-
Consuelo para los oprimidosLa Atalaya 1996 | 1 de noviembre
-
-
¿HA NOTADO durante su vida la constante repetición de ciertos términos en los titulares de las noticias? ¿Está usted cansado de leer palabras como guerra, crimen, desastre, hambre y sufrimiento? No obstante, hay una palabra que ha brillado por su ausencia en las noticias, aunque representa algo que la humanidad necesita imperiosamente. La palabra es “consuelo”.
“Consolar” significa “aliviar la pena o aflicción de alguien”, darle fuerza y esperanza. Con todos los problemas que el mundo ha experimentado durante el siglo XX, hay una necesidad urgente de esperanza y alivio de las penas. Es cierto que debido principalmente al adelanto científico, muchos de nosotros disfrutamos hoy de más comodidades de las que pudieron imaginar nuestros antepasados. Pero la ciencia y la tecnología no nos han consolado en el sentido de eliminar todas las causas del sufrimiento humano. ¿Cuáles son estas?
Hace muchos siglos, el sabio Salomón habló de una de las causas básicas del sufrimiento cuando dijo: “El hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo”. (Eclesiastés 8:9.) La ciencia y la tecnología no han podido cambiar la tendencia humana de querer dominar al prójimo. En el siglo XX esta tendencia ha conducido a opresivas dictaduras nacionales y a horrendas guerras internacionales.
Desde 1914 se ha matado a más de cien millones de personas en diferentes guerras. Piense en la angustia humana que representa esta cifra: millones de familias dolientes que necesitan consuelo. Y las guerras llevan a otros tipos de sufrimiento además de la muerte violenta. A finales de la II Guerra Mundial había más de doce millones de refugiados en Europa. En los últimos años, más de un millón y medio de desplazados huyeron de los campos de batalla del sudeste asiático. La guerra de los Balcanes ha obligado a más de dos millones de personas a huir de sus hogares, en muchos casos para escapar de la “limpieza étnica”.
No cabe duda de que los refugiados necesitan consuelo, especialmente los que abandonan sus hogares con solo los bienes que pueden llevar consigo, sin saber adónde ir ni lo que les depara el futuro a ellos y a sus familias. Tales personas se cuentan entre las víctimas más lastimosas de la opresión, y precisan ser consoladas.
En los lugares de la Tierra más pacíficos, millones de personas viven prácticamente en esclavitud al sistema económico de este mundo. Es cierto que algunos viven en la abundancia material, pero la mayoría se enfrenta a una lucha diaria por conseguir el sustento. Muchos buscan un hogar decente. Cada vez más personas están desempleadas. “El mundo —predice un periódico africano— se encamina a una crisis de empleo sin precedentes, y para el año 2020 habrá 1.300 millones de personas más en busca de trabajo.” Los oprimidos económicamente sin duda necesitan fortaleza y esperanza, es decir, consuelo.
Desesperados por las circunstancias, algunos recurren a la delincuencia. Con ello solo se consigue crear dificultades a las víctimas, y los elevados índices de delincuencia aumentan el sentimiento de opresión. Un titular reciente del rotativo The Star, de Johannesburgo (África del Sur), decía: “Un día en la vida del ‘país más peligroso del mundo’”. El artículo describía un día típico en Johannesburgo y sus alrededores. En solo ese día asesinaron a cuatro personas y a ocho les robaron el vehículo. Se denunciaron diecisiete allanamientos de morada en un vecindario de clase media. También hubo varios robos a mano armada. Según el periódico, la policía calificó de “relativamente calmado” un día como ese. Es comprensible que los familiares de los asesinados, así como las víctimas de los allanamientos de morada y los robos de vehículos, se sientan muy oprimidos. Necesitan seguridad y esperanza, esto es, consuelo.
En ciertos países algunos padres venden a sus hijos para la prostitución. Se dice que un país asiático, frecuentado por turistas que contratan “excursiones de sexo”, tiene 2.000.000 de prostitutas, muchas de las cuales fueron compradas o secuestradas de niñas. ¿Hay personas más oprimidas que estas lastimosas víctimas? En un artículo sobre este vergonzoso comercio, la revista Time se refirió a una conferencia que celebraron en 1991 varias organizaciones femeninas del sudeste asiático. En esta se calculó que “desde mediados de los años setenta, se habían vendido por todo el mundo 30.000.000 de mujeres”.
Claro está que no solo vendiendo a los hijos para la prostitución se les convierte en víctimas de la opresión. Cada vez más niños sufren abusos físicos e incluso son violados en sus propios hogares por sus padres u otros familiares. Es posible que estas criaturas lleven consigo las cicatrices emocionales por mucho tiempo. No cabe duda de que estas trágicas víctimas de la opresión necesitan consuelo.
Un estudiante de la opresión de tiempos antiguos
Al rey Salomón le consternó el grado al que había llegado la opresión humana. Escribió: “Yo mismo regresé para poder ver todos los actos de opresión que se están haciendo bajo el sol, y, ¡mira!, las lágrimas de aquellos a quienes se oprimía, pero no tenían consolador; y de parte de sus opresores había poder, de modo que no tenían consolador”. (Eclesiastés 4:1.)
Si este rey sabio percibió hace tres mil años que los oprimidos necesitaban urgentemente consuelo, ¿qué diría hoy? Sin embargo, Salomón sabía que ningún hombre imperfecto, ni siquiera él, podía proveer el consuelo que la humanidad necesita. Se requería alguien mayor que quebrara el poder de los opresores. ¿Existe tal persona?
-
-
Busquemos el consuelo de JehováLa Atalaya 1996 | 1 de noviembre
-
-
1. ¿Por qué se necesita más consuelo cada día que pasa?
CADA día que pasa trae consigo una mayor necesidad de consuelo. Como observó un escritor bíblico hace más de mil novecientos años, “toda la creación sigue gimiendo juntamente y estando en dolor juntamente hasta ahora”. (Romanos 8:22.) En nuestro tiempo, el ‘gemido’ y el “dolor” son mayores que nunca. Desde la I Guerra Mundial, la humanidad ha sufrido una crisis tras otra en lo que tiene que ver con guerras, delito y desastres naturales, a menudo debido al mal uso que el hombre ha dado a la Tierra. (Revelación [Apocalipsis] 11:18.)
2. a) ¿Quién es el mayor culpable de los ayes actuales de la humanidad? b) ¿Qué hecho nos consuela?
2 ¿Por qué hay tanto sufrimiento en nuestro tiempo? Hablando de cuando se echó a Satanás del cielo después del nacimiento del Reino, en 1914, la Biblia contesta: “¡Ay de la tierra y del mar!, porque el Diablo ha descendido a ustedes, teniendo gran cólera, sabiendo que tiene un corto espacio de tiempo”. (Revelación 12:12.) La clara evidencia del cumplimiento de esta profecía significa que hemos llegado casi al final de la inicua gobernación de Satanás. Es muy consolador saber que la vida en la Tierra pronto volverá al estado pacífico que existió antes que Satanás incitara a la rebelión a nuestros primeros padres.
3. ¿En qué tiempo no necesitó consuelo el ser humano?
3 En el principio, el Creador del hombre suministró a la primera pareja humana un hermoso parque como hogar. Estaba ubicado en una zona llamada Edén, que significa “Deleite” o “Placer”. (Génesis 2:8, nota.) Además, Adán y Eva disfrutaban de salud perfecta, con la perspectiva de no morir nunca. Piense tan solo en los muchos campos en los que hubieran podido desarrollar sus aptitudes, como la jardinería, el arte, la construcción y la música. Piense, también, en todas las obras de la creación que pudieran haber estudiado al cumplir su comisión de sojuzgar la Tierra y convertirla en un paraíso. (Génesis 1:28.) En realidad, la vida de Adán y Eva no se hubiera caracterizado por el gemir y el dolor, sino por el placer y el deleite. Obviamente, no hubieran necesitado consuelo.
4, 5. a) ¿Por qué fallaron en la prueba de obediencia Adán y Eva? b) ¿Por qué necesitó consuelo la humanidad?
4 Sin embargo, Adán y Eva debían cultivar un amor y un agradecimiento profundos a su bondadoso Padre celestial. Tal amor les hubiera motivado a obedecer a Dios en toda circunstancia. (Compárese con Juan 14:31.) Lamentablemente, nuestros padres originales no obedecieron a su legítimo Soberano, Jehová. Por el contrario, se dejaron llevar por la malévola gobernación de un ángel caído, Satanás el Diablo. Fue este quien tentó a Eva a pecar y comer del fruto prohibido. Luego pecó Adán, al comer también del fruto del árbol del que Dios le había advertido con claridad: “En el día que comas de él, positivamente morirás”. (Génesis 2:17.)
5 De este modo la pareja pecadora comenzó a morir. Cuando Dios pronunció la sentencia de muerte, le dijo también a Adán: “Maldito está el suelo por tu causa. Con dolor comerás su producto todos los días de tu vida. Y espinos y cardos hará crecer para ti, y tienes que comer la vegetación del campo”. (Génesis 3:17, 18.) Así, Adán y Eva perdieron la perspectiva de convertir la tierra inculta en un paraíso. Se les expulsó del Edén y tuvieron que concentrar sus energías en extraer la subsistencia de una tierra que había sido maldecida. Sus descendientes, que heredaron esta condición imperfecta y moribunda, necesitaban imperiosamente consuelo. (Romanos 5:12.)
-