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  • El Evangelio según los eruditos
    La Atalaya 1996 | 15 de diciembre
    • El Evangelio según los eruditos

      “¿QUIÉN dicen las muchedumbres que soy?” (Lucas 9:18.) Jesús planteó esta pregunta a sus discípulos hace casi dos milenios. La cuestión era polémica entonces, y parece que ahora incluso lo es más, especialmente cerca de las Navidades, una temporada que se supone tiene por centro la figura de Jesús. Muchas personas creen que Jesús vino del cielo para redimir a la humanidad. ¿Es eso lo que usted cree?

      Algunos eruditos proponen otro enfoque. “La imagen de un Jesús que enseñó que era el Hijo de Dios que iba a morir por los pecados del mundo no es histórica”, alega Marcus J. Borg, profesor de Religión y Cultura.

      Otros eruditos sostienen que el Jesús real fue distinto del personaje bíblico. Hay quienes creen que todos los Evangelios se redactaron cuatro décadas o más después de la muerte de Jesús y que para entonces se había adornado su verdadera identidad. El problema no radicaba en los recuerdos de los evangelistas, aseguran los eruditos, sino en su interpretación. Tras la muerte de Jesús, los discípulos llegaron a verle de manera distinta: como el Hijo de Dios, Salvador y Mesías. Algunos se atreven a afirmar que Jesús no fue más que un sabio vagabundo o un revolucionario. Tal, dicen los eruditos, es la verdad del Evangelio.

      La visión “erudita” de Jesús

      Con el fin de defender su visión “erudita”, los críticos parecen ansiosos por descartar cualquier aspecto de Jesús que parezca sobrenatural. Por ejemplo, algunos dicen que el nacimiento virginal se inventó para encubrir la ilegitimidad de Jesús. Otros rechazan las profecías sobre la destrucción de Jerusalén, e insisten en que se insertaron en los Evangelios después de su “cumplimiento”. Algunos dicen incluso que las curaciones de Jesús fueron puramente psicosomáticas, es decir, que implicaban una acción de la mente sobre el cuerpo. ¿Le parecen tales opiniones razonables, o las ve absurdas?

      Ciertos eruditos incluso afirman que los discípulos de Jesús se inventaron la resurrección para impedir que su movimiento desapareciera. Al fin y al cabo, razonan, los seguidores de Jesús carecían de influencia sin él, de modo que recrearon la figura de su Maestro. Es más, fue el cristianismo, no Cristo, lo que resucitó. Si esto le parece una licencia de la erudición, ¿qué opina de la idea de la teóloga Barbara Thiering de que Jesús ni siquiera fue ejecutado? Ella cree que no murió en el madero, y que se casó dos veces y fue padre de tres hijos.

      Todas estas aseveraciones rebajan a Jesús al único nivel aceptable para muchos eruditos: el de un sabio, un judío marginado, un reformador de la sociedad... cualquier cosa menos el Hijo de Dios que vino “para dar su alma en rescate en cambio por muchos”. (Mateo 20:28.)

      Tal vez, por esta época del año usted haya leído algunos fragmentos de los Evangelios, como el que trata sobre el nacimiento de Jesús en un pesebre. O puede ser que los haya escuchado en la iglesia. ¿Ve usted los relatos evangélicos como valiosos y creíbles? Si es así, fíjese en este vergonzoso caso. Un grupo de eruditos se reúne desde 1985 dos veces al año en un llamado Seminario sobre Jesús, para determinar la autenticidad de sus palabras. ¿Dijo él realmente lo que le atribuye la Biblia? Los asistentes al seminario han votado sobre cada dicho de Jesús con bolitas de colores. Una bolita roja quiere decir que con seguridad Jesús hizo cierta afirmación; si es rosa significa que probablemente la hizo; la bolita gris implica que hay dudas, y la negra indica falsificación.

      Puede que le inquiete saber que ese Seminario sobre Jesús ha declarado que él probablemente no pronunció el 82% de las palabras que se le atribuyen. Solo una cita del Evangelio de Marcos se consideró fidedigna. Se dijo que el Evangelio de Lucas contiene tanta propaganda que es “imposible rastrear el original”. Se calificó con una bolita negra, que denota falsificación, a todo el Evangelio de Juan, salvo tres líneas, a las que se otorgó una bolita gris, que significa duda.

      Más que cuestiones teóricas

      ¿Concuerda usted con los eruditos? ¿Nos ofrecen una representación de Jesús más exacta que la que se encuentra en la Biblia? Estas preguntas van más allá de un mero debate erudito. En esta época del año quizá se le recuerde que, según la Biblia, Dios envió a Jesús “para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna”. (Juan 3:16.)

      Si Jesús no fue más que un sabio vagabundo del que poco podemos saber, no tiene sentido que ‘ejerzamos fe en él’. Por otra parte, si la representación bíblica de Jesús es verdadera, está en juego nuestra salvación eterna. De modo que necesitamos conocer la respuesta a esta pregunta: ¿contiene la Biblia la verdad sobre Jesús?

  • La verdad sobre Jesús
    La Atalaya 1996 | 15 de diciembre
    • La verdad sobre Jesús

      LAS teorías y especulaciones sobre quién fue Jesús y qué realizó parecen no tener fin. Pues bien, ¿qué dice la Biblia misma? ¿Qué nos cuenta sobre Jesucristo?

      Qué dice la Biblia

      Una lectura detenida de la Biblia le permitirá observar estos hechos claves:

      ◻ Jesús es el Hijo unigénito de Dios, el primogénito de toda la creación. (Juan 3:16; Colosenses 1:15.)

      ◻ Hace unos dos milenios, Dios transfirió la vida de Jesús a la matriz de una virgen judía para que naciera como un ser humano. (Mateo 1:18; Juan 1:14.)

      ◻ Jesús fue más que un hombre bueno. Fue desde todo punto de vista un reflejo fiel de la atractiva personalidad de su Padre, Jehová Dios. (Juan 14:9, 10; Hebreos 1:3.)

      ◻ Durante su ministerio terrestre, atendió con cariño las necesidades de los oprimidos. Curó milagrosamente a los enfermos e incluso levantó a muertos. (Mateo 11:4-6; Juan 11:5-45.)

      ◻ Jesús proclamó que el Reino de Dios es la única esperanza para la humanidad angustiada, y preparó a sus discípulos para que continuaran esta predicación. (Mateo 4:17; 10:5-7; 28:19, 20.)

      ◻ El 14 de Nisán (alrededor del 1 de abril) de 33 E.C., se arrestó, juzgó, sentenció y ejecutó a Jesús acusado falsamente de sedición. (Mateo 26:18-20, Mt 26:48–27:50.)

      ◻ La muerte de Jesús sirve de rescate, y libera a la humanidad creyente de su estado pecaminoso, abriendo el camino de la vida eterna a todos los que tengan fe en él. (Romanos 3:23, 24; 1 Juan 2:2.)

      ◻ El 16 de Nisán, Jesús fue resucitado, y poco después ascendió a los cielos para entregar a su Padre el valor del rescate de su vida humana perfecta. (Marcos 16:1-8; Lucas 24:50-53; Hechos 1:6-9.)

      ◻ En su calidad de rey nombrado de Jehová, el resucitado Jesús tiene total autoridad para llevar a cabo el propósito original de Dios para el hombre. (Isaías 9:6, 7; Lucas 1:32, 33.)

      Así, la Biblia presenta a Jesús como la figura clave en la realización de los propósitos de Dios. Ahora bien, ¿cómo podemos estar seguros de que este es el verdadero Jesús, el Jesús histórico, que nació en Belén y caminó por la Tierra hace unos dos mil años?

      Base para tener confianza

      Muchas dudas desaparecerán simplemente leyendo las Escrituras Griegas Cristianas sin prejuicios. Al hacerlo, encontrará que el relato bíblico no es una narración imprecisa de sucesos, como la mitología, sino que en él se hacen constar nombres, momentos específicos y lugares exactos. (Por ejemplo, véase Lucas 3:1, 2.) Además, a los discípulos de Jesús se les presenta con todas sus virtudes y defectos, una franqueza que infunde confianza en el lector. Los escritores no encubrieron los defectos de nadie, ni siquiera los propios, pues tenían la intención de componer un relato fidedigno. Sí, usted verá que la Biblia tiene el sonido de la verdad. (Mateo 14:28-31; 16:21-23; 26:56, 69-75; Marcos 9:33, 34; Gálatas 2:11-14; 2 Pedro 1:16.)

      Pero hay más. Los descubrimientos arqueológicos han confirmado repetidamente el relato bíblico. Por ejemplo, si visita en Jerusalén el Museo de Israel, verá una piedra que tiene una inscripción donde se halla el nombre de Poncio Pilato. Otros descubrimientos arqueológicos confirman que Lisanias y Sergio Paulo, a quienes menciona la Biblia, fueron personajes reales, no creaciones ficticias de los primeros cristianos. Algunos sucesos recogidos en las Escrituras Griegas Cristianas (Nuevo Testamento) encuentran abundante confirmación en alusiones de escritores antiguos, como Juvenal, Tácito, Séneca, Suetonio, Plinio el Joven, Luciano, Celso y el historiador judío Josefo.a

      Miles de personas que vivieron en el siglo primero aceptaron sin reservas los relatos de las Escrituras Griegas Cristianas. Ni siquiera los enemigos del cristianismo negaron la veracidad de las narraciones sobre lo que Jesús había dicho y hecho. En cuanto a la posibilidad de que los discípulos de Jesús adornaran su personalidad tras su muerte, el profesor F. F. Bruce comenta: “Inventar palabras y hechos de Jesús en aquellos primeros años, cuando estaban vivos muchos de Sus discípulos, que podían recordar lo que había ocurrido y lo que no, no hubiera sido en modo alguno tan fácil como algunos escritores piensan. [...] Los discípulos no podían arriesgarse a introducir inexactitudes (mucho menos a manipular deliberadamente los hechos), pues enseguida las sacarían a la luz aquellos a quienes les convenía”.

      Por qué no creen

      Pese a todo, algunos eruditos siguen siendo escépticos. Aunque dan por sentado que el relato bíblico es ficticio, rastrean con ansia escritos apócrifos y los aceptan como fidedignos. ¿Por qué? Obviamente porque la Biblia contiene cosas que muchos intelectuales modernos no quieren creer.

      En su obra Union Bible Companion, editada en 1871, S. Austin Allibone desafió a los escépticos. Escribió: “Pregunte a cualquiera que afirme dudar de la autenticidad de la historia del Evangelio, por qué razón cree que César murió en el Capitolio o que el papa León III coronó emperador de Occidente a Carlomagno en el año 800. [...] Creemos todas las afirmaciones [...] que se hacen sobre estos hombres; y las creemos porque tenemos pruebas históricas de su veracidad [...]. Si tras presentar tales pruebas, alguien continúa negándose a creerlas, lo dejamos por ser rematadamente terco o un ignorante sin remedio. ¿Qué diremos, entonces, de los que afirman que no están convencidos a pesar de la abundante prueba que ahora se presenta de la autenticidad de las Santas Escrituras? [...] No desean creer algo que los humilla, y los obligaría a llevar vidas diferentes”.

      Así es, algunos escépticos tienen motivos ocultos para rechazar las Escrituras Griegas Cristianas. Sus reticencias no tienen nada que ver con la credibilidad de las Escrituras, sino con sus normas. Por ejemplo, Jesús dijo a sus seguidores: “Ellos no son parte del mundo, así como yo no soy parte del mundo”. (Juan 17:14.) Sin embargo, muchos que se dicen cristianos están profundamente implicados en los asuntos políticos de este mundo, hasta en guerras sangrientas. En lugar de adaptarse a las normas de la Biblia, muchas personas preferirían que la Biblia se adaptara a sus propias normas.

      Veamos también la cuestión de la moralidad. Jesús aconsejó con firmeza a la congregación de Tiatira por tolerar la práctica de la fornicación. “Yo soy el que escudriña los riñones y corazones —les dijo—, y a ustedes les daré individualmente según sus hechos.”b (Revelación [Apocalipsis] 2:18-23.) Sin embargo, ¿no es verdad que muchos que se llaman cristianos dejan de lado las normas morales? Rechazan lo que Jesús dijo en lugar de rechazar su propia conducta inmoral.

      Resueltos a no aceptar al Jesús bíblico, los eruditos han creado un Jesús a su manera. Se han hecho culpables de inventar un mito, lo mismo de lo que acusan falsamente a los escritores de los Evangelios. Se quedan con las partes de la vida de Jesús que les interesan, rechazan el resto y añaden unos pocos detalles de su invención. En realidad, su sabio vagabundo o su revolucionario no es el Jesús histórico que alegan buscar; más bien, se trata de un producto de su orgullosa imaginación.

      Cómo encontrar al verdadero Jesús

      Jesús se esforzó por abrir el corazón de los que anhelaban con sinceridad la verdad y la justicia. (Mateo 5:3, 6; 13:10-15.) Tales personas responden a esta invitación de Jesús: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré. Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga es ligera”. (Mateo 11:28-30.)

      Al verdadero Jesús no se le va a encontrar en los libros de los eruditos modernos; tampoco se le hallará en las iglesias de la cristiandad, que se han convertido en caldo de cultivo de las tradiciones de los hombres. Usted puede encontrar al Jesús histórico en su ejemplar de la Biblia. ¿Le gustaría aprender más de él? Los testigos de Jehová estarán encantados de ayudarle.

      [Notas]

      a Si se desea más información, véase el capítulo 5, páginas 55-70, del libro La Biblia... ¿la Palabra de Dios, o palabra del hombre?, editado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.

      b En la Biblia, los riñones a veces representan los pensamientos y emociones más profundos del ser humano.

      [Recuadro de la página 6]

      SIGLOS DE CRÍTICA

      La crítica de las Escrituras Griegas Cristianas se originó hace más de doscientos años, cuando el filósofo alemán Hermann Samuel Reimarus (1694-1768) afirmó: “Estamos justificados para hacer una total distinción entre la enseñanza de los apóstoles en sus escritos y lo que Jesús mismo proclamó y enseñó durante Su propia vida”. Desde Reimarus, a muchos eruditos se les ha enseñado a pensar lo mismo.

      El libro The Real Jesus indica que muchos críticos del pasado no se consideraban a sí mismos apóstatas. Al contrario, “se veían como los cristianos más genuinos por haberse liberado de las ataduras del dogma y la superstición”. La alta crítica, pensaban, era una “forma purificada de cristianismo”.

      Es triste el hecho de que la cristiandad se ha convertido en el caldo de cultivo de las tradiciones humanas. Las doctrinas de la inmortalidad del alma, la Trinidad y el infierno de fuego son solo algunas de las enseñanzas contrarias a la Biblia. Pero los escritores de las Escrituras Griegas Cristianas no fueron responsables de esta corrupción de la verdad. Al contrario, ellos lucharon contra los primeros indicios de enseñanzas falsas a mediados del siglo primero, cuando Pablo escribió que la apostasía ‘ya estaba obrando’ entre los que se decían cristianos. (2 Tesalonicenses 2:3, 7.) Podemos confiar en que el contenido de las Escrituras Griegas Cristianas es una relación de verdades históricas y doctrinales.

      [Recuadro de la página 7]

      ¿CUÁNDO SE ESCRIBIERON LOS EVANGELIOS?

      Muchos críticos del Nuevo Testamento insisten en que los Evangelios se escribieron mucho después de producirse los acontecimientos que narran, y que, por tanto, es casi seguro que contienen inexactitudes.

      Sin embargo, los hechos indican que Mateo, Marcos y Lucas se escribieron en una fecha temprana. Las anotaciones de algunas copias manuscritas de Mateo indican que el original se redactó muy pronto, en el año 41. Lucas probablemente se escribió entre los años 56 y 58, pues el libro de Hechos (seguramente finalizado hacia el año 61) indica que el escritor, Lucas, ya había compuesto su “primer relato”: el Evangelio. (Hechos 1:1.) Se cree que el Evangelio de Marcos se redactó en Roma durante el primer o el segundo encarcelamiento del apóstol Pablo, probablemente entre los años 60 y 65.

      El profesor Craig L. Blomberg concuerda en asignar una fecha más temprana a estos Evangelios. Él observa que aun si incluimos el Evangelio de Juan, compuesto al final del siglo primero, “todavía estamos mucho más cerca de los sucesos originales que en el caso de muchas biografías antiguas. Los dos primeros biógrafos de Alejandro Magno, por ejemplo, Arriano y Plutarco, escribieron más de cuatrocientos años después de la muerte de Alejandro, en 323 a.C., y pese a ello los historiadores generalmente los consideran confiables. Andando el tiempo aparecieron fabulosas leyendas sobre la vida de Alejandro, pero en su mayor parte son de siglos posteriores a estos dos escritores”. Los fragmentos históricos de las Escrituras Griegas Cristianas se merecen, desde luego, al menos el mismo crédito que los relatos históricos seglares.

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