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¿Realmente tiene fe en las buenas nuevas?La Atalaya 2003 | 15 de enero
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¿Realmente tiene fe en las buenas nuevas?
“El reino de Dios se ha acercado. Arrepiéntanse y tengan fe en las buenas nuevas.” (MARCOS 1:15.)
1, 2. ¿Cómo explicaría usted Marcos 1:14, 15?
TRANSCURRÍA el año 30 de la era común; Jesucristo había emprendido su gran ministerio en Galilea. Iba predicando “las buenas nuevas de Dios”, y a muchos galileos les emocionó oír esta declaración: “El tiempo señalado se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado. Arrepiéntanse y tengan fe en las buenas nuevas” (Marcos 1:14, 15).
2 Había llegado “el tiempo señalado” para que Jesús iniciara su ministerio y para que las personas tomaran una decisión que habría de granjearles la aprobación divina (Lucas 12:54-56). ‘El reino de Dios se había acercado’ en el sentido de que Jesús, el Rey nombrado, estaba allí, entre ellos. Su predicación impulsó al arrepentimiento a los rectos de corazón. Ahora bien, ¿cómo demostraron “fe en las buenas nuevas” aquellas personas, y cómo la demostramos nosotros?
3. ¿Mediante qué hechos han demostrado muchas personas su fe en las buenas nuevas?
3 Al igual que Jesús, el apóstol Pedro instó a sus oyentes al arrepentimiento. A los judíos que se hallaban en Jerusalén en Pentecostés del año 33 E.C., les dijo: “Arrepiéntanse, y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán la dádiva gratuita del espíritu santo”. Miles de ellos se arrepintieron, se bautizaron y se hicieron discípulos de Jesús (Hechos 2:38, 41; 4:4). En 36 E.C., gentiles arrepentidos siguieron sus pasos (Hechos 10:1-48). Y en nuestros días, la fe está impulsando a miles de personas a arrepentirse de sus pecados, dedicarse a Dios y bautizarse. Han aceptado las buenas nuevas de la salvación y tienen fe en el sacrificio redentor de Jesús. Además, practican la justicia y se han puesto de parte del Reino de Dios.
4. ¿Qué es la fe?
4 Pero ¿qué es la fe? El apóstol Pablo escribió: “Fe es la expectativa segura de las cosas que se esperan, la demostración evidente de realidades aunque no se contemplen” (Hebreos 11:1). Nuestra fe nos garantiza que todo lo que Dios promete en su Palabra puede darse por hecho. Es como si poseyéramos una escritura de propiedad a nuestro nombre. La fe también es “la demostración evidente”, o la prueba que nos convence, de las cosas que no vemos. La percepción mental y la gratitud de corazón nos persuaden de que tales cosas son reales aunque no podamos verlas (2 Corintios 5:7; Efesios 1:18).
Necesitamos la fe
5. ¿Por qué es tan importante la fe?
5 Nacimos con necesidades espirituales, pero no con fe. De hecho, “la fe no es posesión de todos” (2 Tesalonicenses 3:2). Sin embargo, los cristianos deben tener fe para heredar las promesas de Dios (Hebreos 6:12). Después de referirse a muchos ejemplos de fe, Pablo escribió: “Porque tenemos tan grande nube de testigos que nos cerca, quitémonos nosotros también todo peso, y el pecado que fácilmente nos enreda, y corramos con aguante la carrera que está puesta delante de nosotros, mirando atentamente al Agente Principal y Perfeccionador de nuestra fe, Jesús” (Hebreos 12:1, 2). ¿Cuál es “el pecado que fácilmente nos enreda”? La falta de fe, incluso la pérdida de la que una vez se tuvo. A fin de mantenerla fuerte, debemos ‘mirar atentamente a Jesús’ y seguir su ejemplo. Asimismo, tenemos que rechazar la inmoralidad, combatir las obras de la carne y evitar el materialismo, las filosofías de este mundo y las tradiciones contrarias a las Escrituras (Gálatas 5:19-21; Colosenses 2:8; 1 Timoteo 6:9, 10; Judas 3, 4). Además, hemos de creer que Dios nos respalda y que los consejos de su Palabra realmente surten efecto.
6, 7. ¿Por qué es apropiado que en nuestras oraciones pidamos fe?
6 La fe no es producto de la fuerza de voluntad que tengamos, sino que es parte del fruto del espíritu santo de Dios, Su fuerza activa (Gálatas 5:22, 23). Por consiguiente, ¿qué debemos hacer en caso de que nuestra fe necesite fortalecerse? Jesús razonó: “Si ustedes [...] saben dar buenos regalos a sus hijos, ¡con cuánta más razón dará el Padre en el cielo espíritu santo a los que le piden!” (Lucas 11:13). Sí, pidamos en oración espíritu santo, pues este nos infundirá la fe que se requiere para cumplir la voluntad de Dios incluso en las peores circunstancias (Efesios 3:20).
7 Es apropiado que en nuestras oraciones pidamos más fe. Cuando Jesús estaba a punto de expulsar un demonio que tenía poseído a un muchacho, el padre de este le rogó: “¡Tengo fe! ¡Ayúdame donde necesite fe!” (Marcos 9:24). Y los discípulos le dijeron a Jesús: “Danos más fe” (Lucas 17:5). Por lo tanto, pidamos fe a Dios, seguros de que él contestará tales oraciones (1 Juan 5:14).
La fe en la Palabra de Dios es esencial
8. ¿Cómo nos ayuda la fe en la Palabra de Dios?
8 Poco antes de dar su vida en sacrificio, Jesús dijo a sus discípulos: “No se les perturbe el corazón. Ejerzan fe en Dios, ejerzan fe también en mí” (Juan 14:1). Los cristianos tenemos fe en Dios y en su Hijo, pero ¿qué puede decirse de la Palabra de Dios? Esta ejerce una poderosa influencia en nuestra vida cuando la estudiamos y la ponemos por obra con plena confianza en que sus consejos y guía son los mejores que podemos seguir (Hebreos 4:12).
9, 10. ¿Cómo explicaría lo que Santiago 1:5-8 dice sobre la fe?
9 Debido a la imperfección, nuestra vida está llena de problemas. Sin embargo, la fe en la Palabra de Dios es una verdadera ayuda (Job 14:1). Por ejemplo, supongamos que no sabemos cómo enfrentarnos a cierta prueba. La Palabra de Dios aconseja: “Si alguno de ustedes tiene deficiencia en cuanto a sabiduría, que siga pidiéndole a Dios, porque él da generosamente a todos, y sin echar en cara; y le será dada. Pero que siga pidiendo con fe, sin dudar nada, porque el que duda es semejante a una ola del mar impelida por el viento y aventada de una parte a otra. De hecho, no vaya a figurarse ese hombre que recibirá cosa alguna de Jehová; es un hombre indeciso, inconstante en todos sus caminos” (Santiago 1:5-8).
10 En vez de echarnos en cara que nos falte sabiduría y que tengamos que pedírsela, Jehová Dios nos ayudará a ver la prueba en su debida perspectiva. Puede que otros hermanos nos señalen ciertos pasajes bíblicos, que encontremos algunos textos al estudiar la Biblia o que el espíritu santo de Jehová nos dirija de otro modo. El caso es que nuestro Padre celestial nos concederá la sabiduría necesaria para hacer frente a las pruebas si ‘seguimos pidiendo con fe, sin dudar nada’. Si fuéramos como una ola del mar impelida por el viento, no podríamos esperar nada de Dios. ¿Por qué no? Porque eso significaría que somos indecisos e inconstantes en la oración o en otros aspectos, incluso a la hora de demostrar nuestra fe en Dios. Por consiguiente, hemos de tener una fe firme en la Palabra de Dios y en la guía que esta nos proporciona. Veamos algunos ejemplos de cómo nos ayuda y dirige.
La fe y el sustento
11. ¿Qué seguridad nos infunde la fe en la Palabra de Dios con respecto a las necesidades diarias?
11 Si sufrimos privaciones o vivimos en la pobreza, la fe en la Palabra de Dios nos infunde la seguridad de que Jehová se encargará de cubrir nuestras necesidades diarias y de que, en el futuro, todos los que lo aman no carecerán de nada (Salmo 72:16; Lucas 11:2, 3). Puede animarnos reflexionar sobre la forma en que Jehová alimentó a su profeta Elías durante una hambruna. Más tarde, milagrosamente hizo que no se agotara el suministro de harina y aceite que conservó con vida a una mujer, al hijo de esta y a Elías (1 Reyes 17:2-16). De modo parecido, Jehová sustentó al profeta Jeremías cuando Babilonia asedió Jerusalén (Jeremías 37:21). Aunque ambos profetas no tuvieron mucho para comer, Jehová los cuidó, lo mismo que hace hoy con quienes tienen fe en él (Mateo 6:11, 25-34).
12. ¿Cómo nos ayuda la fe a ganarnos el pan?
12 La fe, acompañada de la aplicación de los principios bíblicos, no nos hará ricos, pero nos ayudará a ganarnos el pan. Por ejemplo, la Biblia nos aconseja que seamos trabajadores honrados, hábiles e industriosos (Proverbios 22:29; Eclesiastés 5:18, 19; 2 Corintios 8:21). Nunca deberíamos subestimar el valor de gozar de una excelente reputación en este sentido. Hasta en lugares donde los buenos empleos escasean, a quienes son honrados, competentes y trabajadores les va mejor que a los demás. Aunque tengan poco en sentido material, por lo general disponen de lo esencial y gozan de la satisfacción de comer lo que ellos mismos han ganado (2 Tesalonicenses 3:11, 12).
La fe nos ayuda a soportar el pesar
13, 14. ¿Cómo nos ayuda la fe a soportar el pesar?
13 Con realismo, las Escrituras muestran que es natural apenarse cuando fallece un ser querido. El fiel patriarca Abrahán lloró la pérdida de su amada esposa, Sara (Génesis 23:2). David se sintió desconsolado al enterarse de que su hijo Absalón había perecido (2 Samuel 18:33). Incluso Jesús, que era perfecto, cedió a las lágrimas por la muerte de su amigo Lázaro (Juan 11:35, 36). El dolor de perder a un ser querido puede ser casi insoportable, pero la fe en las promesas de la Palabra de Dios nos ayudará a sobrellevarlo.
14 Pablo afirmó: “Tengo esperanza en cuanto a Dios [...] de que va a haber resurrección así de justos como de injustos” (Hechos 24:15). Hemos de tener fe en que Dios levantará a la vida a multitudes de personas (Juan 5:28, 29). Entre ellas estarán Abrahán y Sara, Isaac y Rebeca, Jacob y Lea... todos los que ahora duermen en la muerte a la espera de su resurrección en el nuevo mundo de Dios (Génesis 49:29-32). ¡Qué gozo se producirá cuando los seres queridos despierten del sueño de la muerte para vivir aquí en la Tierra! (Revelación [Apocalipsis] 20:11-15.) Mientras tanto, la fe no nos quitará completamente el dolor, pero nos mantendrá cerca de Dios, quien nos ayuda a soportarlo (Salmo 121:1-3; 2 Corintios 1:3).
La fe alienta a los deprimidos
15, 16. a) ¿Por qué puede decirse que la depresión no es algo nuevo entre quienes tienen fe? b) ¿Qué podemos hacer para combatir la depresión?
15 La Palabra de Dios también muestra que hasta las personas de fe pueden caer en las garras de la depresión. En su terrible prueba, Job creyó que Dios lo había abandonado (Job 29:2-5). La desolación que presentaban Jerusalén y sus murallas apesadumbró a Nehemías (Nehemías 2:1-3). Pedro se sintió tan desconsolado por haber negado a Jesús, que “lloró amargamente” (Lucas 22:62). Y Pablo instó a los hermanos de la congregación de Tesalónica a que “habl[aran] confortadoramente a las almas abatidas” (1 Tesalonicenses 5:14). Así que el hecho de que la depresión afecte a quienes tienen fe no es nuevo. ¿Qué podemos hacer, pues, para combatirla?
16 Puede que nuestra depresión se deba a que afrontamos varios problemas graves. En vez de verlos como un único y enorme atolladero, tratar de resolverlos de uno en uno, aplicando los principios bíblicos, pudiera aliviar la depresión. Un programa equilibrado de actividades y el descanso adecuado también son útiles. Y una cosa es segura: la fe en Dios y en su Palabra contribuye al bienestar espiritual, pues nos reafirma en la convicción de que él verdaderamente se interesa por nosotros.
17. ¿Qué muestra que Jehová se interesa por nosotros?
17 Pedro nos da esta alentadora garantía: “Humíllense [...] bajo la poderosa mano de Dios, para que él los ensalce al tiempo debido; a la vez que echan sobre él toda su inquietud, porque él se interesa por ustedes” (1 Pedro 5:6, 7). El salmista cantó: “Jehová está sosteniendo a todos los que van cayendo, y está levantando a todos los que están encorvados” (Salmo 145:14). Deberíamos creer en estas garantías, pues se hallan en la Palabra de Dios. Aunque la depresión quizá persista, realmente fortalece la fe saber que podemos descargar todas nuestras inquietudes en nuestro amoroso Padre celestial.
La fe y otras pruebas
18, 19. ¿Cómo nos ayuda la fe a soportar las enfermedades y a consolar a los hermanos que están enfermos?
18 Una enfermedad grave que padezcamos nosotros o algún ser querido podría someter nuestra fe a una dura prueba. Aunque en la Biblia no hay constancia de que cristianos como Epafrodito, Timoteo y Trófimo se curaran milagrosamente, no cabe duda de que Jehová los ayudó a sobrellevar sus dolencias (Filipenses 2:25-30; 1 Timoteo 5:23; 2 Timoteo 4:20). Además, con respecto a “cualquiera que obra con consideración para con el de condición humilde”, el salmista aseguró: “Jehová mismo lo sustentará sobre un diván de enfermedad; ciertamente cambiarás toda su cama durante su enfermedad” (Salmo 41:1-3). ¿Cómo nos ayudan estas palabras a consolar a los hermanos que están enfermos?
19 Un modo de animar espiritualmente a los enfermos es orar con ellos y por ellos. Aunque en nuestros días no solicitamos curaciones milagrosas, sí podemos pedir a Dios que les dé entereza para soportar su padecimiento y la fuerza espiritual necesaria para seguir aguantando en tales períodos de debilidad. Jehová los sustentará, y su fe se reforzará al mirar hacia el futuro, al día en que “ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’” (Isaías 33:24). Verdaderamente nos consuela saber que, por medio de Jesucristo resucitado y del Reino de Dios, la humanidad obediente será liberada para siempre del pecado, la enfermedad y la muerte. Agradecemos esta espléndida perspectiva a Jehová, ‘quien sanará todas nuestras dolencias’ (Salmo 103:1-3; Revelación 21:1-5).
20. ¿Por qué puede decirse que la fe nos ayuda a soportar “los días calamitosos” de la vejez?
20 La fe también nos ayuda a soportar “los días calamitosos” de la vejez, cuando la salud y las fuerzas van menguando (Eclesiastés 12:1-7). Los cristianos de edad avanzada pueden orar como lo hizo el anciano salmista que cantó: “Tú eres mi esperanza, oh Señor Soberano Jehová [...]. No me deseches en el tiempo de la vejez; justamente cuando mi poder está fallando, no me dejes” (Salmo 71:5, 9). El salmista sentía que necesitaba el apoyo divino, al igual que muchos cristianos que han envejecido en el servicio de Jehová. Por causa de su fe, pueden estar seguros de contar con el inquebrantable apoyo de los brazos eternos de Dios (Deuteronomio 33:27).
Mantengamos la fe en la Palabra de Dios
21, 22. ¿Cómo influye la fe en nuestra relación con Dios?
21 La fe en las buenas nuevas y en toda la Palabra de Dios nos permite acercarnos más y más a Jehová (Santiago 4:8). Es verdad que él es nuestro Señor Soberano, pero también es nuestro Creador y Padre (Isaías 64:8; Mateo 6:9; Hechos 4:24). “Tú eres mi Padre, mi Dios y la Roca de mi salvación”, cantó el salmista (Salmo 89:26). Si tenemos fe en Jehová y en su Palabra inspirada, también nosotros podremos considerarlo ‘la Roca de nuestra salvación’. ¡Qué alentador privilegio!
22 Jehová es el Padre de los cristianos engendrados por espíritu y de sus compañeros con esperanza terrenal (Romanos 8:15). Y la fe en nuestro Padre celestial nunca conduce a la desilusión. David dijo: “En caso de que mi propio padre y mi propia madre de veras me dejaran, aun Jehová mismo me acogería” (Salmo 27:10). Además, tenemos esta garantía: “Jehová no abandonará a su pueblo, por causa de su gran nombre” (1 Samuel 12:22).
23. ¿Qué se requiere de nosotros para disfrutar de una relación duradera con Jehová?
23 Claro está, para disfrutar de una relación duradera con Jehová, debemos tener fe en las buenas nuevas y aceptar las Escrituras como lo que verdaderamente son: la Palabra de Dios (1 Tesalonicenses 2:13). Hemos de tener fe absoluta en Jehová y dejar que su Palabra ilumine nuestra vereda (Salmo 119:105; Proverbios 3:5, 6). Nuestra fe crecerá si le oramos con plena confianza en su compasión, misericordia y apoyo.
24. ¿Qué alentador pensamiento transmite Romanos 14:8?
24 La fe nos impulsó a dedicarnos a Dios para toda la eternidad. Con una fe fuerte, aun si tenemos que morir, somos sus siervos dedicados y abrigamos la esperanza de la resurrección. En efecto, “tanto si vivimos como si morimos, pertenecemos a Jehová” (Romanos 14:8). Mantengamos este alentador pensamiento en el corazón mientras seguimos confiando en la Palabra de Dios y teniendo fe en las buenas nuevas.
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¿Es fuerte su fe?La Atalaya 2003 | 15 de enero
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¿Es fuerte su fe?
“Es por su fe que están firmes.” (2 CORINTIOS 1:24.)
1, 2. ¿Por qué debemos tener fe, y cómo puede fortalecerse?
LOS siervos de Jehová sabemos que debemos tener fe. De hecho, ‘sin fe es imposible agradar a Dios’ (Hebreos 11:6). Por tanto, es prudente que oremos pidiendo espíritu santo y fe, cualidad que forma parte de su hermoso fruto (Lucas 11:13; Gálatas 5:22, 23). Asimismo, imitar la fe de otros hermanos fortalecerá la que nosotros tenemos (2 Timoteo 1:5; Hebreos 13:7).
2 Nuestra fe se hará más fuerte si persistimos en el proceder que la Palabra de Dios fija para todos los cristianos, y se incrementará si leemos la Biblia a diario y la estudiamos diligentemente valiéndonos de las publicaciones que proporciona “el mayordomo fiel” (Lucas 12:42-44; Josué 1:7, 8). Cuando asistimos con regularidad a las reuniones y asambleas cristianas, la fe de cada uno estimula a los demás (Romanos 1:11, 12; Hebreos 10:24, 25). Nuestra fe también se fortalece cuando hablamos con otras personas en el ministerio (Salmo 145:10-13; Romanos 10:11-15).
3. ¿Cómo nos ayudan los ancianos cristianos amorosos en lo que respecta a la fe?
3 Ancianos cristianos amorosos nos fortalecen la fe con consejos y palabras de ánimo basados en las Escrituras. Tienen la misma disposición que el apóstol Pablo, quien dijo a los corintios: “Somos colaboradores para su gozo, porque es por su fe que están firmes” (2 Corintios 1:23, 24). Otra traducción lo vierte así: “Estamos seguros de que su fe es muy fuerte. Lo que queremos es trabajar junto con ustedes para que sean felices” (La Palabra de Dios para todos). El justo vive a causa de la fe. Claro está, nadie puede tener fe por nosotros ni hacer que seamos leales e íntegros. A este respecto, ‘debemos llevar nuestra propia carga de responsabilidad’ (Gálatas 3:11; 6:5).
4. ¿Cómo fortalecen nuestra fe los relatos bíblicos de fieles siervos de Dios?
4 Las Escrituras contienen numerosos relatos de personas de fe. Quizá conozcamos los hechos más destacados de su vida, pero ¿hemos pensado en la fe que manifestaron día tras día, tal vez durante largos años? Reflexionar sobre cómo demostraron esta cualidad en circunstancias parecidas a las nuestras fortalecerá nuestra fe.
La fe nos infunde valor
5. ¿Qué prueba bíblica muestra que la fe nos fortalece para declarar con valor la palabra de Dios?
5 La fe nos fortalece para declarar con valor la palabra de Dios. Refiriéndose valientemente a la ejecución de la sentencia divina, Enoc predijo: “¡Miren! Jehová vino con sus santas miríadas, para ejecutar juicio contra todos, y para probar la culpabilidad de todos los impíos respecto a todos sus hechos impíos que hicieron impíamente, y respecto de todas las cosas ofensivas que pecadores impíos hablaron contra él” (Judas 14, 15). Al oír estas palabras, los impíos enemigos de Enoc de seguro quisieron matarlo. Aun así, él habló con denuedo y fe, y Dios “lo tomó” durmiéndolo en la muerte, al parecer sin permitir que sufriera los dolores de la agonía (Génesis 5:24; Hebreos 11:5). Jehová no va a ejecutar milagros como aquel en nuestro caso, pero sí contesta nuestras oraciones a fin de que podamos declarar su palabra con fe y valor (Hechos 4:24-31).
6. ¿Cómo ayudaron a Noé la fe y el valor que Dios le dio?
6 Por fe, Noé “construyó un arca para la salvación de su casa” (Hebreos 11:7; Génesis 6:13-22). También fue un “predicador de justicia” que proclamó con valentía la advertencia divina a sus contemporáneos (2 Pedro 2:5). Estos debieron de burlarse de su mensaje sobre un Diluvio venidero, tal como algunos se burlan cuando probamos con la Biblia que el actual sistema de cosas pronto será destruido (2 Pedro 3:3-12). Sin embargo, al igual que Enoc y Noé, podemos transmitir tal mensaje porque Dios nos infunde fe y valor.
La fe nos hace pacientes
7. ¿Cómo demostraron fe y paciencia tanto Abrahán como otros hombres y mujeres?
7 Necesitamos fe y paciencia, sobre todo mientras esperamos el fin de este sistema malvado. Entre quienes ‘mediante fe y paciencia heredarán las promesas’ figura el piadoso patriarca Abrahán (Hebreos 6:11, 12). Por fe abandonó la ciudad de Ur, con todas sus ventajas, y se convirtió en un forastero en la tierra extranjera que Dios le había prometido, promesa que también heredaron Isaac y Jacob. No obstante, “en fe murieron todos estos, aunque no consiguieron el cumplimiento de las promesas”. Por fe ‘procuraron alcanzar un lugar mejor, es decir, uno que pertenece al cielo’. En conformidad con este hecho, Dios “les tiene lista una ciudad” (Hebreos 11:8-16). En efecto: Abrahán, Isaac y Jacob —así como sus piadosas esposas— aguardaron pacientemente el Reino celestial de Dios, bajo el que serán resucitados para vivir en la Tierra.
8. ¿A pesar de qué hechos manifestaron fe y paciencia Abrahán, Isaac y Jacob?
8 Abrahán, Isaac y Jacob no perdieron la fe, aunque ni llegaron a poseer la Tierra Prometida ni vieron bendecirse a todas las naciones mediante la descendencia de Abrahán (Génesis 15:5-7; 22:15-18). A pesar de que ‘la ciudad cuyo edificador es Dios’ no llegó a ser una realidad hasta siglos después, aquellos hombres siguieron demostrando fe y paciencia a lo largo de toda su vida. Es evidente que nosotros no deberíamos hacer menos, ahora que el Reino mesiánico es una realidad en los cielos (Salmo 42:5, 11; 43:5).
La fe nos impulsa a fijarnos las metas más elevadas
9. ¿Cómo influye la fe en nuestras metas y objetivos?
9 Los fieles patriarcas jamás adoptaron el degradado estilo de vida de los cananeos, pues sus metas y objetivos eran mucho más elevados. De igual modo, la fe nos impulsa a fijarnos metas espirituales que impiden que nos absorba el mundo que yace en el poder del inicuo, Satanás el Diablo (1 Juan 2:15-17; 5:19).
10. ¿Qué muestra que José procuraba alcanzar una meta mucho más elevada que la de ser alguien importante en este mundo?
10 José, hijo de Jacob, llegó a ser por providencia divina el administrador de alimentos de Egipto. Pero su objetivo no era ser alguien importante en este mundo. Con fe en el cumplimiento de las promesas de Jehová, a la avanzada edad de 110 años les dijo a sus hermanos: “Estoy para morir; pero Dios sin falta dirigirá su atención a ustedes, y ciertamente los hará subir de esta tierra a la tierra acerca de la cual juró a Abrahán, a Isaac y a Jacob”. José pidió que lo enterraran en la tierra de la promesa. A su muerte, lo embalsamaron y lo pusieron en un ataúd en Egipto. Sin embargo, cuando los israelitas fueron liberados del cautiverio a esa nación, el profeta Moisés se llevó los huesos de José para sepultarlos en la Tierra Prometida (Génesis 50:22-26; Éxodo 13:19). Una fe como la de José debería impulsarnos a trazarnos metas mucho más elevadas que la de alcanzar prominencia en este mundo (1 Corintios 7:29-31).
11. ¿De qué forma demostró Moisés que tenía metas espirituales?
11 Moisés “escogi[ó] ser maltratado con el pueblo de Dios más bien que disfrutar temporalmente del pecado” como un miembro bien instruido de la familia real egipcia (Hebreos 11:23-26; Hechos 7:20-22). Con ello perdió su prestigio en el mundo y quizá un suntuoso entierro en un féretro ornamentado y depositado en algún lugar famoso de Egipto. ¿Pero cuánto valor hubiera tenido aquello en comparación con el privilegio de ser un “hombre del Dios verdadero”, el mediador del pacto de la Ley, profeta de Jehová y uno de los escritores de la Biblia? (Esdras 3:2.) ¿Es el prestigio y el ascenso en este mundo lo que usted desea, o lo ha impulsado su fe a fijarse metas espirituales mucho más elevadas?
La fe hace que la vida sea gratificante
12. ¿Qué efecto tuvo la fe en la vida de Rahab?
12 La fe no solo nos impulsa a fijarnos las más elevadas metas, sino que también hace que la vida sea gratificante. Rahab de Jericó no debió de encontrarle mucho sentido a su vida de prostituta. Sin embargo, ¡cómo cambió todo cuando tuvo fe! “Fue declarada justa por obras [de fe], después que hubo recibido hospitalariamente a los mensajeros [israelitas] y los hubo enviado por otro camino” para que escaparan de sus enemigos cananeos (Santiago 2:24-26). Reconociendo que Jehová es el Dios verdadero, Rahab también demostró su fe al abandonar su vida de prostitución (Josué 2:9-11; Hebreos 11:30, 31). En vez de casarse con algún cananeo no creyente, se casó con un siervo de Jehová (Deuteronomio 7:3, 4; 1 Corintios 7:39). De esta forma, tuvo el grandioso privilegio de ser antepasada del Mesías (1 Crónicas 2:3-15; Rut 4:20-22; Mateo 1:5, 6). Lo mismo que otras personas, algunas de las cuales han abandonado una vida inmoral, ella recibirá aún otra recompensa: la resurrección para vivir en un paraíso terrestre.
13. ¿Cómo pecó David en relación con Bat-seba, pero qué actitud manifestó?
13 Todo indica que, tras renunciar a su vida pecaminosa, Rahab siguió un proceder recto. En cambio, algunos que llevaban mucho tiempo sirviendo a Dios pecaron gravemente. El rey David cometió adulterio con Bat-seba, hizo que su esposo muriera en la batalla y luego la tomó por esposa (2 Samuel 11:1-27). Con profundo dolor, suplicó arrepentido a Jehová: “Tu espíritu santo, oh, no me lo quites”. David no perdió el espíritu de Dios. Tenía fe en que Jehová, en su gran misericordia, no despreciaría “un corazón quebrantado y aplastado” por el pecado (Salmo 51:11, 17; 103:10-14). Debido a su fe, David y Bat-seba fueron recompensados con un lugar en el linaje del Mesías (1 Crónicas 3:5; Mateo 1:6, 16; Lucas 3:23, 31).
Las garantías divinas fortalecen la fe
14. ¿Qué garantías recibió Gedeón, y qué efecto puede tener este relato en nuestra fe?
14 Aunque andamos por fe, algunas veces necesitamos tener la garantía de la ayuda divina. Este fue el caso del juez Gedeón, uno de los que “por fe derrotaron reinos en conflicto” (Hebreos 11:32, 33). Cuando los madianitas y sus aliados invadieron Israel, el espíritu de Dios lo envolvió. Deseoso de que Jehová le diera garantías de Su apoyo, propuso unas pruebas con un vellón de lana dejado en una era toda la noche. La primera vez solo se formó rocío en el vellón, mientras que la tierra se mantuvo seca. En la segunda sucedió al revés. Fortalecido por aquellas garantías, el cauto Gedeón pasó con fe a la acción y derrotó a los enemigos de Israel (Jueces 6:33-40; 7:19-25). Asegurarnos bien antes de tomar una decisión no revela falta de fe. En realidad, demostramos fe cuando consultamos la Biblia y las publicaciones cristianas y oramos pidiendo que el espíritu santo nos guíe en nuestras decisiones (Romanos 8:26, 27).
15. ¿Cómo puede beneficiarnos reflexionar sobre la fe de Barac?
15 El estímulo fortaleció y reafirmó la fe del juez Barac cuando la profetisa Débora lo incitó a tomar la iniciativa en liberar a los israelitas del opresor rey cananeo Jabín. Con fe y plena confianza en que Dios lo apoyaba, Barac condujo a la batalla a 10.000 hombres mal equipados y derrotó a las fuerzas de Jabín —mucho más numerosas—, comandadas por Sísara. Para celebrar la victoria, Débora y Barac entonaron una emocionante canción (Jueces 4:1–5:31). La profetisa animó a Barac a actuar como el caudillo de Israel divinamente nombrado, y aquel juez fue uno de los siervos de Jehová que por fe “pusieron en fuga a los ejércitos de extranjeros” (Hebreos 11:34). Si mostramos cierta vacilación en cuanto a cumplir con alguna labor difícil en el servicio de Jehová, reflexionar sobre la forma en que Dios bendijo a Barac por actuar con fe bien pudiera impulsarnos a dar pasos positivos.
La fe promueve la paz
16. ¿Qué magnífico ejemplo dio Abrahán al preservar la paz con Lot?
16 Tal como la fe nos permite llevar a cabo labores difíciles en el servicio a Dios, así también promueve la paz y la armonía. El envejecido Abrahán dejó que su sobrino Lot, más joven que él, escogiera los mejores pastos cuando ambos tuvieron que separarse a causa de las peleas entre sus manaderos (Génesis 13:7-12). Abrahán seguramente oró con fe para que Dios lo ayudara a solucionar el problema. En vez de anteponer sus propios intereses, resolvió la cuestión de forma pacífica. Si alguna vez nos vemos en una disputa con un hermano cristiano, oremos con fe y ‘busquemos la paz’, teniendo presente el ejemplo de consideración amorosa que dio Abrahán (1 Pedro 3:10-12).
17. ¿Por qué puede afirmarse que se cerró de manera pacífica la aparente brecha en la que estaban implicados Pablo, Bernabé y Marcos?
17 Aplicar con fe los principios bíblicos nos ayuda a promover la paz. Veamos cómo. Cuando Pablo estaba a punto de embarcarse para emprender su segundo viaje misional, Bernabé concordó en volver a visitar con él las congregaciones de Chipre y Asia Menor, pero deseaba que su primo Marcos los acompañara. Pablo discrepó, pues Marcos los había abandonado en Panfilia. “Ante esto, ocurrió un agudo estallido de cólera”, y aquella disputa provocó una separación. Bernabé se llevó consigo a Marcos y viajó a Chipre, mientras que Pablo eligió a Silas para que fuera su compañero y “pasó por Siria y Cilicia, fortaleciendo a las congregaciones” (Hechos 15:36-41). Andando el tiempo, la aparente brecha se cerró, pues Marcos estaba con Pablo en Roma y el apóstol habló bien de él (Colosenses 4:10; Filemón 23, 24). Alrededor del año 65 E.C., estando prisionero en Roma, Pablo le dijo a Timoteo: “Toma a Marcos y tráelo contigo, porque me es útil para ministrar” (2 Timoteo 4:11). Todo parece indicar que Pablo incluyó el asunto de su relación con Bernabé y Marcos en sus oraciones de fe, lo que condujo a la armonía que está vinculada a “la paz de Dios” (Filipenses 4:6, 7).
18. ¿Qué es probable que sucediera en el caso de Evodia y Síntique?
18 Claro, dado que somos imperfectos, “todos tropezamos muchas veces” (Santiago 3:2). Cuando surgieron ciertas desavenencias entre dos cristianas, Pablo escribió respecto a ellas: “A Evodia exhorto, y a Síntique exhorto, a que sean de la misma mente en el Señor. [...] [Sigue] prestando ayuda a estas mujeres que se han esforzado lado a lado conmigo en las buenas nuevas” (Filipenses 4:1-3). Lo más probable es que estas mujeres piadosas resolvieran su disputa pacíficamente siguiendo consejos como el que hallamos en Mateo 5:23, 24. De igual modo hoy día, aplicar con fe los principios bíblicos contribuirá muchísimo a promover la paz.
La fe nos permite aguantar
19. ¿Qué prueba no pudo acabar con la fe de Isaac y Rebeca?
19 Por fe también nosotros podemos soportar las adversidades. Quizá nos aflija el que un miembro bautizado de nuestra familia haya desobedecido a Dios y se haya casado con una persona no creyente (1 Corintios 7:39). A Isaac y Rebeca les causó sufrimiento que su hijo Esaú se casara con mujeres impías. Sus nueras hititas “fueron una fuente de amargura de espíritu” para ellos, hasta tal punto que Rebeca se lamentó: “He llegado a aborrecer esta vida mía a causa de las hijas de Het. Si alguna vez Jacob toma esposa de las hijas de Het como estas de las hijas del país, ¿de qué me sirve la vida?” (Génesis 26:34, 35; 27:46). Aun así, esta prueba no acabó con la fe de Isaac y Rebeca. Al igual que ellos, mantengamos fuerte nuestra fe cuando afrontemos circunstancias difíciles.
20. ¿Qué ejemplos de fe tenemos en Noemí y Rut?
20 Noemí, una viuda de edad avanzada, era de Judá, y sabía que ciertas mujeres de dicha tribu podrían dar a luz hijos que serían antepasados del Mesías. En vista de que los suyos habían muerto sin descendencia y ella ya no podía concebir, la posibilidad de que su familia contribuyera al linaje del Mesías era muy remota. No obstante, su nuera Rut se casó con el anciano Boaz, le dio a este un hijo y así llegó a ser antepasada de Jesús, el Mesías (Génesis 49:10, 33; Rut 1:3-5; 4:13-22; Mateo 1:1, 5). La fe de Noemí y Rut superó las calamidades y les reportó gozo, un gran gozo que también será nuestro si nos mantenemos firmes en la fe cuando azote la adversidad.
21. ¿Qué hace la fe por nosotros, y a qué debemos estar resueltos?
21 Aunque ninguno de nosotros puede decir qué le deparará el mañana, si tenemos fe, seremos capaces de afrontar cualquier desafío. La fe nos vuelve valerosos y pacientes, nos impulsa a fijarnos las metas más elevadas y hace que nuestra vida sea gratificante. Además, nos permite mejorar nuestra relación con los demás y superar las adversidades. Por lo tanto, seamos “de la clase que tiene fe que resulta en conservar viva el alma” (Hebreos 10:39). Con la fuerza que nos da nuestro amoroso Dios, Jehová, y para su gloria, conservemos fuerte nuestra fe.
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