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¿Es la moralidad bíblica la mejor?La Atalaya 2000 | 1 de noviembre
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Manténgase fiel a su cónyuge
Nuestro Creador formó a Adán y luego hizo a Eva para que fuera su compañera. Su unión fue el primer matrimonio de la historia y debía ser una relación duradera. Dios dijo: “El hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su esposa”. Unos cuatro mil años más tarde, Jesucristo hizo hincapié en que esta era la norma matrimonial para todos sus seguidores. Además, condenó las relaciones sexuales fuera del matrimonio (Génesis 1:27, 28; 2:24; Mateo 5:27-30; 19:5).
La Biblia muestra que el amor y el respeto entre los cónyuges constituyen dos factores clave para tener un matrimonio feliz. El marido, que es el cabeza de familia, debe mostrar amor altruista al interesarse en el bienestar de su esposa. Ha de vivir con ella “de acuerdo con conocimiento” y no ‘encolerizarse amargamente’ con ella. A su vez, la esposa debe tratarlo a él con “profundo respeto”. Si los cónyuges se rigen por estos principios, evitarán o superarán la mayoría de los problemas maritales. El marido debe mantenerse unido a su esposa, y esta a su marido (1 Pedro 3:1-7; Colosenses 3:18, 19; Efesios 5:22-33).
¿Contribuye a la felicidad del matrimonio la norma bíblica de ser fiel al cónyuge? Pues bien, examinemos los resultados de un estudio realizado en Alemania, en el que se preguntó a los encuestados qué factores consideraban importantes para obtener un matrimonio feliz. La fidelidad mutua encabezó la lista. ¿No es verdad que los matrimonios son mucho más felices cuando saben que sus cónyuges les son fieles?
¿Qué hacer si surgen problemas?
Ahora bien, ¿qué puede hacerse si surgen serios desacuerdos entre la pareja? ¿Qué hacer si se desvanece el amor? En tales circunstancias, ¿no sería mejor poner fin a la unión conyugal? ¿O sería aún sensato seguir la norma bíblica de no separarnos de nuestro cónyuge?
Los escritores de la Biblia sabían que todos los matrimonios afrontarían problemas debido a la imperfección humana (1 Corintios 7:28). Sin embargo, las parejas que siguen los principios morales de la Biblia se esfuerzan por perdonarse el uno al otro y por resolver sus problemas juntos. Claro está, hay circunstancias —como el adulterio o el abuso físico— que justificarían la separación o el divorcio de una pareja cristiana (Mateo 5:32; 19:9). No obstante, terminar precipitadamente un matrimonio sin que exista una razón de mucho peso o con el fin de escoger otro cónyuge, revela una egoísta falta de consideración por los demás. De ninguna manera trae estabilidad ni felicidad a la vida de dicha persona. Examinemos un ejemplo.
Peter percibía que su matrimonio había perdido la chispa que antes tenía.a Por lo tanto, abandonó a su esposa y empezó a vivir con Monika, quien había dejado a su marido. ¿Cómo les fue? Al cabo de unos meses, Peter admitió que la vida con Monika ‘no era tan fácil como se la había imaginado’. ¿Por qué no? Las debilidades humanas de su nueva compañera eran tan obvias como las de la anterior. Para colmo, su decisión precipitada y egoísta le causó problemas económicos graves. Además, los hijos de Monika estaban afectados emocionalmente por el cambio radical en su vida familiar.
Esta experiencia ilustra que cuando un matrimonio pasa por una tempestad, como si de un barco se tratara, abandonar la nave rara vez es la solución. Por otra parte, regirse por los valores morales de la Palabra de Dios, la Biblia, con frecuencia puede mantener el matrimonio a flote y llevarlo a aguas más calmadas cuando se presentan situaciones tormentosas. Así ocurrió con Thomas y Doris.
Thomas y Doris llevaban más de treinta años casados cuando él empezó a beber en exceso. Doris se sumió en la depresión, y ambos comenzaron a hablar de divorciarse. Ella se confió a una testigo de Jehová. La Testigo le mostró lo que la Biblia dice del matrimonio y la animó a no separarse precipitadamente, sino a colaborar con su marido y procurar hallar una solución. Y eso fue lo que hizo. Al cabo de unos meses, ya no volvieron a tocar el tema del divorcio. Thomas y Doris estaban afrontando las dificultades juntos. Seguir el consejo bíblico fortaleció su matrimonio y les dio tiempo para resolver los problemas.
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¿Es la moralidad bíblica la mejor?La Atalaya 2000 | 1 de noviembre
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Del mismo modo, los cónyuges fieles son el fundamento de una familia estable. Y la mayoría de la gente concordaría con el político europeo que aseveró: “Para el ser humano, la familia [tradicional] sigue siendo hasta el día de hoy el más importante refugio donde hallar seguridad y propósito en la vida”. El pacífico núcleo familiar es donde los adultos y los niños tienen la mejor oportunidad de sentirse emocionalmente seguros. Por lo tanto, quienes son fieles a su cónyuge ayudan a edificar una sociedad estable.
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