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FinlandiaAnuario de los testigos de Jehová 1990
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Una cooperativa para la salud espiritual
En 1932 se había creado una cooperativa llamada Al Sano. Se dedicaba a la importación y venta de productos dietéticos, y también publicaba una revista con el mismo nombre, así como otras publicaciones sobre temas de salud. Algunos hermanos estaban empleados en esta empresa, y llegó a estar estrechamente relacionada con la Sociedad.
Poco antes de su muerte, acaecida en 1942, el hermano Rutherford autorizó a la cooperativa para imprimir la verdad por medio de otras publicaciones si se proscribían las de la Sociedad. Por lo tanto, Al Sano publicó libros que hablaban de la salud, y en su revista Terveyttä Kaikille (Salud para todos) aparecieron algunos artículos de La Atalaya.
Durante la proscripción, el servicio del campo se efectuaba de un modo poco corriente. Kalle Salavaara explica: “En aquel entonces nuestro objetivo era el mismo que ahora: mostrar a las personas que el Reino de Dios es la única solución verdadera a todos sus problemas, así que se requería estrategia teocrática y paciencia. La gente nos preguntaba: ‘¿Es usted de la tienda de ese grupo religioso?’, y pasaban a describirnos sus dolencias con todo lujo de detalles. Después de hacer algunas recomendaciones y ofrecer algunos folletos sobre el tema de la salud, dirigíamos la conversación hacia el mensaje del Reino. ‘Por supuesto, los productos dietéticos no pueden detener la edad y la muerte —decíamos—, pero ¿no sería maravilloso disfrutar para siempre de salud y juventud?’. Algunas veces resultaba en una conversación muy productiva”.
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FinlandiaAnuario de los testigos de Jehová 1990
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Ahora bien, ¿qué ocurriría con aquellas publicaciones sobre la salud que también contenían artículos acerca del Reino? Como los libros y revistas de la Sociedad todavía estaban prohibidos, el hermano Knorr permitió a los hermanos finlandeses que continuaran distribuyéndolas al público, pero al mismo tiempo advirtió: “El mensaje del Reino no se debe mezclar con nada más. Animen a los hermanos a seguir el ejemplo de los apóstoles, que en su tiempo iban de comunidad en comunidad sin Biblias ni libros. Si el Señor ve conveniente que no tengamos más que la Palabra de Dios en nuestra mente y boca, usémosla para la gloria y honra del nombre de Jehová. La verdad no necesita ningún reclamo aparte de la verdad en sí misma”.
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