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MartinicaAnuario de los testigos de Jehová 1998
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Destroza las imágenes y las tira a la calle
El 1 de noviembre de 1954, los misioneros llegaron por vez primera a Basse-Pointe, enclavado en la costa norte a 50 kilómetros [30 millas] de Fort-de-France. A este pueblo pesquero y agrícola se llegaba por una carretera escarpada en mal estado, sobre todo después de la estación de las lluvias, y en algunos tramos los misioneros tuvieron que bajarse de los ciclomotores que llevaban y empujarlos.
Pensaban visitar a la directora de la escuela del pueblo, pues en Francia ya había tratado con los testigos de Jehová y tenía una suscripción a ¡Despertad! a punto de vencerse. La visita resultó muy provechosa. La señora explicó que aunque había sido catequista, dejó de ir a la iglesia cuando el sacerdote habló irrespetuosamente del matrimonio. Se interesó en lo que la Biblia dice del alma y de la vida eterna en un paraíso terrestre. Poco después regresó a Francia, donde se dedicó a Jehová y se bautizó.
Antes de su partida, se la consideraba una figura destacada de la comunidad y una católica devota. Imagínese la conmoción que provocó a su regreso, cuando hizo añicos todas sus imágenes, grandes y pequeñas, y las tiró frente a su casa para que el servicio de recogida de basuras se las llevara (compárese con Deuteronomio 9:16, 21). El sacerdote estaba furioso, así que presentó candentes homilías que condenaban la conducta de esta ex católica. El efecto fue que la religión de la señora Cressan, como la gente la llamaba, se convirtió en el tema de conversación general. Gabrielle Cressan ya tiene 88 años, y durante los últimos cuarenta y dos como testigo de Jehová ha procurado cumplir su más preciado deseo: “Que cada uno de los latidos de mi corazón sea para alabar a Jehová”.
Otra señora católica, una vecina que escuchó al sacerdote criticar tan severamente a la hermana Cressan, decidió preguntarle a ella misma para informarse. Se trataba de Leónie Ducteil, madre de once hijos y esposa de un cartero del pueblo. Persuadida de que lo que estaba aprendiendo de la hermana Cressan era la verdad, comenzó a estudiar la Biblia con sus hijos. Con el tiempo, tanto ella como nueve de ellos llegaron a ser Testigos dedicados y bautizados. Algunos años después, Edgard, una de sus hijas, se casó con Gérard Trivini, quien más tarde llegó a ser miembro del Comité de Sucursal.
Diez años antes de que Leónie Ducteil aprendiera la verdad con la ayuda de la hermana Cressan, otra de sus vecinas, Georgette Josephe, había oído el nombre de Jehová en un himno durante una ceremonia de la Iglesia Adventista. El nombre le llamó la atención, así que cuando una vecina, la señora Ducteil, le dijo que la hermana Cressan acababa de explicarle la Palabra de Jehová, inmediatamente pidió más información. Tanto ella como sus ocho hijos, y más tarde su marido, se hicieron testigos de Jehová.
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MartinicaAnuario de los testigos de Jehová 1998
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¿Para qué quería el cura el libro La verdad?
Jeanne Ursulet relata: “En 1974 la Sociedad nos envió una carta de alguien que vivía en Le Lorrain. El remitente estaba muy interesado en recibir publicaciones de los testigos de Jehová, en particular el libro La verdad que lleva a vida eterna, que había visto en casa de alguien. A la mañana siguiente intentamos localizarlo. El nombre no nos resultaba familiar, y tuvimos que preguntar a un cartero de quién se trataba. Imagínese nuestra sorpresa cuando supimos que la carta la había enviado el cura párroco.
”Preguntándonos cómo nos recibiría, fuimos a la casa parroquial. La persona en cuestión se identificó y nos dijo fríamente que no deseaba hablar con nosotras, que solo le interesaban las publicaciones. Estábamos perplejas. No obstante, algún tiempo después de la visita, los vecinos solían decirnos que el sacerdote les había explicado ciertos asuntos tal y como nosotras lo hacíamos. Así que llegamos a la conclusión de que sin duda utilizaba nuestras publicaciones para preparar sus homilías.”
Buscan a tientas a Dios y verdaderamente lo hallan
En 1967, otros cuatro precursores especiales, Octave Thélise, su esposa Alvina y Elie y Lucette Régalade, iniciaron lo que sería la Congregación Trinité. Al día siguiente de su llegada, Elie Régalade salió a predicar. ¿Por dónde empezó? Haciendo caso omiso de las casas a su izquierda y a su derecha, fue directamente a la puerta de la señora Moutoussamy y llamó. No la conocía en absoluto, y nadie le había dado su nombre. Pero dejemos que sea ella quien nos cuente su historia:
“Desde niña, estuve muy ligada a la religión católica. Trabajé muchos años en una guardería administrada por sacerdotes, pero estaba decepcionada por la hipocresía que observaba, y mi devoción se iba debilitando día tras día. Cuando llegó la hora de matricular a mis dos hijos mayores para aprender las doctrinas de la Iglesia, estaba en una encrucijada por la insistencia de mis suegros católicos, la oposición de mi esposo comunista y la influencia de mi hermana adventista. No sabía qué hacer. Pasé buena parte de la noche pidiéndole a Dios que me ayudara a encontrar una solución. A la mañana siguiente el hermano Régalade llamó a mi puerta y se presentó como testigo de Jehová. Había venido directamente a mi casa. Yo fui la primera persona de Trinité a la que habló.”
Lisette Moutoussamy y su esposo ex comunista se bautizaron ocho meses después. Hoy, transcurridos más de treinta años, continúan sirviendo a Jehová con toda su familia, y tres de sus hijos son ancianos. Las personas que con sinceridad buscan al Dios verdadero, sin falta lo hallan, tal como dice la Biblia (Hech. 17:26, 27).
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