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HawaiAnuario de los testigos de Jehová 1991
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“Un fuego ardiendo en mis huesos”
Joseph Dos Santos, de raíces portuguesas, se crió en Hawai en el seno de una familia católica. A la temprana edad de doce años, ya había perdido la fe en la iglesia. Tras asistir al Instituto Quiropráctico de Berkeley (California) en 1927, se mudó a Inglewood (California). Buscaba con sinceridad la verdad bíblica y por eso dedicaba su tiempo libre a escuchar programas radiofónicos religiosos y visitar diversas iglesias. Pero nada de esto contribuyó a llenar el vacío espiritual que tenía ni a hallar alguna satisfacción.
Esa sensación se desvaneció cuando, en 1929, su patrona le prestó una revista Luz y Verdad que trataba sobre la Inquisición católica. Él contó: “Lo que leí en aquella revista alteró por completo mi perspectiva de la vida. Comenzó a llenar mi vacío. Un Estudiante de la Biblia supo de mi interés y me dio más publicaciones. En poco tiempo llegué al convencimiento de que había hallado la verdad”.
Durante aquel año, Joseph regresó a Hawai para ejercer de quiropráctico, pero continuó devorando las verdades bíblicas que se explicaban en las publicaciones de la Sociedad. “Al igual que le sucedió a Jeremías, la verdad bíblica era para mí como un fuego ardiendo en mis huesos —declaró—, y no podía callarme.” (Jer. 20:9.) Aunque estaba solo y sin contacto alguno con los demás Estudiantes de la Biblia hawaianos, comenzó por iniciativa propia a visitar a la gente en sus hogares en el distrito de Aiea de la isla de Oahu. Organizó entusiasmado un grupo de estudio con unos cuantos inmigrantes filipinos, y para 1931 la asistencia ascendía a 22 personas. Como no había publicaciones disponibles en su idioma, el hermano Dos Santos leía los textos en su Biblia en inglés y luego pedía a los estudiantes que los leyesen en sus Biblias filipinas.
Su testificación activa no pasó inadvertida al clero. Al poco tiempo, el cura católico de Aiea se encargó de hacer circular el rumor de que el hermano Dos Santos estaba pupule (“loco” en hawaiano), por lo que se le llegó a conocer en toda la comarca como Pupule Joe.
Cierto día, en casa de un amigo, Joseph descubrió sorprendido un libro Profecía. Hasta entonces había estado convencido de que era la única persona en todo Hawai que tenía libros de los Estudiantes de la Biblia. Preguntó ansiosamente a su amigo cómo lo había obtenido. ¡Qué agradable sorpresa fue enterarse de que James Watson y otros cinco Estudiantes de la Biblia estaban activos en las islas!
Una decisión trascendental
“Afrontaba un momento decisivo en mi vida —relató el hermano Dos Santos—. Comprendí que debía tomar una determinación: o bien me dedicaba a mi profesión de quiropráctico, con la que podía contribuir al alivio temporal de las personas enfermas, o me dedicaba a la obra de hacer discípulos, que redunda en beneficios eternos para la humanidad.” Convencido de las palabras de Jesús sobre el yugo suave del discipulado cristiano, oró a Jehová. (Mat. 11:29, 30.) Le faltó tiempo para comunicarle a David Solomon, el superintendente del almacén de literatura de la Sociedad en Honolulú, que había decidido dedicarse a la obra de testificar y que quería predicar las islas periféricas de Hawai, dejando Honolulú para los otros seis Estudiantes de la Biblia. Aunque nadie había llevado las buenas nuevas fuera de la isla de Oahu, el hermano Solomon quedó convencido de la resolución de este joven y acondicionó una furgoneta para que le sirviera de vivienda en su obra de repartidor. Así fue como, en 1929, Joseph Dos Santos dio comienzo a su carrera de predicador a tiempo completo. Algún tiempo después, contó: “Durante tres años y medio fui de un lado a otro plantando las semillas de la verdad por todo el archipiélago de Hawai en mi furgoneta Dodge, modelo de 1927, sin que ni siquiera se me pinchara una rueda”.
En vista de lo extenso del territorio y de que trabajaba solo, el hermano Dos Santos se concentró principalmente en propagar el mensaje por medio de ofrecer publicaciones. Joseph describió por escrito cómo se efectuaba aquella obra: “Debido al paso al que avanzaba la obra del Reino por aquel entonces, los Estudiantes de la Biblia usábamos grandes maletas o bolsas para llevar la munición espiritual. La gente era amable, no había insultos ni portazos. ¡Aquello era pan comido! Las personas se alegraban de vernos y en seguida contribuían un dólar por cuatro libros, que solía ser la oferta. Por entonces, yo era joven y fuerte, y podía caminar kilómetros por caminos de montaña o subir laderas cargado con dos bolsas llenas de libros; así disfruté de muchas experiencias extraordinarias. En algunos lugares, especialmente en el distrito de Kohala, en la Isla Grande, los caminos eran tan escarpados que no podía conducir y, en ocasiones, ni siquiera caminar. Hubo veces en que casi tuve que arrastrarme para llegar a algunos hogares. Incluso llegué a dejar una considerable cantidad de víveres espirituales en la colonia de leprosos de Molokai”.
Joseph se atenía a un horario riguroso, predicaba seis días a la semana y solía dedicar unas doscientas treinta horas al servicio cada mes. Durante los tres años y medio que trabajó solo en el archipiélago de Hawai, distribuyó 46.000 publicaciones.
A su regreso a Honolulú en 1933, el hermano Dos Santos informó al hermano Solomon que su siguiente proyecto era viajar alrededor del mundo para difundir las buenas nuevas. Sin embargo, los acontecimientos tomaron otra dirección y solo llegó hasta las islas Filipinas, donde permanecería los siguientes diecisiete años. Durante ese período soportó intensa oposición, incluyendo tres años de cruel encarcelamiento a manos de las fuerzas de ocupación japonesas durante la II Guerra Mundial.
En 1949, el hermano Dos Santos regresó con su familia a Hawai, donde continuó con su esposa en el servicio de precursor hasta el fin de su carrera terrestre en 1983, a la edad de ochenta y ocho años. Su determinación y ardiente celo misional tuvieron un considerable impacto en la obra del Reino, tanto en Hawai como en Filipinas.
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HawaiAnuario de los testigos de Jehová 1991
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[Fotografía en la página 79]
Joseph Dos Santos emprendió el servicio de precursor en 1929. ¿Por qué le llamaban “Pupule Joe”?
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