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Una invitación amorosa a los cansadosLa Atalaya 1995 | 15 de agosto
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Una invitación amorosa a los cansados
“Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré.” (MATEO 11:28.)
1. ¿Qué vio Jesús en Galilea durante su tercera gira de predicación?
HACIA principios del año 32 E.C., Jesús estaba en su tercera gira de predicación por el distrito de Galilea. Viajó por las ciudades y aldeas, “enseñando en sus sinagogas y predicando las buenas nuevas del reino y curando toda suerte de dolencia”. En su gira vio a las muchedumbres y “se compadeció de ellas, porque estaban desolladas y desparramadas como ovejas sin pastor”. (Mateo 9:35, 36.)
2. ¿Cómo ayudó Jesús a las personas?
2 Pero Jesús hizo más que compadecerse de las muchedumbres. Mandó a sus discípulos que oraran “al Amo de la mies”, Jehová Dios, y luego los envió a ayudar a la gente. (Mateo 9:38; 10:1.) Después aseguró a las personas que había una manera de conseguir verdadero alivio y consuelo. Les ofreció la invitación amorosa: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré. Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas”. (Mateo 11:28, 29.)
3. ¿Por qué es atrayente la invitación de Jesús hoy también?
3 Vivimos en un tiempo en que muchas personas se sienten muy agobiadas y cargadas. (Romanos 8:22; 2 Timoteo 3:1.) Algunas tienen que invertir tanto tiempo y energías en simplemente ganarse la vida, que les queda poco lugar para estar con su familia o amigos o para hacer cualquier otra cosa. Muchas personas están agobiadas con enfermedades graves, aflicciones, depresión y otros problemas físicos y emocionales. Algunas intentan encontrar alivio de la presión entregándose a la búsqueda de placeres, al consumo de comida, bebidas e incluso drogas. Tal conducta solo resulta en un círculo vicioso que produce más dificultades y presiones. (Romanos 8:6.) Por ello, la amorosa invitación de Jesús es tan atrayente hoy como lo fue en su día.
4. ¿Qué preguntas debemos contestar para beneficiarnos de la invitación amorosa de Jesús?
4 Ahora bien, ¿a qué estaban sometidas las personas en el tiempo de Jesús para que parecieran estar “desolladas y desparramadas”, por lo que Jesús se compadeció de ellas? ¿Qué cargas tenían, y cómo las ayudó la invitación de Jesús? Las respuestas a estas preguntas nos ayudarán a beneficiarnos de la invitación amorosa de Jesús a los cansados.
Los que “se afanan y están cargados”
5. ¿Por qué fue apropiado que el apóstol Mateo mencionara este suceso del ministerio de Jesús?
5 Es interesante que Mateo es el único que menciona este suceso del ministerio de Jesús. Como había sido recaudador de impuestos, Mateo, llamado también Leví, estaba muy al tanto de una carga en particular que llevaba el pueblo. (Mateo 9:9; Marcos 2:14.) El libro La vida cotidiana en tiempo de Jesús comenta: “El peso de los impuestos que [los judíos] debían hacer efectivo en dinero o en especie, era pesado. Sobre todo porque dos suertes de impuestos se superponían, y ni uno ni otro era ligero: impuestos civiles e impuestos religiosos”.
6. a) ¿Cómo funcionaba el sistema de recaudar impuestos en los días de Jesús? b) ¿Por qué tenían tan mala reputación los recaudadores de impuestos? c) ¿Qué vio Pablo necesario recordar a sus compañeros cristianos?
6 Lo que hacía aún más agobiante la situación era el sistema tributario de aquellos días. Los funcionarios romanos arrendaban a los mejores postores el derecho de recaudar impuestos en las provincias. Estos, a su vez, empleaban a personas de la comunidad local para supervisar a los que recaudaban personalmente los impuestos. Todos los que participaban en este sistema piramidal se sentían con pleno derecho de añadir su propia comisión al impuesto ya fijado. Por ejemplo, Lucas relata que “había un varón que se llamaba por nombre Zaqueo; y era principal recaudador de impuestos, y era rico”. (Lucas 19:2.) Parece que Zaqueo, un “principal recaudador de impuestos”, y las personas que estaban bajo su supervisión, se habían enriquecido a costa del pueblo. El abuso y la corrupción que engendraba este sistema hacía que el pueblo viera a los recaudadores de impuestos al mismo nivel que a los pecadores y las rameras, y es probable que en la mayoría de los casos merecidamente. (Mateo 9:10; 21:31, 32; Marcos 2:15; Lucas 7:34.) Como el pueblo sentía que la carga era casi insoportable, no extraña que el apóstol Pablo viera la necesidad de recordar a sus compañeros cristianos que no se irritaran por el yugo romano, sino que ‘dieran a todos lo que les era debido: al que pidiera impuesto, el impuesto; al que pidiera tributo, el tributo’. (Romanos 13:7a; compárese con Lucas 23:2.)
7. ¿Cómo aumentaban la carga del pueblo las leyes penales de los romanos?
7 Pablo también recordó a los cristianos que rindieran “al que pide temor, dicho temor; al que pide honra, dicha honra”. (Romanos 13:7b.) Se conocía a los romanos por sus leyes penales crueles y severas. Se utilizaban con frecuencia los azotes, los fustigamientos, las condenas de prisión severas y las ejecuciones para mantener al pueblo a raya. (Lucas 23:32, 33; Hechos 22:24, 25.) Incluso se dio a los líderes judíos la autoridad de infligir dicho castigo si lo veían necesario. (Mateo 10:17; Hechos 5:40.) Era un sistema muy represivo, por no decir totalmente opresivo, para todos los que vivían bajo él.
8. ¿Cómo imponían los guías religiosos una carga al pueblo?
8 Sin embargo, peor que los impuestos y las leyes de los romanos era la carga que imponían los guías religiosos a la gente común. Parece que esto era lo que más preocupaba a Jesús cuando dijo que las personas ‘se afanaban y estaban cargadas’. Indicó que en vez de dar esperanza y consuelo a las personas oprimidas, los guías religiosos ‘ataban cargas pesadas y las ponían sobre los hombros de los hombres, pero ellos mismos ni con el dedo querían moverlas’. (Mateo 23:4; Lucas 11:46.) Los Evangelios representan de manera inequívoca a los guías religiosos, sobre todo a los escribas y a los fariseos, como un grupo altivo, cruel e hipócrita. Menospreciaban a la gente común diciendo que eran personas iletradas e inmundas, y despreciaban a los extranjeros que moraban entre ellos. Una obra dice lo siguiente respecto a su actitud: “La ley prohíbe que el hombre sobrecargue a un caballo. ¿Qué puede decirse del hombre que impone la carga de 613 mandamientos sobre ‘la gente de la tierra’, que no ha recibido formación religiosa; y luego, sin prestar ninguna ayuda, la condena llamándola impía?”. Desde luego, la verdadera carga no era la Ley de Moisés, sino la gran cantidad de tradiciones que se imponían al pueblo.
Verdadera causa de dificultades
9. ¿Qué diferencia había entre la condición del pueblo en los días de Jesús y en los días del rey Salomón?
9 En ocasiones, las cargas económicas del pueblo fueron pesadas, por lo que había mucha pobreza. Los israelitas tenían que pagar los impuestos razonables que estipulaba la Ley de Moisés. Luego, durante el reinado de Salomón, el pueblo colaboró en la financiación de obras nacionales muy costosas, como la construcción del templo y otros edificios. (1 Reyes 7:1-8; 9:17-19.) Sin embargo, la Biblia nos dice que los israelitas “comían y bebían y se regocijaban. [...] Y Judá e Israel continuaron morando en seguridad, cada uno debajo de su propia vid y debajo de su propia higuera, desde Dan hasta Beer-seba, todos los días de Salomón”. (1 Reyes 4:20, 25.) ¿A qué se debía la diferencia?
10. ¿A qué se debía la situación de Israel en el siglo I?
10 Mientras la nación permaneció firme en la adoración verdadera, contó con el favor de Jehová y fue bendecida con seguridad y prosperidad pese a los enormes gastos nacionales. Sin embargo, Jehová advirtió a los israelitas que si ‘definitivamente se volvían de seguirlo y no guardaban sus mandamientos’, sufrirían serios reveses. Es más, “Israel verdaderamente [llegaría] a ser un dicho proverbial y escarnio entre todos los pueblos”. (1 Reyes 9:6, 7.) Así resultó ser. Israel llegó a estar bajo dominación extranjera, y el que había sido un glorioso reino fue reducido a un simple territorio colonial. ¡Qué precio tan alto pagó por haber descuidado sus obligaciones espirituales!
11. ¿Por qué pensó Jesús que las personas “estaban desolladas y desparramadas como ovejas sin pastor”?
11 Estos hechos nos ayudan a comprender por qué Jesús pensó que las personas “estaban desolladas y desparramadas”. Eran el pueblo de Jehová, israelitas que en general se esforzaban por vivir en conformidad con las leyes de Dios y adorarlo de manera aceptable. No obstante, no solo los explotaban y oprimían las fuerzas políticas y comerciales, sino también sus propios guías religiosos apóstatas. Eran “como ovejas sin pastor” porque nadie los cuidaba ni defendía. Necesitaban ayuda para hacer frente a las crueles realidades de la vida. ¡Qué oportuna fue la amorosa y tierna invitación de Jesús!
La invitación de Jesús hoy
12. ¿Qué presiones afrontan los siervos de Dios y otras personas sinceras hoy?
12 En muchos sentidos las cosas son similares hoy. Las personas sinceras que intentan vivir honradamente encuentran difícil soportar las presiones y exigencias del corrupto sistema de cosas. Ni siquiera los que estamos dedicados a Jehová somos inmunes a esta realidad. Sabemos que a algunos siervos de Jehová se les hace cada vez más difícil cumplir con todas sus responsabilidades, aunque quieren hacerlo. Se sienten agobiados, cansados, agotados. Algunos incluso sienten que sería un alivio poder abandonarlo todo y huir a un lugar solitario para recobrar la serenidad. ¿Se ha sentido así alguna vez? ¿Conoce a alguien allegado a usted que se sienta de ese modo? No cabe duda de que la conmovedora invitación de Jesús significa mucho para nosotros hoy día.
13. ¿Por qué sabemos que Jesús puede ayudarnos a sentirnos descansados y reconfortados?
13 Antes de su amorosa invitación, Jesús dijo: “Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre, y nadie conoce plenamente al Hijo sino el Padre, ni conoce nadie plenamente al Padre sino el Hijo, y cualquiera a quien el Hijo quiera revelarlo”. (Mateo 11:27.) Esta relación íntima entre Jesús y su Padre nos garantiza que si aceptamos la invitación de Jesús y nos hacemos sus discípulos, podremos entrar en una relación estrecha y personal con Jehová, “el Dios de todo consuelo”. (2 Corintios 1:3; compárese con Juan 14:6.) Además, como ‘todas las cosas le han sido entregadas a él’, solo Jesucristo tiene el poder y la autoridad de aligerar nuestras cargas. ¿Qué cargas? Las que nos imponen los sistemas políticos, comerciales y religiosos corruptos, y la que nos impone nuestro pecado e imperfección heredados. ¡Qué animador y reconfortante es saber esto!
14. ¿De qué afán puede aliviarnos Jesús?
14 Jesús pasó a decir: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré”. (Mateo 11:28.) Jesús no estaba diciendo que no se debía trabajar duro, pues a menudo aconsejó a sus discípulos que se esforzaran vigorosamente en la obra que les había encomendado. (Lucas 13:24.) Pero ‘afanarse’ (“trabajar duramente”, Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español) implica efectuar trabajo prolongado y fatigoso, muchas veces sin ningún resultado que valga la pena. Y estar “cargados” transmite la idea de estar sometido a una carga superior a la normal. Puede asemejarse a la diferencia entre un hombre que cava en busca de un tesoro escondido y otro que cava zanjas en un campo de trabajos forzados. Ambos trabajan duro. Pero uno lo hace con entusiasmo, mientras que para el otro es un trabajo monótono e interminable. La diferencia entre ellos es que uno trabaja con un propósito, y el otro no.
15. a) ¿Qué debemos preguntarnos si sentimos que llevamos una carga pesada sobre los hombros? b) ¿Qué puede decirse de la fuente de nuestras cargas?
15 ¿Siente usted que ‘se afana y está cargado’ y que se exige demasiado de su tiempo y energías? ¿Le parece que está sobrecargado? Si así es, pregúntese: ‘¿Por qué estoy afanándome? ¿Qué clase de carga llevo?’. A este respecto, un comentarista bíblico dijo hace más de ochenta años: “Las cargas de la vida pueden clasificarse en dos tipos: las autoimpuestas y las inevitables: las que se deben a nuestras acciones y las que no”. Agregó: “Si hiciéramos un examen de conciencia riguroso, muchos nos sorprenderíamos al ver que una gran cantidad de nuestras cargas son autoimpuestas”.
16. ¿Qué cargas pudiéramos autoimponernos imprudentemente?
16 ¿Qué cargas pudieran ser autoimpuestas? Vivimos en un mundo materialista, amante de los placeres e inmoral. (2 Timoteo 3:1-5.) Incluso a los cristianos dedicados se nos presiona constantemente para que nos conformemos a las modas y los estilos de vida del mundo. El apóstol Juan escribió acerca del “deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno”. (1 Juan 2:16.) Estas son fuertes influencias que pueden afectarnos fácilmente. Algunos han estado dispuestos a endeudarse mucho con objeto de disfrutar más de los placeres mundanos o para mantener cierto nivel de vida. Luego tienen que pasar una cantidad de tiempo desproporcionada en el trabajo, o conseguir varios empleos para ganar el dinero a fin de pagar las deudas.
17. ¿Qué situación puede hacer que encontremos más difícil llevar la carga, y cómo puede remediarse?
17 Aunque uno puede razonar que no es impropio tener lo que tienen otras personas o hacer lo que ellas hacen, es importante que analice si está aumentando sus cargas innecesariamente. (1 Corintios 10:23.) Como nadie puede llevar más que solo cierto límite de carga, la aceptación de una nueva carga supone la eliminación de otra. En muchos casos, lo primero que se elimina son las cosas esenciales para nuestro bienestar espiritual: el estudio personal de la Biblia, la asistencia a las reuniones y la participación en el ministerio del campo. Esto resulta en que uno se debilite en sentido espiritual y, como consecuencia, encuentre más difícil llevar la carga. Jesucristo advirtió sobre este peligro cuando dijo: “Presten atención a sí mismos para que sus corazones nunca lleguen a estar cargados debido a comer con exceso y beber con exceso, y por las inquietudes de la vida, y de repente esté aquel día sobre ustedes instantáneamente como un lazo”. (Lucas 21:34, 35; Hebreos 12:1.) Es difícil detectar un lazo y escapar de él si estamos cargados y cansados.
Alivio y fortaleza
18. ¿Qué ofrece Jesús a los que van a él?
18 Por ello, Jesús ofreció con amor el remedio: “Vengan a mí, [...] y yo los refrescaré”. (Mateo 11:28.) El verbo ‘refrescar’ de este versículo y el término “refrigerio” del Mt 11 versículo 29 traducen palabras griegas que corresponden al vocablo que utiliza la versión Septuaginta para traducir la palabra hebrea que se refiere al “sábado” o “descanso sabático”. (Éxodo 16:23.) De modo que Jesús no prometió que los que fueran a él ya no tendrían que trabajar, sino que prometió refrescarlos para que pudieran acometer la obra que tenían que efectuar en conformidad con el propósito divino.
19. ¿Cómo ‘va uno a Jesús’?
19 Ahora bien, ¿cómo ‘va uno a Jesús’? Él dijo a sus discípulos: “Si alguien quiere venir en pos de mí, repúdiese a sí mismo y tome su madero de tormento y sígame de continuo”. (Mateo 16:24.) Por tanto, ir a Jesús implica someter nuestra voluntad a la de Dios y a la de Cristo, aceptar cierta carga de responsabilidad y cumplir con ella de continuo. ¿Es esto pedirnos demasiado? ¿Es demasiado alto el precio? Examinemos lo que dijo Jesús después de esta invitación amorosa a los cansados.
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“Mi yugo es suave y mi carga es ligera”La Atalaya 1995 | 15 de agosto
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“Mi yugo es suave y mi carga es ligera”
“Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí.” (MATEO 11:29.)
1, 2. a) ¿Qué cosas le producen refrigerio a usted? b) ¿Qué tenemos que hacer para recibir el refrigerio que prometió Jesús?
¡QUÉ refrescante es ducharse con agua fría al final de un día caluroso y húmedo, o disfrutar de un sueño reparador después de un viaje largo y agotador! Así nos sentimos cuando se nos quita una carga pesada o se nos perdonan los pecados y transgresiones. (Proverbios 25:25; Hechos 3:19.) El refrigerio que producen estas experiencias estimulantes nos infunde nuevo vigor y nos fortalece para seguir adelante.
2 Los que nos sentimos cargados y cansados podemos acudir a Jesús, pues él prometió darnos precisamente eso: refrigerio. Pero a fin de hallar ese refrigerio tan deseable, tenemos que estar dispuestos a hacer algo. “Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí —dijo Jesús—, [...] y hallarán refrigerio para sus almas.” (Mateo 11:29.) ¿Qué es este yugo? ¿Cómo produce refrigerio?
Un yugo suave
3. a) ¿Qué clase de yugos se empleaban en tiempos bíblicos? b) ¿En qué sentido figurado se utiliza la palabra yugo?
3 Jesús y sus oyentes vivían en una sociedad agrícola, por lo que conocían bien lo que era un yugo. Esencialmente, un yugo es una barra larga de madera con dos gamellas en la parte inferior que se apoyan sobre el cuello de dos animales de tiro, generalmente bueyes, para que tiren juntos de un arado, un carro u otra carga. (1 Samuel 6:7.) Los seres humanos también utilizaban yugos. Estos eran barras o palos sencillos que se colocaban sobre los hombros con carga en ambos lados. Los obreros podían transportar cargas pesadas con estos yugos. (Jeremías 27:2; 28:10, 13.) Ya que el yugo está relacionado con cargas y trabajo, la Biblia muchas veces se refiere a él en sentido figurado como símbolo de dominación y control. (Deuteronomio 28:48; 1 Reyes 12:4; Hechos 15:10.)
4. ¿Qué simboliza el yugo que Jesús ofrece a los que van a él?
4 Por lo tanto, ¿cuál es el yugo que Jesús nos invita a tomar a los que acudimos a él en busca de refrigerio? Recordemos que dijo: “Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí”. (Mateo 11:29.) El que aprende es un discípulo. De modo que tomar el yugo de Jesús significa hacernos sus discípulos. (Filipenses 4:3.) Sin embargo, esto exige más que solo conocer sus enseñanzas. Requiere que obremos en armonía con ellas, que hagamos la obra que él hizo y vivamos como él vivió. (1 Corintios 11:1; 1 Pedro 2:21.) Exige que nos sometamos de buena gana a su autoridad y a las personas en quienes él delega autoridad. (Efesios 5:21; Hebreos 13:17.) Significa ser cristianos dedicados y bautizados que aceptan todos los privilegios y responsabilidades que vienen con esa dedicación. Este es el yugo que Jesús ofrece a todos los que van a él en busca de consuelo y refrigerio. ¿Está usted dispuesto a aceptarlo? (Juan 8:31, 32.)
5. ¿Por qué no sería una experiencia severa tomar el yugo de Jesús?
5 ¿No es contradictorio decir que hay que tomar un yugo para hallar refrigerio? En realidad, no lo es, pues Jesús dijo que su yugo es “suave”. Esta palabra significa bueno, placentero, grato. (Mateo 11:30; Lucas 5:39; Romanos 2:4; 1 Pedro 2:3.) Como había sido carpintero, es muy probable que Jesús hubiera hecho arados y yugos, de modo que supiera qué forma dar al yugo para que el animal pudiera realizar el máximo trabajo de la manera más cómoda posible. Tal vez los forrara con tela o cuero. Muchos se fabricaban de esa manera para que no rozaran el cuello excesivamente. De igual modo, el yugo figurativo que Jesús nos ofrece es “suave”. Aunque ser su discípulo implica ciertas obligaciones y responsabilidades, no es una experiencia severa ni opresiva, sino refrescante. Los mandamientos de su Padre Celestial, Jehová, tampoco son gravosos. (Deuteronomio 30:11; 1 Juan 5:3.)
6. ¿Qué quiso decir probablemente Jesús con las palabras: “Tomen sobre sí mi yugo”?
6 Hay algo más que hace que el yugo de Jesús sea “suave” o fácil de llevar. Cuando dijo: “Tomen sobre sí mi yugo”, pudo haber querido decir una de dos cosas. Si se refería al yugo doble, es decir, el que une a dos animales de tiro, entonces es una invitación a ponernos junto con él bajo el mismo yugo. ¡Qué bendición sería tener a Jesús a nuestro lado tirando de nuestra carga con nosotros! Por otro lado, si Jesús tenía presente el yugo que utilizaba el obrero común, entonces nos ofrece el medio para hacer que nuestra carga sea más fácil de llevar y controlar. En cualquier caso, su yugo es una fuente de verdadero refrigerio, pues nos garantiza: “Porque soy de genio apacible y humilde de corazón”.
7, 8. ¿Qué error cometen algunos cuando sienten tensión?
7 ¿Qué debemos hacer, entonces, si sentimos que la carga ocasionada por los problemas de la vida está haciéndose intolerable y la tensión que sentimos está llegando a su límite? Puede que algunos piensen equivocadamente que el yugo de ser discípulo de Jesucristo es muy difícil o exigente, aunque lo que en realidad los agobia son las preocupaciones de la vida diaria. Algunas de estas personas dejan de asistir a las reuniones cristianas o de participar en el ministerio del campo, pues creen que tal vez se sentirán aliviadas. Sin embargo, tal proceder es un error grave.
8 Comprendemos que el yugo que ofrece Jesús es “suave”. Pero podría irritarnos si no nos lo ponemos como es debido. Por ello, debemos examinar con cuidado el yugo que llevamos sobre los hombros. Si por alguna razón se encuentra en mal estado o está mal colocado, llevarlo encima requerirá más esfuerzo y nos causará cierto dolor. En otras palabras, si las actividades teocráticas empiezan a parecernos cargas, debemos examinarnos para ver si las estamos realizando de la manera correcta. ¿Con qué motivo desempeñamos nuestros deberes? ¿Estamos bien preparados cuando vamos a las reuniones? ¿Estamos física y mentalmente preparados cuando salimos al ministerio del campo? ¿Disfrutamos de una relación estrecha y buena con los demás hermanos de la congregación? Y, sobre todo, ¿cómo está nuestra relación personal con Jehová Dios y su Hijo, Jesucristo?
9. ¿Por qué no debe ser una carga insoportable el yugo cristiano?
9 Cuando aceptamos de todo corazón el yugo que ofrece Jesús y aprendemos a llevarlo como es debido, no hay razón para que en ningún momento parezca ser una carga insoportable. De hecho, si podemos imaginarnos la escena —a Jesús bajo el mismo yugo con nosotros—, no es difícil ver quién realmente lleva la mayor parte de la carga. No es muy diferente del pequeño que se apoya en el manillar de su cochecito y piensa que él lo está empujando, cuando, en realidad, es el padre quien lo hace. Como Padre amoroso, Jehová Dios es muy consciente de nuestras limitaciones y flaquezas, y satisface nuestras necesidades mediante Jesucristo. Pablo dijo: “Dios suplirá plenamente toda necesidad de ustedes al alcance de sus riquezas en gloria por medio de Cristo Jesús”. (Filipenses 4:19; compárese con Isaías 65:24.)
10. ¿Cuál ha sido la experiencia de una cristiana que toma en serio su responsabilidad de ser discípula de Cristo?
10 Muchos cristianos dedicados han llegado a comprender esta verdad por experiencia personal. Por ejemplo, tenemos el caso de Jenny, que encuentra que ser precursora auxiliar todos los meses y trabajar de jornada completa en un empleo que le exige mucho le ocasiona demasiada tensión. No obstante, piensa que ser precursora contribuye en realidad a su equilibrio emocional. Ayudar a otras personas a aprender la verdad bíblica y ver los cambios que hacen para conseguir la aprobación divina es lo que da el mayor gozo a su vida ocupada. Concuerda de todo corazón con las palabras del proverbio que dice: “La bendición de Jehová... eso es lo que enriquece, y él no añade dolor con ella”. (Proverbios 10:22.)
Una carga ligera
11, 12. ¿Qué quiso decir Jesús con las palabras: “Mi carga es ligera”?
11 Además de prometer que su yugo es “suave”, Jesús nos asegura: “Mi carga es ligera”. Llevar un yugo “suave” facilita de por sí el trabajo; y si además la carga es ligera, la labor es verdaderamente placentera. Pero ¿qué quiso decir con estas palabras?
12 Veamos lo que hace un agricultor cuando quiere poner a sus animales a hacer otro trabajo; por ejemplo, tirar de un carro en vez de arar. Primero les quita el arado y luego les engancha el carro. Sería absurdo que les sujetara ambas cosas a la vez. De igual manera, Jesús no dijo a las personas que colocaran su carga encima de la que ya llevaban. Dijo a sus discípulos: “Ningún sirviente de casa puede ser esclavo de dos amos”. (Lucas 16:13.) De modo que Jesús dio a las personas una opción. ¿Preferían llevar su propia carga pesada, o se la quitarían de encima y aceptarían la que él ofrecía? Jesús les dio el siguiente incentivo amoroso: “Mi carga es ligera”.
13. ¿Qué carga llevaba el pueblo en los días de Jesús, y cuáles fueron los resultados?
13 En los días de Jesús, el pueblo estaba agobiado por la carga pesada que le imponían los opresivos gobernantes romanos y los formalistas e hipócritas guías religiosos. (Mateo 23:23.) A fin de librarse de la carga de los romanos, algunos judíos intentaron enderezar los asuntos por su propia cuenta. Se involucraron en contiendas políticas, y terminaron mal. (Hechos 5:36, 37.) Otros estaban empeñados en mejorar su situación económica, y se envolvieron de lleno en empresas materialistas. (Mateo 19:21, 22; Lucas 14:18-20.) Cuando Jesús les ofreció alivio invitándolos a hacerse sus discípulos, no todos quisieron aceptarlo. Vacilaron en quitarse de encima la carga que llevaban, aunque era pesada, y tomar la de Jesús. (Lucas 9:59-62.) ¡Qué trágico error!
14. ¿Cómo pueden agobiarnos las inquietudes de la vida y los deseos materiales?
14 Si no nos cuidamos, podemos cometer el mismo error hoy. Ser discípulos de Jesús nos libra de ir tras las mismas metas y compartir los mismos valores que la gente del mundo. Aunque tenemos que trabajar arduamente para conseguir las cosas necesarias, no las convertimos en el centro de nuestra vida. Sin embargo, las inquietudes de la vida y el señuelo de las comodidades materiales pueden ejercer gran influencia sobre nosotros. Si lo permitimos, esos deseos incluso pueden ahogar la verdad que hemos aceptado con entusiasmo. (Mateo 13:22.) Podemos llegar a estar tan preocupados por satisfacer esos deseos que veamos nuestras responsabilidades cristianas como obligaciones tediosas que hay que cumplir para salir de ellas cuanto antes. No podemos esperar ningún refrigerio si servimos a Dios con ese espíritu.
15. ¿Qué advertencia dio Jesús en cuanto a los deseos materiales?
15 Jesús señaló que la satisfacción de la vida proviene de asegurarse de las cosas más importantes, y no de esforzarse por ver realizados todos nuestros deseos. “Dejen de inquietarse respecto a su alma en cuanto a qué comerán o qué beberán, o respecto a su cuerpo en cuanto a qué se pondrán —exhortó—. ¿No significa más el alma que el alimento, y el cuerpo que la ropa?” Luego habló de las aves del cielo y dijo: “No siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; no obstante, su Padre celestial las alimenta”. Refiriéndose a los lirios del campo, dijo: “No se afanan, ni hilan; pero les digo que ni siquiera Salomón en toda su gloria se vistió como uno de estos”. (Mateo 6:25-29.)
16. ¿Qué ha demostrado la experiencia respecto al efecto del materialismo?
16 ¿Podemos aprender algo de estas sencillas lecciones prácticas? Por lo común, cuanto más se esfuerza la persona por mejorar su situación económica, más se involucra en el materialismo y más pesada se hace la carga que lleva sobre los hombros. Muchos empresarios del mundo han alcanzado sus éxitos materiales a costa de la familia, el matrimonio, la salud, etcétera. (Lucas 9:25; 1 Timoteo 6:9, 10.) El premio Nobel Albert Einstein dijo en una ocasión: “Siempre he despreciado las posesiones, el éxito aparente, la publicidad y el lujo. Creo que lo mejor es que uno lleve una vida sencilla y modesta”. Estas palabras nos recuerdan el consejo sencillo que dio el apóstol Pablo: “Es un medio de gran ganancia, esta devoción piadosa junto con autosuficiencia”. (1 Timoteo 6:6.)
17. ¿Qué modo de vivir recomienda la Biblia?
17 Hay un aspecto importante que no debemos pasar por alto. Aunque “una vida sencilla y modesta” tiene muchas ventajas, no basta para dar verdadera satisfacción. Hay muchas personas que llevan una vida sencilla obligadas por las circunstancias, pero no se sienten contentas ni felices. La Biblia no dice que debemos renunciar a las comodidades materiales y vivir como ermitaños. Da énfasis a la devoción piadosa, no a la autosuficiencia. Solo cuando combinamos ambas conseguimos “un medio de gran ganancia”. ¿A qué ganancia se refiere? Más adelante en la misma carta, Pablo dice que los que “cifren su esperanza, no en las riquezas inseguras, sino en Dios”, estarán “atesorando para sí con seguridad un fundamento excelente para el futuro, para que logren asirse firmemente de la vida que realmente lo es”. (1 Timoteo 6:17-19.)
18. a) ¿Cómo podemos encontrar verdadero refrigerio? b) ¿Cómo debemos ver los cambios que tengamos que hacer?
18 Sentiremos refrigerio si aprendemos a quitarnos la carga pesada personal que tal vez llevemos y a tomar la carga ligera que ofrece Jesús. Muchos han reorganizado su vida a fin de participar más de lleno en el servicio del Reino, lo que ha redundado en su felicidad y satisfacción. Desde luego, se requiere fe y valor para hacer estos cambios, y puede que haya obstáculos en el camino. Pero la Biblia nos recuerda: “El que está vigilando el viento no sembrará; y el que está mirando las nubes no segará”. (Eclesiastés 11:4.) Muchas cosas realmente no son tan difíciles cuando nos las proponemos. Parece que lo más difícil es proponérselas. Luchar con la indecisión puede agotarnos. Si fortificamos la mente y aceptamos el reto, quizás nos sorprenda descubrir la gran bendición que resulta ser para nosotros. El salmista instó: “Gusten y vean que Jehová es bueno”. (Salmo 34:8; 1 Pedro 1:13.)
“Refrigerio para sus almas”
19. a) ¿Qué podemos esperar a medida que siguen deteriorándose las condiciones del mundo? b) ¿Qué se nos garantiza mientras estemos bajo el yugo de Jesús?
19 El apóstol Pablo recordó a los discípulos del siglo primero: “Tenemos que entrar en el reino de Dios a través de muchas tribulaciones”. (Hechos 14:22.) Esto aún es cierto hoy día. Las presiones que afrontamos todos los que estamos determinados a llevar una vida de justicia y devoción piadosa van a aumentar, pues las condiciones mundiales siguen deteriorándose. (2 Timoteo 3:12; Revelación 13:16, 17.) No obstante, nos sentimos como Pablo cuando dijo: “Se nos oprime de toda manera, mas no se nos aprieta de tal modo que no podamos movernos; nos hallamos perplejos, pero no absolutamente sin salida; se nos persigue, pero no se nos deja sin ayuda; se nos derriba, pero no se nos destruye”. Es así porque podemos confiar en que Jesucristo nos dará la fuerza que es más de allá de lo normal. (2 Corintios 4:7-9.) Al aceptar de todo corazón el yugo de ser sus discípulos, disfrutaremos del cumplimiento de la promesa de Jesús: “Hallarán refrigerio para sus almas”. (Mateo 11:29.)
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