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  • ¿Cómo empezó la vida en la Tierra?
    ¡Despertad! 1987 | 22 de enero
    • Las probabilidades de que se formara una proteína

      Aceptemos que existiera la sopa que la naturaleza no acepta. Millones de aminoácidos en la sopa, centenares de diferentes clases, aproximadamente la mitad de ellos en forma levógira (“zurdos”) y la otra mitad en forma dextrógira (“derechos”). ¿Se conectarían ahora los aminoácidos en largas cadenas para producir proteínas? ¿Serían seleccionadas por azar solo las 20 clases que se necesitarían de entre los centenares de clases que habría en la sopa? Y de estas 20 clases, ¿seleccionaría el azar solo las formas “zurdas” que se hallan en los organismos vivientes? ¿Y entonces las pondría en el orden correcto para cada proteína distinta, y en la forma exacta que se requeriría para cada una⁠7? Solo por un milagro.

      Una proteína típica tiene unos cien aminoácidos y contiene muchos miles de átomos. En sus procesos vitales una célula viva usa unas 200.000 proteínas. Dos mil de ellas son enzimas, proteínas especiales sin las cuales la célula no puede sobrevivir. ¿Cuántas probabilidades hay de que estas enzimas se formen al azar en la sopa, si se tuviera la sopa? Una probabilidad contra 10⁠40.000. Esto es 1 seguido por 40.000 ceros. Si se escribiera esa cifra con todos sus ceros, el número llenaría 14 páginas de esta revista. O, puesto de otra manera, la probabilidad es igual a lanzar unos dados y conseguir que el número seis salga 50.000 veces seguidas. Y eso es solo para 2.000 de las 200.000 que se necesitan para una célula viviente⁠8. Por eso, para conseguirlas todas, ¡haga que el seis le salga otros 5.000.000 de veces de corrido!

      Al llegar a este punto me parecía que era inútil seguir por donde iba. Pero continué. Suponiendo que en realidad la sopa nos diera proteínas, ¿qué hay de los nucleótidos? Leslie Orgel, del Instituto Salk de California, ha indicado que los nucleótidos están “entre los principales problemas de la síntesis prebiótica”⁠9. Son necesarios para componer los ácidos nucleicos (ADN, ARN), a lo cual también se llama una tremenda dificultad. De paso, las proteínas no pueden formarse sin la presencia de los ácidos nucleicos, y los ácidos nucleicos no pueden formarse sin la presencia de proteínas⁠10. Es el viejo problema de si fue el huevo o la gallina lo que vino primero, pero en vestidura química.

      Pero pongamos a un lado esa montaña y dejemos que el evolucionista Robert Shapiro, profesor de química en la Universidad de Nueva York y especialista en investigaciones sobre el ADN, muestre qué probabilidad pudiera haber de que los nucleótidos y los ácidos nucleicos se formaran al azar en el ambiente de la Tierra primitiva:

      “Dondequiera que dos aminoácidos se unen, se libera una molécula de agua. Dos moléculas de agua tienen que liberarse cuando se forma un nucleótido por unión de sus componentes, y se libera más agua cuando se combinan nucleótidos para formar ácidos nucleicos. Por desgracia, la formación de agua en un ambiente que está lleno de ella es el equivalente químico de traer arena al Sáhara. No es favorable, y exige que se gaste energía. Procesos como ese no tienen lugar fácilmente por sí mismos. De hecho, las reacciones que ocurren espontáneamente son las contrarias. El agua ataca rápidamente las moléculas biológicas grandes. Separa los nucleótidos unos de otros, quiebra los enlaces de azúcar y fosfato y aparta de los azúcares las bases”⁠11.

      El paso final de los seis alistados al principio: una membrana. Sin ella la célula no podría existir. Tiene que ser protegida del agua, y esta protección la dan las grasas de la membrana, repelentes del agua⁠12. Pero para formar la membrana se necesita un “aparato sintético proteínico”, y este “aparato sintético proteínico” puede funcionar únicamente si una membrana lo mantiene junto⁠13. ¡De nuevo el problema del huevo y la gallina!

      La biología molecular da el toque de muerte

      El sueño de los evolucionistas era descubrir una primera célula viviente de tremenda simplicidad. La biología molecular ha convertido su sueño en una pesadilla. Michael Denton, especialista en biología molecular, dio su toque de muerte:

      “La biología molecular ha mostrado que hasta los más sencillos de todos los sistemas vivientes en la Tierra hoy, las células bacterianas, son objetos tremendamente complejos. Aunque las células bacterianas más diminutas son increíblemente pequeñas, y pesan menos de 10⁠−12⁠g, cada una es en realidad una verdadera fábrica microminiaturizada que contiene miles de piezas exquisitamente diseñadas de intrincada maquinaria molecular, compuesta en total de cien mil millones de átomos, mucho más complicada que cualquier máquina construida por el hombre y absolutamente sin paralelo en el mundo inanimado.

      ”La biología molecular también ha mostrado que el diseño básico del sistema celular es esencialmente el mismo en todos los sistemas vivientes de la Tierra, desde las bacterias hasta los mamíferos. En todos los organismos los papeles que desempeñan el ADN, el ARNm y la proteína son idénticos. El significado del código genético es también virtualmente idéntico en todas las células. El tamaño, la estructura y el diseño de los componentes de la maquinaria sintética proteínica es casi igual en todas las células. En términos de su diseño bioquímico básico, pues, ningún sistema viviente puede ser considerado como primitivo o ancestral respecto a cualquier otro sistema, y no hay ni el más leve indicio empírico de una secuencia evolucionista entre todas las células increíblemente diversas en la Tierra”⁠14.

      No sorprende, pues, que Harold Morowitz, un físico de la Universidad Yale, haya calculado que las probabilidades de obtener la bacteria viva más sencilla mediante cambios al azar es de 1 sobre 1 seguido por 100.000.000.000 de ceros. “Este número es tan grande —dijo Shapiro— que para escribirlo en forma convencional necesitaríamos varios centenares de miles de libros en blanco.” Presenta la acusación de que los científicos que han abrazado la evolución química de la vida pasan por alto la evidencia aumentante y “han optado por aceptarla como verdad que no puede ser cuestionada, consagrándola así como mitología”⁠15.

      Una científica que se especializa en biología celular dice que hace millones de años “una sola célula podía hacer armas, conseguir alimento, digerirlo, librarse de sus desechos, moverse de un lado a otro, construir casas y participar en actividad sexual directa o rara. Estas criaturas todavía existen. Los protistas —organismos completos y enteros, pero compuestos de una sola célula que tiene muchos talentos, pero sin tejidos, ni órganos, ni corazón, ni mente— realmente tienen todo lo que nosotros tenemos”. Habla de una sola célula que hierve con “los centenares de miles de reacciones químicas simultáneas que son la vida”⁠16.

      Hay un increíble laberinto de tráfico químico dentro de una célula microscópica, ¡y sin embargo nunca hay embotellamiento del tráfico! Obviamente esto exige que haya un Diseñador Magistral de inteligencia suprema. La información codificada en un puntito de ADN que pesa “menos de unos miles de millonésimas de gramo” es suficiente “para dar las especificaciones para un organismo tan complejo como el hombre”⁠17. Hasta la información contenida en una sola célula “si se escribiera, llenaría mil libros de 600 páginas”⁠18. ¡Cuán asombroso! Una inteligencia de grandeza incomprensible para nosotros es una necesidad absoluta para el principio de la vida en la Tierra.

      Mi conclusión, después de todo esto, es: Sin la atmósfera debida, no habría sopa orgánica. Sin la sopa orgánica, no habría aminoácidos. Sin aminoácidos, no habría proteínas. Sin proteínas, no habría nucleótidos. Sin nucleótidos, no habría ADN. Sin ADN, no habría ninguna célula que se reprodujera. Sin una membrana para recubrirla, no habría célula viviente. Y sin diseño y dirección inteligentes, no habría vida en la Tierra.

      Pero los científicos han rendido un gran servicio a los que creen que el universo fue creado. Sus descubrimientos acerca de la vida refuerzan en gran manera mi fe en la creación, y ahora leo con aprecio más profundo Romanos 1:20, 21, 28: “Lo invisible de Dios, desde la creación del mundo se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables [...] se ofuscaron en vanos razonamientos y su insensato corazón se entenebreció [...] Y como no tuvieron a bien guardar el verdadero conocimiento de Dios, entrególos Dios a su mente réproba, para que hicieran lo que no conviene”. (Biblia de Jerusalén.)

  • ¿Cómo empezó la vida en la Tierra?
    ¡Despertad! 1987 | 22 de enero
    • [Ilustración en la página 8]

      Centenares de miles de reacciones químicas suceden simultáneamente en cada célula viviente, ¡pero nunca hay un embotellamiento del tráfico!

      [Ilustración en la página 9]

      La información que hay en una sola célula llenaría mil libros de 600 páginas

      [Recuadro/Ilustraciones en la página 7]

      ¿Cuál vino primero?

      El huevo viene de una gallina, pero la gallina viene de un huevo

      Las proteínas no pueden formarse sin ácidos nucleicos, pero los ácidos nucleicos no pueden formarse sin proteínas

      Una membrana no puede formarse sin un aparato sintético proteínico, pero este aparato no puede formarse sin una membrana

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