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Los últimos días... ¿Qué evidencia hay?¡Despertad! 1988 | 8 de abril
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Los últimos días... ¿Qué evidencia hay?
“Ninguna campana tocaba, y nadie lloraba por mucho que hubiese perdido, pues casi toda persona pensaba que iba a morir. [...] La gente decía con pleno convencimiento: ‘Esto es el fin del mundo’.” (Un cronista italiano que escribió sobre los efectos de la muerte negra en el siglo XIV.)
PERSONAS sinceras de generaciones anteriores han creído equivocadamente que vivían en los últimos días. En el caso mencionado arriba, lo que se consideró como la señal del fin del mundo fue la peste bubónica, que, según algunos cálculos, mató a una tercera parte de la población de Europa. Pero el fin no vino. Todavía no era el tiempo para que Dios interviniese.
De modo que, ¿cómo puede alguien estar seguro de que los testigos de Jehová están en lo cierto al anunciar el fin inminente del actual sistema mundial y el que la gobernación del Reino de Dios afectará a toda la Tierra? Únicamente podrá asegurarse si investiga sus afirmaciones y las compara con las predicciones de la Biblia. ¿Cuáles son, entonces, las profecías específicas que resumen los acontecimientos que señalarían los últimos días?
Guerra, hambre y plagas
Algunos de los principales rasgos de estas profecías se resumen en la famosa visión de los jinetes del Apocalipsis, registrada en Revelación 6:1-8:
“Un caballo de color de fuego; y al que iba sentado sobre él se le concedió quitar de la tierra la paz para que se degollaran unos a otros.” Sírvase notar que el jinete de este caballo quitaría la paz de la Tierra, no simplemente de unas cuantas naciones. Por consiguiente, simboliza un tiempo de guerra y matanzas mundiales. ¿Hemos visto eso durante el siglo XX?
“Un caballo negro; y el que iba sentado sobre él tenía en su mano una balanza.” Este simboliza apropiadamente el hambre, la escasez de alimento y la inanición. ¿Existen estas condiciones en nuestra generación?
“Un caballo pálido; y el que iba sentado sobre él tenía el nombre Muerte. Y el Hades venía siguiéndolo de cerca. Y se les dio autoridad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con una espada larga y con escasez de alimento y con plaga mortífera y por las bestias salvajes de la tierra.” Aquí, la muerte prematura, sea por causa de guerra, hambre, pestes o bestias salvajes, amontona a sus víctimas en la sepultura prematura (el Hades). ¿Acaso no han ido en nuestros tiempos a dicha sepultura prematura decenas de millones de personas?
Junto con estas visiones, tenemos las condiciones que Jesús predijo, algunas de las cuales son: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá en diversos lugares hambre y terremotos. [...] Surgirán muchos falsos profetas, que engañarán a muchos. Y al crecer cada vez más la iniquidad, la caridad de la mayoría se enfriará”. (Biblia de Jerusalén.) También predijo que antes de que viniese el fin se efectuaría una obra de testificación mundial, es decir, de predicación de las “buenas nuevas del reino”.
Además, el apóstol cristiano Pablo describió las reacciones de la gente, y dijo que durante los últimos días “los hombres serán egoístas, amantes del dinero, [...] desobedecerán a sus padres, serán ingratos”. Y añadió: “Buscarán sus propios placeres en vez de buscar a Dios. Aparentarán ser muy religiosos, pero con sus hechos negarán el verdadero poder de la religión”. (Versión Popular.)a
Recordemos que aunque la profecía de Jesús indica que la historia humana llegaría a un clímax en el que todos estos acontecimientos ocurrirían juntos en la misma generación, eso no significa que tuvieran que ser más o de mayor magnitud que en cualquier otra generación anterior, aunque cabría esa posibilidad.
¿Ha visto usted estos acontecimientos y estas condiciones durante nuestro siglo XX, en especial desde 1914? ¿Los ve usted incluso ahora, en 1988? Como recordatorio, repasemos algunos de los acontecimientos más sobresalientes que han afectado y están afectando a la humanidad, y veamos la respuesta a la pregunta: ¿Indican estos que se ha acercado el tiempo para que Dios intervenga mediante su Reino? (Lucas 21:29-33.)
[Nota a pie de página]
a Estas profecías pueden leerse con más detalle en los siguientes capítulos y versículos de la Biblia: Mateo 24; Lucas 21; Marcos 13; 2 Timoteo 3:1-5.
[Fotografía en la página 4]
La inscripción que aparece en la parte inferior de este monumento típico en memoria de la primera guerra mundial dice: “A la perdurable memoria de los gloriosos muertos del municipio de Evesham [Inglaterra], que entregaron la vida por su país en la Gran Guerra”
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Los últimos días... ‘Habrá reinos contra reinos’¡Despertad! 1988 | 8 de abril
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Los últimos días... ‘Habrá reinos contra reinos’
“El conflicto de naciones que tuvo lugar desde 1914 hasta 1918 no fue ningún ‘rumor intrascendente de otra guerra más’. Anunció un nuevo concepto de guerra: la primera guerra total de la experiencia humana. Su duración, intensidad y escala excedieron a todo lo que se había conocido hasta entonces o podía esperarse. Había llegado el día de la guerra global.” (The World in the Crucible [El mundo en el crisol], de Bernadotte E. Schmitt y Harold C. Vedeler.)
LA GUERRA de 1914-1918 fue tan grande en lo tocante a destrucción y pérdida de vidas, que hasta el día de hoy todavía se encuentran en Francia monumentos dedicados a los caídos en La Grande Guerre, la Gran Guerra. El escritor norteamericano Ernest Hemingway la llamó “la carnicería más colosal, asesina y mal dirigida que jamás se ha producido en la Tierra”. La Gran Guerra recibió el nombre de primera guerra mundial cuando el mundo sufrió los horrores de la segunda guerra mundial (1939-1945).
La primera guerra mundial fue distinta de las guerras anteriores en muchos aspectos. Imponentes ejércitos que superaban el millón de hombres se masacraron entre sí en los campos y bosques de la Europa occidental. La ametralladora impuso su dominio al segar largas ringleras de infantería en los campos de batalla. En su libro titulado War, Gwynne Dyer declara: “En dos meses [desde el comienzo de la guerra] murieron más de un millón de hombres. [...] Armas automáticas —artillería de tiro rápido y ametralladoras que disparaban seiscientas balas por minuto— llenaban el aire de una mortal lluvia de plomo”. El tanque, el submarino y el avión cambiaron el modo de pensar y las tácticas. Ahora la muerte caía del cielo y ascendía de las aguas.
El uso de gases venenosos llevó al combate de trincheras hasta el límite del aguante, el sufrimiento y la degradación del hombre. La Gran Guerra también fue distinta en otro aspecto: “Esta fue la primera guerra en la que la cantidad de prisioneros ascendió a millones (8.400.000 en total), y su privación de libertad duró largos años”. (The World in the Crucible.) También fue la primera guerra que afectó a prácticamente toda la población civil, ya sea en la defensa y fabricación de armamento o como víctimas de la invasión y la batalla.
Allá en 1914, los testigos de Jehová vieron en esa terrible guerra el comienzo del cumplimiento de las profecías de Jesús. Pero aún tenía que venir algo peor.
La segunda guerra mundial... un poder destructivo singular
Otra evidencia de que, aun desde un punto de vista humano, estos podrían ser los últimos días es la posibilidad que tiene el hombre de autodestruirse. En su discurso con motivo del Premio Nobel de la Paz, el doctor Bernard Lown dijo: “La segunda guerra mundial introdujo la guerra total, sin principios en los métodos, sin límite en la violencia y sin discriminación en las víctimas. Los hornos de Auschwitz y la incineración atómica de Hiroshima y Nagasaki grabaron un capítulo aún más funesto en la crónica de la brutalidad humana”.
¿Aprendió la humanidad compasión y misericordia de esta espantosa experiencia? Lown siguió diciendo: “La prolongada agonía que dejó tras sí 50 millones de muertos [cantidad casi equivalente a la población total de Gran Bretaña, Francia o Italia] no proveyó una base firme para conseguir un armisticio contra la barbarie. Al contrario, pronto surgieron en los arsenales armas genocidas capaces de destruir el equivalente a muchos miles de segundas guerras mundiales”. (Las cursivas son nuestras.)
Es innegable que hemos visto “nación contra nación y reino contra reino”, y que el jinete del caballo de color de fuego del libro de Revelación ha diseminado el exterminio por toda la Tierra. (Mateo 24:7; Revelación 6:4.) Pero, ¿qué otro significado tendría para nuestros “últimos días” la invención y el desarrollo de armas nucleares? (2 Timoteo 3:1.)
[Recuadro/Fotografía en la página 6]
“El siglo XX ha estado marcado por un nivel cada vez mayor de violencia en comparación con los dos siglos anteriores. [...] El siglo XX ya tiene en su haber 237 guerras, es decir, hostilidades que, según los cálculos, resultaron en mil o más muertes por año.”
“No solo hay más guerras, sino que su destructividad se ha intensificado. Las guerras del siglo XX han matado hasta la fecha a 99 millones de personas, doce veces más que en el siglo XIX, veintidós veces más que en el siglo XVIII. [...] En el siglo pasado hubo dos guerras que causaron más de un millón de muertes cada una; en este siglo ha habido trece guerras de esa envergadura.” (World Military and Social Expenditures 1986 [Gastos militares y sociales del mundo en 1986], de Ruth Leger Sivard.)
[Reconocimiento]
Foto del ejército de EE.UU.
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Los últimos días... Un rasgo distintivo¡Despertad! 1988 | 8 de abril
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Los últimos días... Un rasgo distintivo
“La observación de Oppenheimer [físico que cooperó en el desarrollo de la bomba atómica] de que la historia cambió su curso en 1945 era acertada. Ninguna otra guerra importante podrá lucharse al estilo de la segunda guerra mundial.” (Weapons and Hope [Armas y esperanza], de Freeman Dyson.)
EL USO de la bomba atómica en 1945 cambió el mundo. Señaló otro punto de viraje en la historia de la guerra. Así lo vio uno de los inventores de la bomba, Robert Oppenheimer. Cuando se llevó a cabo la explosión de prueba en Nuevo México, Oppenheimer citó unas palabras del texto sagrado hindú Bhagavad Gita: “Me he convertido en la muerte, el destructor de mundos”. Oppenheimer también declaró: “Los pueblos de este mundo tienen que unirse; de lo contrario, perecerán”.
En 1949 un comité consultivo de científicos para la Comisión de Energía Atómica Estadounidense, entre quienes estaba Oppenheimer, previno contra el desarrollo de la bomba de hidrógeno, una bomba mucho más mortífera. Su informe decía: “Esta es una superarma, de una categoría totalmente distinta a la de la bomba atómica”. La razón era que el poder destructor de la bomba de hidrógeno podía multiplicarse mediante añadir una materia fusionable muy económica: el deuterio. En cuestión de cuatro años, la bomba atómica se había convertido en un simple juguete.
Enrico Fermi e Isidor Rabi, también miembros de aquel comité consultivo, pronunciaron una advertencia todavía mucho más fuerte: “El hecho de que la destructividad de esta arma no conozca límites hace que su mera existencia y el conocimiento de su construcción sean un peligro para toda la humanidad. Desde todos los ángulos es forzosamente perniciosa”. (Las cursivas son nuestras.) Sabían que ahora el hombre podría autodestruirse. Su advertencia en contra del desarrollo de la bomba de hidrógeno fue pasada por alto.
‘Profecías del fin del mundo con base científica’
El increíble poder de destrucción que el hombre tiene en la actualidad se ejemplifica en un hecho citado por el doctor Lown, copresidente de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear: “La potencia del armamento de un solo submarino moderno es aproximadamente ocho veces mayor que la de todas las armas usadas durante la segunda guerra mundial, suficiente como para destruir toda ciudad importante del hemisferio Norte”. Sírvase notar que se trata del potencial destructivo de un solo submarino. Las grandes potencias tienen docenas de submarinos y buques de guerra provistos de armas nucleares. Si se suman a estas las armas de tierra y de aire, constituyen un total de más de 50.000 ojivas nucleares.
¿En qué época anterior de la historia ha tenido el hombre en sus manos ese impresionante y espantoso poder? El doctor Lown confiesa que todo período histórico ha tenido profetas cuyas advertencias no han sido escuchadas. ¿Cuál es la diferencia ahora? Él explica: “Nuestra era es la primera en la que las profecías del fin del mundo se derivan de una investigación científica objetiva”. Dice que si alguna vez hubiese una conflagración nuclear, “es pura arrogancia suponer que habría supervivientes humanos después de semejante catástrofe provocada por el hombre”.
Aumenta la “angustia de naciones”
En 1945 el hombre dejó salir de su lámpara mágica del conocimiento científico al genio malo de la guerra nuclear, y ya no tiene manera de volver a meterlo dentro jamás. El hombre puede destruir sus armas nucleares, pero, ¿cómo anulará el conocimiento que puede permitirle fabricarlas de nuevo en cualquier momento? Por consiguiente, lo que sucedió en Hiroshima y Nagasaki, aunado al desarrollo de armas supernucleares, ha aumentado desde 1945 la posibilidad de que se produzcan “grandes señales” del cielo y “escenas espantosas” para ‘angustia de naciones que no conocen la salida’. (Lucas 21:11, 25.)
La angustia de naciones también se ha visto aumentada por nuestra capacidad de comunicación instantánea. Solo ha sido en este siglo XX cuando, debido a los modernos sistemas de comunicación (radio, televisión, ordenadores, satélites), la humanidad ha podido enterarse instantáneamente de guerras y desastres, propagándose así el temor y la angustia de naciones de una manera que nunca antes había sido posible. El mundo no solo se entera de esos sucesos, sino que, además, mediante la televisión puede contemplar las guerras y el derramamiento de sangre ¡en directo!
Las huellas de la guerra
En este año de 1988, millones de familias por todo el mundo han experimentado parte de la prueba de que estamos en los últimos días. ¿Cómo? Han perdido a uno o más seres queridos en las dos guerras mundiales o en uno de los demás conflictos importantes (Corea, Vietnam, Irak-Irán, Líbano, etc.) que han diezmado a la humanidad. Es posible que su familia sea una de las que puede recordar que ha perdido al padre, abuelo, tío, hermano o esposo. También ha habido millones de madres, abuelas, tías, hermanas y esposas que murieron en las guerras y en el Holocausto europeo.
Además, durante nuestra generación los ejércitos han hecho estragos por toda Europa y el Lejano Oriente, violando y saqueando las poblaciones civiles. Por consiguiente, los supervivientes, en especial las mujeres, llevan marcadas hasta hoy las huellas del maltrato que sufrieron. ¿Se había hundido el hombre alguna vez antes en una degradación y brutalidad a tan gran escala?
No hay duda de que el caballo apocalíptico de color de fuego, que simboliza la guerra y el degüello, y el caballo pálido de la muerte han estado pisoteando toda la Tierra desde 1914 de una manera sin precedente. (Revelación 6:4.)
Pero, ¿qué puede decirse del “caballo negro”, símbolo del hambre? (Revelación 6:5.) ¿Ha arremetido contra nuestra generación?
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Los últimos días... Hambre, plagas, contaminación... y predicación del Reino¡Despertad! 1988 | 8 de abril
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Los últimos días... Hambre, plagas, contaminación... y predicación del Reino
“El hambre se presenta de otra forma. Es el hambre que día a día sufren más de 700 millones de personas. [...] Esta hambre, en gran parte invisible, mata cada año entre 18 y 20 millones de personas... más de dos veces la cantidad que murió anualmente durante la segunda guerra mundial.” (World Hunger—Twelve Myths [El hambre en el mundo: Doce mitos], de Frances Moore Lappé y Joseph Collins.)
TAL como Jesús predijo, nuestra generación también ha tenido su porción de hambres y escaseces de alimentos, pero, en algunos casos, con menos justificación que las generaciones anteriores. ¿Por qué decimos esto? Porque la tecnología y los medios de comunicación y transporte modernos habrían tenido que convertir el hambre en una cosa del pasado. Sin embargo, los terratenientes y los políticos se han aprovechado de la gente, sin importar el sufrimiento que ello haya significado para los pobres y los que no tienen tierras.
El hambre continúa angustiando a África. Recientemente, en septiembre de 1987, se dio la advertencia de que Etiopía estaba siendo asediada de nuevo a medida que “el hambre volvía a propagarse con rapidez en ese empobrecido país africano”, informó The New York Times. El anterior director de la campaña contra el hambre declaró: “Parece que ahora hay unos cinco millones de personas afectadas por el hambre, y no sabemos cuán grave puede ponerse la situación”.
Al mismo tiempo, informes procedentes del vasto subcontinente indio pintan otro cuadro siniestro causado por la sequía. El ministro de Agricultura de esa nación dijo: “Aproximadamente el sesenta por ciento de la población total de nuestra nación será afectado por esta sequía”. Añadió que “esta cifra era mucho más elevada que los cálculos anteriores, y significaba que de los 780 millones de habitantes, se verían afectados unos 470 millones”. ¿Podemos realmente comprender esas cifras y el impacto que significan para la familia humana?
Añadamos al constante ciclo de hambres, inundaciones y sequías el hambre que produjeron las dos guerras mundiales y su secuela. Como informó un escritor sobre la situación existente en 1945-1946, “como consecuencia de la guerra, hubo una escasez de alimento mundial, y la situación que reinaba en Europa [...] era catastrófica. Pronto habría una terrible hambre en partes de Rusia y Rumania, y miles de personas morirían de inanición en Grecia. Hasta en Gran Bretaña se iba a racionar el pan por primera vez en la historia de la nación”.
Sí, el caballo negro del hambre, con su jinete ondeando unas balanzas, ha galopado por las naciones y todavía sigue hollando a la humanidad. (Revelación 6:5, 6.)
Pestes y plagas
Jesús profetizó que una parte de la señal de los últimos días serían las “pestes”. (Lucas 21:11.) ¿Ha experimentado nuestro siglo XX un aumento de pestes y plagas? Empezando con la gripe española, que atacó al final de la primera guerra mundial y se llevó unos 20 millones de vidas, la humanidad, al igual que en generaciones anteriores, ha padecido enfermedades. Pero hasta con los adelantos que se han visto en el campo de la ciencia y la medicina durante estos últimos días, las enfermedades y la muerte todavía siegan todos los años millones de víctimas.
En el acaudalado mundo occidental, oímos constantes llamamientos para recaudar fondos a fin de remediar el cáncer, las enfermedades del corazón y el SIDA. Es cierto que todos los años cientos de miles de personas mueren de estas y otras enfermedades. Sin embargo, hay enfermedades que están barriendo anualmente a millones de personas en África, Asia y Latinoamérica.
En su libro Mirage of Health (El espejismo de la salud), René Dubos escribió: “El paludismo, otras infecciones protozoarias e infestaciones de lombrices son la fuente del sufrimiento fisiológico y económico que existe en la mayoría de las zonas menos privilegiadas”. Como consecuencia, “anualmente millones y millones de seres humanos de Asia, África y Latinoamérica sufren y mueren de anquilostomiasis, tripanosomiasis africana o paludismo”. El sufrimiento causado por estas enfermedades no se mide solo por la cantidad de personas que mueren como resultado de ellas. Dubos dice: “Las enfermedades microbianas no han sido conquistadas”.
Dubos continúa diciendo: “En contraste, el egoísmo [del hombre blanco] le hace dotar de encanto científico a cualquier descubrimiento relacionado con su propio bienestar”. De ahí el énfasis que reciben el cáncer y las enfermedades del corazón en el mundo occidental. Y no hay que olvidar las enfermedades de transmisión sexual. Una revista médica declara que, tan solo en Estados Unidos, todos los años hay aproximadamente tres millones de nuevos casos de gonorrea.
No obstante, sea que examinemos el mundo desarrollado o el subdesarrollado, vemos evidencia del cabalgar del ‘caballo pálido’ que simboliza ‘la muerte y la plaga mortífera’, el cuarto caballo del Apocalipsis. (Revelación 6:8.)
Se arruina la Tierra
Por medio de la contaminación, la explotación, la negligencia y la deforestación, el hombre ya está arruinando y destruyendo a escala mundial el delicado equilibrio de la naturaleza que existe en su propia y delgada biosfera.
La lluvia o precipitaciones ácidas, causadas al mezclarse la lluvia y la nieve con productos de escape (azufre y óxidos de nitrógeno) producidos por la combustión del carbón y el petróleo en las centrales de energía, están afectando los lagos y las selvas del hemisferio Norte. Según comentan los escritores del libro Earth, “un resultado de la precipitación ácida ha sido el que muchos lagos y lugares como Nueva Inglaterra y Escandinavia hayan pasado de ecosistemas bióticamente ricos y productivos a masas de agua empobrecidas y, algunas veces, prácticamente muertas. Por ejemplo: han muerto todos los peces en cientos de lagos de la región de Adirondacks, y casi 50.000 lagos canadienses están amenazados con un destino similar”.
Tocante a los bosques, muchos se han visto afectados por la “muerte forestal”. “Se han observado síntomas de ‘muerte forestal’ en Europa oriental, la URSS, Italia, España, Canadá, Gran Bretaña y la parte alta del medio oeste de Estados Unidos.” Los mismos escritores continúan diciendo: “En cierto sentido, la humanidad está llevando a cabo un experimento gigantesco: está envenenando gran parte de un hemisferio (y probablemente parte del otro) y aguardando los resultados”.
La presión que se ejerce sobre la biosfera se ve agravada por otro factor inexorable: la población del mundo ha sobrepasado recientemente la cifra de 5.000 millones. Los biólogos Anne y Paul Ehrlich dicen: “Prácticamente todas las formas de vida de la Tierra están sufriendo como consecuencia de la propagación del Homo sapiens”. El hombre se propaga y explota lo que encuentra a su paso. Las generaciones futuras tendrán que cuidar de sí mismas.
Los ríos, los mares y los océanos están siendo contaminados por la falta de escrúpulos con la que el hombre abusa de estos recursos. En los océanos se vierten aguas residuales, basura y contaminantes químicos como si se tratasen de un cubo de basura, un accesorio superfluo de la vida en la Tierra.
Por lo tanto, esta es la primera generación de la historia humana que ha sido capaz de arruinar literalmente la Tierra. Ahora, por primera vez, puede cumplirse la profecía de Revelación 11:18, que dice que Dios ‘causará la ruina de los que están arruinando la Tierra’. Eso tiene que ocurrir en la parte culminante del “tiempo del fin”. (Daniel 12:4.)
Una singular obra de advertencia
Todavía hay otra faceta de la profecía de Jesús que se está cumpliendo de manera sobresaliente. Predijo que antes de que viniese el fin, se llevaría a cabo en todas las naciones una gran obra de predicación, de testificación. (Mateo 24:14; Marcos 13:10.) Y esta se efectuaría durante la vida de la generación de 1914. Esto únicamente ha sido posible en el siglo XX, cuando los adelantos modernos en el campo del transporte, la comunicación, la informática y la impresión han permitido que los testigos de Jehová extendieran su vasta obra educativa a unos 200 idiomas por toda la Tierra.
Ahora los Testigos imprimen la revista La Atalaya en 103 idiomas. Además, se distribuyen más de 13 millones de ejemplares de cada número. La revista que usted está leyendo se publica en 54 idiomas, y se imprimen más de 11 millones de cada número. Casi tres millones y medio de Testigos están anunciando regularmente las buenas nuevas del gobierno del Reino de Dios en el ministerio que efectúan en 210 países.
Esta obra singular se está llevando a cabo a pesar de la persecución mundial que Jesús también predijo para sus seguidores verdaderos. Efectivamente, la propia actividad y supervivencia de los testigos de Jehová a una escala mundial son prueba viviente de que estamos en los últimos días. (Marcos 13:9, 10.)
Se acerca el clímax
De modo que en el cumplimiento moderno de la profecía de Jesús, todos estos acontecimientos forman una señal compuesta de la presencia invisible de Jesús y de los últimos días, o “la conclusión del sistema de cosas”. (Mateo 24:3.) (Véase el recuadro de la página 11.) Se unen como las piezas de un rompecabezas y forman un cuadro completo que dice: “Estos son los últimos días para este sistema de cosas”. (Véase también 2 Timoteo 3:1-5, 12, 13.)
Aunque muchas de las condiciones que Jesús predijo también han existido individualmente en generaciones pasadas, nunca antes se han presentado todas juntas en la misma generación. Como hemos visto, algunas jamás han ocurrido en ninguna otra generación anterior, ni podían haber ocurrido. Otras todavía tienen que ver su cumplimiento completo antes de que termine esta generación. Y hay otros acontecimientos que los testigos de Jehová esperan ahora con gran interés. Son el preludio del gobierno del Reino de Dios por toda la Tierra. De modo que la pregunta que surge es: ¿Qué viene a continuación?
[Fotografías en la página 10]
El hambre afecta a grandes secciones del globo
[Reconocimiento]
Foto FAO
El hombre está contaminando la biosfera, que comparte con todas las demás formas de vida
Millones de personas se ven afectadas por diversas enfermedades
Se está efectuando una singular obra de advertencia por todo el mundo en unos doscientos idiomas
[Recuadro en la página 11]
Respuestas a las preguntas de la página 7a
1. Mateo 24:7—Dos guerras mundiales (1914-1918; 1939-1945), la guerra civil española (1936-1939), la guerra de Corea, la guerra de Vietnam, el conflicto Irak-Irán, las guerras del Oriente Medio y otras.
2. Mateo 24:7—Terremotos: 1920 y 1932, Kansu (China), 200.000 y 70.000 muertos respectivamente; 1923, Kanto (Japón), 142.000 muertos; 1935, Quetta (Pakistán), 60.000 muertos; 1939, Chillán (Chile), 30.000 muertos; 1939, Erzincan (Turquía), 30.000 muertos; 1969, Agadir (Marruecos), 12.000 muertos; 1970, Perú, 66.700 muertos; 1972, Managua (Nicaragua), 5.000 muertos; 1976, la ciudad de Guatemala (Guatemala), 23.000 muertos; 1976, Tangshan (China), 800.000 muertos.
3. Lucas 21:11—Enfermedades del corazón, cáncer, SIDA, oncocerciasis (ceguera de los ríos), paludismo, enfermedades de transmisión sexual.
4. Lucas 21:11—Hambre: 1920-1921, en el norte de China, se calcula que afectó a 20 millones de personas; 1943-1944, India, murieron 1.500.000; 1967-1969, Nigeria, murieron más de 1.500.000 niños; 1975-1979, Kampuchea, hubo 1.000.000 de muertes; 1983-1987, África negra, han sido afectados 22 millones de personas.
5. Mateo 24:11—Líderes religiosos carismáticos, mesías televisivos y gurús continúan engañando a millones de personas.
6. Mateo 24:12; 2 Timoteo 3:13—Crimen, violencia, delincuencia y drogadicción abundan en la mayor parte del mundo. El tráfico de drogas mundial ha producido una generación de implacables magnates y asesinos.
7. Mateo 24:12—Ahora las puertas están aseguradas con cerrojos y barras; se usan perros adiestrados en el ataque para proteger la propiedad; los vecinos suelen ser extraños.
8. Revelación 17:3, 8-11—La Sociedad de Naciones y las Naciones Unidas.
9. Lucas 21:26—Dos guerras mundiales causaron indecible sufrimiento y angustia. La amenaza de aniquilación nuclear desde 1945 ha llenado de temor y angustia a todo el mundo.
10. Mateo 24:14—Más de tres millones de testigos de Jehová están predicando las ‘buenas nuevas del Reino de Dios’ en unos 200 idiomas.
[Nota a pie de página]
a En esta lista aparecen solo unos ejemplos, no está completa.
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Los últimos días... ¿Qué viene a continuación?¡Despertad! 1988 | 8 de abril
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Los últimos días... ¿Qué viene a continuación?
“Les aseguro que antes que pase esta generación todo eso se cumplirá.” (Jesucristo, Mateo 24:34, Nueva Biblia Española [Edición Latinoamericana].)
CUANDO dio a conocer “la señal [...] de la conclusión del sistema de cosas”, Jesús dijo a sus asombrados discípulos las palabras supracitadas. (Mateo 24:3.) Pero, ¿a qué se refería exactamente con la palabra “generación”? Y ¿qué acontecimientos desembocarían en el fin del sistema de cosas? En otras palabras, ¿qué sucesos deberíamos esperar en el futuro inmediato?
¿Cuánto puede durar una generación?
Según indicó The American Legion Magazine, en la primera guerra mundial participaron 4.743.826 estadounidenses. Pero en 1984, de ese colectivo solo quedaban vivas 272.000 personas, y estaban muriendo, como promedio, a un ritmo de nueve por hora. ¿Significa eso, entonces, que la generación de 1914 ya ha desaparecido?
La palabra griega para generación es gue·ne·á, y es la que utilizaron Mateo, Marcos y Lucas al registrar las palabras de Jesús. Puede tener diferentes aplicaciones según el contexto. No obstante, The New International Dictionary of New Testament Theology la define así: “Los que han nacido en el mismo tiempo [...]. Un significado relacionado con este es: el conjunto de contemporáneos de una persona, una época”. A Greek-English Lexicon of the New Testament dice: “La totalidad de los que han nacido en el mismo tiempo, ampliada para incluir a todos los que viven en una generación de tiempo dada, contemporáneos”. Según estas definiciones, la palabra ‘generación’ puede referirse a los que nacen alrededor del tiempo de un acontecimiento histórico y también a todos los que viven en ese tiempo.
En su New Testament Word Studies, J. A. Bengel dice: “Los hebreos [...] calculan que una generación dura setenta y cinco años, y las palabras no pasará dan a entender que, efectivamente, la mayor parte de aquella generación [de los tiempos de Jesús], pero no la totalidad de ella, habría pasado antes de que se cumpliese todo”. Esto llegó a ser así para el año 70 E.C., cuando sobrevino la destrucción de Jerusalén.
De la misma manera, hoy en día la mayor parte de la generación de 1914 ya ha pasado. No obstante, todavía quedan en la Tierra millones de personas que nacieron ese año o antes. Y aunque cada vez son menos, las palabras de Jesús, “de ningún modo pasará esta generación hasta que sucedan todas estas cosas”, se cumplirán. Esta es otra razón más para creer que el día de Jehová, que viene como ladrón, es inminente. Por consiguiente, ¿qué sucesos deberían esperar los cristianos vigilantes?
¿“Paz y seguridad” dentro de poco?
“Ustedes mismos saben bastante bien que el día de Jehová viene exactamente como ladrón en la noche. Cuando los hombres estén diciendo: ‘¡Paz y seguridad!’, entonces destrucción repentina ha de sobrevenirles instantáneamente.” (1 Tesalonicenses 5:2, 3.)
Desde el fin de la segunda guerra mundial, en 1945, las hostilidades entre las dos potencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, han puesto a la humanidad al borde de la guerra. La crisis de los misiles que tuvo lugar en Cuba en 1962 fue una peligrosa confrontación directa. Pero la Unión Soviética retiró sus misiles de Cuba, y Estados Unidos retiró silenciosamente los suyos de Turquía. Esta fue solo una de las muchas manifestaciones de la Guerra Fría.
El desarme ha sido una cuestión de debate por décadas, y normalmente ha terminado como una maniobra propagandística para ambos países. Ahora, en los últimos meses del mandato del presidente Reagan y en el ambiente suavizado de la glasnost, política aperturista del dirigente soviético Gorbachov, parece que se habla en serio de distender la situación de las armas nucleares. No se puede prever si tal distensión es un preludio de una supuesta paz y seguridad para el mundo en general. Pero, según la profecía bíblica, eso es lo que los cristianos esperan. Cuando suceda, entonces ¿qué pasará?
Los estudiantes cuidadosos de la Biblia no serán engañados “cuando los hombres estén diciendo: ‘¡Paz y seguridad!’”, sea que el mensaje proceda de las Naciones Unidas o lo emitan independientemente las mismas grandes potencias. La Biblia muestra con claridad que la verdadera paz y seguridad solo puede venir de una gobernación justa, la gobernación del Reino de Dios mediante Cristo.
Por esa razón, un significativo anuncio global de paz y seguridad que harán en el futuro los líderes del mundo será la señal para que Dios entre en acción, “exactamente como ladrón en la noche”, tomando por sorpresa al mundo incrédulo. En efecto, “destrucción repentina” sobrevendrá entonces a las potencias eclesiásticas y políticas que han desdeñado a Jehová y a Sus Testigos.
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