en el número del 22 de diciembre de 1989 de ¡Despertad! a fin de aprender cómo lograrlo.
[Nota a pie de página]
a El libro Apocalipsis... ¡se acerca su magnífica culminación!, publicado en 1988 por la Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc., explica cómo ocurrirá esto.
[Fotografía en la página 25]
Oficina central de las Naciones Unidas en Nueva York y estatua de la paz mundial: un hombre bate una espada en reja de arado