BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • ¿Podrá el matrimonio capear el temporal?
    ¡Despertad! 2006 | julio
    • ¿Podrá el matrimonio capear el temporal?

      “Lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre.” (MATEO 19:6.)

      MUCHOS edificios en apariencia sólidos fueron arrancados de sus cimientos y quedaron con su estructura hecha pedazos. Las terribles tormentas que han azotado en los últimos años extensas zonas del planeta han sometido a la mayor de las pruebas la calidad y resistencia de innumerables construcciones.

      No obstante, otro tipo de tormenta está causando estragos en los cimientos y la estructura de la antiquísima institución matrimonial. “Para bien o para mal, el matrimonio ha perdido su relevancia en la vida personal y social”, declara Stephanie Coontz, especialista en historia de la familia.

      ¿Ha notado usted los efectos de este fenómeno? ¿Opina que el matrimonio está perdiendo su prestigioso lugar en la sociedad? Y de ser así, ¿sabe por qué? ¿Hay algo que garantice la felicidad duradera en esta unión? Pero antes de nada, ¿sabe a qué amenazas se enfrenta esta institución?

      Ataques contra el matrimonio

      Los ataques contra el matrimonio no son ninguna novedad, pues se remontan al principio de la historia. La crisis actual que atraviesa esta institución tiene su origen en características y actitudes desarrolladas ya por nuestros primeros padres. Cuando Adán y Eva cedieron a sus deseos egoístas, “el pecado entró en el mundo” (Romanos 5:12). El registro bíblico explica que, no muchos siglos después, “toda inclinación de los pensamientos del corazón [del ser humano] era solamente mala todo el tiempo” (Génesis 6:5).

      Las cosas no han cambiado mucho desde entonces. Una de las inclinaciones que sigue corroyendo a los matrimonios es la búsqueda sin freno de la satisfacción individual. En este mundo seducido por una nueva moral, el mero hecho de casarse pudiera parecer una costumbre anticuada y poco viable. Además, la liberalización de las leyes ha llevado a que el divorcio no esté tan mal visto como en el pasado.

      La gente impaciente que busca resultados rápidos y gratificación instantánea no piensa siquiera en las consecuencias del divorcio. Atraídos por seductoras promesas de libertad e independencia, creen que el divorcio les abrirá la puerta a la felicidad.

      Otras personas, al surgir graves dificultades en su relación, recurren a terapeutas y consejeros matrimoniales, así como a sus libros. Por desgracia, algunos de estos “expertos” han contribuido más a romper las parejas que a salvarlas. Según el libro The Case for Marriage (Defensa del matrimonio), “es posible que nunca antes se haya sometido al matrimonio como ideal a ataques tan continuos y, sorprendentemente, tan eficaces. A veces se trata de ataques ideológicos directos por parte de ‘especialistas’ para quienes el voto de mantener fidelidad de por vida es poco realista e incluso opresivo”.

      Cambio de mentalidad

      Igualmente ha cambiado la forma de entender la naturaleza y el propósito del matrimonio. Quizás haya notado que ya no se valoran la lealtad y la comprensión, sino que cada cónyuge se centra en su realización personal, aunque esta se obtenga a costa del otro. Según la revista Journal of Marriage and Family, la transición a esta visión egocéntrica “comenzó en los años sesenta y se aceleró en los setenta”. Las razones tradicionales para casarse —el amor, la intimidad, la fidelidad, la procreación y la realización mutua— han perdido fuerza.

      Otra serie de acontecimientos recientes han acelerado todavía más la transformación del matrimonio en muchos lugares. Primero, el antiguo reparto de tareas —él ganaba el pan y ella cuidaba la casa— ha variado en numerosos países. Con la incorporación de la mujer al mercado laboral, se ha disparado el número de parejas en las que ambos trabajan fuera del hogar. Segundo, la sociedad es cada vez más tolerante con la maternidad o la paternidad fuera del matrimonio, lo que ha propiciado el aumento de las familias monoparentales. Tercero, se está generalizando la opción de la convivencia (véase el recuadro “Menos estables que los matrimonios”). Y cuarto, las uniones homosexuales y el movimiento para legalizarlas han logrado amplia aceptación. Ahora bien, ¿qué puede decirse de usted? ¿Han repercutido estas tendencias modernas en su visión del matrimonio?

      Crecientes índices de divorcio

      Examinemos las cifras de varios países para ver hasta qué punto se ha visto afectado el matrimonio por la popularidad del divorcio. Según un reciente informe, “el número de parejas divorciadas [en Estados Unidos] se ha cuadruplicado entre 1970 y 1996”. En total, 1 de cada 5 adultos ha sido castigado por los destructivos vientos del divorcio. ¿Qué matrimonios son más proclives al fracaso? Las estadísticas indican que cerca del sesenta por ciento de los divorcios se producen en los primeros diez años de matrimonio.

      En otros países el incremento es similar. En 2004 se alcanzó un total de 153.490 divorcios en Inglaterra y Gales. El 40% de los matrimonios de Australia termina en ruptura. En la República de Corea, se disolvieron 167.100 matrimonios en el año 2003, o sea, 21.800 más que el año anterior. Y en Japón, cuya tasa de divorcios es cada vez más parecida a la europea, fracasan 1 de cada 4 matrimonios. “En el pasado, solo se disolvían en los peores casos —declaró un experto en temas familiares de la Universidad de la Cruz Roja Japonesa—. Hoy día es una mera cuestión de estilo de vida.”

      En algunos lugares, la estabilidad del matrimonio se veía favorecida por instituciones religiosas y tradiciones sociales centenarias. Pero ni siquiera estos elementos bastan para contener la creciente aceptación social del divorcio. Tomemos por caso a la Iglesia Católica, que, aunque considera sagrado el matrimonio, en 1983 relajó los requisitos para disolver este vínculo. Desde entonces, el número de anulaciones no ha dejado de aumentar.

      Resulta obvio que las fuerzas que daban solidez al matrimonio están perdiendo intensidad. Sin embargo, no todas las causas son tan evidentes. De hecho, además del deterioro general de la sociedad, la avalancha de fracasos matrimoniales tiene otra importante causa: una que permanece oculta a la mayoría de la gente.

      Una causa oculta de la tormenta

      La Biblia explica que Satanás, el mayor egoísta de todos los tiempos, ejerce sobre el mundo una influencia invisible cada vez más perniciosa. ¿Por qué? Tan enojado está el Diablo por haber sido arrojado del cielo a la Tierra que se ha propuesto crear tantos problemas como pueda, lo que provoca constantes lamentos. Y la institución divina del matrimonio es apenas uno de los blancos de su malvada cólera (Revelación [Apocalipsis] 12:9, 12).

      Refiriéndose al período que seguiría a la expulsión de Satanás del cielo, Jesús dijo: “Por el aumento del desafuero se enfriará el amor de la mayor parte” (Mateo 24:12). Y el apóstol Pablo escribió: “Los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural [o familiar], no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin autodominio, feroces, sin amor del bien, traicioneros, testarudos, hinchados de orgullo, amadores de placeres más bien que amadores de Dios” (2 Timoteo 3:2-4). Estas desagradables características han existido desde siempre, pero en los últimos tiempos se han vuelto más marcadas, como de seguro reconoce la mayoría de la gente.

      En vista del temporal que está azotando a la institución del matrimonio, ¿qué pueden hacer las personas casadas para protegerse y disfrutar de un matrimonio verdaderamente feliz y duradero? El próximo artículo contestará esta pregunta.

      [Comentario de la página 5]

      “En esta sociedad acostumbrada a deshacerse de lo que no nos sirve suele adoptarse una actitud similar con las relaciones de pareja.”—SANDRA DAVIS, ESPECIALISTA EN DERECHO DE FAMILIA

      [Ilustración y recuadro de la página 4]

      “Menos estables que los matrimonios”

      Muchas parejas heterosexuales viven juntas sin casarse. Sin embargo, estas uniones son “menos estables que los matrimonios”, según cierto informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos. Algunas de estas parejas recurren a la convivencia para asegurarse de que son compatibles. Ahora bien, ¿les impide esto equivocarse al elegir, y facilita que tengan un matrimonio feliz? De acuerdo con la revista Journal of Marriage and Family, los estudios parecen indicar lo contrario. “Entre las personas casadas, la convivencia premarital va unida a una menor satisfacción conyugal [...], una mayor incidencia de problemas en el hogar, y [...] una mayor probabilidad de fracaso matrimonial”, señala la revista.

      [Ilustración y recuadro de la página 5]

      Longevidad y matrimonio

      La esperanza de vida es hoy mayor que antes. Pero incluso este logro ha añadido tensión a las parejas. Hoy, el divorcio acaba con muchos matrimonios a los que, en el pasado, la muerte hubiera puesto fin. Así, en Japón se está dando un peculiar trastorno entre las mujeres que llevan muchos años casadas. Según The Washington Post, los entendidos lo denominan “síndrome del marido jubilado”. Una esposa que llevaba cuarenta años casada recuerda que, cuando se enteró de que su marido iba a jubilarse, pensó: “Voy a tener que divorciarme. Ya era malo tener que atenderlo cuando llegaba del trabajo. Pero que ahora se pase el día entero en casa... Eso es más de lo que puedo aguantar”.

  • Cómo conseguir un matrimonio feliz
    ¡Despertad! 2006 | julio
    • Cómo conseguir un matrimonio feliz

      “El hombre [...] tiene que adherirse a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne.” (GÉNESIS 2:24.)

      NUESTRO Hacedor, Jehová Dios, instituyó el matrimonio como unión permanente entre hombre y mujer. Génesis 2:18, 22-24 lo explica así: “Jehová Dios pasó a decir: ‘No es bueno que el hombre continúe solo. Voy a hacerle una ayudante, como complemento de él’. Y Jehová Dios procedió a construir de la costilla que había tomado del hombre una mujer, y a traerla al hombre. Entonces dijo el hombre: ‘Esto por fin es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada Mujer, porque del hombre fue tomada esta’. Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne”.

      No se puede negar que lograr un matrimonio feliz y duradero no es tarea fácil, pero tampoco es imposible. Son muchas las parejas que llevan cincuenta, sesenta o más años felizmente casadas. ¿Cómo lo consiguen? Se esfuerzan de manera continua y desinteresada por “ganar la aprobación” de su cónyuge (1 Corintios 7:33, 34). Claro, cada uno tiene que poner de su parte. Pero si ambos están dispuestos a invertir tiempo y esfuerzo, podrán disfrutar de un matrimonio feliz y duradero.

      Siga cuidadosamente los planos

      Un buen contratista nunca iniciaría una obra sin antes consultar los planos. Pues bien, tampoco se puede conseguir la felicidad en el matrimonio si no se consultan primero los “planos” que Dios da en su Palabra. Como dijo el apóstol Pablo: “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa [...] para rectificar las cosas” (2 Timoteo 3:16).

      Ambos cónyuges pueden aprender mucho del matrimonio observando cómo trató Jesús a sus discípulos. ¿Cómo es posible? En la Biblia se asemeja la relación entre Jesús y los que gobernarán con él en el cielo a la que existe entre un hombre y su esposa (2 Corintios 11:2). Jesús fue fiel a sus compañeros incluso en los momentos más difíciles. “Los amó hasta el fin.” (Juan 13:1.) Fue un cabeza misericordioso que siempre tuvo en cuenta las limitaciones y debilidades de sus seguidores y nunca les exigió más de lo que podían dar o hacer (Juan 16:12).

      Hasta en las ocasiones en las que sus mejores amigos lo decepcionaron, él no perdió la calma. No les hizo reproches. Por el contrario, con la humildad y la bondad propias de una persona espiritual, trató de ayudarlos a cambiar (Mateo 11:28-30; Marcos 14:34-38; Juan 13:5-17). Así pues, al observar el cariño con el que Jesús trató a sus seguidores y el amor con el que ellos le correspondieron, se aprenden lecciones prácticas sobre cómo conseguir la felicidad en el matrimonio (1 Pedro 2:21).

      Hay que edificar sobre cimientos sólidos

      Por más que uno trate de evitarlo, siempre se presentarán “tormentas” que sacudirán los cimientos del matrimonio y pondrán a prueba su firmeza. Por eso, el fundamento de la relación ha de ser el más sólido: un sentido del compromiso basado en el amor y la lealtad. Jesús destacó la importancia de dicho sentido del compromiso al decir: “Si Dios ha unido a un hombre y a una mujer, nadie debe separarlos” (Mateo 19:6, Traducción en lenguaje actual). El término “nadie” también abarca al hombre y a la mujer, puesto que ambos se han jurado lealtad.

      Hay quienes tal vez consideren este compromiso una carga, algo que exige demasiado de uno. Hoy día, la mayoría de la gente prefiere buscar su propia conveniencia en lugar de sacrificarse por otra persona.

      ¿Cómo se fortalece el compromiso conyugal? El apóstol Pablo recomendó: “Los esposos deben estar amando a sus esposas como a sus propios cuerpos” (Efesios 5:28, 29). Así que estar “unido” al otro implica, en parte, estar tan preocupados por su bienestar como lo estamos por el nuestro. El casado ya no debe pensar en términos de “yo” y lo “mío”, sino de “nosotros” y lo “nuestro”.

      Al capear los temporales que amenazan el matrimonio, se adquiere sabiduría, lo que a su vez reporta felicidad. Como dice Proverbios 3:13: “Feliz es el hombre que ha hallado sabiduría”.

      Emplee materiales duraderos

      A fin de que una casa dure y sea segura, debe estar bien construida. Lo mismo ocurre con el matrimonio: la pareja tiene que iniciar esta unión con la determinación de que perdure. Para ello han de usar materiales duraderos, resistentes a las más rigurosas pruebas de lealtad. No deben subestimar el valor de cualidades como la sabiduría divina, la generosidad, el discernimiento, el temor de Dios, el afecto, la gratitud sincera por las normas del Creador y la fe verdadera.

      La felicidad y la satisfacción en el matrimonio no pueden cimentarse en los bienes materiales ni en la posición social, pues estos sentimientos nacen en el corazón y la mente, y se afianzan con las verdades de la Palabra de Dios. En efecto, el consejo de que cada uno “siga vigilando [...] cómo edifica” es perfectamente aplicable a los cónyuges (1 Corintios 3:10).

      Cuando surgen problemas

      Para que un edificio aguante el paso del tiempo, se necesita un buen programa de mantenimiento. De igual modo, si ambos cónyuges acostumbran a apoyarse uno al otro en sus respectivas metas y se muestran honra y respeto, el vínculo matrimonial conserva su fuerza. El egoísmo no echa raíces y la cólera se mantiene bajo control.

      Por el contrario, la furia contenida y la frustración pueden acabar con el amor y el cariño en el matrimonio. El apóstol Pablo aconsejó a los hombres casados: “Esposos, sigan amando a sus esposas y no se encolericen amargamente con ellas” (Colosenses 3:19). Esta recomendación también es válida para las esposas. Cuando ambos cónyuges se esfuerzan por ser considerados, amables y comprensivos, contribuyen a que reine la felicidad y la satisfacción en el hogar. Y si se evitan actitudes provocadoras y polémicas, los problemas no desembocarán en peleas. “Háganse bondadosos unos con otros, tiernamente compasivos, y perdónense liberalmente unos a otros”, aconsejó Pablo (Efesios 4:32).

      ¿Qué puede hacer uno si se ve con las manos atadas, se siente irritado o se cree subestimado? Explicar calmadamente al cónyuge lo que le preocupa o, si son asuntos de menor importancia, dejar que el amor los cubra (1 Pedro 4:8).

      Un esposo, que en sus treinta y cinco años de matrimonio ha experimentado diversas dificultades, recomienda sabiamente a los cónyuges que “nunca dejen de hablarse”, sin importar lo enfadados que estén. Y añade: “Nunca dejen de mostrarse amor”.

      La felicidad en el matrimonio está a su alcance

      Cierto, no es fácil lograr que el matrimonio sea feliz. Sin embargo, cuando ambos cónyuges se esfuerzan por tener siempre presente a Dios en su relación, reinarán la felicidad y la confianza. Así pues, hay que prestar atención a la espiritualidad de la familia y mantener sólido como una roca el sentido del compromiso. Tampoco debe olvidarse que, como indicó Jesús, la felicidad en el matrimonio no depende únicamente de los cónyuges. Más bien, el mérito debe recibirlo el creador del matrimonio: Jehová Dios. “Lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre.” (Mateo 19:6.)

      MÁS INFORMACIÓN

      El libro El secreto de la felicidad familiar, editado por los testigos de Jehová, contiene otras recomendaciones prácticas para conseguir un matrimonio feliz. Sus consejos bíblicos han ayudado a cientos de miles de parejas de todo el mundo a mejorar la calidad de su relación (véase la página 32 de esta revista).

      [Ilustración y recuadro de la página 9]

      Consejos para conseguir un matrimonio feliz

      ◼ Tener un programa de estudio en pareja de la Palabra de Dios y orar a Jehová pidiéndole ayuda y guía para resolver las dificultades (Proverbios 3:5, 6; Filipenses 4:6, 7; 2 Timoteo 3:16, 17).

      ◼ Demostrar interés sexual exclusivamente por el cónyuge (Proverbios 5:15-21; Hebreos 13:4).

      ◼ Comunicarse de manera franca, sincera y afectuosa sobre los problemas y diferencias (Proverbios 15:22; 20:5; 25:11).

      ◼ Ser bondadosos y considerados al hablar con el otro, evitando los arrebatos de cólera, los reproches constantes y las críticas hirientes (Proverbios 15:1; 20:3; 21:9; 31:26, 28; Efesios 4:31, 32).

      ◼ Seguir con humildad los consejos bíblicos aun cuando parezca que el otro no cumple del todo con su parte (Romanos 14:12; 1 Pedro 3:1, 2).

      ◼ Esforzarse por cultivar las cualidades espirituales que menciona la Biblia (Gálatas 5:22, 23; Colosenses 3:12-14; 1 Pedro 3:3-6).

      [Ilustraciones de la página 7]

      Siga los planos que Dios da en la Biblia para el matrimonio

      [Ilustración de la página 7]

      Su relación debe basarse en cimientos sólidos como el amor desinteresado y la lealtad

      [Ilustraciones de la página 8]

      Cultive cualidades espirituales que le ayuden a resistir las más rigurosas pruebas

      [Ilustraciones de la página 8]

      Un buen matrimonio requiere mantenimiento

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir