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  • Los genes, el ADN y usted
    ¡Despertad! 1999 | 8 de septiembre
    • Según ciertos cálculos, el cuerpo está formado por cien billones de células (minúsculas unidades vivas). Cada una tiene un núcleo que contiene miles de genes, unidades de la herencia que controlan la célula y definen algunas de nuestras características personales. Hay muchos genes que determinan el tipo de sangre que tenemos; otros, la textura del cabello, el color de los ojos y así por el estilo. Así pues, cada célula lleva dentro de sí un plano o código en miniatura, formado por genes, que contiene las instrucciones necesarias para construir, reparar y mantener en funcionamiento el organismo (véase la ilustración de la pág. 5). ¿Será posible que todo esto haya surgido por accidente?

  • El examen microscópico
    ¡Despertad! 1999 | 8 de septiembre
    • Los científicos han constatado la asombrosa complejidad de la célula. En su libro The Fifth Miracle (El quinto milagro), el físico Paul Davies menciona: “Cada célula está repleta de diminutas estructuras en miniatura que podrían haber salido del manual de un ingeniero: hay toda una abundancia de pinzas, tijeras, bombas, motores, palancas, válvulas, conductos, cadenas y hasta vehículos. Pero la célula es mucho más que una colección de artilugios. Sus diversos componentes se ensamblan para formar un todo que funciona de manera óptima, como una compleja línea de producción fabril”.

  • El examen microscópico
    ¡Despertad! 1999 | 8 de septiembre
    • ¿Dónde comenzó?

      El estudio de la genética y la biología molecular intriga a los científicos desde hace décadas. Aunque el físico Paul Davies duda de que el origen de todo sea un Creador, admite lo siguiente: “A fin de que se elaboren los objetos pertinentes, cada molécula tiene su cometido y su lugar dentro del funcionamiento general. Hay mucho movimiento. Para realizar bien su labor, algunas moléculas pasan de un lado al otro de la célula a fin de unirse a sus compañeras en el punto y el momento precisos. Todo ocurre sin que haya jefes que las dirijan ni las envíen al lugar conveniente, ni supervisores que controlen sus actividades. Las moléculas se limitan a cumplir con su misión: moverse de un lado a otro a ciegas, chocar unas con otras, rebotar y abrazarse. [...] De algún modo, esta colectividad de elementos irracionales (los átomos) aúna fuerzas y realiza la danza de la vida con exquisita precisión”.

      Es lógico, pues, que muchos estudiosos crean que tiene que haber una fuerza inteligente que haya creado los mecanismos celulares. Veamos las razones.

  • El examen microscópico
    ¡Despertad! 1999 | 8 de septiembre
    • Para facilitar la representación, se ha aplanado la espiral retorcida del ADN

      Proteína

      Bases libres

      Proteína

      Proteína

      1 Antes de dividirse las células para producir la siguiente generación, han de replicar (copiar) el ADN. Primero, ciertas proteínas facilitan la separación parcial de las dos hebras del ADN

      2 Luego, de acuerdo con estrictas reglas de formación de pares de bases, las bases libres (disponibles) de la célula se unen con sus correspondientes bases de las dos hebras originales

      3 Por último, se elaboran dos duplicados del código. De este modo, cuando la célula se divida, cada una de las nuevas células tendrá el mismo código de ADN

      La regla de los pares de bases del ADN:

      A siempre con T

      A T Timina

      T A Adenina

      C siempre con G

      C G Guanina

      G C Citosina

      [Ilustraciones de las páginas 8 y 9]

      (Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

      La elaboración de las proteínas

      Proteína

      1 Una proteína especial abre en dos una sección de las hebras del ADN

      Bases libres de ARN

      2 Las bases libres del ARN se enlazan con las bases expuestas del ADN de una sola hebra, formando así una hebra del ARN mensajero

      3 El ARN mensajero recién formado se separa del ADN y se dirige hacia los ribosomas

      Ribosoma

      ARN de transferencia

      4 El ARN de transferencia recoge un aminoácido y lo lleva al ribosoma

      Aminoácidos

      5 Al progresar el ribosoma a lo largo del ARN mensajero, se forja una cadena de aminoácidos

      El ARN de transferencia tiene dos extremos importantes:

      Uno reconoce el código del ARN mensajero

      El otro porta los aminoácidos correctos

      ARN de transferencia

      Las bases de ARN emplean U en vez de T, de modo que U se empareja con A

      A U Uracilo

      U A Adenina

      6 A medida que va formándose, la cadena de proteínas comienza a plegarse a fin de adoptar la forma requerida para funcionar debidamente. Luego el ribosoma libera la cadena

      Para simplificar, en la ilustración aparece una proteína integrada por diez aminoácidos. La mayoría de las proteínas se componen de más de un centenar

  • ¿Qué hay tras el misterio de la vida?
    ¡Despertad! 1999 | 8 de septiembre
    • ¿Qué hay tras el misterio de la vida?

      LA ACTUACIÓN de las moléculas del ADN es prodigiosa. Las células requieren que el material genético realice dos funciones, de las cuales se ocupa el ADN. Primero, este se duplica con exactitud para que la información se transmita de una célula a otra. Segundo, la secuencia del ADN indica a la célula qué proteínas elaborará, con lo que determina el tipo y cometido de la célula. Sin embargo, el ADN no lleva a cabo estos procesos en solitario, sino con la colaboración de multitud de proteínas especializadas.

      Ahora bien, el ADN no puede crear vida por sí solo. Sus genes almacenan las instrucciones necesarias para elaborar las diversas proteínas que necesita la célula, entre ellas las que copian el ADN para la siguiente generación de células y las que lo ayudan a elaborar nuevas proteínas. No obstante, de nada valdría esa increíble cantidad de información si no se dispusiera del ARN y de las proteínas especializadas (entre ellas los ribosomas) que permiten “leerla” y utilizarla.

      Tampoco pueden las proteínas producir vida por sí solas. De ahí que una proteína aislada no tenga la capacidad de formar el gen que contiene el código necesario para hacer más proteínas del mismo tipo.

      Al irse descifrando el misterio de la vida, ¿qué lecciones se han aprendido? En nuestra época, la genética y la biología molecular han documentado detalladamente las relaciones existentes entre el ADN, el ARN y las proteínas, relaciones marcadas por la complejidad y la interdependencia. De tales hallazgos se desprende que la vida exige que todos estos elementos se den simultáneamente. Es imposible, por tanto, que la vida haya surgido de forma espontánea, fruto del azar.

      La única explicación lógica es que un Creador, inteligente en grado sumo, haya codificado las instrucciones en el ADN y al mismo tiempo haya elaborado las proteínas plenamente formadas. La interacción entre ambos elementos se concibió de forma tan magistral que, una vez iniciado el proceso, se garantizó que ciertas proteínas continuasen copiando el ADN para formar más genes, y que otras descodificaran algunos genes para elaborar más proteínas.

      Es patente que quien dio comienzo al maravilloso ciclo de la vida fue el Diseñador Maestro: Jehová Dios.

      Nuestra maravillosa formación

      Aunque la Biblia no sea un libro de ciencia, arroja luz sobre la función del Creador, quien diseñó el código de la vida. Hace tres milenios, el rey David de Israel, ajeno a lo que hoy sabemos en materia de genética, dijo poéticamente a su Creador: “Tú formaste mis entrañas, tú me tejiste en el seno de mi madre. Te alabaré por el maravilloso modo en que me hiciste. ¡Qué admirables son tus obras! Del todo conoces tú mi alma, [incluso] cuando secretamente era formado y en el misterio me plasmaba” (Salmo 139:13-15, Nácar-Colunga, 1947).

      Así que vuelva a examinarse ante el espejo. Observe el color de los ojos, la textura del cabello, la tonalidad de la tez y la forma general del cuerpo. Recuerde que ha heredado estas características de las generaciones pasadas y que las transmitirá a sus descendientes. Ahora piense un poco en el Ser que dispuso este prodigioso mecanismo. Quizás se sienta impulsado a repetir las palabras que escribió el apóstol Juan: “Digno eres tú, Jehová, nuestro Dios mismo, de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y a causa de tu voluntad existieron y fueron creadas” (Revelación [Apocalipsis] 4:11).

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