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Defendió al pueblo de DiosLa Atalaya 2011 | 1 de octubre
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“Se granjeaba favor a los ojos de todos los que la veían”
De un día para otro, Ester se encuentra en un mundo nuevo y desconocido, junto con un grupo de chicas traídas de todos los rincones del extenso imperio Persa. Sin duda, entre ellas se da una amplia variedad de personalidades, costumbres e idiomas. Todas están al cuidado de un oficial de la corte llamado Hegai, quien se encarga de que durante un año reciban un exclusivo tratamiento de belleza que incluye masajes con aceites perfumados (Ester 2:8, 12). ¿Qué impacto tienen en su carácter tantas atenciones? Como cabría esperar, muchas se vuelven presumidas y coquetas, y se obsesionan con ser la más bella. ¿Será ese también el caso de Ester?
Sin duda, el más preocupado por la posibilidad de que le vayan mal las cosas es su primo Mardoqueo. Día tras día se acerca todo lo que puede a la casa de las mujeres para ver si Ester se encuentra bien (Ester 2:11). Y la información que consigue, tal vez de algún servidor, lo llena de orgullo y alegría. ¿Por qué?
Ester es tan buena que se ha ganado el cariño de Hegai, quien le dispensa un trato especial: le concede siete sirvientas y el lugar principal en la casa de las mujeres. Lo que es más, el relato indica: “Durante todo aquel tiempo [...] se granjeaba favor a los ojos de todos los que la veían” (Ester 2:9, 15). ¿Por qué causa tan buena impresión? ¿Por su belleza sin igual? No. Ella es mucho más que una cara bonita.
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Defendió al pueblo de DiosLa Atalaya 2011 | 1 de octubre
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Volvamos a Ester. Cuando por fin le llega el turno de presentarse ante el rey, tiene la oportunidad de elegir los adornos que desee para verse aún más atractiva. Pero como es modesta, se arregla únicamente con lo que le ofrece Hegai (Ester 2:15). Tal vez razona que, para ganarse el corazón del monarca, no bastará con ser bella, sino que serán mucho más útiles cualidades como la humildad y la modestia, que tanto escasean en la corte. ¿Estará en lo cierto?
El relato nos da la respuesta: “El rey llegó a amar a Ester más que a todas las demás mujeres, de manera que ella se granjeó más favor y bondad amorosa ante él que todas las demás vírgenes. Y él procedió a poner el adorno de realeza sobre la cabeza de ella y a hacerla reina en lugar de Vasti” (Ester 2:17).
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