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Jesús alimenta milagrosamente a milesEl hombre más grande de todos los tiempos
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Subiendo a su barca, quizás cerca de Capernaum, se dirigen a un lugar aislado que evidentemente se halla al este del Jordán y más allá de Betsaida. Sin embargo, muchas personas los ven partir, y otras se enteran de ello. Todas se les adelantan, corren por la ribera y, cuando la barca llega, la gente ya está allí para recibirlos.
Jesús, al bajar de la barca y ver a la gran muchedumbre, se enternece porque la gente es como ovejas sin pastor. Por eso, sana a los enfermos entre los presentes y empieza a enseñarles muchas cosas.
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Un gobernante sobrehumano deseadoEl hombre más grande de todos los tiempos
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Despide a las muchedumbres y hace que sus discípulos entren en la barca y partan de regreso a Capernaum. Entonces se retira a la montaña a orar. Esa noche Jesús está allí completamente solo.
Poco antes del amanecer Jesús mira desde el elevado lugar donde está y observa que un viento fuerte levanta grandes olas en el mar. A la luz de una luna casi llena, puesto que se acerca el tiempo de la Pascua, Jesús ve que sus discípulos luchan por adelantar contra el embate de las olas. Están remando con todas sus fuerzas.
Al ver esto, Jesús desciende de la montaña y empieza a andar hacia la barca sobre las aguas. La barca ha cubierto una distancia de cinco o seis kilómetros (tres o cuatro millas) cuando Jesús la alcanza. Sin embargo, él sigue adelante como si fuera a pasarlos de largo. Cuando los discípulos lo ven, claman: “¡Es un fantasma!”.
Para fortalecerlos, Jesús dice: “Soy yo; no tengan temor”.
Pero Pedro dice: “Señor, si eres tú, mándame venir a ti sobre las aguas”.
“¡Ven!”, contesta Jesús.
Entonces Pedro sale de la barca y anda sobre las aguas hacia Jesús. Pero al mirar a la tempestad de viento le da miedo, y, empezando a hundirse, clama: “¡Señor, sálvame!”.
Inmediatamente Jesús extiende la mano y lo ase, diciendo: “Hombre de poca fe, ¿por qué cediste a la duda?”.
Después que Pedro y Jesús suben a la barca, el viento se detiene, para asombro de los discípulos. Pero ¿deberían haberse asombrado? Si hubieran captado “el significado de los panes” y comprendido el gran milagro que Jesús había ejecutado pocas horas antes cuando alimentó a miles de personas con solo cinco panes y dos pescaditos, entonces no debería haberles parecido tan asombroso el que Jesús pudiera andar sobre el agua y apaciguar el viento. Sin embargo, ahora los discípulos rinden homenaje a Jesús y dicen: “Verdaderamente eres Hijo de Dios”.
Poco tiempo después llegan a Genesaret, una hermosa y fructífera llanura cerca de Capernaum. Allí echan anclas.
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