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  • ¿Por qué salvar las pluviselvas?
    ¡Despertad! 1990 | 22 de marzo
    • Los científicos lamentan la enorme pérdida de conocimiento que resulta de esta disminución de biodiversidad y dicen que es como quemar una biblioteca antes de haber leído sus libros. Sin embargo, también se producen pérdidas más tangibles. Por ejemplo, alrededor del 25% de los medicamentos que se recetan en Estados Unidos toman su materia prima de las plantas de las pluviselvas. Uno de tales medicamentos consiguió aumentar el índice de remisión de la leucemia infantil de un 20% en la década de los sesenta a un 80% en 1985. Por consiguiente, según el Fondo Mundial para la Naturaleza, las pluviselvas “constituyen una inmensa farmacia”. Todavía queda una cantidad incontable de plantas que no se han descubierto, y mucho menos examinado para posibles usos en la medicina.

      Además, pocos de nosotros nos damos cuenta de cuántas de nuestras cosechas de alimentos se derivan de plantas que originalmente crecían en las pluviselvas. (Véase el recuadro de la página 11.) Hasta el día de hoy, los científicos recogen genes de las variedades de plantas selváticas más fuertes y los utilizan para reforzar la resistencia a las enfermedades en sus descendientes más frágiles: las plantas cultivadas. De esa manera, los científicos han ahorrado centenares de millones de dólares en concepto de pérdidas de cosechas.

      Y eso no es todo. No sabemos qué alimentos procedentes de las pluviselvas pueden convertirse todavía en los favoritos del mundo. La mayoría de los norteamericanos no saben que tan solo cien años atrás los plátanos eran una fruta extraña y exótica para sus antepasados, se vendía envuelta por unidades y la gente pagaba dos dólares por un solo plátano.

      Los efectos a escala mundial

      La víctima final de la deforestación es el hombre mismo. Los efectos de esta en el medio ambiente mundial se van extendiendo hasta abarcar todo el globo terráqueo. ¿Cómo? Echemos otro vistazo a la pluviselva típica. Como su mismo nombre indica, su rasgo sobresaliente es la lluvia. Las precipitaciones pueden ser de hasta 200 milímetros de lluvia al día, más de 9.000 milímetros al año. Sin embargo, las pluviselvas están perfectamente diseñadas para hacer frente a estos torrenciales aguaceros.

      El dosel continuo de copas de árboles frena la fuerza de las gotas de lluvia para que no erosionen el suelo. Muchas de las hojas disponen de terminaciones alargadas que disgregan las gotas pesadas en otras más pequeñas. De ese modo, la lluvia fuerte se reduce a un goteo continuo que al caer al suelo produce un impacto menor. Dichas terminaciones también les permiten escurrir el agua con mayor rapidez, y así volver a transpirar y devolver la humedad a la atmósfera. Los sistemas de raíces absorben el 95% del agua que llega al suelo selvático. En conjunto, la selva actúa como una gigantesca esponja que absorbe la lluvia y luego la va soltando poco a poco.

      Sin embargo, al desaparecer las selvas, la lluvia cae directamente y con fuerza sobre el terreno desprotegido y provoca la pérdida de toneladas de suelo. Por ejemplo, en Costa de Marfil, país de África occidental, una hectárea de pluviselva tropical cuyo suelo esté un poco inclinado solo pierde unas tres centésimas de tonelada de suelo al año. La misma hectárea, deforestada y convertida en tierra de cultivo, pierde 90 toneladas de suelo al año, y si lo que queda no es más que el suelo desnudo, la pérdida es de 138 toneladas.

      Ese tipo de pérdida de suelo no se limita a hacer que el terreno quede inservible para la agricultura o la ganadería. Aunque resulte irónico, los embalses, causa de tantísima deforestación, quedan totalmente inutilizables por culpa de esta. Como consecuencia de la gran cantidad de cieno que arrastran los ríos desde las zonas deforestadas, los embalses se obstruyen en seguida y ya no sirven. El exceso de cieno también ensucia las regiones costeras y las zonas de desove.

  • ¿Por qué salvar las pluviselvas?
    ¡Despertad! 1990 | 22 de marzo
    • Hablemos ahora de los medicamentos. Los alcaloides de las vides se utilizan para relajar los músculos antes de operaciones quirúrgicas; los componentes activos de la hidrocortisona sirven para combatir la inflamación; la quinina se usa contra el paludismo; la digitalina, para trastornos cardiacos; la diosgenina, en la composición de píldoras anticonceptivas, y la ipecacuana, para provocar el vómito. Todos estos medicamentos se extraen de plantas que se crían en las pluviselvas. Otras plantas han demostrado ser prometedoras para combatir el SIDA y el cáncer, así como la diarrea, la fiebre, las mordeduras de serpiente, la conjuntivitis y otros trastornos oculares. Se desconoce qué remedios estarán todavía escondidos entre la multitud de las plantas de las pluviselvas, pues los científicos solo han podido examinar menos del 1% de las especies vegetales de las pluviselvas. Un botánico se lamentó diciendo: “Estamos destruyendo cosas que ni siquiera sabemos que existen”.

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