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  • ¿Qué pide Jehová de nosotros hoy?

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  • ¿Qué pide Jehová de nosotros hoy?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1999
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1999
w99 15/9 págs. 21-26

¿Qué pide Jehová de nosotros hoy?

“Una voz procedente de la nube [decía]: ‘Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado; escúchenle’.” (MATEO 17:5.)

1. ¿Cuándo cumplió su propósito la Ley?

JEHOVÁ dio a la nación de Israel la Ley, que constaba de muchas estipulaciones. Con respecto a estas, el apóstol Pablo escribió: “Eran requisitos legales que tenían que ver con la carne y que fueron impuestos hasta el tiempo señalado para rectificar las cosas” (Hebreos 9:10). La Ley cumplió su propósito cuando condujo a un resto de israelitas a aceptar a Jesús como el Mesías o Cristo. Por ello, Pablo declaró: “Cristo es el fin de la Ley” (Romanos 10:4; Gálatas 3:19-25; 4:4, 5).

2. ¿Quiénes estuvieron bajo la Ley, y cuándo se les desobligó de ella?

2 ¿Significa esto que la Ley no nos obliga a nosotros hoy? De hecho, la mayor parte de la humanidad nunca ha estado bajo la Ley, como explicó el salmista: “[Jehová] está anunciando su palabra a Jacob, sus disposiciones reglamentarias y sus decisiones judiciales a Israel. No ha hecho así a ninguna otra nación; y en cuanto a sus decisiones judiciales, no las han conocido” (Salmo 147:19, 20). Cuando Dios estableció el nuevo pacto sobre la base del sacrificio de Jesús, ni siquiera la nación de Israel estuvo desde entonces bajo la obligación de obedecer la Ley (Gálatas 3:13; Efesios 2:15; Colosenses 2:13, 14, 16). Ahora bien, si la Ley ya no está en vigor, ¿qué pide Jehová hoy de aquellos que desean servirle?

Qué pide Jehová

3, 4. a) ¿Qué pide Jehová básicamente de nosotros hoy? b) ¿Por qué debemos seguir los pasos de Jesús con sumo cuidado y atención?

3 Durante el último año del ministerio de Jesús, sus apóstoles Pedro, Santiago y Juan lo acompañaron a una montaña elevada, posiblemente una estribación del monte Hermón. Allí tuvieron una visión profética de Jesús en esplendorosa gloria y oyeron la propia voz de Dios declarar: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado; escúchenle” (Mateo 17:1-5). Básicamente, eso es lo que Jehová pide de nosotros: escuchar a su Hijo y seguir su ejemplo y enseñanzas (Mateo 16:24). Por esta razón, el apóstol Pedro escribió: “Cristo sufrió por ustedes, dejándoles dechado para que sigan sus pasos con sumo cuidado y atención” (1 Pedro 2:21).

4 ¿Por qué deberíamos nosotros seguir los pasos de Jesús con sumo cuidado y atención? Porque imitándolo, imitamos a Jehová Dios. Jesús conocía al Padre íntimamente, pues pasó con él incontables millones de años en el cielo antes de venir a la Tierra (Proverbios 8:22-31; Juan 8:23; 17:5; Colosenses 1:15-17). Mientras estuvo en la Tierra, Jesús representó lealmente a su Padre, según él mismo explicó: “Hablo estas cosas así como el Padre me ha enseñado”. De hecho, Jesús imitó a Jehová con tanta precisión que pudo decir: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre también” (Juan 8:28; 14:9).

5. ¿Bajo qué ley están los cristianos, y cuándo entró esta en vigor?

5 ¿Qué implica escuchar a Jesús e imitarlo? ¿Significa estar bajo una ley? Pablo escribió: “Yo mismo no estoy bajo ley”, refiriéndose al “antiguo pacto”, el pacto de la Ley que se celebró con Israel. Sin embargo, reconoció que estaba “bajo ley para con Cristo” (1 Corintios 9:20, 21; 2 Corintios 3:14). Cuando el antiguo pacto de la Ley llegó a su fin, entró en vigor “un nuevo pacto”, con su “ley del Cristo”, que todos los siervos de Jehová hoy están obligados a obedecer (Lucas 22:20; Gálatas 6:2; Hebreos 8:7-13).

6. ¿Qué podría decirse que es la “ley del Cristo”, y cómo la obedecemos?

6 Jehová no puso “la ley del Cristo” en forma de código, organizándola en varias categorías, como en el caso del antiguo pacto de la Ley. Esta nueva ley para los seguidores de Cristo no incluye una lista extensa de cosas que deben y no deben hacerse. Sin embargo, Jehová conservó en su Palabra cuatro relatos detallados de la vida y enseñanzas de su Hijo. Es más, Dios inspiró a algunos de los primeros seguidores de Jesús a poner por escrito instrucciones con respecto a conducta personal, cuestiones de congregación, comportamiento en la familia y otros asuntos (1 Corintios 6:18; 14:26-35; Efesios 5:21-33; Hebreos 10:24, 25). Cuando conformamos nuestra vida al ejemplo y enseñanzas de Jesucristo, y seguimos el consejo de los escritores inspirados de la Biblia del siglo primero, estamos obedeciendo “la ley del Cristo”. Eso es lo que Jehová pide de sus siervos hoy.

La importancia del amor

7. ¿Cómo puso de relieve Jesús la esencia de su ley durante la última Pascua que celebró con sus apóstoles?

7 Aunque el amor era importante bajo la Ley, en el caso de la ley del Cristo es su mismo fundamento o esencia. Jesús puso de relieve este hecho cuando se reunió con sus apóstoles para celebrar la Pascua del año 33 E.C. Según la reseña del apóstol Juan sobre lo que sucedió aquella noche, las sentidas palabras de Jesús incluyeron veintiocho referencias al amor, destacando de esta manera ante los apóstoles lo que constituía la sustancia o el espíritu de la ley del Cristo. Es de interés que Juan introdujo su relato de lo que sucedió aquella noche trascendental con estas palabras: “Puesto que antes de la fiesta de la pascua sabía que había llegado su hora para irse de este mundo al Padre, Jesús, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Juan 13:1).

8. a) ¿Cómo se puso de manifiesto en aquella ocasión una disputa recurrente entre los apóstoles? b) ¿Cómo enseñó Jesús a sus apóstoles una lección de humildad?

8 Jesús amó a sus apóstoles aunque había intentado, sin aparente éxito, ayudarlos a superar su deseo excesivo de poder y posición. Meses antes de que llegaran a Jerusalén, “habían discutido entre sí sobre quién era el mayor”. Y justo antes de llegar a la ciudad para la Pascua, volvieron a discutir sobre aquella cuestión (Marcos 9:33-37; 10:35-45). Lo que ocurrió poco después de entrar los apóstoles en el aposento superior para celebrar juntos la que sería su última Pascua muestra que este era un problema recurrente. En aquella ocasión ninguno de ellos aprovechó la oportunidad de rendir el servicio acostumbrado y hospitalario de lavar los pies a los demás. Para enseñarles una lección de humildad, Jesús mismo lavó los pies a sus apóstoles (Juan 13:2-15; 1 Timoteo 5:9, 10).

9. ¿Cómo trató Jesús la situación que surgió después de la última Pascua?

9 A pesar de aquella lección, notemos lo que sucedió de nuevo después de la celebración de la Pascua y de instituir Jesús la Conmemoración de su muerte ya cercana. El relato del Evangelio de Lucas dice: “También se suscitó entre ellos una disputa acalorada sobre quién de ellos parecía ser el mayor”. Jesús no se enfadó con sus apóstoles ni los reprendió, sino que les aconsejó bondadosamente sobre la necesidad de ser diferentes de los gobernantes mundanos hambrientos de poder (Lucas 22:24-27). Luego les explicó lo que podría considerarse la piedra angular de la ley del Cristo, al decirles: “Les doy un nuevo mandamiento: que se amen unos a otros; así como yo los he amado, que ustedes también se amen los unos a los otros” (Juan 13:34).

10. ¿Qué mandamiento dio Jesús a sus discípulos, y qué implicaba este?

10 Aquella noche, más tarde, Jesús indicó hasta dónde debía llegar el amor cristiano. Dijo: “Este es mi mandamiento: que ustedes se amen unos a otros así como yo los he amado a ustedes. Nadie tiene mayor amor que este: que alguien entregue su alma a favor de sus amigos” (Juan 15:12, 13). ¿Estaba diciendo Jesús que sus seguidores debían estar dispuestos a morir por sus hermanos en la fe si la ocasión lo requiriera? Así lo entendió Juan, un testigo presencial en aquella ocasión, pues más tarde escribió: “En esto hemos venido a conocer el amor, porque aquel [Jesucristo] entregó su alma por nosotros; y nosotros estamos obligados a entregar nuestras almas por nuestros hermanos” (1 Juan 3:16).

11. a) ¿Cómo cumplimos la ley del Cristo? b) ¿Qué ejemplo dio Jesús?

11 Por lo tanto, no cumplimos la ley del Cristo sencillamente enseñando a otras personas el cristianismo. También debemos vivir y comportarnos como lo hizo Jesús. Es cierto que Jesús utilizó palabras hermosas y bien escogidas en sus discursos. Sin embargo, también predicó con el ejemplo. Aunque Jesús había sido un espíritu poderoso en el cielo, aprovechó la oportunidad de fomentar los intereses de su Padre en la Tierra y demostrar cómo deberíamos vivir. Él fue humilde, bondadoso y considerado, y ayudó a los que estaban cargados y oprimidos (Mateo 11:28-30; 20:28; Filipenses 2:5-8; 1 Juan 3:8). Además, Jesús exhortó a sus discípulos a amarse unos a otros como él los había amado.

12. ¿Por qué puede decirse que la ley del Cristo no minimiza la necesidad de amar a Jehová?

12 ¿Qué lugar tiene en la ley del Cristo el amor a Jehová, el mayor mandamiento de la Ley? (Mateo 22:37, 38; Gálatas 6:2.) ¿Un lugar secundario? ¡De ninguna manera! El amor a Jehová y el amor a nuestros compañeros cristianos están íntimamente ligados. No podemos amar de verdad a Jehová si no amamos también a nuestro hermano, pues el apóstol Juan dijo: “Si alguno hace la declaración: ‘Yo amo a Dios’, y sin embargo está odiando a su hermano, es mentiroso. Porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede estar amando a Dios, a quien no ha visto” (1 Juan 4:20; compárese con 1 Juan 3:17, 18).

13. ¿Qué efecto tuvo el que los discípulos obedecieran el nuevo mandamiento de Jesús?

13 Cuando Jesús dio a sus discípulos el nuevo mandamiento de amarse unos a otros como él los había amado, explicó el efecto que este tendría. “En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos —dijo—, si tienen amor entre sí.” (Juan 13:35.) Según Tertuliano, que vivió más de cien años después de la muerte de Jesús, el amor fraternal de los primeros cristianos tuvo precisamente ese efecto. Tertuliano citó lo que decían los paganos sobre los cristianos: “Ved como se aman entre sí. Y como están dispuestos a morir unos por otros”. Podemos preguntarnos: “¿Demuestro a mis hermanos cristianos un amor que indica que soy discípulo de Jesús?”.

Cómo demostramos nuestro amor

14, 15. ¿Qué puede dificultar la obediencia a la ley del Cristo, pero qué puede ayudarnos?

14 Es fundamental que los siervos de Jehová manifiesten un amor como el de Cristo. Pero ¿se le hace a usted difícil amar a sus compañeros cristianos que tienden a ser egoístas? Pues bien, como hemos visto, incluso los apóstoles discutieron y procuraron sus propios intereses (Mateo 20:20-24). También los gálatas pelearon entre sí. Después de indicarles que el amor al prójimo cumplía la Ley, Pablo les advirtió: “Si ustedes siguen mordiéndose y devorándose unos a otros, cuidado que no sean aniquilados los unos por los otros”. Tras contrastar las obras de la carne con el fruto del espíritu de Dios, añadió la admonición: “No nos hagamos egotistas, promoviendo competencias unos con otros, envidiándonos unos a otros”. Luego el apóstol les exhortó a ‘seguir llevando las cargas los unos de los otros, y así cumplir la ley del Cristo’ (Gálatas 5:14–6:2).

15 ¿Pide Jehová demasiado de nosotros al querer que obedezcamos la ley del Cristo? Aunque puede resultarnos difícil ser bondadosos con quienes, por decirlo así, nos han abofeteado o herido emocionalmente, estamos obligados a ‘hacernos imitadores de Dios, como hijos amados, y seguir andando en amor’ (Efesios 5:1, 2). Debemos imitar constantemente el ejemplo de Dios, quien “recomienda su propio amor a nosotros en que, mientras todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). Si tomamos la iniciativa y ayudamos a otras personas, incluso a las que nos han maltratado, tendremos la satisfacción de saber que estamos imitando a Dios y obedeciendo la ley del Cristo.

16. ¿Cómo demostramos nuestro amor a Dios y a Cristo?

16 Deberíamos recordar que demostramos nuestro amor por lo que hacemos, no solo por lo que decimos. Hasta a Jesús le resultó difícil en una ocasión aceptar un aspecto de la voluntad de Dios por todo lo que este implicaba. “Padre, si deseas, remueve de mí esta copa”, pidió Jesús en oración. Pero en seguida añadió: “Sin embargo, que no se efectúe mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42). Pese a todo lo que Jesús sufrió, cumplió la voluntad de Dios (Hebreos 5:7, 8). La obediencia es una prueba de nuestro amor y demuestra que reconocemos que el camino de Dios es el mejor. “Esto es lo que el amor de Dios significa —dice la Biblia—: que observemos sus mandamientos.” (1 Juan 5:3.) Y Jesús dijo a sus apóstoles: “Si ustedes me aman, observarán mis mandamientos” (Juan 14:15).

17. ¿Qué mandamiento especial dio Jesús a sus seguidores, y cómo sabemos que es aplicable a nosotros hoy en día?

17 Además de mandar a sus seguidores que se amaran unos a otros, ¿qué mandamiento especial les dio Cristo? Les mandó que efectuaran la predicación para la cual los había preparado. Pedro dijo: “Nos ordenó que predicáramos al pueblo y que diéramos testimonio cabal” (Hechos 10:42). Jesús les había dicho específicamente: “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo, enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado” (Mateo 28:19, 20; Hechos 1:8). Jesús reveló que tales instrucciones serían también aplicables a sus seguidores en “el tiempo del fin”, esto es, en la actualidad, pues dijo: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Daniel 12:4; Mateo 24:14). No cabe duda de que la voluntad de Dios es que prediquemos. No obstante, quizá haya quien piense que Dios pide demasiado de nosotros al mandarnos que efectuemos esta obra. Pero ¿es así realmente?

Por qué puede parecer difícil

18. ¿Qué debemos recordar cuando sufrimos por hacer lo que Jehová pide?

18 Como hemos visto, Jehová ha pedido al hombre que cumpla diferentes requisitos a lo largo de la historia. Y lo que se le ha pedido hacer ha variado, así como la naturaleza de las pruebas a las que se ha enfrentado. El amado Hijo de Dios pasó por las pruebas más difíciles, y por último se le dio muerte de la manera más cruel por hacer lo que Dios había pedido. Pero cuando sufrimos por hacer lo que Jehová pide de nosotros, debemos recordar que él no es el responsable de nuestras pruebas (Juan 15:18-20; Santiago 1:13-15). La rebelión de Satanás dio lugar al pecado, al sufrimiento y a la muerte, y él es quien ha creado las circunstancias que con frecuencia han hecho muy difícil cumplir con lo que Jehová pide de sus siervos (Job 1:6-19; 2:1-8).

19. ¿Por qué es un privilegio hacer lo que Dios nos ha pedido mediante su Hijo?

19 Jehová ha mandado mediante su Hijo que en este tiempo del fin sus siervos proclamen por el mundo entero que el único remedio para todo el sufrimiento humano es la gobernación del Reino. Este gobierno de Dios eliminará todos los problemas de la Tierra: la guerra, el crimen, la pobreza, la vejez, la enfermedad y la muerte. El Reino también marcará el comienzo de un glorioso paraíso terrestre, en el cual incluso los muertos serán resucitados (Mateo 6:9, 10; Lucas 23:43; Hechos 24:15; Revelación 21:3, 4). ¡Qué privilegio es declarar las buenas nuevas de tales acontecimientos! Está claro, pues, que lo que Jehová nos pide no es gravoso. Afrontamos oposición, pero Satanás el Diablo y su mundo son los responsables de esta.

20. ¿Cómo podemos afrontar los desafíos del Diablo?

20 ¿Cómo podemos superar los desafíos que Satanás nos presenta? Teniendo presentes estas palabras: “Sé sabio, hijo mío, y regocija mi corazón, para que pueda responder al que me está desafiando con escarnio” (Proverbios 27:11). Jesús suministró a Jehová una respuesta al desafío de Satanás cuando dejó la seguridad de la vida celestial para hacer la voluntad de su Padre en la Tierra (Isaías 53:12; Hebreos 10:7). Como ser humano, Jesús aguantó todas las pruebas con confianza en Dios, aun la muerte en un madero de tormento. Si seguimos a Jesús como nuestro Modelo, también podremos aguantar los sufrimientos y hacer lo que Jehová pide de nosotros (Hebreos 12:1-3).

21. ¿Qué piensa usted del amor que Jehová y su Hijo han demostrado?

21 ¡Cuánto amor nos han demostrado Dios y su Hijo! Gracias al sacrificio de Jesús, la humanidad obediente tiene la perspectiva de vivir para siempre en el Paraíso. De modo que no permitamos que nada enturbie nuestra esperanza. Al contrario, identifiquémonos con lo que Jesús hizo posible, como Pablo, quien dijo: “El Hijo de Dios [...] me amó y se entregó por mí” (Gálatas 2:20). Demostremos a nuestro amoroso Dios, Jehová, un agradecimiento sincero, pues él nunca pide demasiado de nosotros.

¿Qué respondería usted?

◻ ¿Qué pide Jehová de nosotros hoy?

◻ ¿Cómo destacó Cristo la importancia del amor la última noche que estuvo con sus apóstoles?

◻ ¿Cómo podemos demostrar que amamos a Dios?

◻ ¿Por qué es un privilegio hacer lo que Jehová pide de nosotros?

[Ilustración de la página 23]

¿Qué lección enseñó Jesús cuando les lavó los pies a los apóstoles?

[Ilustración de la página 25]

Pese a la oposición, la predicación de las buenas nuevas es un magnífico privilegio

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