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  • Los últimos días ¿de qué?
    ¡Despertad! 2008 | abril
    • Los últimos días ¿de qué?

      “ÚLTIMOS DÍAS”, anuncia un cartel en el escaparate de una tienda. Su sentido es claro: o las rebajas están a punto de acabar, o el comercio pronto cerrará sus puertas definitivamente. Pero si alguien dice que “vivimos en los últimos días”, ¿qué significa esto?

      Las expresiones “los últimos días” y “el tiempo del fin” no son nuevas (2 Timoteo 3:1; Daniel 12:4). Hace más de dos mil quinientos años, el profeta Daniel contempló en visiones cómo una sucesión de potencias mundiales se envolverían en una pugna por el poder que duraría hasta “el tiempo del fin”. Además se le dijo que en ese tiempo se aclararía el significado de tales visiones (Daniel 8:17, 19; 11:35, 40; 12:9). Daniel también escribió: “En los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos” (Daniel 2:44).

      Jesucristo aludió a dicho “fin” cuando respondió a una pregunta sobre “la señal de [su] presencia y de la conclusión del sistema de cosas” (Mateo 24:3-42). Es obvio que tanto él como el profeta se referían a un fin absoluto, un cambio drástico que repercutiría en los habitantes de la Tierra de todas las épocas. Daniel profetizó sobre el fin de los gobiernos terrestres, y Jesús, sobre “la conclusión del sistema de cosas”.

      ¿Debería interesarle este asunto? Por supuesto. A la humanidad entera debería interesarle, pues nos concierne a todos. Sin embargo, muchos lo toman a la ligera. La Biblia predijo: “En los últimos días vendrán burlones con su burla, procediendo según sus propios deseos y diciendo: ‘¿Dónde está esa prometida presencia de él? Pues, desde el día en que nuestros antepasados se durmieron en la muerte, todas las cosas continúan exactamente como desde el principio de la creación’” (2 Pedro 3:3, 4). Así es, hay quienes creen que la historia siempre se repite y que la vida tal como la conocemos continuará indefinidamente.

      ¿Hay pruebas de que en realidad vivimos en lo que la Biblia llama los últimos días? Averigüémoslo.

  • Los últimos días: ¿cuándo serían?
    ¡Despertad! 2008 | abril
    • Los últimos días: ¿cuándo serían?

      “DENTRO de poco más de mil millones de años, la Tierra será un desierto ardiente, polvoriento y estéril. Cuesta imaginar que los organismos multicelulares puedan sobrevivir”, informa un número reciente de la revista Sky & Telescope. ¿Por qué dice eso? “Un Sol abrasador pondrá en ebullición los mares y cocerá los continentes”, dice la revista Astronomy, que añade: “Esta visión apocalíptica es más que una verdad incómoda: es nuestro ineludible destino”.

      La Biblia, por el contrario, afirma: “[Dios] ha fundado la tierra sobre sus lugares establecidos; no se le hará tambalear hasta tiempo indefinido, ni para siempre” (Salmo 104:5). No cabe duda, el Creador de la Tierra puede asegurar su existencia. Él “la formó [...] para ser habitada” (Isaías 45:18). Pero no para ser habitada por hombres malvados y moribundos; por ello, ha fijado un tiempo para reinstaurar su gobierno mediante el Reino mencionado en Daniel 2:44.

      Jesús predicó el Reino de Dios. Anunció un tiempo en que se juzgaría a los pueblos y las naciones y predijo una tribulación como la que jamás se habría visto. Dio asimismo una señal compuesta para indicar que el fin del mundo tal como lo conocemos estaría próximo (Mateo 9:35; Marcos 13:19; Lucas 21:7-11; Juan 12:31).

      El que un personaje de la talla de Jesús hablara sobre este asunto ha avivado la imaginación de muchos y les ha hecho preguntarse cuándo ocurrirían estas cosas. Entre quienes han intentado precisar el día del fin valiéndose de las profecías y la cronología bíblica figura el matemático del siglo XVII sir Isaac Newton, descubridor de la ley de la gravitación universal e inventor del cálculo infinitesimal.

      Jesús dijo lo siguiente a sus discípulos: “No les pertenece a ustedes adquirir el conocimiento de los tiempos o sazones que el Padre ha colocado en su propia jurisdicción” (Hechos 1:7). Y cuando expuso los rasgos de “la señal de [su] presencia y de la conclusión del sistema de cosas”, recalcó: “Respecto a aquel día y hora nadie sabe, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino solo el Padre” (Mateo 24:3, 36). Luego, tras comparar la destrucción del mundo impío de Noé con la destrucción que ocurriría durante “la presencia del Hijo del hombre”, exhortó: “Manténganse alerta, pues, porque no saben en qué día viene su Señor” (Mateo 24:39, 42).

      Aun sin revelarnos el instante exacto del fin de este “sistema de cosas”, “la señal” que Jesús dio nos permitiría saber en qué punto estaríamos del período de tiempo denominado “los últimos días” (2 Timoteo 3:1). Sería el momento de ‘mantenerse despiertos’ a fin de ‘escapar de todas las cosas que estarían destinadas a suceder’ (Lucas 21:36).

      Antes de dar la señal propiamente dicha, Jesús advirtió: “Cuidado que no los extravíen; porque muchos vendrán sobre la base de mi nombre, y dirán: ‘Yo soy ese’, y: ‘El debido tiempo se ha acercado’. No vayan en pos de ellos. Además, cuando oigan de guerras y desórdenes, no se aterroricen. Porque estas cosas tienen que suceder primero, pero el fin no sucede inmediatamente” (Lucas 21:8, 9).

      ¿Cuál es la señal?

      Jesús pasó a identificar los rasgos de la señal de los últimos días diciendo: “Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá grandes terremotos, y en un lugar tras otro pestes y escaseces de alimento; y habrá escenas espantosas, y del cielo grandes señales” (Lucas 21:10, 11). También dijo: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14). Lo que Jesús mencionó —guerras, terremotos, pestes, escasez de alimentos— no sería nada nuevo, pues se habría visto desde el principio de la humanidad. Lo que marcaría la diferencia es que todo sucedería en la misma época.

      Pregúntese: “¿En qué momento de la historia han ocurrido todos estos sucesos a la vez?”. Desde 1914 la humanidad ha sido testigo de guerras mundiales devastadoras; de grandes terremotos con trágicas consecuencias, como los tsunamis; de la propagación de enfermedades mortales, como el paludismo, la gripe y el sida; de la muerte de millones de personas por inanición; de un clima mundial de temor debido a amenazas como el terrorismo y las armas de destrucción masiva, así como de la predicación mundial de las buenas nuevas del Reino celestial de Dios realizada por los testigos de Jehová. Todo se ha cumplido tal como Jesús lo predijo.

      Tenga presente también lo que el apóstol Pablo escribió: “Mas sabe esto, que en los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin autodominio, feroces, sin amor del bien, traicioneros, testarudos, hinchados de orgullo, amadores de placeres más bien que amadores de Dios, teniendo una forma de devoción piadosa, pero resultando falsos a su poder” (2 Timoteo 3:1-5). Sí, plagarían la Tierra “tiempos críticos”, caracterizados por la anarquía, la impiedad, la crueldad y la violencia engendrada por el egoísmo.a

      Pero ¿podrían estar aún en el futuro “los últimos días” que preceden al fin? ¿Hay más pruebas que señalen cuándo comenzarían?

      ¿Cuándo comenzaría “el tiempo del fin”?

      Después que Daniel recibió un vislumbre de los sucesos que ocurrirían en el futuro lejano, se le dijo: “Durante aquel tiempo [“el tiempo del fin” mencionado en Daniel 11:40] se pondrá de pie Miguel [Jesucristo], el gran príncipe que está plantado a favor de los hijos de tu pueblo” (Daniel 12:1). ¿Qué haría Miguel?

      El libro de Revelación (Apocalipsis) menciona el tiempo en que Miguel actuaría en su papel de rey. Dice: “Estalló guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron con el dragón, y el dragón y sus ángeles combatieron, pero este no prevaleció, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. De modo que hacia abajo fue arrojado el gran dragón, la serpiente original, el que es llamado Diablo y Satanás, que está extraviando a toda la tierra habitada; fue arrojado abajo a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados abajo con él. A causa de esto, ¡alégrense, cielos, y los que residen en ellos! ¡Ay de la tierra y del mar!, porque el Diablo ha descendido a ustedes, teniendo gran cólera, sabiendo que tiene un corto espacio de tiempo” (Revelación 12:7-9, 12).

      La cronología bíblica muestra que esta batalla —con la que se limpiarían los cielos de la influencia de Satanás y sus demonios— tendría nefastas consecuencias para la Tierra, pues el Diablo estaría furioso de saber que le quedaría muy poco tiempo para gobernar el planeta. Su cólera iría en aumento hasta que llegase el día en que cayera derrotado por completo en la guerra de Armagedón (Revelación 16:14, 16; 19:11, 15; 20:1-3).

      Tras mencionar el resultado final de esta batalla celestial, el apóstol Juan declaró: “Oí una voz fuerte en el cielo decir: ‘¡Ahora han acontecido la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque ha sido arrojado hacia abajo el acusador de nuestros hermanos, que los acusa día y noche delante de nuestro Dios!’” (Revelación 12:10). ¿Se ha dado cuenta de que se trata del anuncio del establecimiento del Reino en manos de Cristo? Así es, este Reino celestial entró en funciones en 1914.b Ahora bien, Salmo 110:2 señala que Jesús gobernaría “en medio de [sus] enemigos” hasta que el Reino ejerciera el dominio en la Tierra como lo hace en el cielo (Mateo 6:10).

      Cabe señalar que el ángel que informó al profeta Daniel de aquellos acontecimientos futuros también le dijo: “En cuanto a ti, oh Daniel, haz secretas las palabras y sella el libro, hasta el tiempo del fin. Muchos discurrirán, y el verdadero conocimiento se hará abundante” (Daniel 12:4). El sentido de estas profecías ya está claro y se está divulgando por todo el mundo, lo que supone otra prueba de que vivimos en “el tiempo del fin”.c

      ¿Cuándo acabarán “los últimos días”?

      La Biblia no menciona exactamente cuánto duran los últimos días. Pero de lo que no cabe duda es de que la situación mundial empeorará cada vez más a medida que se reduzca el tiempo de Satanás. El apóstol Pablo profetizó: “Los hombres inicuos e impostores avanzarán de mal en peor, extraviando y siendo extraviados” (2 Timoteo 3:13). Y hablando de cosas aún por suceder, Jesús aseguró: “Aquellos días serán días de una tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio de la creación que Dios creó hasta aquel tiempo, y no volverá a suceder. De hecho, a menos que Jehová hubiera acortado los días, ninguna carne se salvaría. Mas por causa de los escogidos que él ha escogido ha acortado los días” (Marcos 13:19, 20).

      Algunos acontecimientos todavía futuros son la “gran tribulación” (que incluye la guerra de Armagedón) y el encarcelamiento de Satanás y sus demonios para que no influyan en la humanidad (Mateo 24:21). “Dios, que no puede mentir”, garantiza estas cosas (Tito 1:2). Tanto el Armagedón como el lanzamiento de Satanás en el abismo serán actos de Dios.

      El apóstol Pablo escribió por inspiración lo que precedería a la futura destrucción por parte de Dios. Con relación “a los tiempos y a las sazones”, escribió: “El día de Jehová viene exactamente como ladrón en la noche. Cuando los hombres estén diciendo: ‘¡Paz y seguridad!’, entonces destrucción repentina ha de sobrevenirles instantáneamente, como el dolor de angustia a la mujer encinta; y no escaparán de ninguna manera” (1 Tesalonicenses 5:1-3). Qué origina esta falsa declaración de “paz y seguridad”, no se dice. Solo el tiempo lo revelará; pero lo que sí está claro es que no impedirá la venida del día de juicio de Jehová.d

      El convencimiento de que estas profecías son veraces debería movernos a actuar. ¿De qué manera? Pedro dice: “Puesto que todas estas cosas así han de ser disueltas, ¡qué clase de personas deben ser ustedes en actos santos de conducta y hechos de devoción piadosa, esperando y teniendo muy presente la presencia del día de Jehová [...]!” (2 Pedro 3:11, 12). Aun así, tal vez se pregunte: “¿Cómo me beneficia esto personalmente?”. El próximo artículo responderá la pregunta.

      [Notas]

      a Si desea más datos sobre “los últimos días”, vea ¡Despertad! de abril de 2007, págs. 8-10, así como La Atalaya del 15 de septiembre de 2006, págs. 4-7, y del 1 de octubre de 2005, págs. 4-7; editadas por los testigos de Jehová.

      b Si desea más información sobre la cronología bíblica, vea las págs. 215-218 del libro ¿Qué enseña realmente la Biblia?, editado por los testigos de Jehová.

      c Véanse Prestemos atención a las profecías de Daniel y Anuario de los testigos de Jehová 2008, págs. 31-39, publicaciones editadas por los testigos de Jehová.

      d Véase Apocalipsis... ¡se acerca su magnífica culminación! (impresión de 2006), págs. 250, 251, párrs. 13, 14.

      [Comentario de la página 5]

      JESÚS DIJO QUE SOLO DIOS SABÍA “AQUEL DÍA Y HORA”

      [Ilustración de la página 4]

      Sir Isaac Newton

      [Reconocimiento]

      © A. H. C./age fotostock

      [Ilustraciones de la página 7]

      La señal que dio Jesús ha sido patente desde 1914

      [Reconocimientos]

      © Heidi Bradner/Panos Pictures

      © Paul Smith/Panos Pictures

  • Los últimos días: ¿y después?
    ¡Despertad! 2008 | abril
    • Los últimos días: ¿y después?

      HAY quienes tiemblan ante la sola idea de “los últimos días”, pues todo lo que prevén son dificultades (2 Timoteo 3:1). Entonces, ¿por qué los han anhelado tantas personas a lo largo de la historia? Porque también indican que se avecinan tiempos mejores.

      Sir Isaac Newton, por ejemplo, tenía el convencimiento de que el tiempo del fin culminaría en una nueva era de paz y prosperidad mundial bajo el gobierno milenario del Reino de Dios. Y afirmaba que se cumplirían entonces las profecías de Miqueas 4:3 y de Isaías 2:4: “Tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzarán espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra”.

      Cuando Jesús habló del tiempo del fin, animó a sus discípulos a ser optimistas. Después de mencionar las dificultades, la angustia y el temor que reinarían durante la gran tribulación, los exhortó: “Al comenzar a suceder estas cosas, levántense erguidos y alcen la cabeza, porque su liberación se acerca” (Lucas 21:28). ¿De qué habrían de ser liberados?

      Las promesas divinas

      La guerra, los conflictos civiles, el crimen, la violencia y el hambre son algunas de las plagas de la humanidad que hacen que millones vivan en temor. ¿Le ha alcanzado alguna de ellas? Entonces, vea lo que Dios promete:

      “Solo un poco más de tiempo, y el inicuo ya no será; [...] los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.” (Salmo 37:10, 11.)

      “Mi pueblo tiene que morar en un lugar de habitación pacífico y en residencias de plena confianza y en lugares de descanso sosegados.” (Isaías 32:18.)

      “[Jehová] hace cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra. Quiebra el arco y verdaderamente corta en pedazos la lanza; quema los carruajes en el fuego.” (Salmo 46:9.)

      “Realmente se sentarán, cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá nadie que los haga temblar.” (Miqueas 4:4.)

      “Llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia.” (Salmo 72:16.)

      “En cuanto al que me escucha, él residirá en seguridad y estará libre del disturbio que se debe al pavor de la calamidad.” (Proverbios 1:33.)

      Aun cuando vivamos en una zona donde las condiciones sean relativamente buenas, nadie escapa a la enfermedad y la muerte. También esto desaparecerá en el nuevo mundo de Dios. Por lo tanto, podemos tener la confianza de que volveremos a ver a nuestros seres queridos que han muerto. Note las siguientes promesas:

      “Ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’.” (Isaías 33:24.)

      “[Dios] limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Revelación 21:4.)

      “Como el último enemigo, la muerte ha de ser reducida a nada.” (1 Corintios 15:26.)

      “Viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán [la voz de Jesús] y saldrán.” (Juan 5:28, 29.)

      El apóstol Pedro resumió bellamente lo anterior con estas palabras: “Hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en estos la justicia habrá de morar” (2 Pedro 3:13). Para que haya justicia en la Tierra, será necesario eliminar a cualquiera que atente contra ella. Y lo mismo les ocurrirá a las naciones, que promueven disputas y derramamiento de sangre por buscar egoístamente sus propios intereses. Todos los gobiernos humanos serán sustituidos por el Reino de Dios en manos de Cristo. Con referencia a este reino, se nos asegura: “De la abundancia del regir principesco y de la paz no habrá fin, sobre el trono de David y sobre su reino a fin de establecerlo firmemente y sustentarlo por medio del derecho y por medio de la justicia, desde ahora en adelante y hasta tiempo indefinido. El mismísimo celo de Jehová de los ejércitos hará esto” (Isaías 9:7).

      Usted también puede disfrutar de este futuro, pues la Biblia afirma que “[la voluntad de Dios] es que hombres de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad” (1 Timoteo 2:4). No lo posponga; adquiera el conocimiento que le dará vida eterna (Juan 17:3). Si lo desea, póngase en contacto con los editores de esta revista y solicite un curso bíblico gratuito a domicilio.

      [Ilustraciones de las páginas 8 y 9]

      Usted puede vivir para siempre en paz y gozar de salud perfecta en el futuro Paraíso terrenal

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