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    ¡Despertad! 2004 | 8 de agosto
    • Carrera de obstáculos

      Atenas llevaba mucho tiempo tratando de conseguir que regresaran a su país de origen los Juegos Olímpicos. Dado que en 1996 se celebraba el centenario de su restauración, parecía un año idóneo.

      Pero la propuesta fue desestimada al considerarse que la ciudad carecía de la infraestructura necesaria para las dos movidas semanas de los Juegos.

      Ante este rechazo se puso en pie el país entero, incluida la propia Atenas, la cual se comprometió a corregir las deficiencias. Así, con buenas intenciones y planes sólidos, presentó en 1997 su candidatura para el año 2004, y esta vez ganó.

      La capital puso manos a la obra para lograr la transformación. El deseo de ser la sede desencadenó una oleada de trabajo y desarrollo sin precedentes. El terreno se abría por doquier para mejorar las infraestructuras y construir carreteras e instalaciones para las Olimpiadas. Ni en los tórridos fines de semana veraniegos se detenían las excavadoras, las grúas y los obreros.

      En marzo de 2001 aterrizó el primer avión en el nuevo aeropuerto internacional de Atenas, que se ha convertido en líder mundial en su clase. Por otro lado, se decidió ampliar la red de carreteras en 120 kilómetros, renovarla en 90 y dotarla de 40 pasos elevados que descongestionaran el tráfico. También se construyeron nuevas líneas de metro y se planeó añadir 24 kilómetros a la red del tranvía. Otra medida para aligerar la circulación y reducir la contaminación atmosférica fue un nuevo ferrocarril suburbano de 32 kilómetros de extensión, que cuenta con modernas estaciones.

      En resumen, Atenas ha intentado convertirse en pocos años en una nueva ciudad, con más áreas verdes, más limpieza y mejores medios de locomoción. De ahí que Jacques Rogge, presidente del Comité Olímpico Internacional, opine que “quienes la hayan conocido antes de los Juegos no van a reconocerla”.

      Preparativos maratónicos

      Al acercarse la inauguración, se ha acelerado el paso de las obras y los preparativos. El señor Rogge asemejó su progreso al baile típico de Grecia. Medio en broma, dijo: “Lo compararía a una pieza musical, al sirtaki, que comienza muy lento y va apresurándose hasta que al final no hay quien siga el ritmo”.

      La Villa Olímpica —“columna vertebral de los preparativos”— demuestra la veracidad de esta apreciación, pues ha surgido de la nada en una sección periférica del norte de Atenas. Concebida para albergar a 16.000 miembros de las delegaciones durante los Juegos —y una vez concluidos, a 10.000 residentes—, es la mayor operación urbanística en la historia de la nación.

      Los organizadores no han perdido de vista los lazos existentes entre la historia y los Juegos modernos. Han dispuesto que varias ceremonias tengan lugar en la antigua Olimpia, y que otros grandes recintos arqueológicos cobren relevancia en actos culturales paralelos. Además, han hecho construir un centro de remo cerca del lugar donde aconteció la célebre batalla de Maratón. Y han elegido para la prueba del maratón un trazado que permitirá a los corredores presumir de haber recorrido la misma ruta de 42 kilómetros que, según la leyenda, siguió en el año 490 a.E.C. el soldado ateniense que fue de Maratón a Atenas para anunciar la derrota de los persas.

      El ganador de la medalla de oro

      Cuando estallen los fuegos artificiales de la apertura, el centro de las miradas será el renovado estadio olímpico de 75.000 asientos, que a juicio de muchos es la “joya de la corona” de las instalaciones atenienses y que debe su singularidad a la cubierta del prestigioso arquitecto español Santiago Calatrava.

      Esta maravilla de la ingeniería consta de un conjunto de paneles de vidrio que pesará 16.000 toneladas y cubrirá 10.000 metros cuadrados. La sostendrán dos arcos colosales de 304 metros de luz y 80 de altura: casi dos tercios del puente de la bahía de Sydney. Cada arco es un tubo de 9.000 ó 10.000 toneladas “por cuyo interior —indica un experto— pasaría un autobús”. Se calcula que la cubierta pesará el doble que la parisina torre Eiffel.

      ¿Para qué hace falta un dosel tan gigantesco? Gracias al revestimiento especial de los cristales, se reflejará el 60% de la luz del implacable sol de agosto. Además, entre otras razones, su diseño lo convierte en icono de las Olimpiadas. Como indicó el ex ministro de Cultura griego Evangelos Venizelos, “es el gran hito arquitectónico que simboliza los Juegos de Atenas”.

      Tras la ceremonia de clausura, estas monumentales construcciones serán recordatorios del esfuerzo realizado para dar cabida al gran encuentro. Los atenienses esperan que la infraestructura preparada con motivo de las Olimpiadas mejore su calidad de vida. Como siempre, estos ciudadanos seguirán dando los pasos necesarios con la misma energía con que acometen el sirtaki.

  • Las Olimpiadas vuelven a su cuna
    ¡Despertad! 2004 | 8 de agosto
    • [Ilustraciones de la página 15]

      Complejo olímpico de Atenas

      Modelo de la medalla del 2004

      [Reconocimientos]

      Foto aérea: AP Photo/Thanassis Stavrakis; modelo de la medalla: © ATHOC

      [Ilustraciones de la página 16]

      Metro de Atenas

      Aeropuerto internacional de Atenas

      [Reconocimiento]

      © ATHOC

      [Ilustraciones de la página 17]

      Villa Olímpica en construcción

      Centro Náutico Agios Kosmas

      [Reconocimiento]

      © ATHOC/Foto: K. Vergas

      [Ilustración de las páginas 16 y 17]

      Cubierta del Estadio Olímpico en construcción

      [Ilustración de la página 17]

      Maqueta de la cubierta

      [Reconocimiento]

      © ATHOC

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