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Escuchemos nuestra voz interiorLa Atalaya 2007 | 15 de octubre
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A menudo, los seres humanos se ayudan unos a otros, aunque para ello tengan que hacer sacrificios personales. Por eso, no es de extrañar que la bondad hacia los semejantes reciba el nombre de “humanidad”.
4 Esa disposición a ayudar, aunque implique echar a un lado los propios intereses, se ve en todas las razas y culturas. Este hecho contradice la teoría de que el hombre es el resultado de la evolución, es decir, de un proceso regido por la ley de la selva en el que sobreviven las especies más aptas. Así lo reconoció Francis S. Collins, genetista al que la administración estadounidense puso a cargo del equipo que trazó el mapa del genoma humano (ADN): “El altruismo presenta un grave desafío al evolucionista. [...] Es imposible entender que exista ese espíritu desinteresado partiendo de genes egoístas cuyo único afán es perpetuarse”. Y en otra ocasión comentó: “Algunas personas se sacrifican por otras, ajenas a su grupo, con las cuales nada tienen en común [...]. Al parecer, esto no puede explicarse con el modelo darwiniano”.
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a En esta misma línea, el astrónomo Owen Gingerich, profesor investigador de la Universidad de Harvard, escribió: “El altruismo bien pudiera plantear una pregunta que carece [...] de respuesta científica basada en la observación de los animales. Tal vez sea porque la explicación más convincente se encuentre en otro ámbito y se refiera a los dones divinos que nos distinguen como humanos, uno de los cuales es la conciencia”.
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