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Predicciones del fin del mundo¡Despertad! 1995 | 22 de junio
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Predicciones del fin del mundo
“Durante milenios los agoreros han pronosticado que el mundo estaba a punto de acabarse.” Premonitions: A Leap Into the Future (Premoniciones, el salto al futuro).
EN EL año 1033, al cumplirse un milenio exacto de la muerte de Cristo, cundía el pavor entre los habitantes de la región francesa de Borgoña, pues se había predicho que el mundo se acabaría para entonces. Una insólita serie de tormentas devastadoras y una grave hambruna acrecentaron el temor de que algo terrible sucedería. Grandes multitudes se dedicaron a la penitencia pública.
Unas décadas antes, conforme se aproximaba el año mil del nacimiento de Cristo (según la cronología de la época), muchos creían inminente el fin del mundo. Se dice que la actividad artístico-cultural de los monasterios europeos se paralizó casi del todo. En su libro Astrology and Prediction, Eric Russell observó: “Durante la segunda mitad del siglo X, la fórmula: ‘En vista de que se acerca el fin del mundo’ era habitual en los testamentos”.
Martín Lutero, iniciador de la Reforma protestante del siglo XVI, anunció la proximidad del fin del mundo para sus días. Según cierta autoridad, Lutero declaró: “Por mi parte, estoy convencido de que el día del juicio está a la vuelta de la esquina”. Otro escritor dijo: “Lutero pudo anunciar la cercanía del cataclismo final estableciendo la correlación entre los acontecimientos históricos y las profecías bíblicas”.
En el siglo XIX, William Miller, a quien generalmente se le atribuye la fundación de la Iglesia Adventista, predijo que la venida de Cristo ocurriría entre marzo de 1843 y marzo de 1844; en consecuencia, algunos esperaban ser llevados al cielo en aquel tiempo.
En épocas más recientes, una confesión de origen ucraniano, denominada la Gran Cofradía Blanca, pronosticó el fin del mundo para el 14 de noviembre de 1993, mientras que Harold Camping, predicador de radio estadounidense, lo fijó para el mes de septiembre de 1994. Obviamente, todas estas fechas estuvieron equivocadas.
¿Ha sido el fracaso de tales vaticinios un motivo para que la gente ya no crea en el fin del mundo? Todo lo contrario. Según U.S.News and World Report del 19 de diciembre de 1994, “el comienzo de un nuevo milenio en el año 2000 ha desencadenado una avalancha de profecías catastrofistas”. La misma revista informa que “aproximadamente el 60% de los norteamericanos cree que el mundo terminará algún día, y casi un tercio de los mismos piensa que acontecerá en unas cuantas décadas”.
¿A qué se debe tal profusión de oráculos sobre la consumación del mundo? ¿Existe una razón válida para creer que el mundo se acabará?
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Por qué es tan popular la idea del fin del mundo¡Despertad! 1995 | 22 de junio
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Por qué es tan popular la idea del fin del mundo
EL MUNDO se encuentra en una condición verdaderamente desesperada, como reconocen muchos sin vacilación. “He preguntado a gente de diferentes partes del mundo lo que opinan en cuanto a lo que nos aguarda en el futuro —escribió el predicador Billy Graham—. La mayoría tiene un criterio pesimista. [...] Los términos ‘Armagedón’ y ‘Apocalipsis’ se emplean constantemente para describir eventos de la escena mundial.”
¿Por qué se repiten tanto los términos “Armagedón” y “Apocalipsis” cuando se describe la situación actual? ¿Cuál es su significación?
Orígenes bíblicos
La Biblia alude a “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso” y la enlaza con el lugar “que en hebreo se llama Har–Magedón” o Armagedón. (Revelación [Apocalipsis] 16:14-16.) El Diccionario de religiones, de E.R.Pike, conecta el término Armagedón con “la última y más grande batalla del mundo, en la cual las fuerzas del bien y del mal librarán el combate final”.
Aunque “apocalipsis” viene de una palabra griega que significa “revelación” o “remoción de un velo”, el término ha tomado un nuevo sentido. El libro bíblico de Revelación, o Apocalipsis, hace resaltar la destrucción de los malvados por obra de Dios y el Reino Milenario de su Hijo, Jesucristo. (Revelación 19:11-16; 20:6.) De ahí que la Enciclopedia Universal Ilustrada Espasa-Calpe diga que “apocalipsis” se aplica especialmente a “la manifestación futura de Cristo, de su gloria y sus juicios sobre los malos”. La palabra se usa comúnmente con el sentido de “fin del mundo, catástrofe, desastre, hecatombe”. (Diccionario Enciclopédico Santillana.)
Es obvio que las Escrituras influyen en las conversaciones de la gente sobre el mundo y el estado en el que este se encuentra. En realidad, ¿qué dice la Biblia sobre este tema?
La Biblia y el fin del mundo
La Biblia predice claramente el fin del mundo. Jesucristo y sus discípulos hablaron del tiempo del fin. (Mateo 13:39, 40, 49; 24:3; 2 Timoteo 3:1; 2 Pedro 3:3; Biblia de Jerusalén.) Sin embargo, no se referían a la destrucción del planeta, ya que de él dice la Escritura que “no se le hará tambalear hasta tiempo indefinido, ni para siempre”. (Salmo 104:5.) La expresión “el fin del mundo” significa sencillamente “la conclusión del sistema de cosas”. (Traducción del Nuevo Mundo.)
El apóstol Pedro dijo lo siguiente con referencia al mundo de los días de Noé, antes del diluvio universal: “El mundo de aquel tiempo [constituido por personas impías] sufrió destrucción cuando fue anegado en agua”. Luego añadió que el mundo presente está “en reserva para el día del juicio y de la destrucción de los hombres impíos”. (2 Pedro 3:5-7.) Así mismo, el apóstol Juan escribió: “El mundo va pasando, y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. (1 Juan 2:17.)
En el fin del mundo también se quitará de en medio a su invisible e impío gobernante. (Revelación 20:1-3.) El apóstol Pablo escribió lo siguiente acerca de esta autoridad maligna: “El dios de este mundo ha cegado el entendimiento de los incrédulos”. Y Jesús dijo de él: “Ahora el príncipe de este mundo [Satanás el Diablo] será echado fuera”. (2 Corintios 4:4; Juan 12:31; La Biblia de las Américas.)
¿No será una bendición ser librados de este mundo y su perverso gobernante? Los cristianos han orado durante mucho tiempo para que esto suceda, y han rogado a Dios que venga su Reino y se efectúe su voluntad en la Tierra. Piden que Jesucristo lleve a cabo el mandato de su Padre y elimine de ella toda maldad. (Salmo 110:1, 2; Proverbios 2:21, 22; Daniel 2:44; Mateo 6:9, 10.)
No obstante, cabe preguntarse: ¿pudiera una mala interpretación de las profecías verídicas de la Biblia ser la causa de las predicciones erradas del fin del mundo? Veamos.
Interpretaciones erróneas en el siglo I
Examinemos lo que sucedió en el siglo I. Cuando estaba Jesús a punto de ascender a los cielos, los apóstoles le preguntaron impacientes: “Señor, ¿estás restaurando el reino a Israel en este tiempo?”. Ansiaban la hora de comenzar a gozar de las bendiciones del Reino. Mas Jesús les dijo: “No les pertenece a ustedes adquirir el conocimiento de los tiempos o sazones que el Padre ha colocado en su propia jurisdicción”. (Hechos 1:6, 7.)
A solo tres días de su muerte, Jesús les había hablado en términos semejantes: “Manténganse alerta, pues, porque no saben en qué día viene su Señor”. Y había agregado: “Respecto a aquel día o la hora, nadie sabe, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. Sigan mirando, manténganse despiertos, porque no saben cuándo es el tiempo señalado”. (Mateo 24:42, 44; Marcos 13:32, 33.) Unos meses antes, les había dirigido esta exhortación: “Manténganse listos, porque a una hora que menos piensen viene el Hijo del hombre”. (Lucas 12:40.)
Pese a todas estas advertencias, los primeros cristianos, en su afán por gozar de las bendiciones que acompañarían la presencia de Cristo, empezaron a especular sobre el tiempo en que se materializarían las promesas del Reino. A ello se debe que el apóstol Pablo escribiera a los tesalonicenses: “Tocante a la presencia de nuestro Señor Jesucristo y el ser nosotros reunidos a él, les solicitamos que no se dejen sacudir prontamente de su razón, ni se dejen excitar tampoco mediante una expresión inspirada, ni mediante un mensaje verbal, ni mediante una carta como si fuera de nosotros, en el sentido de que el día de Jehová esté aquí”. (2 Tesalonicenses 2:1, 2.)
Las palabras de Pablo indican que algunos de los primeros cristianos se habían forjado falsas esperanzas. Puede que los creyentes de Tesalónica no hubieran pronosticado una fecha concreta para su ‘reunión con Cristo en el cielo’, pero estaba claro que creían en la inminencia de dicho acontecimiento. Era preciso corregir su punto de vista, y la epístola de Pablo cumplió ese cometido.
Otros que necesitan de corrección
Según vimos en el artículo anterior, después del siglo I hubo otras personas que esperaban la realización de las promesas divinas en una fecha en particular. Algunos vaticinaron el fin del mundo para cuando se cumplieran mil años o bien del nacimiento, o bien de la muerte, de Jesús. No obstante, no acertaron en sus predicciones.
Lo antedicho hace surgir las siguientes interrogantes: ¿Significan tales errores que las promesas bíblicas eran falsas? ¿Son fiables las promesas de Dios? ¿Cómo han aceptado corrección en este asunto los cristianos modernos?
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¿Son fiables las promesas de Dios?¡Despertad! 1995 | 22 de junio
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¿Son fiables las promesas de Dios?
JEHOVÁ DIOS, nuestro Creador, ha sido siempre fiel a su palabra. “Lo he hablado —dice—; también lo haré.” (Isaías 46:11.) Tras haber introducido a los israelitas en la Tierra Prometida, Josué, siervo de Dios, escribió: “No falló ni una promesa de toda la buena promesa que Jehová había hecho a la casa de Israel; todo se realizó”. (Josué 21:45; 23:14.)
Desde los días de Josué hasta la venida del Mesías se verificaron centenares de predicciones divinamente inspiradas. Un ejemplo es la maldición anunciada con siglos de anticipación que recayó en el reedificador de Jericó. (Josué 6:26; 1 Reyes 16:34.) Otro ejemplo es la promesa, que parecía a todas luces imposible de realizarse, de que el hambriento pueblo de Samaria contaría con gran abundancia de víveres al día siguiente de la predicción. Podrá enterarse de cómo Dios cumplió su palabra leyendo el capítulo 7 del libro Segundo de los Reyes 7:1-20.
Auge y caída de las potencias mundiales
Dios inspiró a ciertos escritores de la Biblia para que consignaran detalles sobre el auge y caída de las potencias mundiales. Por ejemplo, mediante su profeta Isaías predijo el derrocamiento de la poderosa Babilonia con casi doscientos años de antelación. Incluso dio a conocer que los medos, quienes posteriormente se asociarían con los persas, serían los conquistadores. (Isaías 13:17-19.) Y lo que es más sorprendente aún, el profeta de Dios llamó por nombre al rey persa Ciro, que a la sazón ni siquiera había nacido, como la figura que encabezaría la toma. (Isaías 45:1.) Pero eso no es todo.
El profeta también anunció cómo se llevaría a cabo la conquista: las aguas protectoras de la ciudad, es decir, el río Éufrates, ‘se secarían’, y ‘las puertas [de Babilonia] no estarían cerradas’. (Isaías 44:27–45:1.) Este designio se cumplió con todo detalle, como atestigua la obra de Heródoto.
Siendo Babilonia todavía el imperio dominante, Dios utilizó a su profeta Daniel para enumerar las potencias que le sucederían. Daniel contempló en visión a un simbólico carnero de dos cuernos que arrollaría a todas las demás ‘bestias salvajes’. Para que no hubiera dudas sobre su identidad, el profeta escribió que aquel carnero ‘representaba a los reyes de Media y Persia’. (Daniel 8:1-4, 20.) En consonancia con la predicción, Medopersia se erigió en la siguiente potencia mundial tras la conquista de Babilonia en 539 a.E.C.
En esa misma visión sobrenatural, Daniel observó enseguida a un ‘macho cabrío [con] un cuerno conspicuo entre sus ojos’. El profeta añade: ‘Lo vi entrar en contacto estrecho con el carnero, y lo derribó y quebró sus dos cuernos, y el carnero no tuvo quien lo librara de su mano. Y el macho de las cabras se dio grandes ínfulas; pero en cuanto se hizo poderoso, el gran cuerno fue quebrado, y subieron cuatro en lugar de él’. (Daniel 8:5-8.)
La Palabra de Dios no deja lugar a dudas sobre el significado de todos estos simbolismos. Note la explicación: “El macho cabrío peludo representa al rey de Grecia; y en cuanto al gran cuerno que estaba entre sus ojos, representa al primer rey. Y puesto que ese fue quebrado, de modo que hubo cuatro que finalmente se levantaron en lugar de él, hay cuatro reinos de su nación que se pondrán de pie, pero no con su poder”. (Daniel 8:21, 22.)
La historia muestra que este “rey de Grecia” representó a Alejandro Magno. Después de su muerte en 323 a.E.C., el imperio terminó dividiéndose entre cuatro de sus generales: Seleuco I Nicátor, Casandro, Tolomeo I y Lisímaco. Tal como predijo la Biblia, “hubo cuatro que finalmente se levantaron en lugar de él”, pero ninguno con el poderío de Alejandro. Tan asombrosa fue la realización de estas profecías bíblicas, que se las ha calificado de “historia escrita de antemano”.
El Mesías prometido
Dios no solo anunció que un Mesías libraría al género humano de las secuelas del pecado y la muerte, sino que también proporcionó una multitud de profecías a fin de identificarlo. Examinemos solo unas cuantas, cuyo cumplimiento no podría haber manipulado Jesús.
Con siglos de antelación se predijo que el Mesías prometido nacería en Belén, del seno de una virgen. (Compárese Miqueas 5:2 con Mateo 2:3-9; Isaías 7:14 con Mateo 1:22, 23.) Así mismo, que sería vendido por treinta piezas de plata. (Zacarías 11:12, 13; Mateo 27:3-5.) Ni uno solo de sus huesos sería quebrantado, y sus vestiduras serían sorteadas. (Compárese Salmo 34:20 con Juan 19:36, y Salmo 22:18 con Mateo 27:35.)
Reviste especial importancia el que la Biblia hubiera predicho cuándo llegaría el Mesías: “Desde la salida de la palabra de restaurar y reedificar a Jerusalén hasta Mesías el Caudillo, habrá siete semanas, también sesenta y dos semanas”. (Daniel 9:25.) Según las Escrituras, la orden de reconstruir las murallas de Jerusalén se emitió en el año veinte del reinado de Artajerjes, que de acuerdo con la historia secular correspondió al 455 a.E.C. (Nehemías 2:1-8.) De modo que las sesenta y nueve semanas de años terminaron 483 años después (7 x 69 = 483), a saber, en 29 E.C. Fue precisamente en aquel año cuando Jesús se bautizó y recibió la unción con espíritu santo, llegando a ser el Mesías, o Cristo.
También es significativo que en los días de Jesús el pueblo se hallaba en expectación del Mesías, como hizo constar el historiador cristiano Lucas. (Lucas 3:15.) Esta expectación reinante es confirmada por los historiadores romanos Tácito y Suetonio y por el historiador judío Josefo y el filósofo Filón el Judío. Incluso Abba Hillel Silver, en su obra A History of Messianic Speculation in Israel (Historia de la especulación mesiánica en Israel), admite que “se esperaba al Mesías alrededor del segundo cuarto del siglo I E.C.”. Esta idea, dice él, tenía su origen en “la cronología popular de aquellos días”, basada, en parte, en el libro de Daniel.
En vista de lo anterior, no debería sorprendernos que la Biblia también indicara cuándo regresaría el Mesías para iniciar su reinado. La prueba cronológica contenida en la profecía de Daniel señaló el tiempo exacto en que “el Altísimo” entregaría la dominación de la Tierra “al de más humilde condición de la humanidad”, Jesucristo. (Daniel 4:17-25; Mateo 11:29.) Se menciona un período de “siete tiempos”, es decir, siete años proféticos que, según los cálculos, tocaron a su fin en 1914.a
No se revela la fecha del fin
No obstante, el año 1914 marcó solo el principio del reinado de Cristo “en medio de [sus] enemigos”. (Salmo 110:1, 2; Hebreos 10:12, 13.) El libro bíblico de Revelación enseña que al comenzar Cristo a gobernar en los cielos arrojaría a Satanás el Diablo y sus ángeles a la Tierra. Estos espíritus malignos causarían graves problemas por “un corto espacio de tiempo” antes de que él los eliminara. (Revelación 12:7-12.)
Es digno de mención que la Biblia no fije la fecha en que terminaría ese “corto espacio de tiempo” y Cristo actuaría como Ejecutor de los adversarios de Dios en Armagedón. (Revelación 16:16; 19:11-21.) De hecho, según se vio en el artículo anterior, Jesús exhortó a la vigilancia continua porque ningún hombre sabe la fecha en que acontecerá el fin. (Marcos 13:32, 33.) Cuando alguien va más allá de lo que él dijo, como hicieron los primeros cristianos de Tesalónica y como han hecho otros posteriormente, las predicciones resultan falsas o inexactas. (2 Tesalonicenses 2:1, 2.)
Fue necesario corregir el punto de vista
Antes que finalizara el año 1914, muchos cristianos esperaban que Cristo retornara y los llevara al cielo. Por esta razón, A. H. Macmillan, Estudiante de la Biblia, dijo lo siguiente en un discurso que pronunció el 30 de septiembre de 1914: “Este probablemente sea el último discurso público que dé, porque pronto nos iremos a casa [al cielo]”. Obviamente, Macmillan estaba equivocado; pero aquella no fue la única esperanza que él u otros Estudiantes de la Biblia vieron defraudada.
Los Estudiantes de la Biblia, conocidos desde 1931 con el nombre de testigos de Jehová, también se figuraban que en 1925 se realizarían ciertas profecías bíblicas maravillosas, como la resurrección de hombres fieles de la antigüedad, entre ellos Abrahán, David y Daniel. En años más recientes, muchos Testigos conjeturaron que los sucesos vinculados al inicio del Reino Milenario de Cristo podrían dar comienzo en 1975. Su expectativa arrancaba del entendimiento de que en ese año empezaría el séptimo milenio de la historia humana.
Tales opiniones erróneas no implicaron que las promesas de Dios estuvieran equivocadas ni que él hubiera cometido un error. ¡En absoluto! Los errores o ideas falsas surgieron, como en el caso de los cristianos del siglo I, a consecuencia de desatender el aviso de Jesús: ‘Nadie sabe la hora’. Las conclusiones erradas no estaban motivadas por intenciones torcidas o infidelidad a Cristo, sino por el anhelo de ver cristalizadas las promesas de Dios durante su vida.
Por ende, Macmillan explicó más tarde: “Aprendí que debemos reconocer nuestros errores y continuar examinando la Palabra de Dios para [conseguir] más esclarecimiento. Sin importar los ajustes que tuviésemos que hacer de vez en cuando en nuestros puntos de vista, eso no cambiaría la provisión benigna del rescate [ni] la promesa de Dios de [concedernos] vida eterna”.
Así es. Podemos confiar en las promesas de Dios. Son los humanos los que tienden al error. Por lo tanto, los cristianos genuinos mantendrán una actitud de espera en obediencia al mandato de Jesús. Seguirán vigilantes y preparados para la inevitable venida de Cristo como Ejecutor de la voluntad divina. No dejarán que las falsas predicciones les emboten los sentidos y les hagan pasar por alto la verdadera advertencia del fin del mundo.
Ahora bien, con respecto a la creencia del fin del mundo, ¿existe prueba auténtica de que ocurrirá pronto, durante nuestra vida?
[Nota a pie de página]
a Véase el libro Usted puede vivir para siempre en el paraíso en la Tierra, páginas 138-141, editado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.
[Ilustración en la página 7]
Se predijeron detalles concretos sobre la caída de Babilonia
[Ilustraciones en la página 9]
Jesús no pudo haber manipulado el cumplimiento de muchas de las profecías que le concernían
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¿Se aproxima el anunciado fin del mundo?¡Despertad! 1995 | 22 de junio
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¿Se aproxima el anunciado fin del mundo?
“LAS visiones apocalípticas se convirtieron en una obsesión con el nacimiento de la era nuclear. La incineración de Hiroshima el 6 de agosto de 1945 disipó toda duda: ahora el mundo verdaderamente podría acabar.” (Detroit Free Press Magazine, 6 de febrero de 1994.)
El pasado mes de diciembre, el psicoanalista y profesor de Historia neoyorquino Charles B. Strozier aseveró: “Ya no precisamos poetas que nos digan que todo puede acabar en un gran estruendo, o calladamente, o en la agonía del sida”. De hecho, agregó: “Ahora se requiere tener una imaginación vivaz para no pensar en la destrucción del género humano”.
Puesto que Jesucristo habló del fin del mundo, ¿es posible determinar su proximidad real valiéndonos de lo que él enseñó?
¿Cuándo ocurrirá el fin?
Los discípulos de Jesús le pidieron una “señal” que les permitiera determinar cuándo acontecería el fin del mundo o, lo que es lo mismo, el fin del sistema de cosas. “¿Cuándo serán estas cosas —inquirieron—, y qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas?” (Mateo 24:3.) Podemos examinar “la señal” que Jesús suministró en su respuesta, la cual se consignó en los capítulos 24 de Mateo, cap 13 de Marcos y cap 21 de Lucas. Estos son algunos de los elementos más importantes que la componen:
GRANDES GUERRAS: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino”. (Mateo 24:7.) Ciertamente, hemos sido testigos presenciales del cumplimiento de este aspecto de la señal. “La I Guerra Mundial [que comenzó en 1914] fue la primera guerra ‘total’”, aseguró un historiador. No obstante, la II Guerra Mundial fue muchísimo peor: costó 50 millones de muertos. Y los conflictos bélicos siguen asolando la Tierra.
ESCASEZ DE ALIMENTO: “Habrá escaseces de alimento”. (Mateo 24:7.) A la I Guerra Mundial le siguió una terrible hambruna, y desde entonces el hambre no ha dejado de causar estragos en muchas partes del orbe. Aun en los países acaudalados el hambre y la desnutrición constituyen una plaga.
GRANDES TERREMOTOS: “Habrá grandes terremotos”. (Lucas 21:11.) He aquí tan solo algunos de los más devastadores y las muertes que ocasionaron: 1920, China, 200.000; 1923, Japón, 143.000; 1970, Perú, 66.800, y 1976, China, 240.000 (según algunos, 800.000). Un experto en ingeniería asísmica denominó este último “el terremoto más desastroso de la historia humana”.
ENFERMEDADES: “En un lugar tras otro pestes”. (Lucas 21:11.) Nada más acabar la I Guerra Mundial, 21 millones de personas perecieron a causa de la gripe española. La revista Science Digest informó: “Nunca antes en la historia había realizado la muerte una visita tan inexorable y veloz”. A partir de entonces, las afecciones cardíacas, el cáncer y el sida, entre muchos otros males, han cobrado la vida de centenares de millones de individuos.
DELITO: “Aumento del desafuero”. (Mateo 24:12.) En muchos países, la delincuencia está fuera de control. Asesinatos, robos, violaciones, terrorismo, corrupción, son el pan nuestro de cada día.
Otras profecías bíblicas también anunciaron ciertas condiciones que existirían en los últimos días, como por ejemplo la visión de los cuatro jinetes recogida en el libro de Revelación. (Revelación 6:1-8.) El primero representa al propio Jesús en su papel de Rey victorioso. Los otros tres jinetes y sus corceles simbolizan acontecimientos que tendrían lugar en la Tierra como indicación de que Jesús ya habría comenzado a reinar: la guerra, el hambre y la muerte prematura por diversas causas.
Otras profecías refieren actitudes y situaciones que reinarían en “los últimos tiempos”. Considere lo que escribió un apóstol de Jesús, y mientras lee, pregúntese si esta predicción no describe con minucia los tiempos difíciles en que vivimos.
El apóstol dijo: “En los últimos tiempos sobrevendrán momentos difíciles. Porque los hombres serán egoístas, amigos del dinero, jactanciosos, soberbios, difamadores, rebeldes con sus padres, desagradecidos, impíos, incapaces de amar, implacables, calumniadores, desenfrenados, crueles, enemigos del bien, traidores, aventureros, obcecados, más amantes de los placeres que de Dios; y aunque harán ostentación de piedad, carecerán realmente de ella.” (2 Timoteo 3:1-5, Levoratti-Trusso.)
Otra profecía relevante del fin del mundo asegura que Dios va a “causar la ruina de los que están arruinando la tierra”. (Revelación 11:18.) Las generaciones pasadas no contaban con los recursos técnicos para arruinar el planeta, pero el hombre moderno sí; y los adelantos tecnológicos de la actualidad desempeñan un papel decisivo en la contaminación ambiental. En noviembre de 1992 aparecieron titulares de prensa como este: “Los científicos más destacados advierten de la destrucción de la Tierra”.
Reconozca la profecía verdadera
No cabe duda de que todo lo que la Biblia anunció para “los últimos tiempos”, o “la conclusión del sistema de cosas”, está sucediendo ahora mismo. Estamos asistiendo al cumplimiento de la profecía verdadera, y es vital que le prestemos atención. Así lo recalcó Jesús al describir la situación de los días de Noé, “predicador de justicia”, poco antes de que aquel mundo tocara a su fin. (2 Pedro 2:5.)
Jesús explicó: “Como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, los hombres casándose y las mujeres siendo dadas en matrimonio, hasta el día en que Noé entró en el arca; y no hicieron caso hasta que vino el diluvio y los barrió a todos, así será la presencia del Hijo del hombre”. (Mateo 24: 38, 39.) Desatender la profecía verdadera trae consecuencias catastróficas.
Quizás usted diga: ‘Creo en las profecías de la Biblia. El fin vendrá algún día, pero todavía está muy lejano’. Sin embargo, ¿está seguro de eso? ¿No debería oír las advertencias ahora?
Advertencias que hay que oír
Es obvio que algunas advertencias son infundadas, y sería tonto hacerles caso; pero otras no lo son. El mero hecho de que muchas personas, incluso figuras destacadas de la comunidad, menosprecien una advertencia, no es motivo para desatenderla. Examine el siguiente ejemplo.
Corría el mes de marzo de 1902, y en la hermosa isla caribeña de la Martinica, el volcán Pelée despertó de su letargo. Para abril, la montaña lanzaba humo, ceniza, fragmentos de roca y gases de olor acre. Los habitantes de la ciudad de St. Pierre, localizada a unos 8 kilómetros del volcán, comenzaron a preocuparse. “La ciudad está cubierta de ceniza —escribió una residente— [...]. Mucha gente se ve obligada a llevar un pañuelo húmedo sobre la cara para protegerse de los vapores de azufre.”
A comienzos de mayo aumentó la actividad volcánica. El diario local informó: “La lluvia de ceniza es incesante. [...] Ya no se oye el paso de los carruajes por las calles. La ceniza amortigua el ruido de las ruedas”. El calor era sofocante.
El 5 de mayo, un arroyo de lodo hirviente bajó del cráter del volcán, matando a su paso a docenas de personas. ¿Pero qué dijeron las autoridades de la ciudad?
Como se aproximaba la cosecha de la caña de azúcar, los comerciantes aseguraron a la gente que la situación no revestía gran peligro. Los políticos también estaban interesados en evitar el éxodo de la población, pues había elecciones previstas para el 10 de mayo; así que trataron de suprimir los temores del pueblo. Además, el clero cooperó con la clase industrial y política y persuadió a los fieles para que no dejaran la ciudad.
Entonces sucedió. El 8 de mayo, antes de que el reloj diera las 8.00 de la mañana, la montaña Pelée hizo una violenta erupción. Enormes nubes negras de vapor a altísimas temperaturas se abalanzaron con increíble velocidad sobre St. Pierre. El gas abrasador extinguió de inmediato millares de vidas. Prácticamente todos los habitantes de la ciudad, alrededor de treinta mil, perecieron. El único superviviente fue un joven que se encontraba en un calabozo en la parte baja de la prisión.
La situación actual
Del mismo modo, muchas personas hoy minimizan la prueba existente de que las profecías bíblicas se están realizando; rehúsan prestar atención a los indicios que deberían convencer a cualquier mente razonable de que el fin de este sistema está cercano. Sin embargo, la Biblia pronosticó tal actitud al decir: “En los últimos días vendrán burlones con su burla, procediendo según sus propios deseos y diciendo: ‘¿Dónde está esa prometida presencia de él? Pues, desde el día en que nuestros antepasados se durmieron en la muerte, todas las cosas continúan exactamente como desde el principio de la creación’”. (2 Pedro 3:3, 4.)
No obstante, los mofadores están equivocados. El hecho es que las cosas sí han cambiado. Las profecías de la Biblia están cumpliéndose. La prueba de que el fin se aproxima es abrumadora.
Sea sabio y no posponga las medidas que debe adoptar para salvar la vida. ¿Cuáles son estas medidas?
[Reconocimientos en la página 10]
Foto: U.S. National Archives
WHO/E. Hooper
[Reconocimiento en la página 11]
Foto WHO, por W. Cutting
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