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  • Un lenguaje que se ve
    ¡Despertad! 1998 | 8 de septiembre
    • Se ve pero no se oye

      Una de las maravillas de la mente humana es su capacidad para aprender lenguas y adaptarlas. Y cuando falta el sentido del oído, normalmente se recurre a la vista para ese fin. El ser humano desea tanto comunicarse que es capaz de vencer cualquier obstáculo para conseguirlo. Los sordos, por ejemplo, al relacionarse entre sí —sea en la familia, en una escuela especializada o en la comunidad—, han ido desarrollando un complejo medio de comunicación visual, llamado lenguaje de señas, que adopta modalidades muy diversas en todo el mundo.a

      Carl, estadounidense sordo de nacimiento, aprendió señas de sus padres, también sordos.b Siendo muy pequeño, ya era capaz de denominar objetos, formar frases y expresar ideas abstractas en lenguaje de señas americano (ASL, por sus siglas en inglés). La mayoría de los niños sordos cuyos padres también lo son y se comunican por señas, hacen sus primeras señas a los diez o doce meses. Según el libro A Journey Into the Deaf-World, “los lingüistas reconocen que el cerebro tiene la capacidad de aprender un lenguaje natural y luego transmitirlo a los hijos. El que el lenguaje en que dicha capacidad aflore sea de señas u oral es totalmente irrelevante”.

      Sveta nació en Rusia en el seno de una familia sorda de tercera generación. Tanto ella como su hermano, también sordo, aprendieron el lenguaje de señas ruso. A los tres años, cuando empezó a cursar preescolar para sordos, ya se expresaba con fluidez en su lenguaje natural. Sveta recuerda: “Los otros niños no conocían este lenguaje, y lo aprendieron de mí”. Muchos niños sordos, hijos de padres oyentes que no sabían señas, aprendieron a expresarse en señas de condiscípulos de más edad, y ahora pueden comunicarse fácilmente.

      Hoy día son cada vez más los padres oyentes que aprenden señas a la par con sus hijos. Gracias a ello, estos niños ya se expresan con soltura antes de ir a la escuela. Este fue el caso de Andrew, en Canadá. Sus padres aprendieron el lenguaje de señas y lo utilizaron para comunicarse con él desde su más tierna infancia. De esa forma le suministraron un vocabulario básico que podría ir ampliando con el paso de los años. Actualmente toda la familia puede dialogar en señas sobre cualquier tema.

      Los sordos tienen la capacidad de concebir ideas, abstractas y concretas, sin necesidad de una lengua hablada. Tal como un oyente piensa en su propio idioma, muchos sordos lo hacen en su lenguaje de señas.

      Una diversidad de lenguajes

      Las diversas comunidades de sordos que hay en el mundo, o bien han inventado su propio lenguaje, o bien han incorporado aspectos de otros lenguajes de señas. La historia del ASL se remonta a ciento ochenta años atrás, cuando se combinaron una serie de señas francesas con otras que ya se utilizaban comúnmente en Estados Unidos. Los lenguajes de señas progresan con el paso de los años y se van puliendo de generación en generación.

      Normalmente no guardan una relación sociogeográfica con la lengua hablada de la zona. Por ejemplo, en Puerto Rico se habla español, pero se utiliza el ASL. Aunque en Gran Bretaña, como en Estados Unidos, se habla inglés, en aquel país se utiliza el lenguaje de señas británico, que difiere bastante del ASL. El que se emplea en México también difiere de los muchos lenguajes de señas de Latinoamérica.

      Cuando uno estudia un lenguaje de señas y ve la abundancia de matices que tiene y su gran riqueza de expresión, queda asombrado. La mayoría de los temas, pensamientos o ideas pueden expresarse en señas. Cabe mencionar que cada vez se producen más publicaciones para sordos en videocinta, un medio que permite narrar historias, expresar poesía, presentar relatos históricos y enseñar la verdad bíblica en lenguaje de señas natural. En muchos países va en aumento la cantidad de personas que saben señas.

      Leer lo que nunca se ha oído

      Al leer, la persona oyente por lo general se remite a la memoria auditiva para recordar los sonidos de las palabras. De modo que mucho de lo que lee lo entiende porque lo ha oído antes. En la mayoría de los idiomas, la representación gráfica de las palabras no guarda un parecido con las ideas que comunican. Muchos oyentes aprenden este código escrito constituido por signos arbitrarios asociando las palabras que ven con los sonidos de la lengua hablada, y de ese modo pueden leer con entendimiento. Pero trate de imaginar lo que sería no haber oído en toda su vida un sonido, una palabra, un idioma. Resulta difícil y frustrante aprender el código escrito arbitrario de un lenguaje que no puede oírse. No es de extrañar que su lectura represente un gran desafío para los sordos, especialmente para aquellos que lo son desde su tierna infancia o desde que nacieron.

      Muchos centros docentes del mundo especializados en niños sordos han descubierto los beneficios de utilizar señas desde las primeras etapas del desarrollo del lenguaje (véanse los recuadros de las páginas 20 y 22). También han observado que cuando se expone al sordo desde su tierna infancia a un lenguaje de señas natural y se crea en él un fundamento lingüístico, mejora su rendimiento académico y adaptación social, y se le facilita el aprendizaje posterior de una lengua escrita.

      Una comisión de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) encargada de la educación de los sordos dijo: “Ya no es admisible descuidar el lenguaje de señas ni dejar de participar activamente en su perfeccionamiento dentro de los programas educativos para los sordos”. No obstante, debe decirse que, prescindiendo de cuál sea el método de enseñanza que los padres escojan para su hijo sordo, es fundamental que ambos progenitores participen plenamente en la educación del niño (véase el artículo “Para comunicarme con mi hijo, aprendí otro lenguaje”, de la revista ¡Despertad! del 8 de noviembre de 1996).

      Tratemos de entender el mundo de los sordos

      Cuando los niños sordos llegan a adultos, muchas veces confiesan que lo que más anhelaban era comunicarse con sus padres. Un hombre sordo llamado Jack trató de comunicarse con su anciana madre cuando esta se estaba muriendo. La mujer se esforzaba por decirle algo, pero no podía escribirlo y no sabía lenguaje de señas. Cayó en coma y posteriormente murió. Aquellos momentos finales fueron tan frustrantes que Jack quedó obsesionado y decidió dar el siguiente consejo a los padres de niños sordos: “Si desean comunicarse con fluidez e intercambiar ideas, emociones, pensamientos y amor con su hijo sordo, utilicen el lenguaje de señas. [...] Para mí ya es demasiado tarde. ¿Y para usted?”.

      Durante años, muchos no han comprendido la situación de los sordos. Unos han opinado que no sabían casi nada porque no oían nada. Algunos padres han sobreprotegido a sus hijos sordos o han temido dejarlos integrarse en el mundo oyente. En algunas culturas se les ha calificado erróneamente de mudos, aunque por lo general no les falta el habla. Simplemente no pueden oír. Otros han considerado el lenguaje de señas como primitivo o inferior al oral. En vista de tanto desconocimiento, es comprensible que algunos sordos se hayan sentido agobiados e incomprendidos.

      Joseph se crió en Estados Unidos y en los años treinta lo matricularon en una escuela especial para niños sordos en la que se prohibía utilizar lenguaje de señas. Tanto a él como a sus condiscípulos se les disciplinaba a menudo por usar señas, aun cuando no pudieran comprender lo que decían los profesores. ¡Cuánto deseaban entender y que les entendieran! En los países donde la educación de los niños sordos es limitada, algunos crecen con muy poca formación académica. Por ejemplo, un corresponsal de ¡Despertad! en África occidental dijo: “Para la mayoría de los sordos de África, la vida es difícil y amarga. De todos los discapacitados, los sordos son probablemente los más desatendidos y los menos comprendidos”.

      Todos sentimos la necesidad de que se nos comprenda. Lamentablemente hay personas que cuando ven a un sordo solo ven a alguien incapaz. La incapacidad que perciben puede oscurecer la verdadera capacidad del sordo. Muchos de ellos, por el contrario, se consideran personas capaces, pues pueden comunicarse con fluidez, desarrollar amor propio y alcanzar objetivos en los campos académico, social y espiritual. Desafortunadamente, el maltrato que tantos han sufrido ha repercutido en que algunos desconfíen de los oyentes. No obstante, cuando estos se preocupan sinceramente por entender su cultura y su lenguaje natural, y los ven como personas capaces, todos resultan beneficiados.

  • Un lenguaje que se ve
    ¡Despertad! 1998 | 8 de septiembre
    • “Nueva York enseñará a los sordos en lenguaje de señas, y después en inglés”

      Así rezaba el titular que apareció en The New York Times del 5 de marzo de 1998. Felicia R. Lee escribió: “La única escuela pública para sordos que hay en la ciudad revisará sus métodos a fin de que todos los maestros enseñen principalmente en un lenguaje de señas basado en símbolos y gestos, lo que constituye un cambio histórico en la educación de los estudiantes sordos”. La señora Lee explica que muchos educadores “dicen que, de acuerdo con las investigaciones, el lenguaje primario de los sordos es visual, no verbal, y que las escuelas que utilizan el método que ellos prefieren, denominado lenguaje de señas americano, educan mejor a los estudiantes que otras escuelas.

      ”Dicen que a los estudiantes sordos hay que tratarlos como bilingües, no como discapacitados.”

      Harlan Lane, profesor de la Northeastern University de Boston, dijo: “En mi opinión, [la escuela de Nueva York] está a la vanguardia de un movimiento”. También comentó a ¡Despertad! que el objetivo final es enseñar inglés como segundo idioma, para utilizarlo en la lectura.

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