BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • ¿Qué revelan sobre usted sus oraciones?
    La Atalaya 2009 | 15 de noviembre
    • ¿Qué revelan sobre usted sus oraciones?

      “Oh Oidor de la oración, aun a ti vendrá gente de toda carne.” (SAL. 65:2)

      1, 2. ¿Por qué pueden orar con confianza los siervos de Dios?

      EL Creador jamás hace oídos sordos a las súplicas de sus siervos fieles. Podemos estar seguros de que él nos escucha. Es más, aun si millones de testigos de Jehová le oraran a la vez, ninguno de ellos encontraría, por así decirlo, la línea ocupada.

      2 Con la confianza de que Dios escuchaba sus ruegos, el salmista David cantó: “Oh Oidor de la oración, aun a ti vendrá gente de toda carne” (Sal. 65:2). Él recibió respuesta a sus súplicas debido a que servía lealmente a Jehová. Nosotros haríamos bien en preguntarnos: “¿Demuestran mis oraciones que confío en Dios y que lo más importante para mí es servirle? ¿Qué revelan sobre mí mis oraciones?”.

      Acerquémonos a Jehová con humildad

      3, 4. a) ¿Con qué actitud debemos orar a Dios? b) ¿Qué debemos hacer si hemos cometido un pecado grave y nos asaltan “pensamientos inquietantes”?

      3 Si queremos que Jehová nos responda, debemos acercarnos a él con humildad (Sal. 138:6). Hemos de pedirle que examine nuestro interior, tal como hizo David con estas palabras: “Escudríñame completamente, oh Dios, y conoce mi corazón. Examíname, y conoce mis pensamientos inquietantes, y ve si hay en mí algún camino doloroso, y guíame en el camino de tiempo indefinido” (Sal. 139:23, 24). Sin embargo, además de orar, debemos aceptar la dirección de Dios y los consejos de su Palabra. Recordemos que él puede guiarnos en “el camino de tiempo indefinido”, es decir, ayudarnos a vivir de tal forma que alcancemos la vida eterna.

      4 ¿Qué podemos hacer si hemos cometido un pecado grave y comienzan a asaltarnos “pensamientos inquietantes”? (Léase Salmo 32:1-5.) No debemos acallar nuestra conciencia, pues los sentimientos de culpa terminarían por consumirnos, tal como el intenso calor del verano consume la humedad de un árbol. David se angustió mucho debido al pecado que cometió, y hasta es posible que se haya enfermado. Pero cuando se lo confesó a Dios, sintió un gran alivio. ¡Imagínese lo feliz que debió de sentirse al saber que había sido perdonado! Nosotros sentiremos alivio si le confesamos nuestro pecado a Dios. Además, contamos con la ayuda de los ancianos para recobrar la salud espiritual (Pro. 28:13; Sant. 5:13-16).

      Elevemos nuestros ruegos a Dios y démosle gracias

      5. ¿Qué implica rogar a Jehová?

      5 Sea cual sea la razón por la que nos sintamos agobiados, debemos seguir este consejo de Pablo: “No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo, por oración y ruego junto con acción de gracias, dense a conocer sus peticiones a Dios” (Fili. 4:6). Rogar significa “pedir algo con súplicas o con mucha humildad”. Y cuando estamos en peligro o se nos persigue, es cuando más debemos implorarle a Jehová que nos ayude y nos guíe.

      6, 7. ¿Qué razones tenemos para darle gracias a Dios al orar?

      6 Ahora bien, ¿qué revelaría sobre nosotros el que solo oráramos cuando necesitamos algo? Pablo dijo que nuestras súplicas deben ir acompañadas de “acción de gracias”. Realmente tenemos muchas razones para estar agradecidos a Jehová, tal como lo estaba David, quien dijo: “Tuya, oh Jehová, es la grandeza y el poderío y la hermosura y la excelencia y la dignidad; porque todo lo que hay en los cielos y en la tierra es tuyo. Tuyo es el reino, oh Jehová, Aquel que también te alzas como cabeza sobre todo. [...] Y ahora, oh Dios nuestro, te damos las gracias y alabamos tu hermoso nombre” (1 Cró. 29:11-13).

      7 Jesús le daba gracias a su Padre por la comida. Por ejemplo, le agradeció el pan y el vino que usó al instituir la Cena del Señor (Mat. 15:36; Mar. 14:22, 23). Del mismo modo, nosotros debemos agradecer los alimentos, pero, además, debemos darle “gracias [...] por sus maravillosas obras [a favor de] [...] los hombres”, por sus “justas decisiones judiciales” y por su palabra, es decir, el mensaje que contienen las Escrituras (Sal. 107:15; 119:62, 105).

      Oremos por los demás

      8, 9. ¿Por qué debemos orar por los hermanos?

      8 Además de orar por nosotros mismos, debemos orar por nuestros hermanos, incluso por los que no conocemos personalmente. Aunque es probable que Pablo no conociera a todos los cristianos de Colosas, dijo lo siguiente: “Damos gracias a Dios el Padre de nuestro Señor Jesucristo siempre que oramos por ustedes, puesto que oímos de su fe relacionada con Cristo Jesús y del amor que les tienen a todos los santos” (Col. 1:3, 4). Pablo también oró a favor de los cristianos de Tesalónica (2 Tes. 1:11, 12). Ese tipo de oraciones revelan mucho sobre nosotros y sobre la manera en que vemos a los hermanos.

      9 Las oraciones que hacemos a favor de los hermanos, sean ungidos o miembros de las “otras ovejas”, demuestran lo importante que es para nosotros la organización de Dios (Juan 10:16). Pablo les pidió a los cristianos de Éfeso que oraran por él a fin de que Jehová le concediera la “capacidad para hablar” y dar a conocer “el secreto sagrado de las buenas nuevas” (Efe. 6:17-20). ¿Tiene usted la costumbre de orar por sus hermanos?

      10. ¿Qué efecto puede tener en nosotros el que oremos por los demás?

      10 Orar por los demás puede hacer que cambie nuestra actitud hacia ellos. Si hay algún hermano que no nos cae muy bien, ¿verdad que no es posible orar por él y al mismo tiempo tratarlo mal? (1 Juan 4:20, 21.) Como vemos, esta clase de oraciones son muy beneficiosas y promueven la unidad. Además, demuestran que tenemos un amor como el de Cristo (Juan 13:34, 35). Ese amor es parte del fruto del espíritu santo. ¿Le pedimos su espíritu santo a Jehová? ¿Le solicitamos que nos ayude a tener amor, gozo, paz, gran paciencia, bondad, benignidad, fe, apacibilidad y autodominio? (Luc. 11:13; Gál. 5:22, 23.) Si así es, nuestras palabras y acciones demostrarán que estamos andando y viviendo por espíritu (léase Gálatas 5:16, 25).

      11. ¿Por qué no está mal que les pidamos a los demás que oren por nosotros?

      11 También es muy necesario que los padres oren por sus hijos. Por ejemplo, si un padre se entera de que sus hijos se sienten tentados a copiar en los exámenes, puede orar por ellos y ayudarlos con la Biblia a ver la importancia de ser honrados y no ceder a la tentación. Pablo les dijo a los corintios: “Oramos a Dios [para] que no hagan ustedes nada malo” (2 Cor. 13:7). Orar con humildad a favor de otras personas agrada a Jehová y demuestra la clase de personas que somos (léase Proverbios 15:8). Asimismo, podemos pedirles a los demás que oren por nosotros, tal como hizo Pablo. Él escribió: “Ocúpense en orar por nosotros, porque confiamos en que tenemos una conciencia honrada, puesto que deseamos comportarnos honradamente en todas las cosas” (Heb. 13:18).

      Nuestras oraciones revelan aún más de nosotros

      12. ¿Qué temas debemos tener muy presentes al orar?

      12 ¿Demuestran nuestras oraciones que somos siervos de Jehová felices y entusiastas? ¿Nos centramos en la predicación y en el cumplimiento del propósito de Dios, la vindicación de su soberanía y la santificación de su nombre? Siempre debemos tener muy presentes estos temas al orar. De hecho, la oración que Jesús nos puso como modelo comienza diciendo: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra” (Mat. 6:9, 10).

      13, 14. ¿Qué revelan sobre nosotros nuestras oraciones?

      13 Nuestras oraciones revelan cuáles son nuestros intereses, deseos y motivaciones. Jehová sabe qué clase de personas somos. Proverbios 17:3 dice: “El vaso de refinación es para la plata y el horno para el oro, pero Jehová es el examinador de los corazones”. Así es, él ve lo que hay en nuestro interior (1 Sam. 16:7). Sabe lo que realmente pensamos de los hermanos, las reuniones y la predicación. Y conoce lo que pensamos de los hermanos ungidos de Cristo (Mat. 25:40). Él sabe si de verdad queremos recibir lo que le estamos solicitando o si se lo pedimos solo por costumbre, repitiendo vez tras vez las mismas palabras. Jesús dijo: “Al orar, no digas las mismas cosas repetidas veces, así como la gente de las naciones, porque ellos se imaginan [equivocadamente] que por su uso de muchas palabras se harán oír” (Mat. 6:7).

      14 Lo que decimos al orar también revela cuánto confiamos en Dios. David le dijo a Jehová: “Has resultado ser un refugio para mí, una torre fuerte frente al enemigo. Ciertamente seré huésped en tu tienda para tiempos indefinidos; me refugiaré, sí, en el escondrijo de tus alas” (Sal. 61:3, 4). La Biblia dice que Dios extiende su tienda sobre nosotros, es decir, que nos cuida y protege (Rev. 7:15). Es muy reconfortante poder hablarle a Jehová sabiendo que él está “de [nuestra] parte” en todas nuestras pruebas (léase Salmo 118:5-9).

      15, 16. Si deseamos tener más responsabilidades en la congregación, ¿cómo puede ayudarnos la oración a descubrir nuestras verdaderas motivaciones?

      15 Orar con sinceridad nos ayudará a descubrir las verdaderas motivaciones que hay detrás de nuestros deseos. Por ejemplo, si queremos ocupar un cargo de superintendencia en el pueblo de Dios, ¿es porque deseamos humilde y sinceramente ser útiles y hacer más por el Reino? ¿O porque anhelamos “tener el primer lugar” o incluso enseñorearnos y dominar a los demás? En el pueblo de Jehová, las cosas no funcionan así (léanse 3 Juan 9, 10 y Lucas 22:24-27). Si le oramos con franqueza a Dios, él nos ayudará a descubrir si nuestras motivaciones no son del todo puras y a cambiarlas antes de que echen raíces en nuestro corazón.

      16 Seguramente, muchas hermanas casadas desean que sus esposos sean siervos ministeriales y con el tiempo superintendentes. Además de orar sobre este asunto, ellas pueden contribuir al progreso de sus esposos comportándose de manera ejemplar. Esto es muy importante, pues lo que dice y hace la familia de un cristiano influye muchísimo en la opinión que la congregación tiene de él.

      Cuando oramos en público

      17. ¿Por qué es bueno buscar momentos para orar a solas?

      17 Jesús solía buscar oportunidades para orar a solas, lejos de las multitudes (Mat. 14:13; Luc. 5:16; 6:12). También nosotros necesitamos esos momentos. Cuando oramos en calma y sin distracciones, es más fácil tomar decisiones que agraden a Dios y que contribuyan a nuestro bienestar espiritual. Ahora bien, Jesús también oraba en público. ¿Cómo debemos orar nosotros cuando se nos da el privilegio de representar a los demás?

      18. ¿Qué deben tener presente los hermanos que tienen el privilegio de orar en la congregación?

      18 En nuestras reuniones hay hombres leales que oran en representación de la congregación (1 Tim. 2:8). Al final de esas oraciones, todos los presentes deben poder decir “amén”, expresión que significa “así sea”. Claro, para que puedan hacerlo, tienen que estar de acuerdo con lo que se ha dicho. En el padrenuestro, Jesús no dijo nada que pudiera ofender o perturbar a los demás (Luc. 11:2-4). Tampoco se puso a repasar los problemas ni las necesidades de cada uno de los presentes. Los asuntos personales deben reservarse para las oraciones que hacemos en privado, no en público. Y debemos tener cuidado de no revelar información confidencial al orar en público.

      19. ¿Cómo debemos comportarnos durante las oraciones que se hacen en público?

      19 Cuando alguien nos representa en oración, tenemos que demostrar un “temor [reverencial] de Dios” (1 Ped. 2:17). Hay algunas costumbres que no son malas si se hacen en su debido lugar y momento, pero que serían inapropiadas durante las reuniones (Ecl. 3:1). Por ejemplo, si alguien tratara de que un grupo de hermanos se tomaran de la mano o del brazo durante la oración, algunos asistentes —entre quienes es posible que haya visitantes— podrían ofenderse o distraerse. Algún cristiano tal vez quiera darle la mano discretamente a su esposa, pero si la estrecha entre sus brazos, podría hacer tropezar a alguien. Podría dar la impresión de que está más concentrado en su relación de pareja que en su relación con Jehová. Por tanto, seamos reverentes y respetuosos, hagamos “todas las cosas para la gloria de Dios” y evitemos las acciones que pudieran distraer, ofender o hacer tropezar a otros (1 Cor. 10:31, 32; 2 Cor. 6:3).

      ¿Qué debemos pedir?

      20. ¿Cómo explicaría Romanos 8:26, 27?

      20 Puede haber ocasiones en las que no sepamos qué pedir al orar en privado. Pablo dijo: “El problema de lo que debemos pedir en oración como necesitamos hacerlo no lo sabemos, pero el espíritu [santo] mismo aboga por nosotros con gemidos no expresados. Sin embargo, [Dios,] el que escudriña los corazones[,] sabe cuál es la intención del espíritu” (Rom. 8:26, 27). Jehová hizo que se registrara un gran número de oraciones en la Biblia. Como él fue quien las inspiró, sabe lo que quisieron decir los escritores bíblicos. Además, nos conoce muy bien a nosotros. Por eso, acepta esas peticiones inspiradas como si las hubiéramos hecho nosotros y las cumple. Jehová contesta nuestras oraciones cuando el espíritu “aboga”, o intercede, por nosotros. Y cuanto más conozcamos la Palabra de Dios, más fácil nos será saber lo que debemos pedir.

      21. ¿Qué analizaremos en el siguiente artículo?

      21 Como hemos visto, nuestras oraciones revelan mucho sobre nosotros. Revelan, por ejemplo, si tenemos una relación estrecha con Dios y si conocemos bien su Palabra (Sant. 4:8). El siguiente artículo analizará algunas oraciones y expresiones reverentes que se encuentran en la Biblia y nos ayudará a reflexionar en la manera en que oramos.

  • El estudio de la Biblia enriquece nuestras oraciones
    La Atalaya 2009 | 15 de noviembre
    • El estudio de la Biblia enriquece nuestras oraciones

      “Jehová, por favor, deja que tu oído se ponga atento a la oración de tu siervo.” (NEH. 1:11)

      1, 2. ¿Por qué será provechoso analizar algunas oraciones que se hallan en la Biblia?

      LA ORACIÓN y el estudio de la Biblia son dos aspectos fundamentales de la adoración verdadera (1 Tes. 5:17; 2 Tim. 3:16, 17). Aunque la Biblia no es un devocionario, o libro de oraciones, contiene numerosas súplicas a Dios, como las que encontramos en el libro de los Salmos.

      2 Es muy probable que al leer o estudiar la Biblia, hallemos peticiones que tengan que ver con alguna situación que estemos viviendo. Si incluimos algunas de las ideas que leemos, nuestras oraciones se harán más significativas. ¿Qué podemos aprender de las súplicas que le hicieron a Dios sus siervos de tiempos bíblicos?

      Busquemos la guía de Dios y sigámosla

      3, 4. ¿Qué misión tenía el siervo de Abrahán, y qué aprendemos de la respuesta que recibió de Jehová?

      3 El estudio de la Biblia nos enseña lo importante que es pedir siempre la guía de Dios. Recordemos el caso del siervo de mayor edad de Abrahán, quien seguramente era Eliezer. Este hombre viajó a Mesopotamia por orden de su amo en busca de una mujer que sirviera a Jehová y se casara con Isaac. Cuando vio a cierta joven sacar agua de un pozo, oró a Jehová y le dijo: “Que la joven a quien yo diga: ‘Baja tu jarro de agua, por favor, para que yo beba’, y que realmente diga: ‘Bebe, y también daré de beber a tus camellos’, esta sea la que tienes que asignar a tu siervo, a Isaac; y mediante esto déjame saber que has ejecutado amor leal para con mi amo” (Gén. 24:12-14).

      4 El siervo de Abrahán recibió la respuesta a su oración cuando Rebeca dio de beber a sus camellos. Poco después, ella se fue con él a Canaán y llegó a ser la amada esposa de Isaac. Claro, hoy día no podemos esperar que Jehová nos guíe dándonos una señal especial. No obstante, él dirigirá nuestros pasos si le oramos y nos dejamos guiar por su espíritu (Gál. 5:18).

      La oración calma las inquietudes

      5, 6. ¿Qué nos enseña la oración que hizo Jacob antes de encontrarse con Esaú?

      5 La oración puede calmar nuestras inquietudes. Temiendo la reacción de su hermano gemelo Esaú, Jacob oró: “Oh Jehová, [...] indigno soy de todas las bondades amorosas y de toda la fidelidad que has ejercido para con tu siervo [...]. Líbrame, te ruego, de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque tengo miedo de él, que venga y ciertamente me asalte, a madre juntamente con hijos. Y tú, tú has dicho: ‘Indisputablemente te trataré bien y con certeza constituiré tu descendencia como los granos de arena del mar, que no pueden contarse por su multitud’” (Gén. 32:9-12).

      6 Aunque Jacob tomó ciertas precauciones, logró reconciliarse con su hermano sobre todo porque Jehová contestó su oración (Gén. 33:1-4). Si leemos el relato con detenimiento, veremos que Jacob no se limitó a pedir ayuda. También expresó su fe en la Descendencia prometida y su agradecimiento por la bondad de Dios. ¿Hay algo que a usted lo haga sentir atemorizado? (2 Cor. 7:5.) En ese caso, la súplica de Jacob le resultará animadora, pues muestra que las oraciones pueden calmar la inquietud. También nos enseña que al orar no solo debemos incluir peticiones, sino también expresiones de fe.

      Pidamos sabiduría

      7. ¿Por qué le pidió Moisés a Jehová que le permitiera conocer mejor sus caminos?

      7 El deseo de agradar a Jehová debe impulsarnos a pedirle que nos dé sabiduría. Moisés, por ejemplo, le pidió a Jehová que le enseñara sus caminos. Le dijo: “Mira, tú me estás diciendo: ‘Haz subir a este pueblo [de Egipto]’ [...]. Y ahora, si he hallado favor a tus ojos, sírvete hacerme conocer, por favor, tus caminos, [...] a fin de que halle favor a tus ojos” (Éxo. 33:12, 13). Moisés necesitaba conocer mejor las sendas divinas para poder dirigir al pueblo de Israel, y Dios le concedió su petición.

      8. ¿Cómo nos ayuda meditar en lo que dice 1 Reyes 3:7-14?

      8 David le suplicó lo mismo a Jehová: “Hazme conocer tus propios caminos” (Sal. 25:4). Y su hijo, Salomón, pidió sabiduría para encargarse de sus deberes reales. La oración de Salomón le agradó tanto a Jehová que no solo le concedió lo que había pedido, sino que también le dio riquezas y gloria (léase 1 Reyes 3:7-14). Si nos sentimos abrumados por las responsabilidades que hemos recibido en la congregación, pidámosle a Dios sabiduría y seamos humildes. Él nos ayudará a adquirir el conocimiento y la sabiduría necesarios para desempeñar bien nuestros deberes.

      Oremos con el corazón

      9, 10. ¿Qué interesantes referencias al corazón encontramos en la oración que hizo Salomón al inaugurar el templo?

      9 Si queremos que nuestras oraciones sean escuchadas, deben salir del corazón. En el capítulo 8 de Primero de los Reyes encontramos una sentida oración de alabanza que Salomón ofreció durante la inauguración del templo de Jerusalén en el año 1026 antes de nuestra era. Salomón alabó a Dios frente a una gran muchedumbre después de que el arca del pacto fue colocada en el Santísimo y la nube de Jehová llenó el templo.

      10 Al analizar aquella plegaria, encontramos varias referencias al corazón. Por ejemplo, el rey afirmó que Jehová es el único que conoce el corazón del hombre (1 Rey. 8:38, 39). Además, dio a entender que siempre hay esperanza para los pecadores que vuelven a Dios “con todo su corazón”. Y si algún enemigo subyugaba a los israelitas, estos podían tener la seguridad de que Dios escucharía sus ruegos siempre y cuando tuvieran un corazón “completo para con [él]” (1 Rey. 8:48, 58, 61). Está claro, pues, que nuestras oraciones deben salir del corazón.

      ¿Cómo pueden los salmos enriquecer nuestras oraciones?

      11, 12. ¿Qué aprendemos de lo que hizo cierto levita que no podía ir a adorar a Dios en su templo?

      11 Estudiar los salmos puede mejorar la calidad de nuestras oraciones y ayudarnos a esperar pacientemente la respuesta de Dios. Pensemos en el ejemplo de cierto levita exiliado. Él deseaba ir al templo de Jehová, pero durante cierto tiempo no pudo hacerlo. De modo que cantó lo siguiente: “¿Por qué estás desesperada, oh alma mía, y por qué estás alborotada dentro de mí? Espera a Dios, porque todavía lo elogiaré como la magnífica salvación de mi persona y como Dios mío” (Sal. 42:5, 11; 43:5).

      12 ¿Qué podemos aprender de este levita? Que si alguna vez se nos encarcela por causa de la verdad y no podemos reunirnos con nuestros hermanos, hemos de aguardar con paciencia a que Dios actúe (Sal. 37:5). Mientras esperamos a que él nos permita volver a reunirnos con su pueblo, reflexionemos en las alegrías que nos ha dado su servicio y pidámosle fuerzas para perseverar.

      Oremos con fe

      13. De acuerdo con Santiago 1:5-8, ¿por qué debemos orar con fe?

      13 Sean cuales sean sus circunstancias, ore con fe. Si su lealtad está siendo sometida a prueba, siga el consejo del discípulo Santiago: ore a Jehová con la total confianza de que él puede darle la sabiduría necesaria para enfrentarse a las pruebas (léase Santiago 1:5-8). Dios conoce los problemas que nos inquietan y puede guiarnos y consolarnos mediante su espíritu. Ábrale su corazón con plena fe, “sin dudar nada”, y acepte la dirección de su espíritu y los consejos de su Palabra.

      14, 15. ¿Cómo sabemos que Ana oró y actuó con fe?

      14 Ana, una de las dos esposas de Elqaná el levita, oró y actuó con fe. Ella era estéril y sufría las constantes burlas de Peniná —la otra esposa de Elqaná—, quien tenía varios hijos. En cierta ocasión en que estaba en el tabernáculo, Ana juró que si Jehová le concedía tener un hijo, se lo dedicaría a él. Mientras oraba, los labios le temblaban tanto que Elí, el sumo sacerdote, pensó que estaba borracha. Cuando este se dio cuenta de que no era así, le dijo: “Que el Dios de Israel conceda tu petición”. Aunque ella no sabía cómo se desarrollarían los acontecimientos, tenía fe en que su oración sería contestada, de modo que logró superar su tristeza y “no volvió a mostrar preocupación” (1 Sam. 1:9-18).

      15 A Ana le nació un hijo al que llamó Samuel. Cuando llegó el momento de destetarlo, lo llevó al tabernáculo para dedicarlo al servicio de Jehová (1 Sam. 1:19-28). Si meditamos en la plegaria de esta devota mujer, veremos cómo enriquecer nuestras propias oraciones y entenderemos que aun la tristeza que producen los problemas puede superarse si oramos con la confianza de que Dios nos contestará (1 Sam. 2:1-10).

      16, 17. ¿Qué logró Nehemías por haber orado y actuado con fe?

      16 Nehemías, un siervo de Dios que vivió en el siglo V antes de nuestra era, también oró y actuó con fe. Él le pidió a Jehová: “Por favor, deja que tu oído se ponga atento a la oración de tu siervo y a la oración de tus siervos que se deleitan en temer tu nombre; y, por favor, otorga éxito a tu siervo hoy, sí, y hazlo objeto de piedad ante este hombre”. ¿De qué hombre estaba hablando? Nada menos que del rey persa Artajerjes, en cuya corte servía de copero (Neh. 1:11).

      17 Nehemías llevaba varios días orando con fervor, pues se había enterado de que los judíos que habían sido liberados del cautiverio en Babilonia estaban “en una situación muy mala, y en oprobio; y [que] el muro de Jerusalén [estaba] derribado” (Neh. 1:3, 4). La respuesta que recibió superó por mucho sus expectativas, ya que el rey Artajerjes le permitió ir a Jerusalén para reconstruir las murallas (Neh. 2:1-8). Además, la reconstrucción terminó en muy poco tiempo. Este hombre fiel recibió contestación a sus ruegos debido a que oró con fe y a que el punto central de sus oraciones era la adoración de Jehová. ¿Podría decirse lo mismo de nosotros?

      No nos olvidemos de alabar a Dios y darle gracias

      18, 19. ¿Qué razones tenemos los siervos de Jehová para alabarlo y darle gracias?

      18 Al orar, recordemos alabar a Jehová y darle gracias. Los siervos de Dios tenemos muchas razones para hacerlo. Por ejemplo, meditar en la dignidad real de Jehová infundió en David un profundo deseo de ensalzarlo (léase Salmo 145:10-13). ¿Qué hay de nosotros? ¿Demuestran nuestras oraciones que valoramos el honor de anunciar el Reino de Jehová? Las palabras que se encuentran en los salmos también pueden ayudarnos a expresarle a Dios cuánto agradecemos las reuniones y las asambleas (Sal. 27:4; 122:1).

      19 El agradecimiento por nuestra valiosa relación con Dios puede impulsarnos a orar con el corazón y a expresar sentimientos como los del salmista, quien dijo: “Oh Jehová; te celebraré con melodía entre los grupos nacionales. Porque tu bondad amorosa es grande hasta los cielos, y tu apego a la verdad hasta los cielos nublados. Sé ensalzado, sí, sobre los cielos, oh Dios; sea tu gloria sobre toda la tierra” (Sal. 57:9-11). ¡Qué sentimientos tan intensos! ¿Verdad que esas conmovedoras palabras del libro de los Salmos pueden enriquecer nuestras oraciones?

      Oremos con reverencia

      20. ¿Cómo expresó María su devoción a Dios?

      20 Siempre debemos orar a Dios con reverencia. Poco después de enterarse de que sería la madre del Mesías, María dijo lo siguiente: “Mi alma engrandece a Jehová, y mi espíritu no puede menos que llenarse de gran gozo a causa de Dios mi Salvador” (Luc. 1:46, 47). Estas palabras, muy parecidas a las que pronunció Ana cuando presentó al pequeño Samuel en el tabernáculo, demuestran la actitud reverente de María. ¡Con razón fue escogida para ser la madre de Jesús! ¿Podría usted expresar en sus oraciones sentimientos similares a los de ella?

      21. ¿Cómo demostró Jesús su fe y reverencia al orar?

      21 También Jesús oró con fe y reverencia. Por ejemplo, antes de resucitar a Lázaro, “alzó los ojos hacia el cielo y dijo: ‘Padre, te doy gracias porque me has oído. Cierto, yo sabía que siempre me oyes’” (Juan 11:41, 42). ¿Ora usted con esa misma fe y devoción? Si analiza la oración modelo que enseñó Jesús, verá que los puntos más importantes son la santificación del nombre de Jehová, la venida de su Reino y el cumplimiento de su voluntad (Mat. 6:9, 10). Ahora piense en sus propias oraciones. ¿Reflejan su profundo interés en el Reino y en la voluntad de Dios, así como en la santificación de su nombre?

      22. ¿Por qué estamos seguros de que Jehová nos dará valor para proclamar las buenas nuevas?

      22 Cuando los siervos de Jehová sufren persecución o pasan por otras pruebas, le piden que les dé valor. En el siglo primero, cuando el Sanedrín les ordenó a Pedro y Juan que dejaran de enseñar “sobre la base del nombre de Jesús”, ellos se negaron valientemente a hacerlo (Hech. 4:18-20). Tras ser liberados, los apóstoles les contaron a sus hermanos cristianos lo que había ocurrido. Entonces, todos los presentes le suplicaron a Dios que los ayudara a predicar el mensaje con valor. La respuesta a esa oración fue inmediata, pues “todos sin excepción quedaron llenos del espíritu santo, y hablaban la palabra de Dios con denuedo”. ¡Qué emocionados debieron de sentirse! (Léase Hechos 4:24-31.) Como resultado, grandes multitudes se convirtieron al cristianismo. También en nuestro caso, la oración puede darnos el valor que necesitamos para proclamar las buenas nuevas.

      Siga mejorando la calidad de sus oraciones

      23, 24. a) ¿Qué otros ejemplos demuestran que la lectura y el estudio de la Biblia hacen que nuestras oraciones sean más significativas? b) ¿Qué piensa usted hacer para enriquecer sus oraciones?

      23 Muchos otros ejemplos demuestran que la lectura y el estudio de la Biblia hacen que las oraciones sean más significativas. Al igual que Jonás, cuando oremos, reconozcamos que “la salvación pertenece a Jehová” (Jon. 2:1-10). Si hemos cometido un pecado grave y hemos pedido la ayuda de los ancianos, las oraciones de David nos ayudarán a expresarle a Dios nuestro arrepentimiento (Sal. 51:1-12). En otras ocasiones podríamos alabarlo, tal como hizo Jeremías (Jer. 32:16-19). Y si usted está buscando con quien casarse, medite en la oración que se encuentra en el capítulo 9 de Esdras y dígale a Dios cómo se siente. Eso lo reafirmará en su decisión de obedecerlo y casarse “solo en el Señor” (1 Cor. 7:39; Esd. 9:6, 10-15).

      24 Nunca deje de leer y estudiar la Biblia. Busque ideas que pueda incluir en sus oraciones, sea que esté suplicándole a Dios su ayuda, alabándolo o dándole gracias. Si se esfuerza por enriquecer sus oraciones, tenga por seguro que cada día se sentirá más cerca de Jehová.

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir