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El final próximo del “libro de las Guerras de Jehová”La Atalaya 1990 | 1 de julio
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En el último capítulo del penúltimo libro de las Escrituras Hebreas se predice un ataque internacional contra Jerusalén. (Zacarías 14:2.)
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El final próximo del “libro de las Guerras de Jehová”La Atalaya 1990 | 1 de julio
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Esa perspectiva todavía es del futuro. Pero ¿cuál Jerusalén experimentará ese ataque de esfuerzo máximo? La profecía no se cumplió en el caso de la Jerusalén de los días de Zacarías. Aquella ciudad fue destruida por los ejércitos de Roma en 70 E.C. Con todo, Jerusalén fue reedificada y hoy día la consideran sagrada tanto la cristiandad como la nación del Israel carnal. En la guerra de los seis días de 1967, el Israel carnal tomó posesión de toda la Jerusalén terrestre reedificada. Sin embargo, no hay la menor prueba de que Jehová Dios haya participado en aquella lucha entonces. Su Rey entronizado, Jesucristo, no reina en la Jerusalén terrestre, y esta ya no es “la ciudad del gran Rey”, es decir, de Jehová. (Mateo 5:35.)
19 No, esa capital oficial del miembro judío de las Naciones Unidas no es la Jerusalén mencionada en la profecía de Zacarías. Más bien, Zacarías se refiere a la Jerusalén acerca de la cual leemos en el libro de Hebreos. Allí Pablo se dirige a los cristianos ungidos y dice: “Ustedes se han acercado a un monte Sión y a una ciudad del Dios vivo, a Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles”. (Hebreos 12:22.) Esa Jerusalén celestial es nada menos que el Reino Mesiánico de Dios, representado en la Tierra hoy por un grupito de cristianos ungidos que abrigan la esperanza de gobernar con Jesucristo en ese Reino. Estos serán objeto del ataque profetizado.
20. ¿Qué palabras fortalecedoras dijo el rey Ezequías a su pueblo amenazado, y en las palabras de cuál Rey mayor que Ezequías se apoyan los testigos de Jehová hoy día?
20 No obstante, ni ellos ni la gran muchedumbre de cristianos que tienen la esperanza de vivir en la Tierra y han salido de todas las naciones para unírseles en la adoración pura tienen que temer el resultado de ese ataque. Cuando los aterradores ejércitos de Senaquerib, el rey de Asiria, se plantaron contra Jerusalén durante la gobernación real del rey Ezequías, los israelitas en peligro oyeron una opinión sosegadora de aquella situación cuando el rey Ezequías les dijo: “Con él está un brazo de carne, pero con nosotros está Jehová nuestro Dios para ayudarnos y para pelear nuestras batallas”. El resultado fue que “el pueblo empezó a apoyarse en las palabras de Ezequías el rey de Judá”. (2 Crónicas 32:8.) Hoy día, cuando los testigos de Jehová se ven amenazados por las fuerzas nacionales de este sistema mundial, pueden apoyarse en palabras parecidas de un rey mayor que Ezequías: Jesucristo.
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