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República ChecaAnuario de los testigos de Jehová 2000
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El hermano Müller trató de telefonear al Betel de Praga, pero no contestó nadie. Estaba claro que algo grave había pasado allí también. Regresó enseguida a Praga. No obstante, cuando se acercó al Hogar Betel, vio a dos hombres que se hacían pasar por trabajadores, pero que estaban vigilando el edificio. Una vez allí, se encontró con un hermano que le informó de que varios agentes de la Seguridad del Estado habían registrado todas las dependencias y habían clausurado la sucursal. No habían transcurrido cuarenta y cinco minutos desde su llegada, cuando dos representantes del Ministerio del Interior se presentaron en el Hogar Betel y le comunicaron que se había confiscado el edificio. El hermano Müller protestó, argumentando que a toda confiscación debía precederle una orden judicial. Cuando los agentes se marcharon, se las arregló para trasladar a la casa de sus padres algunos de los archivos que la Seguridad del Estado no había encontrado. Pero al volver a la sucursal, lo esperaba un agente de la Seguridad del Estado con una orden de arresto contra él y las dos hermanas que lo acompañaban. Ya habían detenido al resto de la familia Betel.
¿Habían conseguido una orden judicial con tanta rapidez? No. Meses más tarde, mientras los hermanos se encontraban detenidos, el hermano Kapinus, uno de los encarcelados, recibió una carta que contenía la decisión del Ministerio del Interior de prohibir la obra de la Sociedad y confiscar su propiedad, fechada el 4 de abril de 1949, más de cuatro meses después del incidente.
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[Ilustraciones de la página 175]
La familia Betel y la sucursal después de la segunda guerra mundial
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