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  • ¿Pueden convivir pacíficamente el hombre y los animales?
    ¡Despertad! 1991 | 8 de abril
    • El elefante africano

      Si bien se ha dicho que el elefante africano es tan salvaje que no se puede domesticar, muchas personas han demostrado que no es del todo cierto. Un ejemplo lo tenemos en la conmovedora relación entre tres elefantes africanos y un estadounidense llamado Randall Moore. Los elefantes eran parte de un grupo de crías capturadas en el parque nacional sudafricano de Kruger y enviadas a Estados Unidos. Con el tiempo las adiestraron para hacer un número de circo y lo hacían bien. Cuando su dueño murió, Moore recibió el trío y lo devolvió a África.

      En 1982 llevaron a las dos hembras, llamadas Owalla y Durga, a la reserva de Pilanesberg, en Bophuthatswana. Para entonces el parque tenía varios elefantitos huérfanos que tenían mal aspecto y necesitaban la supervisión de hembras adultas. ¿Podrían Owalla y Durga, con su adiestramiento en el mundo circense, desempeñar ese papel?

      Al cabo de un año Moore recibió informes de que sus elefantas habían adoptado a los 14 huérfanos sin excepción y que el parque iba a recibir más elefantitos huérfanos. Tras una ausencia de cuatro años, Moore volvió para contemplar la situación con sus propios ojos. Contando con una larga búsqueda en las montañas de Pilanesberg, le sorprendió que al poco de llegar pudiera ya divisar a Owalla y Durga en medio de una gran manada. “Mi primer impulso de inexperto —escribió en su libro Back to Africa (Retorno a África)— fue correr hacia ellas, abrazarlas y prodigarles alabanzas. Pero cambié ese impulso por una forma de abordarlas más racional.”

      Primero, Owalla y Durga tenían que asegurarse de que se trataba de su viejo amigo, por lo que inspeccionaron con sus trompas la mano que este les había alargado. “Owalla, de pie allí con toda su altura parecía como si estuviese esperando la siguiente orden —escribe Moore—. El resto de la manada se había quedado inmóvil y agrupado a su alrededor. Entonces, la complací. ‘Owalla [...] ¡Trompa ARRIBA y PATA!’ Al instante, Owalla levantó su pata delantera al aire y enroscó la trompa hacia arriba en la postura clásica de saludo de aquella época del circo. ¿Quién fue el primero que dijo que un elefante nunca olvida?”

      Tres años después, en octubre de 1989, la memoria de Owalla se volvió a someter a prueba. Esta vez Moore decidió probar algo que no había hecho desde que llevó a las elefantas al parque hacía siete años. Owalla obedeció la orden de agacharse y dejarle subir sobre su espalda. Los telespectadores de África del Sur estaban entusiasmados de verle montarla entre más de treinta elefantes salvajes. “No lo hice como un acto publicitario sino porque sentía curiosidad por saber el grado de vinculación y de inteligencia que puede tener un elefante”, explicó Moore en una entrevista concedida a ¡Despertad! Los huérfanos de Pilanesberg prosperaron bajo el cuidado inteligente de Owalla y Durga.

  • ¿Pueden convivir pacíficamente el hombre y los animales?
    ¡Despertad! 1991 | 8 de abril
    • [Reconocimiento]

      Por cortesía del Hartebeespoortdam Snake and Animal Park

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