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No se doblegaron ante la persecuciónLa Atalaya 2003 | 1 de marzo
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Fascismo en Hungría
Otro país en el que los testigos de Jehová tuvieron que soportar discriminación durante décadas fue Hungría. Algunos constituyeron el blanco, no de dos dictaduras, sino de tres. Un ejemplo de ello es Ádám Szinger. Ádám nació en Paks (Hungría) en 1922, y recibió una educación protestante. En 1937, unos Estudiantes de la Biblia lo visitaron en su hogar, e inmediatamente le interesó su mensaje. Lo que aprendió de las Escrituras lo convenció de que las enseñanzas de su iglesia no eran bíblicas, así que dejó la Iglesia Protestante y comenzó a participar en el ministerio público junto con los Estudiantes de la Biblia.
El fascismo iba cobrando fuerza en Hungría. En varias ocasiones la policía vio a Ádám predicar de casa en casa y lo detuvo para interrogarlo. Se empezó a presionar cada vez más a los Testigos hasta que, en 1939, se prohibieron sus actividades. En 1942, Ádám fue arrestado, confinado y brutalmente golpeado. ¿Qué lo ayudó, con 19 años, a soportar el sufrimiento y los meses de encierro? “Antes de que me apresaran solía estudiar la Biblia con empeño, lo que me proporcionó un profundo entendimiento de los propósitos de Jehová.” Ádám no pudo bautizarse como testigo de Jehová sino hasta su puesta en libertad. Lo hizo al amparo de la noche en un río cercano a su hogar en agosto de 1942.
De una prisión húngara a un campo de trabajos forzados serbio
Durante la segunda guerra mundial, Hungría se alió con Alemania para luchar contra la Unión Soviética, y en el otoño de 1942, Ádám fue llamado a filas. Él relata: “Les dije que mi conciencia educada por la Biblia no me permitía servir en el ejército y entonces les expliqué mi postura neutral”. Lo sentenciaron a once años de cárcel. Sin embargo, no permaneció mucho tiempo en Hungría.
En 1943 se reunió a unos ciento sesenta testigos de Jehová y se les transportó en barcazas por el Danubio hasta Serbia. Ádám se hallaba entre ellos. Una vez allí, los presos, ahora bajo el control del Tercer Reich, fueron confinados en el campo de trabajos forzados de Bor y obligados a trabajar en una mina de cobre. Alrededor de un año después, se les llevó de regreso a Hungría, donde Ádám salió en libertad en la primavera de 1945, tras la intervención del ejército soviético.
Hungría bajo el dominio comunista
Sin embargo, su libertad no duró mucho. A finales de los años cuarenta, las autoridades comunistas de Hungría limitaron la obra de los testigos de Jehová, igual que los fascistas habían hecho antes de la guerra. En 1952, Ádám, que entonces contaba 29 años y tenía esposa y dos hijos, fue arrestado de nuevo por negarse a realizar el servicio militar. Explicó al tribunal que lo juzgó: “Esta no es la primera vez que rehúso alistarme. Durante la guerra fui encarcelado y deportado a Serbia por la misma razón. Por motivos de conciencia, me niego a servir en el ejército. Soy testigo de Jehová y, por tanto, neutral en asuntos políticos”. Recibió una sentencia de ocho años de cárcel, que posteriormente se redujo a cuatro.
Ádám siguió sufriendo discriminaciones hasta mediados de la década de los setenta, treinta y cinco años después de que los Estudiantes de la Biblia lo visitaran por primera vez. Durante este tiempo, recibió sentencias de seis tribunales por un total de veintitrés años, que cumplió en al menos diez cárceles y campos de trabajos forzados. Soportó persecución bajo tres regímenes totalitarios: el fascista, antes de que Hungría entrara en guerra; el nacionalsocialista alemán mientras estuvo en Serbia, y el comunista, en Hungría durante la Guerra Fría.
Ádám vive todavía en su ciudad natal, Paks, donde sirve a Dios lealmente. ¿Fue por tener ciertas cualidades extraordinarias que pudo vencer tantas dificultades? No; él explica:
“El estudio de la Biblia, la oración y el compañerismo de los hermanos cristianos fueron claves. Pero quisiera destacar otros dos factores. Primero, que Jehová es la Fuente de todo aguante. Mi estrecha relación con él me salvó la vida. Y segundo, que siempre tuve presente el capítulo 12 de Romanos, donde dice: ‘No se venguen’. De modo que nunca abrigué rencor a nadie. En repetidas ocasiones tuve la oportunidad de vengarme de quienes me perseguían, pero no lo hice. No debemos utilizar la fortaleza que Jehová nos da para devolver mal por mal.”
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No se doblegaron ante la persecuciónLa Atalaya 2003 | 1 de marzo
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[Ilustraciones de la página 7]
Ádám Szinger poco antes de ser encarcelado y en la actualidad
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