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  • La angustia mental... lo que puede hacer el cristiano afligido
    La Atalaya 1988 | 15 de octubre
    • No obstante, cuando la angustia grave persiste, es bueno recordar estas palabras de Jesús: “Las personas en salud no necesitan médico, pero los enfermizos sí”. (Mateo 9:12.) Muchos angustiados vacilan en cuanto a visitar a un médico. Por eso, los ancianos de la congregación y los miembros de la familia de un hermano quizás tengan que animarlo a buscar atención médica, como yendo a un médico de confianza para que le haga un examen completo. Dice el profesor Maurice J. Martin: “Una gran variedad de enfermedades físicas se presentan bajo la apariencia de desórdenes siquiátricos”. Y hasta en los casos en que realmente hay enfermedad mental implicada, muchas veces se puede obtener tratamiento eficaz.

      La esposa de un superintendente de una congregación dijo que su esposo, perturbado, “empezó a sentirse incómodo entre los hermanos, y no quería ir a las reuniones. [...] ¡Quería morir!”. Pero después que aquel superintendente recibió atención médica profesional, su esposa pudo informar: “Ya no tiene aquella gran depresión, ni desea alejarse de las reuniones. ¡Esta mañana pronunció el discurso público!”.

      Es verdad que no todas las situaciones se resuelven con tanta facilidad. La ciencia apenas empieza a descifrar los misterios de los problemas mentales. El obtener el diagnóstico apropiado y el tratamiento debido puede ser un proceso largo y complicado, pero frecuentemente vale la pena.

  • La angustia mental... lo que puede hacer el cristiano afligido
    La Atalaya 1988 | 15 de octubre
    • Medicina siquiátrica

      Hoy día los médicos usan una variedad de medicamentos para tratar las perturbaciones mentales. El uso, bajo supervisión médica, de algunos de tales medicamentos ha permitido que cristianos que han estado gravemente enfermos funcionen normalmente. Sin embargo, algunos hermanos, impulsados por buenas intenciones, han impedido que algunos pacientes tomen el medicamento recetado, quizás porque temían que fuera dañino o creara hábito. Por supuesto, hay riesgos implicados en toda clase de tratamiento médico, y “el sagaz considera sus pasos”, con atención a los resultados de largo plazo. (Proverbios 14:15.)

      Sin embargo, es interesante el hecho de que muchas drogas de uso siquiátrico no causan alucinaciones ni son tranquilizantes ni crean hábito; sirven simplemente para corregir desequilibrios químicos en el cerebro. Por ejemplo, ciertos medicamentos antisicóticos pueden ayudar a calmar los síntomas frecuentemente extraños de la esquizofrenia. El litio puede aliviar la depresión y equilibrar los cambios abruptos de la manía depresiva.

      Es verdad que a veces se usan drogas potentes para tranquilizar a un paciente o para suprimir tendencias suicidas. Pero si un hermano no está tomando por placer cierta medicina recetada, sino para funcionar normalmente, esto se puede ver de manera muy parecida al caso del diabético que usa insulina.

      Debe recordarse que con frecuencia los medicamentos siquiátricos funcionan con lentitud y pueden tener efectos secundarios desagradables. A veces también hay una medida de ensayo y error por parte del médico que busca un medicamento eficaz y/o la dosis que tenga menos efectos secundarios. Muchas veces los pacientes se desaniman. Por lo tanto, los miembros de su familia y otras personas pudieran dar apoyo al que está bajo tratamiento al estimularlo a ejercer paciencia y cooperar con el personal médico capacitado. ¿Qué se puede hacer si la persona tiene preguntas en cuanto a cierto medicamento? ¿O qué hay si surgen problemas o parece que cierto tratamiento no es eficaz? Esos problemas deben considerarse con el médicob. Si es necesario, pudiera consultarse a otro médico.

      Terapias de conversación

      En algunos casos puede considerarse también el que el paciente converse sobre sus asuntos con un profesional adiestrado para ello. Puede que un médico de confianza de la familia que conozca personalmente al paciente le ayude de este modo. Pero ¿qué se puede decir de aceptar tratamiento de un siquiatra o sicólogo? Esto sería una decisión personal que se debe tomar con la debida cautela. Los terapeutas difieren en sus enfoques del tratamiento. Por ejemplo, algunos todavía practican alguna forma del sicoanálisis freudiano, algo cuya validez ponen en tela de juicio muchos del campo de la salud mental.

      Aún más serio es el hecho de que algunos facultativos han dado, con buenas intenciones, consejo que contradice rotundamente a la Biblia. Porque no entienden los principios cristianos —algunos hasta los consideran “necedad”—, ¡algunos terapeutas hasta han concluido que seguir el estricto código moral de la Biblia es la fuente de los problemas de la persona! (1 Corintios 2:14.)

      Sin embargo, algunos facultativos, entre ellos sicólogos y siquiatras, ofrecen formas de terapia de conversación que no son realmente sicoanálisis, sino un medio de ayudar al paciente a comprender su enfermedad, lo que refuerza la necesidad de recibir tratamiento médico y resolver problemas de modo práctico. Estas terapias pudieran ser útiles para el cristiano, pero él tiene que comprender bien lo implicado antes de aceptar el tratamiento: ¿Qué está envuelto, precisamente, en el tratamiento? ¿Qué clase de consejo recibirá? ¿Entiende y respeta el médico las creencias de los testigos de Jehovác? Si se concuerda en terapia de conversación, ‘pruebe las palabras’ del médico en vez de sencillamente aceptar todo cuanto se le diga. (Job 12:11, 12.)

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