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“Sigan sus pasos con sumo cuidado y atención”... ¿cómo?La Atalaya 1986 | 1 de septiembre
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“De genio apacible y humilde de corazón”
Jesús dijo: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré. Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga es ligera”. (Mateo 11:28-30.)
Cuando efectuó milagros, como el expulsar demonios, Jesús no se dio el crédito a sí mismo, más bien, admitió abiertamente que hacía aquellas cosas “por medio del espíritu de Dios”. (Mateo 12:28.) Y aunque podía captar la atención de un auditorio de manera que todos quedaban “atónitos de su modo de enseñar”, no buscó gloria para sí mismo. (Lucas 4:32.) En vez de eso, decía: “Lo que yo enseño no es mío, sino que pertenece al que me ha enviado”. (Juan 7:16.)
Hoy día, los cristianos verdaderos tratan de mostrar la misma humildad. Por ejemplo, al enseñar a otros no atraen la atención a sí mismos. Más bien, están dispuestos a dar rápidamente todo el crédito a Jehová y a su organización por cualquier habilidad que tengan para transmitir el mensaje de la Palabra de Dios. El apóstol Pablo preguntó: “¿Qué tienes tú que no hayas recibido?”. (1 Corintios 4:7.)
La humildad de Jesús también se hizo patente al estar él dispuesto a recorrer miles de kilómetros como predicador itinerante, no en carruaje, sino a pie. En una ocasión él y sus discípulos estaban tan cansados que necesitaban ‘descansar un poco’. Sin embargo, al acercársele una gran multitud deseosa de recibir estímulo espiritual, Jesús se olvidó de su cansancio y “comenzó a enseñarles muchas cosas”. (Marcos 6:31-34.)
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“Sigan sus pasos con sumo cuidado y atención”... ¿cómo?La Atalaya 1986 | 1 de septiembre
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Por ejemplo, Jesús mostró valor cuando denunció la hipocresía y santurronería de los líderes religiosos, aun sabiendo que ellos lo odiaban y que lo matarían. (Mateo 23:1-36; 26:3, 4.) Se mantenía sereno y calmado cuando estaba bajo ataque. (1 Pedro 2:23.) Al enseñar, mostró que comprendía la naturaleza humana y que tenía la habilidad para expresar verdades profundas en lenguaje sencillo.
Pero el don más sobresaliente de Jesús fue el amor. “Nadie tiene mayor amor que éste: que alguien entregue su alma a favor de sus amigos.” (Juan 15:13.) Hasta añadió una nueva dimensión a la palabra amor al decirnos que amáramos a nuestros enemigos. (Mateo 5:43-48.)
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