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  • ¿Qué preguntas le haría a Dios?
    La Atalaya 2003 | 1 de mayo
    • ¿Qué preguntas le haría a Dios?

      EN TODO el mundo hay personas que se plantean preguntas importantes en cuanto a la vida. ¿Lo hace usted también? No son pocas las que acuden a maestros religiosos en busca de respuestas, pero los resultados son insatisfactorios. Algunas reflexionan sobre sus interrogantes en privado. Otras oran a Dios pidiéndole su guía. ¿Será posible que él conteste preguntas sobre asuntos que nos desconciertan? Entre las preguntas que muchos dicen que harían a Dios figuran las siguientes.

      ¿Quién eres realmente, Dios?

      En la percepción que los seres humanos tienen de Dios influyen la cultura, la religión de los padres y posiblemente las ideas personales. Algunos utilizan un nombre para referirse a la Deidad; otros simplemente lo llaman Dios. Pero ¿tendrá importancia este asunto? ¿Habrá un solo Dios verdadero que se revele a sí mismo y dé a conocer su nombre a la humanidad?

      ¿Por qué abunda el sufrimiento?

      A algunas personas, su modo de vivir insensato e inmoral les ha afectado la salud o las ha sumido en la pobreza, y por ello quizá se quejen. Sin embargo, saben muy bien por qué están sufriendo.

      No obstante, hay muchos que afrontan graves problemas por los que no son responsables. Algunos padecen enfermedades crónicas. Otros tienen que luchar con situaciones que parecen insuperables a fin de suministrar a su familia un techo y suficiente alimento. Millones de personas son víctimas del delito, la guerra, la violencia indiscriminada, los desastres naturales o la injusticia ocasionada por el abuso del poder.

      Como es lógico, muchos se preguntan: “¿Por qué se han extendido tanto dichas condiciones? ¿Por qué permite Dios todo este sufrimiento?”.

      ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué propósito tiene la vida?

      Estos interrogantes suelen surgir debido a la frustración que invade a quienes no encuentran verdadera satisfacción en sus actividades cotidianas, y son muchos los que se sienten así. Por otro lado, millones de seres humanos creen que Dios ha predestinado la vida de cada individuo. ¿Será verdad? Si él tuviera un propósito especial para nosotros, sin duda querríamos saberlo.

      De todos los libros del mundo, hay uno que indica con claridad que es inspirado por Dios. Tal como esperaríamos de un mensaje divino dirigido a la humanidad, este libro está disponible en muchos más idiomas que cualquier otra obra. Nos referimos a la Santa Biblia. En ella, Dios, el Creador del cielo y la Tierra, se revela a sí mismo y nos manifiesta su nombre. ¿Conoce usted ese nombre? ¿Sabe lo que dice la Biblia sobre la clase de Persona que es Dios? ¿Sabe lo que dice respecto a lo que él espera de usted?

  • Cómo algunos han recibido respuesta
    La Atalaya 2003 | 1 de mayo
    • Cómo algunos han recibido respuesta

      MILLONES de personas ofrecen oraciones. Algunas están convencidas de que son contestadas, mientras que otras se preguntan si habrá alguien que escuche tales oraciones. Por otro lado, hay quienes también buscan respuestas, pero no se les ha ocurrido presentar sus peticiones a Dios.

      La Biblia indica que el Dios verdadero es el “Oidor de la oración” (Salmo 65:2). ¿Está usted seguro de que sus súplicas se dirigen a él y que reúnen los requisitos necesarios para que las conteste?

      Muchas personas de todo el mundo contestarían con un rotundo sí. ¿Cómo han recibido respuesta? ¿Qué aprendieron?

      ¿Quién es Dios?

      Una profesora de Portugal, que había estudiado con curas y monjas y era católica practicante, quedó confundida cuando la Iglesia hizo cambios y abandonó prácticas que, de acuerdo con la formación que había recibido, ella consideraba primordiales. En sus viajes al extranjero conoció algunas religiones orientales, por lo que empezó a preguntarse si habría un solo Dios verdadero y qué tipo de adoración debería escoger. Cuando le planteó preguntas sobre la Biblia a su sacerdote, quedó desilusionada, pues este no les dio mucha importancia.

      En la ciudad de esta profesora, la Iglesia había distribuido un folleto que advertía a los feligreses que no conversaran con los testigos de Jehová. Pero como aún persistían sus preguntas, un día que llegaron a su puerta decidió escucharlos y se interesó en su mensaje. Era la primera vez que hablaba con ellos.

      Para recibir respuesta a sus numerosas preguntas, la señora empezó a estudiar la Biblia con los Testigos. Cada semana les tenía una larga lista. Deseaba saber el nombre de Dios, si hay un solo Dios verdadero, si aprueba el uso de imágenes en la adoración y mucho más. Observó que le respondían basándose siempre en la Biblia y que no expresaban opiniones personales. Para su sorpresa, le encantaba lo que aprendía. Poco a poco logró que le contestaran todos sus interrogantes. Actualmente adora a Jehová con espíritu y verdad, tal como indicó Jesucristo que harían “los verdaderos adoradores” (Juan 4:23).

      Los miembros de una familia de Sri Lanka acostumbraban leer la Biblia juntos, pero tenían muchas preguntas importantes sin contestar, y el sacerdote no podía brindarles la ayuda que necesitaban. Un día, los testigos de Jehová los visitaron y les dejaron publicaciones que explicaban las Escrituras. Más tarde, cuando los Testigos les dieron respuestas satisfactorias, aceptaron un estudio bíblico. Lo que aprendieron les pareció muy interesante.

      No obstante, la instrucción religiosa que había recibido la esposa en su infancia le impedía aceptar que el Padre de Jesucristo es “el único Dios verdadero”, tal como había indicado el propio Jesús (Juan 17:1, 3). Había aprendido de niña que Jesús era igual al Padre y que no se debía cuestionar ese “misterio”. Desesperada, oró de todo corazón a Jehová, dirigiéndose a él por su nombre y pidiéndole que le aclarara quién es Jesús. Luego volvió a examinar con cuidado los pasajes relacionados con el tema (Juan 14:28; 17:21; 1 Corintios 8:5, 6). Sintió como si le hubieran quitado una venda de los ojos, pues entendió claramente que Jehová —el Creador de los cielos y la Tierra y Padre de Jesucristo— es el Dios verdadero (Isaías 42:8; Jeremías 10:10-12).

      ¿Por qué existe el sufrimiento?

      Job sufrió a un grado extremo. Todos sus hijos murieron en una tormenta; se vio sumido en la pobreza; padeció una dolorosa enfermedad, y aguantó la presión de falsos amigos. En medio de todo esto, hizo algunos comentarios precipitados (Job 6:3). Pero Dios tomó en cuenta las circunstancias (Job 35:15). Sabía lo que había en el corazón de su siervo y le dio el consejo necesario. Dios actúa de igual manera con personas de la actualidad.

      Un mozambiqueño llamado Castro contaba 10 años cuando murió su madre. El golpe lo dejó deshecho. “¿Por qué tuvo que morir y abandonarnos?”, preguntaba. A pesar de haber sido criado por padres devotos, estaba muy confundido. ¿Cómo tranquilizaría su mente y corazón? Halló consuelo leyendo una pequeña Biblia en chichewa y comentándola con sus hermanos mayores.

      Poco a poco, Castro comprendió que su madre no había fallecido porque Dios fuera injusto, sino por la imperfección heredada de Adán (Romanos 5:12; 6:23). Su mayor consuelo fue la promesa bíblica de la resurrección, pues le dio motivos para confiar en que volvería a ver a su madre (Juan 5:28, 29; Hechos 24:15). Lamentablemente, su padre murió cuatro años más tarde. Pero entonces Castro ya estaba en mejores condiciones de afrontar la pérdida. En la actualidad, ama a Jehová y es un fiel siervo suyo. El gozo que ha encontrado resulta evidente para todos sus conocidos.

      Muchas personas que han perdido a seres queridos hallan consuelo en las mismas verdades bíblicas que confortaron a Castro. Quienes han sufrido gran dolor por los actos de gente malvada se preguntan, al igual que Job: “¿Por qué siguen viviendo los inicuos mismos[?]” (Job 21:7). Cuando escuchamos las respuestas que Dios da en su Palabra, nos damos cuenta de que su forma de manejar los asuntos nos beneficia (2 Pedro 3:9).

      Aunque Barbara se crió en Estados Unidos y no vivió los horrores de la guerra, creció en un mundo en conflicto. Los informes de las atrocidades bélicas estaban a la orden del día. Además, al cursar sus estudios, descubrió con extrañeza que el desarrollo de algunos sucesos históricos fue aparentemente impredecible. ¿A qué se debió? ¿No le importaba a Dios lo que ocurría? Creía en la existencia de Dios, pero tenía sentimientos encontrados en cuanto a él.

      Sin embargo, su actitud ante la vida cambió gracias a los testigos de Jehová. Los escuchó, estudió la Biblia con ellos y asistió a varias reuniones en el Salón del Reino e incluso a una de sus asambleas grandes. También observó que, cuando les hacía preguntas, no recibía de cada uno una opinión diferente, sino que todos hablaban de acuerdo porque su modo de pensar se basaba en la Biblia.

      Los Testigos le demostraron con las Escrituras que el mundo está bajo la influencia de Satanás el Diablo, su gobernante, y refleja su espíritu (Juan 14:30; 2 Corintios 4:4; Efesios 2:1-3; 1 Juan 5:19). Le explicaron a Barbara que algunos sucesos que la habían perturbado se habían anunciado de antemano en la Biblia (Daniel, capítulos 2, 7 y 8). Dios los ha predicho porque puede prever el futuro cuando opta por hacerlo. Él ha provocado algunos sucesos y simplemente ha permitido otros. Los Testigos le mostraron que la Biblia también predice para nuestros días acontecimientos buenos y malos, y explica su significado (Mateo 24:3-14). Le enseñaron las promesas bíblicas de un nuevo mundo en el que reinará la justicia y el sufrimiento ya no existirá (2 Pedro 3:13; Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4).

      Barbara fue comprendiendo gradualmente que, aunque Jehová Dios no es culpable del sufrimiento humano, no lo impide obligando a la gente a obedecer sus mandamientos cuando esta no desea hacerlo (Deuteronomio 30:19, 20). Él ha dispuesto lo necesario para que vivamos felices por toda la eternidad, y ahora nos permite demostrar si estamos dispuestos a vivir en armonía con sus justos caminos o no (Revelación 14:6, 7). Barbara se resolvió a aprender y cumplir los requisitos divinos. Además, encontró entre los testigos de Jehová el amor que, tal como indicó Jesús, caracteriza a sus seguidores verdaderos (Juan 13:34, 35).

      Usted también puede beneficiarse de las mismas ayudas que ella.

      La vida tiene propósito

      Puede que incluso las personas cuya vida parece ser satisfactoria busquen la respuesta a preguntas que las desconciertan. Por ejemplo, Matthew, un joven de Gran Bretaña, siempre había anhelado encontrar al Dios verdadero y descubrir el propósito de la vida. Cuando contaba 17 años, su padre murió. Posteriormente, consiguió un título universitario en Música. Con el tiempo fue dándose cuenta de lo vano que era su modo de vivir materialista. Abandonó el hogar y se mudó a Londres, donde se introdujo en el mundo de las drogas y los clubes nocturnos, así como en la astrología y el espiritismo, y en filosofías como el budismo zen, todo con la intención de hallar una vida satisfactoria. Desesperado, rogó a Dios que le ayudara a encontrar la verdad.

      Dos días después, Matthew se topó con un viejo amigo, que había estudiado con los testigos de Jehová, y le explicó su situación. Cuando este le mostró lo que dice 2 Timoteo 3:1-5, quedó asombrado de la exactitud con que describe la Biblia el mundo que nos rodea. Y cuando Matthew leyó el Sermón del Monte, le llegó al corazón (Mateo, capítulos 5 a 7). Aunque al principio vaciló en hacerlo porque había leído información que criticaba a los testigos de Jehová, finalmente decidió ir a las reuniones en un Salón del Reino cercano.

      A Matthew le gustó lo que escuchó y empezó a estudiar la Biblia con un superintendente de la congregación. Enseguida comprendió que lo que estaba aprendiendo era lo que buscaba, la respuesta a su oración. Al abandonar las prácticas que desagradan a Jehová, recibió muchas bendiciones. Siguió cultivando el sano temor de Dios, y se sintió impulsado a armonizar su vida con los mandamientos divinos. Se dio cuenta de que vivir de esa manera tiene verdadero sentido (Eclesiastés 12:13).

      No se debió a que estaban predestinados el que Matthew y las demás personas mencionadas en este artículo encontraran un modo de vida satisfactorio. Más bien, aprendieron que Jehová Dios tiene un amoroso propósito para quienes optan por obedecer de buena gana sus mandamientos (Hechos 10:34, 35). Dicho propósito incluye disfrutar por toda la eternidad de un mundo que estará libre de la guerra, la enfermedad, el hambre e incluso la muerte (Isaías 2:4; 25:6-8; 33:24; Juan 3:16). ¿Es eso lo que usted desea? Sí así es, en las reuniones bíblicas que se celebran en el Salón del Reino de los Testigos de Jehová aprenderá más sobre cómo hallar la clave para llevar una vida satisfactoria. Lo invitamos cordialmente a asistir a ellas.

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