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  • Por qué reina la desesperanza
    ¡Despertad! 2008 | mayo
    • Por qué reina la desesperanza

      En todo el mundo, cambios alarmantes provocan el temor al futuro. Cada vez más ciudades instalan cámaras de vigilancia en sus calles. Por miedo al terrorismo, los grandes aeropuertos se han convertido en una especie de campamentos militares. En Internet aumentan los ladrones y pedófilos que acechan a sus desprevenidas víctimas. Además, la vida en nuestro planeta se ve amenazada por la contaminación, la deforestación, la extinción de especies y el calentamiento global.

      LO QUE parecía impensable hace dos o tres generaciones ahora agobia a la humanidad. No es de extrañar que muchos se pregunten qué le sucede a este mundo y qué les deparará el futuro a ellos mismos y a sus familias. ¿Llegará el día en que, por miedo, nadie quiera subirse a un autobús, a un tren o a un avión? Con los recursos del planeta cada vez más diezmados y los precios en alza, ¿podrán las generaciones futuras obtener buena atención médica, comida sana y combustible suficiente?

      “El futuro se presenta muy, muy tenebroso”, se lamentó un ministro de salud canadiense, refiriéndose a los elevados costos de la sanidad pública. Saltan también las alarmas en cuanto a los alimentos y el combustible. ¿La razón? Con la idea de ser menos dependientes de los combustibles fósiles, algunos países están invirtiendo grandes capitales en biocombustibles, como el etanol, que se elabora a partir de plantas. Por primera vez en la historia, el estómago humano compite con el tanque del automóvil por los productos de la tierra. De hecho, ya se ha visto un aumento en los precios de los alimentos.

      Mientras tanto, se agranda el abismo entre ricos y pobres, lo que suscita tensiones sociales. “En esta primera década del siglo XXI, enormes avances en el bienestar humano coexisten con privaciones extremas”, dice un informe de la Organización Mundial de la Salud. Y añade que en algunos de los países más pobres, “la esperanza de vida ha caído a la mitad respecto a los países más ricos”. Las causas principales son las enfermedades y el caos económico y social que reina en los estados desestructurados.

      Si a esto le sumamos la amenaza del calentamiento global —que contribuye a la desertización y a los fenómenos climatológicos extremos—, no es de extrañar que muchas personas bien informadas le teman al futuro. El Bulletin of the Atomic Scientists —equipo de investigadores que regula el llamado reloj del fin del mundo— vaticinó un futuro sombrío, “pues los científicos siguen observando efectos en cascada [producidos por el calentamiento global] en los complejos ecosistemas de la Tierra”.

      ¿Será el mañana tan sombrío como parece? ¿Está nuestra esperanza de un futuro mejor en manos de los empresarios, políticos, religiosos y científicos? “¿Qué otra opción nos queda? —argumentan algunos—. Solos nos hemos metido en este enredo, y solos tendremos que salir de él.” Otros opinan que el ser humano carece de la capacidad para encontrar una solución y que nuestra única esperanza está en manos de Dios. Si así es, ¿qué garantía tenemos de que el Creador se interesa por nosotros y de que nos librará de nuestras propias manos? El próximo artículo abordará estas cuestiones.

      [Comentario de la página 3]

      ¿Está nuestra esperanza de un futuro mejor en manos de los empresarios, políticos, religiosos y científicos?

  • ¿Pueden los hombres garantizar un futuro feliz?
    ¡Despertad! 2008 | mayo
    • ¿Pueden los hombres garantizar un futuro feliz?

      Acaba de mudarse a una casa nueva, sólida y acogedora. Es el sueño de su vida, y espera disfrutarla mucho tiempo. Sin embargo, al cabo de unos años descubre graves defectos en su estructura y debe demolerla. Se siente abatido; pero no es el único, pues sus vecinos tienen el mismo problema con sus viviendas. Una investigación revela que todo es debido a fallos arquitectónicos y materiales de baja calidad.

      AL IGUAL que la casa del ejemplo, el mundo afronta graves dificultades. Pese a incontables experimentos políticos y sociales y asombrosos adelantos científicos y tecnológicos, la sociedad en sí se desmorona. En muchos países, la delincuencia y el caos están a la orden del día. ¿Logrará la humanidad, en su desesperación, crear una fórmula de gobierno que arregle sus problemas? Lea las conclusiones a las que han llegado personas eminentes que han examinado la historia humana.

      “Lo hemos probado todo”

      En un intento de mejorar el mundo, pensadores como el filósofo griego Platón o el filósofo y político alemán de corte socialista Karl Marx han elaborado numerosas ideologías políticas. ¿Con qué resultados? Un artículo de la revista New Statesman afirma: “No hemos abolido la pobreza ni construido la paz mundial. Al revés, parece que hemos logrado justo lo contrario. No es que no lo hayamos intentado: lo hemos probado todo, desde el comunismo hasta el libre mercado, pasando por la Liga de Naciones y las armas nucleares como fuerza de disuasión. Hemos librado demasiadas ‘guerras para acabar con la guerra’ como para creer que sabemos poner fin a la guerra, y las zonas urbanas deprimidas parecen vivir en una continua blitzkrieg [guerra relámpago]”. El artículo sigue diciendo: “Iniciamos el siglo [XX] pensando entusiasmados que los científicos nos salvarían, y lo hemos terminado desconfiando de cada palabra que pronuncian”.

      En 2001, Eric Hobsbawm, profesor emérito de Historia Económica y Social de la Universidad de Londres, escribió que los sistemas políticos “afrontan una era en la que la acción del hombre en la naturaleza y el planeta se ha convertido en una fuerza de dimensiones geológicas”. Resolver, o mitigar, estos problemas “exigirá medidas que, casi con toda seguridad, no contarán con el respaldo de los votantes ni serán del gusto del consumidor. Se trata de una perspectiva poco halagüeña a largo plazo tanto para la democracia como para el planeta”.

      Ante la certeza de una catástrofe inminente, el célebre astrofísico y escritor Stephen Hawking lanzó esta pregunta: “En un mundo sumido en el caos político, social y medioambiental, ¿cómo podrá la raza humana sobrevivir otros 100 años?”.

      Por qué un fracaso tan estrepitoso

      Solo la Biblia es capaz de explicar por qué el hombre ha fracasado tan estrepitosamente al gobernarse a sí mismo. En primer lugar, hace una evaluación franca de la condición humana. Veamos, por ejemplo, cuatro verdades fundamentales.

      Todos somos imperfectos. “Todos han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios.” (Romanos 3:23.) Tal como los materiales defectuosos contribuyen al deterioro y posterior derrumbe de un edificio, la imperfección heredada del hombre contribuye al deterioro de la sociedad. Algunas de sus manifestaciones son la corrupción, la falta de honradez, la avaricia y el abuso del poder. La realidad es que esto no es nada nuevo, pues hace ya tres mil años un sabio escritor bíblico dijo: “El hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo” (Eclesiastés 8:9).

      Los representantes del poder político y judicial reconocen las debilidades e imperfecciones de los ciudadanos y tratan de contrarrestarlas dictando infinidad de leyes. Pero lo hacen a sabiendas de que el amor al prójimo y la obediencia sincera a la ley no se pueden imponer.

      La muerte nos alcanza. “No cifren su confianza en nobles, ni en el hijo del hombre terrestre, a quien no pertenece salvación alguna. Sale su espíritu, él vuelve a su suelo; en ese día de veras perecen sus pensamientos.” (Salmo 146:3, 4.) Uno de los gobernantes más sabios de la historia, el rey Salomón del antiguo Israel, reconoció lo inútil que podría llegar a ser su arduo trabajo. Escribió: “Yo, yo mismo, odié todo mi duro trabajo en que estaba trabajando duro bajo el sol, que dejaría atrás para el hombre que llegaría a ser después de mí. ¿Y quién hay que sepa si él resultará ser sabio o tonto? Sin embargo, él asumirá el control de todo mi duro trabajo [...]. Esto también es vanidad” (Eclesiastés 2:18, 19).

      No somos capaces de gobernarnos bien. “Al hombre terrestre no le pertenece su camino. No pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso.” (Jeremías 10:23.) Imperfección aparte, la Biblia nos indica que según el propósito original de Dios, los hombres no tenemos el derecho de gobernarnos, por lo que carecemos de la capacidad para hacerlo bien. Por ejemplo, ¿por qué nos molesta la mera idea de que otras personas nos digan lo que tenemos que hacer o nos impongan un código de normas morales o éticas? Porque fuimos creados para que nos dirigiera una autoridad superior, y esa autoridad es Dios (Isaías 33:22; Hechos 4:19; 5:29).

      Estamos influidos por un gobernante invisible. “El mundo entero yace en el poder del inicuo”, el Diablo (1 Juan 5:19). Si la cúpula directiva de una empresa estuviera totalmente corrompida y además fuera intocable, ¿qué podrían hacer los empleados para corregir la situación? Casi nada. Lo mismo sucede a la hora de corregir los problemas causados por los gobernantes invisibles de este mundo, seres espirituales malvados a las órdenes del Diablo. A estos, la Biblia los llama “gobiernos”, “autoridades”, “gobernantes mundiales de esta oscuridad” y “fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales” (Efesios 6:12).

      Sin embargo, la Biblia no solo habla de las debilidades humanas y de la existencia de los gobernantes invisibles de este mundo. Nos proporciona también una base sólida para tener esperanza al darnos la buena noticia de que todos nuestros problemas tendrán una solución definitiva.

      Nuestro Creador al rescate

      Dejados de la mano de Dios, nunca podríamos resolver nuestros problemas. Ni los más inteligentes, poderosos o ricos tienen el poder para cambiar ni una sola de las cuatro verdades que acabamos de mencionar.a Pero como se explica en el siguiente artículo, nuestro Creador no nos ha olvidado ni abandonado. De hecho, como legítimo Soberano de la Tierra, quitará cualquier obstáculo de nuestro camino a la felicidad (1 Juan 4:8). Y lo que es más, lo hará pronto. ¿Por qué estamos tan seguros?

      Como se expuso en el número del mes pasado de esta revista, los sucesos mundiales y las condiciones sociales dejan bien claro que estamos muy adentrados en “los últimos días” de este mundo (2 Timoteo 3:1; Mateo 24:3-7). No, el fin no será el resultado de un holocausto nuclear o la colisión de un asteroide ni cualquier otro cataclismo que aniquile indiscriminadamente tanto a buenos como a malos. Será Dios quien intervenga, y lo hará eliminando a los malvados, entre los que se cuentan quienes insisten en perpetuar la dominación humana (Salmo 37:10; 2 Pedro 3:7). Además, acabará con todo el sufrimiento que han causado sus enemigos (2 Tesalonicenses 1:6-9).b

      Entonces, el Creador zanjará nuestros problemas de gobierno otorgándole total autoridad sobre la Tierra al “reino de Dios” (Lucas 4:43). Como veremos a continuación, este gobierno mundial nos pinta el futuro de otro color.

      [Notas]

      a Vea el artículo “¿Es la filantropía la respuesta?”, de la pág. 19.

      b La pregunta “¿Por qué permite Dios el sufrimiento?” se contesta en la pág. 106 del libro ¿Qué enseña realmente la Biblia?, editado por los testigos de Jehová.

      [Ilustración y recuadro de la página 5]

      “MATERIALES” DEFECTUOSOS DE LA SOCIEDAD

      ◼ Todos somos imperfectos.

      ◼ La muerte nos alcanza.

      ◼ No somos capaces de gobernarnos bien.

      ◼ Estamos influidos por un gobernante invisible.

      [Recuadro de la página 6]

      EL HOMBRE NO ARRUINARÁ LA TIERRA

      La Biblia establece claramente que el propósito del Creador es que la Tierra sea el hogar pacífico y seguro de los seres humanos que le obedezcan. Analice las siguientes citas.

      “Él ha fundado la tierra sobre sus lugares establecidos; no se le hará tambalear hasta tiempo indefinido, ni para siempre.” (Salmo 104:5.)

      “Has fijado sólidamente la tierra, para que siga subsistiendo.” (Salmo 119:90.)

      “Una generación se va, y una generación viene; pero la tierra subsiste aun hasta tiempo indefinido.” (Eclesiastés 1:4.)

      “La tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar.” (Isaías 11:9.)

      “[Jehová es] el Formador de la tierra y el Hacedor de ella, Él, Aquel que la estableció firmemente, que no la creó sencillamente para nada, que la formó aun para ser habitada.” (Isaías 45:18.)

  • Un mundo seguro bajo el gobierno de Dios
    ¡Despertad! 2008 | mayo
    • Un mundo seguro bajo el gobierno de Dios

      PRONTO desaparecerá el temor al futuro, pues Dios tomará las riendas de este planeta e instaurará su propio reino o gobierno. Jesucristo tuvo presente esta magnífica perspectiva cuando enseñó a sus discípulos a orar de esta manera: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra” (Mateo 6:9, 10).

      El Reino de Dios nunca utilizará a los líderes políticos ni cooperará con ellos. Al contrario, eliminará todo vestigio de gobierno humano, como asegura la siguiente profecía de Daniel sobre “los últimos días”, los tiempos en que vivimos (2 Timoteo 3:1). “En los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. [...] Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos.” (Daniel 2:44.) Estas palabras no ofrecen consuelo ni esperanza a quienes prefieren la dominación humana, pero son muy alentadoras para quienes anhelan que Dios ejerza su soberanía mediante su Reino.

      Un futuro maravilloso

      Cuando el Reino de Dios rija toda la Tierra, sus súbditos no estarán divididos por la política, la raza, la religión ni las fronteras, sino que formarán una hermandad mundial unida por las verdades espirituales y el amor (Juan 13:34, 35; 17:3, 17). Así es, bajo el Reino, “el justo brotará” y habrá “abundancia de paz hasta que la luna ya no sea” (Salmo 72:7).

      Además, el Reino de Dios llevará a los humanos obedientes a la perfección tanto del cuerpo como de la mente, y eliminará las enfermedades, el sufrimiento y la muerte (Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4). ¿Cuál será el resultado? Nuestro planeta será un paraíso en toda la extensión de la palabra, con lo que quedará cumplido el propósito original de Dios, expresado en el jardín de Edén (Génesis 1:28).a

      Las únicas buenas nuevas

      Cuando Jesús dio la señal compuesta sobre “la conclusión del sistema de cosas”, incluyó un elemento especialmente notable (Mateo 24:3-7). Dijo: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14).

      Cumpliendo con la voluntad divina, en el año 2007 casi siete millones de testigos de Jehová divulgaron el mensaje del Reino en 236 países y territorios, y dedicaron de buena gana más de 1.400 millones de horas de su tiempo a esta obra. ¿Por qué estamos los Testigos tan convencidos de que se cumplirán las promesas bíblicas? La respuesta es muy sencilla. Como expondrá el siguiente artículo, Dios nunca falta a su palabra (Romanos 3:4).

      [Nota]

      a Véase el artículo “El punto de vista bíblico: ¿Se convertirá la Tierra en un Paraíso?”, de la pág. 10.

      [Comentario de la página 7]

      La Biblia garantiza que habrá “abundancia de paz”

  • Un futuro garantizado
    ¡Despertad! 2008 | mayo
    • Un futuro garantizado

      Usted se halla en una encrucijada. Por una parte se le dice: “Deje su futuro en manos humanas”. Pero por otra se le aconseja: “Confíe en Dios y en su Reino”. ¿Qué escogerá?

      LA DECISIÓN sabia es confiar en Dios, quien promete: “En cuanto al que me escucha, él residirá en seguridad y estará libre del disturbio que se debe al pavor de la calamidad” (Proverbios 1:33). Escuchamos al Creador siguiendo las enseñanzas bíblicas, las cuales sabemos que son confiables (2 Timoteo 3:16). ¿Está bien fundada tal confianza? Claro que sí. Por ejemplo, como ya vimos en el segundo artículo de esta serie, solo la Biblia explica por qué los seres humanos somos incapaces de gobernarnos bien. ¿No es verdad que lo que dicen las Escrituras encaja con la realidad?

      La misma exactitud se refleja en el campo de las profecías. La Biblia predijo las deplorables condiciones que caracterizarían “los últimos días”; y su cumplimiento salta a la vista (Mateo 24:3-7; 2 Timoteo 3:1-5). Hasta predijo que los hombres amenazarían la salud del planeta. Dios ‘causará la ruina de los que están arruinando la tierra’, dice Revelación 11:18.

      Cuando se escribieron estas palabras hace cerca de dos mil años, fenómenos como la contaminación del medio ambiente, el calentamiento global y la extinción masiva de especies eran inconcebibles, pero ahora no. En efecto, Dios no miente. Su Palabra escrita siempre se cumple al pie de la letra (Tito 1:2; Hebreos 6:18).a De hecho, Dios da su nombre como garantía.

      Un nombre confiable

      Tal como la firma da validez a un cheque, el nombre personal de Dios —Jehová— garantiza el cumplimiento de las promesas bíblicas.b “En su santo nombre hemos cifrado nuestra confianza”, cantó un salmista que había experimentado a menudo el amor de Dios (Salmo 33:21; 34:4, 6).

      Asociando el nombre de Dios con su amor paternal, Proverbios 18:10 afirma: “El nombre de Jehová es una torre fuerte. A ella corre el justo, y se le da protección”. Asimismo, Romanos 10:13 garantiza: “Todo el que invoque el nombre de Jehová será salvo”. Eso no quiere decir que el nombre de Dios sea un amuleto que nos proteja del mal. Quien nos salva es Dios mismo; y aquellos que lo invocan, tal como dice el texto, lo hacen porque confían totalmente en él y conocen muy bien su intachable reputación. En Salmo 91:14 leemos: “Porque en mí [Jehová] él ha puesto su cariño, yo también le proveeré escape. Lo protegeré porque ha llegado a conocer mi nombre”.

      Pregúntese: “¿En quién cifro mi confianza: en Dios, o en los hombres?”. Los testigos de Jehová optamos por Dios y su Reino, no por impulso o fe ciega, sino por una fuerte convicción fundada en el conocimiento exacto de la Biblia (Hebreos 11:1; 1 Juan 4:1). Como consecuencia, no tememos al futuro, sino que nos ‘regocijamos en nuestra esperanza’. Lo invitamos a compartir esa misma brillante perspectiva (Romanos 12:12).

      [Notas]

      a Véase el número especial de noviembre de 2007 de esta revista, dedicado especialmente a responder la pregunta “¿Se puede confiar en la Biblia?”.

      b Véase el recuadro “Nombre y garantía a la vez”.

      [Comentario de la página 9]

      Tal como la firma da validez a un cheque, el nombre de Dios garantiza el cumplimiento de las promesas bíblicas

      [Recuadro de la página 9]

      NOMBRE Y GARANTÍA A LA VEZ

      El nombre de Dios, Jehová, no es una simple etiqueta.c Ese nombre tiene un significado: “Él Hace que Llegue a Ser”. En otras palabras, Dios posee el amor, el poder y la sabiduría necesarios para convertirse en lo que estime conveniente a fin de lograr su propósito y cumplir su palabra. Por ejemplo, puede ser Salvador de los justos, Destructor de los malvados, Oidor de la oración o un Padre amoroso: todo lo que él desee.

      “Yo soy el Divino —dice Jehová— [...]; Aquel que declara desde el principio el final [...]; Aquel que dice: ‘Mi propio consejo subsistirá, y todo lo que es mi deleite haré’.” (Isaías 46:9, 10.) Su Palabra escrita siempre se cumple por dos razones: porque él es fiel a sí mismo y porque su nombre, o reputación, está en juego. “Dios no es hombre para que diga mentiras.” (Números 23:19.)

      [Nota]

      c El nombre Jehová es muy distinto de los títulos Todopoderoso, Creador, Dios y Señor. Aparece unas siete mil veces en el texto original de la Santa Biblia. Y Dios mismo se lo puso. En Éxodo 3:15 leemos: “Jehová [...] es mi nombre para siempre” (Reina Valera, 1960).

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