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Matrimonios en crisis¡Despertad! 2008 | julio
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Matrimonios en crisis
“¡Ya no aguanto más!” ¿Ha oído quejas de este tipo sobre el matrimonio? Si usted, lector, es una persona casada, ¿se ha sentido así alguna vez?
MILES de parejas inician su matrimonio con la esperanza de ser siempre felices, tanto los que se casan muy enamorados como los que lo hacen llevados por la pasión. Una consejera matrimonial comenta que para cuando muchas parejas acuden a su consulta, están “sumidas en una profunda desesperación. Están decepcionadas de su cónyuge, del matrimonio, y ya no creen en el amor y, en ocasiones, ni siquiera en la vida”. A menudo, el certificado de matrimonio y la vivienda es casi lo único que tienen en común.
Algunos matrimonios viven cada vez más estresados y angustiados. Los trabajos exigentes, los turnos cambiantes y las jornadas de muchas horas pueden desgastar emocionalmente hasta a los matrimonios más enamorados. El amor y el respeto también pueden verse afectados por las dificultades económicas, los retos de criar a los hijos, las mudanzas, los cambios de trabajo y los problemas de salud. En pocas palabras, las diversas situaciones que surgen con el paso del tiempo pueden crear la clase de tensión que acaba distanciando a las parejas.
Muchas madres de familia tienen dos “trabajos de tiempo completo”: uno en casa y otro fuera. Agobiadas con tanto que hacer, se centran en el empleo y el cuidado de los hijos y desatienden todo lo demás. Entre la tensión y el agotamiento, a los cónyuges apenas les queda tiempo para estar juntos. A muchos les da la sensación de que están siendo arrastrados hacia un torbellino de desengaño y distanciamiento.
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¿Qué problemas pueden surgir?¡Despertad! 2008 | julio
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¿Qué problemas pueden surgir?
HAY que admitir que ningún matrimonio está exento de problemas. Al fin y al cabo, ni las parejas más bien avenidas coinciden absolutamente en todo; por eso es inevitable que surjan algunas dificultades. Tal como la herrumbre puede corroer el metal bajo una capa de pintura, existen diversos factores que pueden socavar la unión matrimonial. Antes de centrarnos en qué hacer para mejorar la relación matrimonial, veamos algunos de los problemas que pudieran surgir.
Tiempos de mucha tensión
La Biblia predijo que en nuestros tiempos muchos serían “amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, [...] desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin autodominio, feroces, sin amor del bien, traicioneros, testarudos [e] hinchados de orgullo” (2 Timoteo 3:2-4). Cuando uno o ambos cónyuges son así, aumentan las probabilidades de que haya mala comunicación, se produzcan malentendidos y se hagan los comentarios desconsiderados que con tanta facilidad se nos escapan a los seres humanos imperfectos.
“La situación de los matrimonios de hoy es un tanto paradójica —señala un experto en la materia—. Por un lado, [...] tenemos acceso a un caudal casi infinito de información sobre cómo fortalecer la relación conyugal [...]. Y por otro, nos encaramos a una multitud de influencias sociales y económicas que merman nuestra capacidad de tener un buen matrimonio.”
Expectativas poco realistas
Un psicoterapeuta matrimonial explica que “las expectativas poco realistas son una de las mayores causas de insatisfacción en el matrimonio”. Muchas personas casadas se decepcionan cuando descubren que el matrimonio no les ofrece todo lo que habían esperado y que su cónyuge no es exactamente tal y como se lo habían imaginado. Se llevan una gran desilusión cuando ven por primera vez ciertas faltas de la otra persona o cuando se dan cuenta de que algunos de sus defectos son más graves de lo que pensaban.
Ahora bien, la Biblia admite francamente que “los que se casan tendrán problemas” (1 Corintios 7:28, La Nueva Biblia Latinoamérica, 1981). Esto se debe, en parte, a que la relación entre dos personas imperfectas tarde o temprano pone al descubierto sus respectivas faltas.
Además, muchos esperan tener un buen matrimonio sin necesidad de mover un dedo. Cegados por las ideas románticas de que una vez casados vivirán siempre felices, pasan por alto las responsabilidades y el esfuerzo que conlleva tener un matrimonio exitoso. Cuando irremediablemente se topan con la cruda realidad, quedan decepcionados y desconcertados. Por lo general, cuanto más exageradas son las falsas ilusiones sobre el matrimonio, mayor es el desencanto que se siente al verse cara a cara con la realidad.
Problemas de comunicación
¿Qué errores deben evitarse para que la relación marital sea cada vez más sólida? Algunas parejas caen en la rutina de oír sin escuchar y hablar sin comunicarse. En lugar de tratarse con cariño, se limitan a hablar lo necesario, solo intercambian fríamente alguna que otra frase seca y cortante. Ya no entablan diálogos francos y con sentido; ahora discuten continuamente por todo sin ton ni son. Los malentendidos generan peleas y ataques verbales, y al final, ambos se refugian tras un muro de silencio.
Lamentablemente, muchas personas no ven las cosas buenas que hace su cónyuge, y si las ven, no se las agradecen. Además, hay cada vez más parejas en las que ambos trabajan fuera del hogar, y no pocas mujeres se quejan de que cuando llegan del trabajo, casi todo el peso de las tareas domésticas recae sobre ellas; muchas también se lamentan de que su esposo no toma en cuenta sus necesidades emocionales.
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Cómo lograr felicidad en el matrimonio¡Despertad! 2008 | julio
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Ahora bien, dado que todos somos imperfectos, es inevitable que surjan malentendidos y diferencias. Pero con frecuencia, el éxito del matrimonio no depende tanto de la compatibilidad entre ambos como de la manera en que lidian con la incompatibilidad. Por tanto, una de las cualidades más esenciales en el matrimonio es la de poder resolver los desacuerdos con amor, ya que el amor “es el vínculo que lo une todo en perfecta armonía” (Colosenses 3:14, La Biblia al Día, Nuevo Testamento, edición para España).
▸ Hable con respeto. “Las palabras desconsideradas hieren como una espada, la palabra de un sabio será el remedio.” (Proverbios 12:18, La Nueva Biblia Latinoamérica, 2005.) Los investigadores han descubierto que la mayoría de las conversaciones terminan tal como empezaron. De modo que si la conversación empieza con respeto, es más probable que termine de manera respetuosa. Y a la inversa, todos sabemos cuánto duele que alguien amado nos hable desconsideradamente. Por tanto, pida a Dios que le ayude en su esfuerzo por hablar con dignidad, respeto y afecto (Efesios 4:31). Haruko,b una mujer japonesa que lleva cuarenta y cuatro años casada, explica: “Aunque ambos vemos las debilidades del otro, siempre procuramos hablarnos y tratarnos con respeto. Eso ha contribuido mucho a la felicidad de nuestro matrimonio”.
▸ Cultive la bondad y la compasión. “Háganse bondadosos unos con otros, tiernamente compasivos.” (Efesios 4:32.) Cuando surgen grandes desacuerdos, es fácil que la ira de uno provoque ira en el otro. Annette, que vive en Alemania y lleva treinta y cuatro años felizmente casada, admite: “No es fácil mantener la calma cuando se está bajo presión. Se dicen cosas que ofenden a la otra persona, y lo único que se consigue es empeorar la situación”. Pero cuando uno trata de ser amable y compasivo, contribuye a allanar el camino para que haya paz.
▸ Sea humilde. La Biblia dice que “no [hagamos] nada movidos por espíritu de contradicción ni por egotismo, sino considerando con humildad mental que los demás son superiores” (Filipenses 2:3). Muchos conflictos se deben a que los cónyuges, movidos por el orgullo, se culpan el uno al otro de los problemas en lugar de buscar humildemente formas de ayudarse. Cuando surge un desacuerdo, la humildad ayuda a reprimir el impulso de insistir en tener la razón.
▸ No se ofenda por cualquier cosa. “No te des prisa en tu espíritu a sentirte ofendido.” (Eclesiastés 7:9.) No refute enseguida la opinión de su cónyuge ni se ponga a la defensiva si este le cuestiona algo que usted ha dicho o hecho. Procure más bien escuchar lo que le dice y demostrarle que comprende sus sentimientos. Antes de contestar, piense bien lo que va a decir. ¡Cuántas parejas aprenden demasiado tarde que es mucho más importante ganarse el cariño del cónyuge que ganar una discusión!
▸ Sepa cuándo callar. “Todo hombre tiene que ser presto en cuanto a oír, lento en cuanto a hablar, lento en cuanto a ira.” (Santiago 1:19.) Buena comunicación... este es sin duda uno de los factores más importantes para la felicidad marital. ¿Por qué dice la Biblia, entonces, que hay un “tiempo de callar”? (Eclesiastés 3:7.) Porque la buena comunicación exige que haya momentos en los que uno calle y escuche con atención lo que el otro dice para averiguar lo que piensa y por qué piensa de ese modo.
▸ Escuche con empatía. “Regocíjense con los que se regocijan; lloren con los que lloran.” (Romanos 12:15.) La empatía es una cualidad indispensable para la comunicación eficaz, pues quien la posee es capaz de sentir las emociones más profundas de su cónyuge. También ayuda a crear un ambiente en el que las opiniones y los sentimientos de ambos se tratan con respeto y dignidad. “Cuando hablamos de nuestros problemas —confiesa Nella, que vive en Brasil y lleva treinta y dos años casada—, siempre escucho con mucha atención para llegar a entender lo que piensa y siente Manuel.” Cuando su cónyuge hable, recuerde que es “tiempo de callar” y escuchar con empatía.
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Cómo lograr felicidad en el matrimonio¡Despertad! 2008 | julio
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[Ilustración y recuadro de la página 7]
Cuando tengan que tratar un problema
◼ Escojan un momento en el que no estén cansados.
◼ No se critiquen; reconozcan las cosas buenas de su cónyuge.
◼ No se interrumpan; escuchen cuando el otro hable.
◼ Demuestren a su cónyuge que comprenden sus sentimientos.
◼ Trátense con empatía, aunque no opinen lo mismo.
◼ Sean razonables y flexibles.
◼ Pídanse perdón humildemente cuando se equivoquen.
◼ Sean agradecidos y muéstrense cariño.
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