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  • Cuando los hechos no son tales
    ¡Despertad! 1987 | 22 de julio
    • EL 30 de septiembre de 1986, The New York Times publicó un artículo del profesor Irving Kristol, de la Universidad de Nueva York. Según su opinión, si en las escuelas públicas se enseñase la evolución como lo que es, una teoría, y no como lo que no es, un hecho, no existiría actualmente la candente controversia que hay entre el evolucionismo y el creacionismo. Kristol dijo: “También poca duda cabe de que este dogmatismo seudocientífico es el que ha provocado la reacción religiosa actual”.

      “Aunque por lo general esta teoría se enseña como una verdad científica establecida —dijo Kristol—, no lo es. Tiene demasiadas lagunas. La evidencia geológica no nos aporta el espectro de especies intermedias que esperaríamos. Además, los experimentos llevados a cabo en el laboratorio muestran lo cerca que está de lo imposible el que unas especies evolucionen de otras, incluso aceptando la reproducción selectiva y algún grado de mutación genética. [...] El que una población de cierta especie se convierta gradualmente en otra es una hipótesis biológica, no un hecho biológico.”

      El artículo hirió en lo más profundo al profesor de Harvard Stephen Jay Gould, ferviente defensor de la evolución como hecho, no como simple teoría. Su réplica al artículo de Kristol se publicó en el número de enero de 1987 de una revista científica de divulgación popular, Discover. La réplica evidenciaba el mismo dogmatismo del que Kristol se lamentaba.

      En su escrito, Gould repitió numerosas veces la aseveración de que la evolución es un hecho. Tan solo unos ejemplos: Darwin estableció “el hecho de la evolución”. “El hecho de la evolución está tan bien establecido como cualquier otro en la ciencia (tan seguro como la traslación de la Tierra alrededor del Sol).” A la muerte de Darwin, “prácticamente todas las personas pensadoras llegaron a aceptar el hecho de la evolución”. “La evolución está tan bien establecida como cualquier hecho científico (daré las razones en breve).” “El hecho de la evolución se apoya en abundantes datos que pueden clasificarse, más o menos, en tres grandes categorías.”

      La primera de esas “tres grandes categorías” de “abundantes datos” que Gould cita como “evidencia directa” de la evolución es: cambios en pequeña escala de algunas especies de mariposas nocturnas, moscas del vinagre y bacterias. Pero tales variaciones dentro de las mismas especies no tienen nada que ver con la evolución. Esta alega que unas especies se convierten en otras. Gould ensalza a Theodosius Dobzhansky como “el mayor evolucionista de nuestro siglo”, pero es precisamente Dobzhansky quien descarta el argumento de Gould por ser inaplicable.

      Dobzhansky comenta respecto a las moscas del vinagre referidas en la argumentación de Gould que las mutaciones “por lo general resultan en el deterioro, el colapso o la desaparición de algunos órganos. [...] De hecho, muchas mutaciones son letales. Las moscas mutantes que pueden equipararse en vigor a la mosca normal son una minoría, y no se conocen mutantes que puedan lograr una mejora significativa de su estructura normal en su hábitat acostumbrado”.

      La revista Science, órgano oficial de la Asociación Americana para el Adelanto de la Ciencia, también invalidó el argumento de Gould al decir: “Las especies ciertamente tienen la capacidad de experimentar modificaciones leves en su estructura física y en otras de sus características, pero dentro de ciertos límites; y, a la larga, esas modificaciones oscilan en torno a un punto medio”. Tanto en el caso de las plantas como en el de los animales, las variaciones dentro de las especies oscilarán o se moverán como si fuesen canicas agitadas dentro de una jarra... las variaciones están restringidas a los límites propios de la especie, tal como las canicas están restringidas al espacio que hay dentro de la jarra. Como dice el relato bíblico de la creación, una planta o un animal pueden variar, pero están restringidos a reproducirse “según su género”. (Génesis 1:12, 21, 24, 25.)

      La segunda de las tres categorías a las que Gould hizo referencia es la de las grandes mutaciones: “Tenemos evidencia directa de cambios en gran escala sobre la base de las secuencias recogidas en el registro fósil”. Al decir que los cambios fueron en gran escala, que unas especies se transformaron en otras en unos pocos saltos grandes, Gould elude la falta de fósiles intermedios, pues estos no existen. Pero al ir de pequeños cambios a grandes saltos, huye del fuego para caer en las brasas.

      Acerca de esto, Kristol comenta: “No conocemos ninguno de esos ‘saltos cuánticos’ que crean nuevas especies, puesto que la mayor parte de las mutaciones genéticas operan en contra de la supervivencia del individuo”. Y Theodosius Dobzhansky, “el mayor evolucionista de nuestro siglo”, según Gould, concuerda con Kristol. Su comentario sobre el carácter letal de muchas mutaciones es especialmente cierto en el caso de grandes mutaciones de saltos cuánticos. También es significativa su declaración de que ‘no se conocen mutantes que puedan lograr una mejora importante’. Al carecer de evidencia para estos grandes cambios, Gould cae de nuevo en la vieja y trillada evasiva de los evolucionistas: “Nuestro registro fósil es muy incompleto”.

      No obstante, Gould ofrece como “evidencia directa de grandes cambios” lo que él denomina uno de los “ejemplos sobresalientes”, a saber: “La evolución humana en África”. Pero los evolucionistas, por lo general, reconocen que este campo dista mucho de ser sobresaliente. Es más bien un semillero de controversias, de discusiones acaloradas acerca de dientes y trocitos de huesos que los evolucionistas, con grandes dotes de imaginación, transforman en hombres-mono peludos, encorvados y cejijuntos. Una vez más, Dobzhansky no apoya a Gould: “Incluso esta historia relativamente reciente [del simio al hombre] está repleta de incertidumbres, y a menudo las autoridades sostienen opiniones encontradas, tanto acerca de las cuestiones fundamentales como de los detalles”.

  • Cuando los hechos no son tales
    ¡Despertad! 1987 | 22 de julio
    • Irving Kristol concluye su artículo para The New York Times diciendo: “En la enseñanza actual de la evolución en nuestras escuelas públicas hay una tendencia ideológica contra la creencia religiosa... enseñar como un ‘hecho’ lo que es solo una hipótesis.

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