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‘Defendiendo y estableciendo legalmente las buenas nuevas’Los testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
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Avalancha internacional de demandas
Mucho antes de la I Guerra Mundial, el clero había presionado a las autoridades de diversos lugares para impedir que los Estudiantes de la Biblia distribuyeran publicaciones entre sus feligreses. Sin embargo, después de la guerra la oposición aumentó. En un país tras otro se puso toda suerte de obstáculos jurídicos concebibles a los que trataban de obedecer el mandato profético de Cristo de predicar las buenas nuevas del Reino de Dios como testimonio. (Mat. 24:14.)
Animados por las pruebas del cumplimiento de la profecía bíblica, en 1922 los Estudiantes de la Biblia salieron de la asamblea de Cedar Point (Ohio) resueltos a hacer saber al mundo que los Tiempos de los Gentiles habían expirado y que el Señor había asumido su gran poder y ahora gobernaba como Rey desde los cielos. “Anuncien, anuncien, anuncien al Rey y su reino”, fue su consigna. El mismo año, el clero de Alemania incitó a la policía a arrestar a algunos Estudiantes de la Biblia que estaban distribuyendo publicaciones bíblicas. No se trató de un incidente aislado. Para 1926 había 897 casos pendientes en los tribunales alemanes. Era tal la cantidad de litigios, que ese año la Sociedad Watch Tower vio la necesidad de crear un departamento jurídico en la sucursal de Magdeburgo. Durante 1928, tan solo en Alemania se presentaron 1.660 demandas contra los Estudiantes de la Biblia, y la presión siguió aumentando de año en año. Los clérigos estaban decididos a acabar con su obra, y se alegraban cuando el fallo de un tribunal indicaba que hasta cierto grado estaban teniendo éxito.
Los primeros arrestos de Estudiantes de la Biblia en Estados Unidos por predicar de casa en casa ocurrieron en South Amboy (Nueva Jersey) en 1928. En menos de una década, la cifra anual de arrestos relacionados con su ministerio sobrepasaba los quinientos en ese país. Durante 1936 la cifra ascendió rápidamente hasta llegar a 1.149. A fin de brindar el asesoramiento necesario fue preciso crear también un departamento jurídico en la sede de la Sociedad.
También las autoridades de Rumania opusieron gran resistencia a la intensa predicación que se efectuaba allí. Con frecuencia se arrestaba a los testigos de Jehová que distribuían publicaciones bíblicas y se les golpeaba brutalmente. Entre 1933 y 1939 los Testigos rumanos tuvieron que hacer frente a 530 demandas. No obstante, puesto que la ley garantizaba la libertad, las apelaciones ante el Tribunal Supremo rumano resultaron en muchas sentencias favorables. Cuando la policía empezó a darse cuenta de esto, confiscaba las publicaciones e insultaba a los Testigos, pero evitaba recurrir a las vías judiciales. Cuando finalmente se le permitió a la Sociedad inscribirse como corporación en Rumania, sus adversarios trataron de frustrar el propósito de tal acción mediante una orden del tribunal que prohibía la distribución de las publicaciones de la Watch Tower. La decisión fue anulada por un tribunal superior, pero luego el clero persuadió al ministro de Cultos a tomar medidas que contrarrestaban el fallo del tribunal.
En Italia y Hungría, al igual que en Rumania, la policía confiscó por orden de los gobiernos vigentes la literatura bíblica usada por los Testigos. Lo mismo sucedió en Japón, Corea y Costa de Oro (actualmente Ghana). En Francia se obligó a los testigos de Jehová extranjeros a marcharse del país. Durante muchos años se negó la entrada a los testigos de Jehová en la Unión Soviética para predicar el Reino de Dios.
A medida que la fiebre del nacionalismo se extendía por todo el mundo desde 1933 hasta entrados los años cuarenta, los gobiernos proscribían a los testigos de Jehová en un país tras otro. Miles de Testigos fueron llevados ante los tribunales durante este período por negarse a saludar la bandera según los dictados de su conciencia y por insistir en la neutralidad cristiana. En 1950 se informó que en los quince años anteriores, se habían producido más de diez mil arrestos de testigos de Jehová tan solo en Estados Unidos.
El que en un breve plazo se llevara a más de cuatrocientos Testigos ante los tribunales de Grecia en 1946, no dio principio a las acciones judiciales contra ellos. Ya por años se les había enjuiciado. Además de las condenas a prisión, se les imponían grandes multas que agotaban los recursos económicos de los hermanos. Sin embargo, al examinar su situación dijeron: “El Señor abrió el camino para que la obra de dar testimonio llegara hasta los funcionarios de Grecia, que oyeron del establecimiento del reino de justicia; también los jueces de los tribunales tuvieron la misma oportunidad”. Los testigos de Jehová veían con claridad la cuestión, tal como Jesús dijo que sus seguidores deberían verla. (Luc. 21:12, 13.)
Una batalla aparentemente imposible de ganar
Durante los años cuarenta y cincuenta, la provincia canadiense de Quebec se convirtió en un verdadero campo de batalla. Los arrestos por predicar las buenas nuevas habían comenzado en 1924. Para el invierno de 1931 la policía detenía diariamente a algunos Testigos, en ocasiones hasta dos veces al día. Los gastos incurridos en los juicios de los Testigos del Canadá fueron cuantiosos. Luego, a principios de 1947, el total de casos de Testigos que estaban pendientes en los tribunales de la provincia de Quebec se elevó a 1.300, aunque allí solo había un pequeño grupo de testigos de Jehová.
Esta era una época en que la Iglesia Católica ejercía gran influencia y todo político y juez tenía que contar con ella. En Quebec, el clero por lo general gozaba de alta estima, y la gente estaba presta a obedecer las órdenes de su sacerdote. El libro State and Salvation (El Estado y la salvación), publicado en 1989, describió la situación como sigue: “El cardenal de Quebec contaba con un trono en el salón de sesiones de la Asamblea Legislativa junto a la silla que se reservaba para el vicegobernador. De una manera u otra, gran parte de Quebec estaba bajo el control directo de la Iglesia. [...] En efecto, la misión de la Iglesia era conciliar la vida política con el concepto católico romano de que el catolicismo es la verdad, de que todo lo que no es católico está equivocado y de que la libertad significa libertad para hablar y vivir la verdad católica”.
Desde el punto de vista humano parecía imposible que los Testigos pudieran ganar la batalla, no solo en Quebec, sino en el mundo entero.
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‘Defendiendo y estableciendo legalmente las buenas nuevas’Los testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
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[Fotografía en la página 681]
Maurice Duplessis, primer ministro de Quebec, se arrodilla públicamente ante el cardenal Villeneuve a fines de los años treinta y le pone un anillo en el dedo como prueba de los vínculos estrechos entre la Iglesia y el Estado. En Quebec, la persecución de que fueron objeto los testigos de Jehová fue especialmente intensa
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