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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1991
w91 1/6 págs. 30-31

Preguntas de los lectores

◼ ¿Es apropiado que una cristiana use joyas o maquillaje, se tiña el cabello o siga otras prácticas por el estilo?

Tanto en tiempos pasados como en el presente personas que afirman seguir la Biblia han desarrollado puntos de vista firmes, pero muy diferentes, sobre el adornoa.

En ciertas religiones las mujeres evitan por completo el maquillaje y las joyas o alhajas. Por ejemplo, el libro The Amish People (Los “amish”) informa que ellos “ponen restricciones a la apariencia física que presentan porque creen que cualquier miembro que despliega vivo interés en la apariencia mundana corre peligro, pues [ese] interés debe concentrarse en asuntos espirituales más bien que físicos. Algunos [...] citan de las Escrituras”.

El texto bíblico citado entonces es 1 Samuel 16:7: “Jehová dijo a Samuel: ‘No mires su apariencia ni lo alto de su estatura [...] El simple hombre ve lo que aparece a los ojos; pero en cuanto a Jehová, él ve lo que es el corazón’”. Sin embargo, ese texto se refería a la altura de Eliab, hermano de David. Por el contexto queda claro que ahí Dios no hablaba de prácticas relacionadas con el arreglo personal, como las de si David o sus hermanos se arreglaban el cabello o si usaban artículos decorativos en sus prendas de vestir. (Génesis 38:18; 2 Samuel 14:25, 26; Lucas 15:22.)

Esto ilustra que algunos que sostienen que las cristianas deben presentar una apariencia de llaneza distintiva y no usar maquillaje ni joyas buscan apoyo mediante la aplicación incorrecta de textos bíblicos. En realidad la Biblia no contiene ninguna consideración detallada del arreglo personal, ni aprueba ciertas prácticas cosméticas mientras prohíbe otras. Pero ciertamente da pautas razonables. Considerémoslas y veamos cómo pueden aplicarse hoy día.

El apóstol Pablo ofreció esta guía inspirada: “Deseo que las mujeres se adornen en vestido bien arreglado, con modestia y buen juicio, no con estilos de cabellos trenzados y oro o perlas o traje muy costoso”. (1 Timoteo 2:9.) Pedro, también, escribió: “Que su adorno no sea el de trenzados externos del cabello ni el de ponerse ornamentos de oro ni el uso de prendas de vestir exteriores, sino que sea la persona secreta del corazón en la vestidura incorruptible del espíritu quieto y apacible, que es de gran valor a los ojos de Dios”. (1 Pedro 3:3, 4.)

Las palabras griegas que ahí se vierten “adornen”, “bien arreglado” y “adorno” son formas de kó·smos, que también es la raíz de la palabra “cosmético”, que significa: “sustancia de las empleadas para embellecer el cutis, el pelo, etc.”. Así que esos textos bíblicos nos ayudan a contestar preguntas respecto al uso de cosméticos o maquillaje, y joyas, y respecto a otros aspectos del adorno femenino.

¿Querían decir Pablo y Pedro que las cristianas tenían que evitar los trenzados del cabello, el uso de perlas y joyas de oro o, por extensión, el uso de cosméticos? No. El alegar que eso fue lo que ellos quisieron decir requeriría que las hermanas cristianas tampoco ‘usaran prendas de vestir exteriores’. No obstante, a Dorcas, resucitada por Pedro, se la amaba porque hacía ‘prendas de vestir exteriores’ para otras hermanas. (Hechos 9:39.) Por lo tanto, 1 Timoteo 2:9 y 1 Pedro 3:3, 4 no significan que las hermanas tienen que evitar las trenzas, las perlas, las prendas de vestir exteriores ni cosas por el estilo. Más bien, Pablo recalcaba lo necesario de la modestia y el buen juicio en el arreglo personal femenino. Pedro mostraba que las mujeres deben dar más atención a su espíritu interno para ganarse a sus esposos incrédulos, sin hacer resaltar la apariencia exterior ni el maquillaje.

Dicho sencillamente: la Biblia no prohíbe todo esfuerzo por mejorar o embellecer la apariencia de uno. Algunos siervos de Dios —hombres y mujeres— usaron joyas. (Génesis 41:42; Éxodo 32:2, 3; Daniel 5:29.) La fiel Ester consintió en someterse a un extenso régimen de belleza con aceites cosméticos, perfumes y masajes. (Ester 2:7, 12, 15; compárese con Daniel 1:3-8.) Dios dijo que él había engalanado figurativamente a Israel con brazaletes, un collar, una nariguera y zarcillos. Todo esto contribuyó a que ella llegara a presentar “muy, muy bella” apariencia. (Ezequiel 16:11-13.)

No obstante, el relato de Ezequiel contiene una lección en contra de concentrar la atención en la apariencia. Dios dijo: “Tú empezaste a confiar en tu belleza y a hacerte prostituta debido a tu nombre, y a derramar tus actos de prostitución sobre todo el que pasaba”. (Ezequiel 16:15; Isaías 3:16, 19.) De modo que Ezequiel 16:11-15 subraya la sabiduría del consejo posterior de Pablo y Pedro sobre no destacar la apariencia exterior. Si una mujer opta por adornarse con joyas, la cantidad y el estilo de estas deben armonizar con la modestia y no ser excesivos ni ostentosos ni llamativos. (Santiago 2:2.)

¿Qué se puede decir respecto a que una cristiana use cosméticos, como lápiz de labios, colorete, o sombreador y delineador? Los arqueólogos han hallado en Israel y sus cercanías recipientes para maquillaje, así como aplicadores y espejos. Sí; las mujeres del Oriente antiguo usaban cosméticos que precedieron a muchos de los productos actuales. El nombre Querén-hapuc, de una de las hijas de Job, probablemente significaba “Cuerno de la Pintura Negra (para los Ojos)”, o recipiente para el maquillaje de los ojos. (Job 42:13-15.)

En Israel se usaban algunos cosméticos, pero hay ejemplos bíblicos que muestran el peligro de excederse en su uso. Años después de llegar a ser reina de Israel, Jezabel ‘se pintó los ojos con pintura negra y se arregló la cabeza hermosamente’. (2 Reyes 9:30.) Más tarde, al describir la manera como Israel buscó la atención inmoral de naciones paganas, Dios dijo que ella ‘se engalanó con adornos de oro, agrandó sus ojos con pintura negra, y se embelleció’. (Jeremías 4:30; Ezequiel 23:40.) Ni esos versículos ni otros dicen que sea incorrecto utilizar medios artificiales de realzar la apariencia. Sin embargo, la historia de Jezabel indica que ella se ponía tanta pintura negra alrededor de los ojos que aquello se notaba desde lejos, de modo que lo notó hasta Jehú, que estaba fuera del palacio. ¿Qué lección comunica esto? No se ponga demasiado maquillaje, con exageraciónb.

Por supuesto, casi ninguna mujer que usara joyas o maquillaje diría que los métodos y las cantidades que ella emplea son impropios. Con todo, no se puede disputar que por sentirse insegura o por la influencia de la publicidad explotadora una mujer podría desarrollar el hábito de usar demasiado maquillaje. Pudiera acostumbrarse tanto a la apariencia resultante que no se diera cuenta de que pugna con la “modestia y [el] buen juicio” de la mayoría de las cristianas. (Véase Santiago 1:23, 24.)

Claro, los gustos varían; algunas mujeres usan poco maquillaje o ninguno, y pocas joyas o ninguna, mientras que otras usan más. Así que no es prudente que nadie juzgue a otra persona que usa una cantidad diferente de maquillaje o joyas. Otro factor es la costumbre local. El que algunos estilos se acepten en otro país (o fueran comunes en tiempos antiguos) no significa que son aconsejables hoy día en la localidad.

La cristiana prudente reexamina de vez en cuando su arreglo personal y se pregunta con toda sinceridad: ‘¿Me pongo generalmente más joyas o maquillaje (o joyas o maquillaje más marcados) que la mayoría de las cristianas de mi zona? ¿Me arreglo como lo hacen mundanas narcisistas o estrellas de cine vanidosas, o me dejo guiar principalmente por el consejo de 1 Timoteo 2:9 y 1 Pedro 3:3, 4? Sí, ¿es mi arreglo personal realmente modesto y demuestra respeto genuino a las opiniones y los sentimientos de los demás?’. (Proverbios 31:30.)

La mujer cuyo esposo es un cristiano puede pedir los comentarios y el consejo de él. Además, unas hermanas pueden obtener consejo útil de otras cuando lo buscan con sinceridad. Pero en vez de acudir a una amiga que tenga gustos parecidos, pudiera ser mejor hablar con hermanas mayores a quienes se respete por su equilibrio y sabiduría. (Compárese con 1 Reyes 12:6-8.) La Biblia dice a las mujeres mayores reverentes “que hagan recobrar el juicio a las mujeres jóvenes para que [...] sean de juicio sano, castas [...], para que no se hable injuriosamente de la palabra de Dios”. (Tito 2:2-5.) Ninguna cristiana madura querría que por su uso inmodesto de joyas o maquillaje ‘se hablara injuriosamente’ de la Palabra de Dios ni de Su pueblo.

El relato bíblico de Tamar muestra que el arreglo personal de una mujer puede colocarla dentro de alguna clase, transmitir un mensaje vigoroso. (Génesis 38:14, 15.) ¿Qué mensaje comunica el estilo y el color del cabello (si está teñido) de una cristiana, o su uso de joyas y cosméticos? ¿Es: Esta es una limpia, modesta y equilibrada sierva de Dios?

La persona que ve a las cristianas en el ministerio del campo, o que asiste a nuestras reuniones, debería recibir una impresión favorable. Esa es la impresión que generalmente reciben los observadores. La mayoría de las cristianas no dan motivo para que un extraño concluya, por un lado, que son desaliñadas, o, por el otro, que están demasiado maquilladas o adornadas; más bien, se arreglan “como es propio de mujeres que profesan reverenciar a Dios”. (1 Timoteo 2:10.)

[Notas a pie de página]

a En el siglo III E.C., Tertuliano alegó que las mujeres “que se frotan la piel con medicamentos, se ponen colorete en las mejillas, dan realce a los ojos con antimonio [negro], pecan contra Él”. También criticó a las que se tiñen el cabello. Aplicando mal las palabras de Jesús en Mateo 5:36, Tertuliano hizo esta acusación: “[¡]Contradicen al Señor! ‘¡Miren! —dicen—, en vez de blanco o negro, lo hacemos [es decir, el cabello] amarillo’”. Añadió: “Uno hasta puede hallar a personas que se avergüenzan de haber envejecido, y tratan de cambiar su cabello de blanco a negro”. Esa era la opinión personal de Tertuliano. Pero él estaba torciendo los asuntos, pues todo su argumento se basaba en su opinión de que las mujeres son las causantes de la condenación humana, de modo que deberían ‘deambular como Eva, acongojadas y arrepentidas’ por la ‘ignominia del primer pecado’. La Biblia no dice eso; Dios consideró responsable de la condición pecaminosa de la humanidad a Adán. (Romanos 5:12-14; 1 Timoteo 2:13, 14.)

b No hace mucho los medios informativos estadounidenses destacaron muchísimo el escándalo de un evangelizador de la televisión, y su compañera estelar —su esposa— atrajo casi igual atención. Según informes de prensa, ella se crió con la idea de que “tanto el maquillaje como las películas” eran pecado, pero después cambió de opinión y se hizo famosa por su extravagante “maquillaje tan espeso que parecía esculpido”.

[Fotografías en la página 31]

Hallazgos arqueológicos del Oriente Medio: caja de marfil para cosméticos, espejo, y collares de oro y cornalina

[Reconocimiento]

Las tres fotografías: Pictorial Archive (Near Eastern History) Est.

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