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  • ¿Cuándo, realmente, vendrá la paz duradera?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1991
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1991
w91 15/4 págs. 5-7

¿Cuándo, realmente, vendrá la paz duradera?

EN SU libro The Lessons of History (Las lecciones de la historia), Will y Ariel Durant escribieron: “La guerra está entre los factores constantes de la historia, y ni la civilización ni la democracia la han ido eliminando. La paz es un equilibrio vacilante, y solo se puede conservar por el reconocimiento de que otro es superior a uno o por lo menos tiene igual poder”.

Y en verdad sucede que, a pesar de grandes esfuerzos, hasta ahora la humanidad no ha logrado la paz duradera. ¿Por qué? Porque las causas de la guerra tienen raíces más profundas que los conflictos políticos, territoriales o sociales que vemos a simple vista. Los Durant dicen: “La gente guerrea por las mismas razones por las que compite entre sí: codicia, belicosidad y orgullo; el deseo de conseguir alimento, territorio, posesiones materiales, combustibles y poder”.

Sin embargo, la Biblia identifica claramente la raíz de la contienda y la guerra entre individuos y entre colectividades. Leemos: “¿De qué fuente son las guerras y de qué fuente son las peleas entre ustedes? ¿No son de esta fuente, a saber, de sus deseos vehementes de placer sensual que se hallan en conflicto en sus miembros? Ustedes desean, y sin embargo no tienen. Siguen asesinando y codiciando, y sin embargo no pueden obtener. Siguen peleando y guerreando”. (Santiago 4:1, 2.)

La cuestión, pues, se reduce a esto: Para que haya verdadera paz tenemos que eliminar no solo los síntomas —guerras, revueltas, golpes de estado, revoluciones—, sino también las causas: sospechas, codicia, odio, hostilidad, en todos los seres humanos. Estas deben reemplazarse por acciones que sean consecuentes con cualidades desinteresadas como el amor, la bondad, la confianza y la generosidad. ¿Puede lograrse esto? Si dependiera de hombres imperfectos y mortales la respuesta a esa pregunta tendría que ser no. Pero hay alguien para quien esto no causa dificultad. Es Aquel que tiene la respuesta a la pregunta: ¿Cuándo, realmente, vendrá la paz?

El que puede traer la paz

Hace unos 28 siglos el profeta Isaías declaró por inspiración: “Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; y el regir principesco vendrá a estar sobre su hombro. Y por nombre se le llamará Maravilloso Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz. De la abundancia del regir principesco y de la paz no habrá fin”. (Isaías 9:6, 7.)

Más tarde se reveló quién sería este que traería paz sin fin, y resultó ser nada menos que Jesucristo, el “Hijo del Altísimo”. (Lucas 1:30-33; Mateo 1:18-23.) Pero ¿por qué logrará él lo que todos los demás príncipes y gobernantes no han podido lograr? Ante todo, se debe notar que, contrario a como algunos lo pintan, el “niño” prometido no seguiría siendo un infante indefenso para siempre. Más bien, tendría “regir principesco”, como el “Príncipe de Paz”, para beneficio eterno de la humanidad.

La gobernación de Jesús abarca mucho más. Puesto que es el “Maravilloso Consejero” y posee un extraordinario entendimiento de la naturaleza humana y está dotado de habilidades superlativas, podrá tratar a fondo asuntos complejos y así resolver los graves problemas que dejan perplejos a los gobernantes del mundo. (Mateo 7:28, 29; Marcos 12:13-17; Lucas 11:14-20.) Luego, como “Dios Poderoso”, Jesucristo, resucitado en forma de un ser celestial, y ahora hecho Rey Mesiánico en los cielos, trabajará por la paz repitiendo en gran escala lo que hizo mientras estuvo aquí en la Tierra, sanando a los que tienen enfermedades incurables, proveyendo alimento y bebida a grandes muchedumbres, y hasta controlando el clima. (Mateo 14:14-21; Marcos 4:36-39; Lucas 17:11-14; Juan 2:1-11.) Como “Padre Eterno”, Jesús puede resucitar a los muertos e impartirles vida eterna. Él mismo vivirá para siempre, lo cual da garantía de que su gobernación y la paz que esta traerá no tendrán fin. (Mateo 20:28; Juan 11:25, 26; Romanos 6:9.)

Se ve claramente que, por todas esas cualidades, Jesucristo es quien puede lidiar con las bien arraigadas causas de la guerra y la contienda. No sucederá que él solamente proponga un pacto de paz o un plan para la coexistencia pacífica entre las naciones y luego lo vea quedar en nada debido a otra guerra. Más bien, eliminará toda desigualdad política, territorial, social y económica al juntar a toda la humanidad bajo un solo gobierno, el Reino Mesiánico. Al guiar a toda la gente para que adore al único Dios verdadero, Jehová, eliminará lo que a menudo es la causa principal de la guerra: la religión falsa. No hay duda de que Jesucristo, el Príncipe de Paz, logrará todo esto. La pregunta pendiente es: ¿Cuándo lo hará?

Sucesos que llevan a la paz duradera

Después de su resurrección y ascenso al cielo en 33 E.C., Jesús tuvo que esperar el tiempo señalado para entrar en acción. Esto armonizó con el decreto de Jehová: “‘Siéntate a mi diestra hasta que coloque a tus enemigos como banquillo para tus pies.’ La vara de tu fuerza Jehová enviará desde Sión, diciendo: ‘Ve sojuzgando en medio de tus enemigos’”. (Salmo 110:1, 2; Lucas 22:69; Efesios 1:20; Hebreos 10:12, 13.) ¿Cuándo acontece esto? Por más de 70 años los testigos de Jehová han proclamado alrededor del mundo las buenas nuevas de que Jesucristo empezó a gobernar en el Reino de Dios en el cielo en 1914a.

Pero puede que usted diga: ‘Desde 1914 no ha habido paz. Al contrario, desde entonces las condiciones han ido de mal en peor’. Tiene mucha razón. Eso en realidad prueba que los sucesos se están desenvolviendo tal y como se predijeron. La Biblia nos dice que, precisamente al tiempo en que “el reino del mundo sí llegó a ser el reino de nuestro Señor y de su Cristo, [...] las naciones se airaron”. (Revelación 11:15, 18.) En vez de someterse a la gobernación de Jehová Dios y de su Príncipe de Paz, las naciones se envolvieron en un esfuerzo desesperado por conseguir la dominación mundial, y expresaron su ira especialmente contra los cristianos que daban testimonio del Reino establecido de Dios.

El libro de Revelación también muestra que tan pronto como Jesucristo recibió poder real echó del cielo a Satanás y sus demonios: “¡Ahora han acontecido la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque ha sido arrojado hacia abajo el acusador de nuestros hermanos, que los acusa día y noche delante de nuestro Dios!”. ¿Qué resultado tuvo esto? El relato continúa: “A causa de esto, ¡alégrense, cielos, y los que residen en ellos! ¡Ay de la tierra y del mar!, porque el Diablo ha descendido a ustedes, teniendo gran cólera, sabiendo que tiene un corto espacio de tiempo”. (Revelación 12:10, 12.)

Última señal

Lo dicho nos ayuda a entender por qué las naciones, a pesar de todos sus esfuerzos, no han podido traer la paz. La gran cólera del Diablo, que se refleja en la ira de las naciones, ha mantenido al mundo en agitación y en inquietud como nunca antes en la historia de la humanidad. ¿Cuándo terminará todo esto? La Biblia suministra una clave importante: “Cuando los hombres estén diciendo: ‘¡Paz y seguridad!’, entonces destrucción repentina ha de sobrevenirles instantáneamente”. (1 Tesalonicenses 5:3.)

¿Se da cuenta usted de la importancia de esta advertencia? Los sucesos mundiales, como los mencionados en el artículo anterior, indican que gobernantes y muchas personas están hablando acerca de la paz y buscándola como nunca antes. Otros creen que, con el fin de la Guerra Fría, ha pasado la amenaza de una destrucción total por medios nucleares. Las naciones han estado hablando mucho de paz y seguridad. Pero ¿va realmente en esa dirección la situación mundial? Recuerde lo que Jesús dijo respecto a los que vivirían en los últimos días, es decir a partir de 1914: “En verdad les digo que de ningún modo pasará esta generación hasta que sucedan todas estas cosas”. (Mateo 24:34.) Sí, la paz realmente vendrá en esta generación, pero no por los esfuerzos de las naciones. La paz que Jehová Dios ha prometido, que se establecerá firmemente y será equitativa y justa, solo puede venir mediante la venidera gobernación de su Príncipe de Paz, Jesucristo. (Isaías 9:7.)

Si usted anhela ver el día en que haya verdadera paz, y disfrutar de ella con sus seres amados, entonces acuda al Príncipe de Paz y tenga presente sus consoladoras palabras: “Manténganse despiertos, pues, en todo tiempo haciendo ruego para que logren escapar de todas estas cosas que están destinadas a suceder, y estar en pie delante del Hijo del hombre”. (Lucas 21:36.)

[Nota a pie de página]

a Para más detalles sobre la cronología y el cumplimiento de las profecías bíblicas, véanse los capítulos 12 a 14 del libro “Venga tu reino”, publicado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.

[Ilustración en la página 7]

Desde la I Guerra Mundial se han sentido de lleno los efectos de la ausencia de la paz

[Recuadro en la página 6]

DEFINICIÓN DE LA PAZ

Hoy la mayoría de la gente cree que la paz consiste en la ausencia de la guerra o el conflicto. Sin embargo, esa es una definición muy limitada de la palabra. En tiempos bíblicos la palabra “paz” (hebreo: scha·lóhm) o la expresión “¡Que tengas paz!” se empleaba como forma común de saludo. (Jueces 19:20; Daniel 10:19; Juan 20:19, 21, 26.) Se ve claramente que no se refiere solo a la ausencia de guerra. Note lo que el libro The Concept of Peace (El concepto de la paz) dice en cuanto a esto:

“Al usar la palabra shalom para paz, lo que tenían presente sus usuarios originales era una condición del mundo o de la sociedad humana caracterizada por lo completo, la unidad, la entereza y la plenitud. [...] Donde hay paz, tanto el conjunto como sus partes constituyentes han alcanzado sus niveles máximos y óptimos en la existencia”.

Cuando Dios traiga la paz, los hombres no solo “no aprenderán más la guerra”, sino que ‘cada uno se sentará debajo de su vid y debajo de su higuera’. (Miqueas 4:3, 4.)

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