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  • El Holocausto: ¿víctimas, o mártires?
    ¡Despertad! 1989 | 8 de abril
    • [Recuadro en la página 13]

      De “The New York Times”, 14 de mayo de 1985

      Los testigos de Jehová fueron víctimas de Hitler

      Al editor:

      Mi esposa y yo, ambos alemanes, pasamos entre los dos un total de diecisiete años en campos de concentración nazis. Yo estuve en Dachau y Mauthausen, y Gertrud, mi esposa, en Ravensbrück. Estuvimos entre los miles de alemanes no judíos que sufrieron por hacer lo que los criminales nazis no hicieron: éramos objetores de conciencia a la idolatría y el militarismo obligatorios de Hitler. Aunque miles de nosotros sobrevivimos a los campos, muchos perdieron la vida.

      Las cartas recientemente publicadas en las que se hacía mención de los alemanes comunes que sufrieron bajo el régimen nazi de Hitler (la de Sabina Lietzmann, publicada el 25 de abril, y la de Anna E. Reisgies, publicada el 30 de abril) me han impulsado a mencionar a un grupo minoritario al que por lo general se pasa por alto, pero que fue ferozmente perseguido por la Gestapo. Se les conocía como Ernste Bibelforscher (Estudiantes sinceros de la Biblia) o Jehovas Zeugen (testigos de Jehová).

      Tan pronto como Hitler subió al poder, en el año 1933, comenzó a perseguir sistemáticamente a los testigos de Jehová debido a su posición de neutralidad en la política y en la guerra. Como resultado, miles de Testigos alemanes, muchos de los cuales eran amigos míos, no solo se convirtieron en víctimas del Holocausto, sino también en mártires. ¿A qué se debe esta sutil diferencia? A que podíamos haber salido de los campos de concentración en cualquier momento si hubiésemos estado dispuestos a firmar la renuncia a nuestras creencias religiosas.

      Dos breves ejemplos mostrarán la clase de espíritu que ardía en el pecho de algunos alemanes que resistieron a la política de Hitler. Wilhelm Kusserow, joven de veinticinco años de edad procedente de Bad Lippspringe, fue fusilado el 27 de abril de 1940 porque rehusó servir en los ejércitos hitlerianos.

      Dos años más tarde, Wolfgang, hermano de Wilhelm, fue decapitado en la prisión de Brandeburgo por la misma razón. Para entonces, Hitler consideraba que el fusilamiento era una muerte demasiado digna para los objetores de conciencia. Wolfgang tenía veinte años de edad.

      Podría mencionar a cientos de hombres y mujeres alemanes que sufrieron una suerte similar debido a que, en el nombre de Dios, se atrevieron a mantenerse firmes contra la tiranía. La razón por la que no hubo millones de alemanes con principios que hiciesen lo mismo, en lugar de solo unos miles, quizás sea una pregunta que otros deban responder.

      Martin Poetzinger

      Brooklyn, 1 de mayo de 1985

  • El Holocausto: ¿víctimas, o mártires?
    ¡Despertad! 1989 | 8 de abril
    • [Recuadro en la página 13]

      De “The New York Times”, 14 de mayo de 1985

      Los testigos de Jehová fueron víctimas de Hitler

      Al editor:

      Mi esposa y yo, ambos alemanes, pasamos entre los dos un total de diecisiete años en campos de concentración nazis. Yo estuve en Dachau y Mauthausen, y Gertrud, mi esposa, en Ravensbrück. Estuvimos entre los miles de alemanes no judíos que sufrieron por hacer lo que los criminales nazis no hicieron: éramos objetores de conciencia a la idolatría y el militarismo obligatorios de Hitler. Aunque miles de nosotros sobrevivimos a los campos, muchos perdieron la vida.

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