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  • Tema a Jehová, el Oidor de la oración
    La Atalaya 1990 | 15 de mayo
    • Tema a Jehová, el Oidor de la oración

      “Oh Oidor de la oración, aun a ti vendrá gente de toda carne.” (SALMO 65:2.)

      1. ¿Por qué deberíamos esperar que Jehová tenga requisitos que deban satisfacer los que desean dirigirse a él en oración?

      JEHOVÁ DIOS es el “Rey de la eternidad”. También es el “Oidor de la oración”, a quien “vendrá gente de toda carne”. (Revelación 15:3; Salmo 65:2.) Pero ¿cómo debe venir a él la gente? Los reyes terrestres tienen reglas para cosas como la manera de vestir y el comportamiento que han de seguir las personas a quienes conceden audiencia. De seguro, pues, deberíamos esperar que el Rey Eterno tenga requisitos que uno deba satisfacer si desea presentarse ante él con ruego y acción de gracias. (Filipenses 4:6, 7.)

      2. ¿Qué preguntas surgen sobre el asunto de la oración?

      2 ¿Qué requiere el Rey Eterno de los que se acercan a él en oración? ¿Quiénes pueden orar y ser oídos? ¿Y acerca de qué pueden orar?

      Acercamiento al Rey Eterno

      3. ¿Qué ejemplos puede dar usted de oraciones que ofrecieron siervos de Dios de la antigüedad? ¿Se acercaron ellos a Dios por algún intermediario?

      3 Antes de hacerse pecador, Adán, un “hijo de Dios”, evidentemente se comunicaba con el Rey de la eternidad. (Lucas 3:38; Génesis 1:26-28.) Cuando Abel, hijo de Adán, ofreció “algunos primogénitos de su rebaño” a Dios, podemos estar seguros de que la ofrenda estuvo acompañada de expresiones de ruego y alabanza. (Génesis 4:2-4.) Noé, Abrahán, Isaac y Jacob edificaron altares y oraron a Jehová y le hicieron ofrendas. (Génesis 8:18-22; 12:7, 8; 13:3, 4, 18; 22:9-14; 26:23-25; 33:18-20; 35:1, 3, 7.) Además, las oraciones de Salomón, Esdras y los salmistas a quienes se inspiró divinamente indican que los israelitas se acercaban a Dios sin intermediario. (1 Reyes 8:22-24; Esdras 9:5, 6; Salmo 6:1, 2; 43:1; 55:1; 61:1; 72:1; 80:1; 143:1.)

      4. a) ¿Qué nuevo acercamiento a Dios en oración se estableció en el primer siglo? b) ¿Por qué es especialmente apropiado que la oración se ofrezca en el nombre de Jesús?

      4 En el primer siglo de nuestra era común se estableció un nuevo acercamiento a Dios en oración. Sería mediante su Hijo, Jesucristo, quien amaba de modo especial a la humanidad. Jesús sirvió gozosamente como “obrero maestro” durante la existencia que tuvo antes de ser humano, y lo relacionado con la humanidad era el objeto de su cariño. (Proverbios 8:30, 31.) Como hombre en la Tierra, Jesús dio ayuda espiritual amorosa a humanos imperfectos, sanó a enfermos y hasta resucitó a muertos. (Mateo 9:35-38; Lucas 8:1-3, 49-56.) Sobre todo, Jesús ‘dio su alma en rescate por muchos’. (Mateo 20:28.) ¡Qué apropiado es, pues, que los que se benefician del rescate oren a Dios mediante aquel que tanto ama a la humanidad! Ahora esta es la única vía de acercamiento al Rey Eterno, pues Jesús mismo dijo: “Nadie viene al Padre sino por mí”, y: “Si le piden alguna cosa al Padre, él se la dará en mi nombre”. (Juan 14:6; 16:23.) El pedir cosas en el nombre de Jesús significa que lo reconocemos como el medio de acercarnos al Oidor de la oración.

      5. ¿Qué actitud manifiesta Dios para con el mundo de la humanidad, y qué tiene que ver esto con la oración?

      5 Debemos apreciar, especialmente, el amor que Jehová mostró al suministrar el rescate. Jesús dijo: “Tanto amó Dios al mundo [de la humanidad] que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna”. (Juan 3:16.) La profundidad del amor de Dios está bien expresada en estas palabras del salmista: “Así como los cielos son más altos que la tierra, su bondad amorosa es superior para con los que le temen. Tan lejos como está el naciente del poniente, así de lejos ha puesto de nosotros nuestras transgresiones. Como un padre muestra misericordia a sus hijos, Jehová ha mostrado misericordia a los que le temen. Pues él mismo conoce bien la formación de nosotros, y se acuerda de que somos polvo”. (Salmo 103:11-14.) ¡Qué alentador es saber que las oraciones de los testigos dedicados de Jehová ascienden a este Padre tan amoroso mediante su Hijo!

      Un privilegio dado sólo a algunos

      6. ¿Con qué actitud debe uno acercarse a Jehová en oración?

      6 Los reyes humanos no permiten que cualquier persona entre en el palacio real sin haber sido anunciada. Obtener audiencia de un rey es un privilegio que no se da a todos. Lo mismo sucede con la oración al Rey de la eternidad. Por supuesto, los que se acercan a él mediante Jesucristo con la debida comprensión de la gloriosa majestuosidad de Dios pueden esperar que Dios los oiga. El acercamiento al Rey Eterno debe efectuarse con actitud reverente, en devoción. Y los que desean que él les oiga tienen que desplegar “el temor de Jehová”. (Proverbios 1:7.)

      7. ¿Qué es “el temor de Jehová”?

      7 ¿Qué es “el temor de Jehová”? Es reverencia profunda a Dios, junto con un sano temor de desagradarle. Este temor reverente es el resultado de profunda gratitud por su bondad amorosa y benignidad. (Salmo 106:1.) Implica reconocerlo como el Rey de la eternidad, quien tiene derecho y autoridad para imponer castigo, hasta el de muerte, a cualquiera que le desobedece. Los que manifiestan el temor de Jehová pueden orarle con la esperanza de que se les oiga.

      8. ¿Por qué oye Dios las oraciones de los que le temen?

      8 Desde luego, Dios no contesta las oraciones de inicuos, infieles ni farisaicos. (Proverbios 15:29; Isaías 1:15; Lucas 18:9-14.) Pero Jehová oye a los que le temen porque estos se han amoldado a Sus justas normas. Sin embargo, han hecho más que eso. Las personas que temen a Jehová se han dedicado a Dios en oración y han simbolizado esto sometiéndose al bautismo en agua. Así, tienen el privilegio de orar a Jehová en cualquier momento.

      9, 10. ¿Pueden los no bautizados orar con la esperanza de que se les oiga?

      9 Para que Dios oiga a uno, uno tiene que expresar en oración pensamientos que estén en armonía con la voluntad divina. Sí, tiene que ser sincero, pero se requiere más que eso. “Sin fe es imposible serle de buen agrado [a Dios] —escribió el apóstol Pablo—, porque el que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que llega a ser remunerador de los que le buscan solícitamente.” (Hebreos 11:6.) Pues bien, ¿puede animarse a personas no bautizadas a orar con la esperanza de que Dios las oiga?

      10 El rey Salomón, consciente de que la oración es un privilegio que se da sólo a algunos, pidió a Jehová que oyera solamente a los extranjeros que oraran hacia el templo de Dios en Jerusalén. (1 Reyes 8:41-43.) Siglos después, el extranjero gentil llamado Cornelio “hacía ruego a Dios continuamente” como hombre devoto. Al adquirir conocimiento exacto, Cornelio se dedicó a Dios, quien entonces le concedió el espíritu santo. Después de esto, Cornelio y otros gentiles se bautizaron. (Hechos 10:1-44.) Como en el caso de Cornelio, a todo el que hoy adelanta hacia la dedicación se le puede animar a orar. Pero del que no sea sincero al estudiar las Escrituras, no conozca los requisitos divinos en cuanto a la oración y no haya desplegado aún una actitud que agrade a Dios no se puede decir que tema a Jehová, tenga fe ni lo busque solícitamente. Esa persona no está en condiciones de ofrecer oraciones aceptas a Dios.

      11. ¿Qué les ha pasado a algunos que adelantaban hacia la dedicación, y qué deben preguntarse?

      11 Puede que parezca que algunos que en un tiempo adelantaban hacia la dedicación después se retraigan. Si no tienen suficiente amor a Dios en el corazón para dedicarse sin reservas a él, deberían preguntarse si acaso todavía tienen el maravilloso privilegio de orar. Parece que no, porque los que se acercan a Dios tienen que buscarlo solícitamente y también buscar la justicia y la mansedumbre. (Sofonías 2:3.) Todo el que realmente teme a Jehová es un creyente que se dedica a Dios y simboliza esa dedicación mediante bautizarse. (Hechos 8:13; 18:8.) Y solo los creyentes bautizados tienen el privilegio de acercarse en oración al Rey Eterno en cualquier momento.

      ‘Orar con espíritu santo’

      12. ¿Cuándo puede decirse que uno está “orando con espíritu santo”?

      12 Una vez que uno se dedica a Dios y simboliza esto mediante el bautismo, entonces puede ‘orar con espíritu santo’. Con relación a esto Judas escribió: “Pero ustedes, amados, edificándose sobre su santísima fe, y orando con espíritu santo, manténganse en el amor de Dios, mientras esperan la misericordia de nuestro Señor Jesucristo con vida eterna en mira”. (Judas 20, 21.) Uno ora con espíritu santo cuando lo hace bajo la influencia del espíritu o fuerza activa de Dios, y en armonía con lo que dice Su Palabra. Las Escrituras, redactadas bajo la inspiración del espíritu de Jehová, nos enseñan a orar y nos dicen qué pedir en oración. Por ejemplo, podemos orar con confianza que Dios nos dé su espíritu santo. (Lucas 11:13.) Cuando oramos con espíritu santo, nuestras oraciones revelan una condición de corazón que Jehová ama.

      13. Si oramos con espíritu santo, ¿qué evitaremos, y qué consejo de Jesús pondremos en práctica?

      13 Cuando oramos con espíritu santo nuestras oraciones no están repletas de palabras altisonantes. No consisten en fórmulas repetidas de memoria. No, no contienen vanas doxologías (expresiones de alabanza insinceras). Ese tipo de oraciones abunda en la cristiandad y el resto de Babilonia la Grande, el imperio mundial de la religión falsa. Pero los cristianos verdaderos prestan atención a este consejo de Jesús: “Cuando ustedes oren, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que la gente los vea. [...] Y al orar no repitas palabras inútiles, como hacen los paganos, que se imaginan [equivocadamente] que cuanto más hablen más caso les hará Dios. No sean ustedes como ellos”. (Mateo 6:5-8, Versión Popular.)

      14. ¿Qué declaraciones perspicaces han hecho algunos sobre la oración?

      14 Además de Jesús y los escritores de la Biblia, otras personas han hecho declaraciones perspicaces respecto a la oración. Por ejemplo, el escritor inglés John Bunyan (1628-1688) dijo: “La oración es un desahogo sincero, sensato y afectuoso del alma ante Dios, mediante Cristo, con la fortaleza y la ayuda del Espíritu, por las cosas que Dios ha prometido”. El ministro puritano Thomas Brooks (1608-1680) señaló: “Dios no considera la oratoria de las oraciones de uno: lo elegantes que sean; ni la geometría de las oraciones de uno: lo largas que sean; ni la aritmética de las oraciones de uno: cuántas sean; ni la lógica de las oraciones de uno: cuán metódicas sean; sino la sinceridad que hay en ellas”. A esos comentarios pudieran añadirse estas palabras de Bunyan: “Al orar es mejor tener un corazón sin palabras que palabras sin corazón”. Pero si somos sinceros y de veras satisfacemos los requisitos divinos, ¿cómo podemos estar seguros de que el Rey de la eternidad oirá nuestras oraciones?

      Nunca nos despide

      15. En esencia, ¿qué dijo Jesús en Lucas 11:5-8?

      15 Jehová Dios nunca cierra los oídos a las oraciones de sus siervos dedicados. Esto lo aclararon las alentadoras palabras de Jesús cuando sus discípulos le pidieron que les enseñara a orar. Él dijo en parte: “¿Quién de ustedes tendrá un amigo e irá a él a medianoche y le dirá: ‘Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío acaba de venir a mí de viaje y no tengo qué poner delante de él’? Y aquel, desde dentro, en respuesta dice: ‘Deja de causarme molestia. La puerta ya está asegurada con cerradura, y mis niñitos están conmigo en la cama; no puedo levantarme y darte nada’. Les digo: Aunque no se levante a darle algo por ser su amigo, ciertamente por causa de su persistencia atrevida se levantará y le dará cuantas cosas necesite”. (Lucas 11:1, 5-8.) ¿Qué punto comunicaba esta ilustración?

      16. Respecto a la oración, ¿qué quería Jesús que hiciéramos?

      16 Desde luego, Jesús no quiso decir que Jehová no quiere ayudarnos. Más bien, Cristo quiere que confiemos de lleno en Dios y que lo amemos lo suficiente como para orar sin cesar. Por eso las palabras siguientes de Jesús fueron: “Les digo: Sigan pidiendo, y se les dará; sigan buscando, y hallarán; sigan tocando, y se les abrirá. Porque todo el que pide recibe, y todo el que busca halla, y a todo el que toca se le abrirá”. (Lucas 11:9, 10.) Sin duda, pues, debemos seguir orando cuando experimentamos persecución, aflicción por alguna debilidad personal muy arraigada, o cualquier otra prueba. Jehová siempre está dispuesto a ayudar a sus siervos fieles. Nunca nos dice: “Deja de causarme molestia”.

      17, 18. a) ¿Cómo nos animó Jesús a pedir espíritu santo, y qué hace más claras sus palabras? b) ¿Qué comparación hizo Jesús entre los tratos de un padre terrestre y los de Dios?

      17 Para que tengamos una relación estrecha con Dios, necesitamos su espíritu santo o fuerza activa. Por consiguiente, Jesús pasó a decir: “Realmente, ¿qué padre hay entre ustedes que, si su hijo pide un pescado, le dará acaso una serpiente en vez de un pescado? ¿O si también pide un huevo, le dará un escorpión? Por lo tanto, si ustedes, aunque son inicuos, saben dar buenos regalos a sus hijos, ¡con cuánta más razón dará el Padre en el cielo espíritu santo a los que le piden!”. (Lucas 11:11-13.) Mateo 7:9-11 menciona dar una piedra en vez de pan. Las palabras de Jesús resultan más claras si comprendemos que el pan de las tierras bíblicas de la antigüedad tenía el tamaño y la forma de una piedra plana y redonda. Algunas serpientes se parecen a ciertos peces, y hay un pequeño escorpión blanco que se parece un poco a un huevo. ¿Qué clase de padre a quien se le pidiera pan, un pescado o un huevo daría a su hijo una piedra, una serpiente o un escorpión?

      18 Jesús hizo entonces una comparación entre los tratos de un padre terrestre y los actos de Dios para con los miembros de Su familia de adoradores. Si nosotros, aunque somos más o menos inicuos debido al pecado heredado, damos buenos regalos a nuestros hijos, ¡con cuánta más razón debemos esperar que nuestro Padre celestial dé el magnífico don de su espíritu santo a sus siervos leales que humildemente se lo piden!

      19. a) ¿Qué dan a entender las palabras de Jesús registradas en Lucas 11:11-13 y Mateo 7:9-11? b) Si nos dejamos guiar por espíritu santo, ¿cómo consideraremos nuestras pruebas?

      19 Las palabras de Jesús dan a entender que debemos pedir a Dios que nos dé más de Su espíritu santo. Si nos dejamos guiar por ese espíritu, no nos ‘quejaremos respecto a nuestra suerte en la vida’ ni consideraremos las pruebas y desilusiones como cosas realmente dañinas para nosotros. (Judas 16.) Es cierto que “el hombre, nacido de mujer, es de vida corta y está harto de agitación”, y muchos no han llegado a ver durante su vida el final de sus problemas ni de sus angustias. (Job 14:1.) Pero nunca consideremos nuestras pruebas como piedras, serpientes ni escorpiones que el Oidor de la oración nos ha dado de alguna manera. Él es la mismísima personificación del amor y no somete a prueba a nadie con cosas malas. Más bien, nos da “toda dádiva buena y todo don perfecto”. Al final lo corregirá todo para bien de cuantos le aman y temen. (Santiago 1:12-17; 1 Juan 4:8.) Los que han andado en la verdad por muchos años saben por experiencia que algunas de sus pruebas más difíciles han redundado —mediante oración y fe— en beneficio suyo, y han aumentado el fruto del espíritu de Dios en su vida. (3 Juan 4.) De hecho, ¿de qué mejor manera pudiéramos aprender a depender de nuestro Padre celestial y recibir ayuda para cultivar el fruto del espíritu: amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad y autodominio? (Gálatas 5:22, 23.)

      20. ¿Qué efecto deben tener en nosotros las palabras de Jesús anotadas en Lucas 11:5-13?

      20 Así que las palabras de Jesús anotadas en Lucas 11:5-13 nos dan una bendita garantía del amor y el cuidado tierno de Jehová. Esto debe hacer que nuestro corazón rebose de la más profunda gratitud y amor. Debe fortalecer nuestra fe y acrecentar nuestro deseo de acudir con frecuencia al escabel del Rey Eterno y dilatarnos en Su presencia, que infunde amor. Además, las palabras de Jesús nos aseguran que nunca se nos hará volver vacíos de delante de Dios. Nuestro Padre celestial se complace muchísimo en que arrojemos nuestras cargas sobre él. (Salmo 55:22; 121:1-3.) Y cuando nosotros, como sus fieles siervos dedicados, le pedimos su espíritu santo, Él nos lo da en abundancia. Él es nuestro Dios amoroso, y podemos tener plena fe en que es el Oidor de nuestras oraciones.

  • “Enséñanos a orar”
    La Atalaya 1990 | 15 de mayo
    • “Enséñanos a orar”

      “Cierto discípulo suyo le dijo: ‘Señor, enséñanos a orar’.” (LUCAS 11:1.)

      1-3. a) ¿Por qué buscaron guía sobre la oración los discípulos de Jesús? b) ¿Qué preguntas surgen respecto a la oración?

      ALGUNAS personas tienen excelente voz para cantar. Otras tienen talento natural para la música. Pero para desarrollar a plenitud sus facultades, hasta esos cantantes e instrumentistas necesitan instrucción. Algo parecido sucede en el caso de la oración. Los discípulos de Jesucristo llegaron a percibir que necesitaban instrucción para que Dios oyera sus oraciones.

      2 Jesús por lo general le oraba en privado a su Padre, como lo hizo por toda una noche antes de escoger a los 12 apóstoles. (Lucas 6:12-16.) Aunque también instó a sus discípulos a orar en privado, ellos le oyeron orar en público y observaron que no era como los hipócritas religiosos, que oraban para que los hombres los vieran. (Mateo 6:5, 6.) Así que es lógico que los seguidores de Jesús desearan que él les diera instrucción avanzada en cuanto a la oración. Por eso leemos: “Ahora bien, aconteció que estando él en cierto lugar orando, cuando cesó, cierto discípulo suyo le dijo: ‘Señor, enséñanos a orar, así como Juan [el Bautizante] también enseñó a sus discípulos’”. (Lucas 11:1.)

      3 ¿Cómo respondió Jesús? ¿Qué podemos aprender de su ejemplo? Y ¿cómo podemos beneficiarnos de lo que enseñó sobre la oración?

      Lecciones para nosotros

      4. ¿Por qué debemos ‘orar incesantemente’, y qué quiere decir eso?

      4 Podemos aprender mucho de las palabras y el ejemplo de Jesús como hombre dado a la oración. Una de las lecciones es que si el Hijo perfecto de Dios tenía que orar con regularidad, mucho más tienen que buscar continuamente la guía, el consuelo y el apoyo espiritual de Dios sus discípulos imperfectos. Por eso, debemos ‘orar incesantemente’. (1 Tesalonicenses 5:17.) Desde luego, esto no significa que siempre tenemos que estar literalmente de rodillas. Más bien, nuestra actitud debe ser la del que constantemente ora por guía. Debemos buscar la guía de Dios en todo aspecto de la vida para obrar con perspicacia y siempre tener su aprobación. (Proverbios 15:24.)

      5. ¿Qué puede robarnos el tiempo que deberíamos dedicar a la oración, y qué debemos hacer al respecto?

      5 En estos “últimos días” muchas cosas pueden robarnos el tiempo que deberíamos dedicar a la oración. (2 Timoteo 3:1.) Pero si los problemas domésticos, las inquietudes del trabajo y cosas por el estilo estorban el que oremos regularmente a nuestro Padre celestial, entonces estamos demasiado cargados con las preocupaciones de la vida. Esa situación se debe corregir sin demora, pues el no orar lleva a la pérdida de la fe. Debemos eliminar algunas obligaciones seglares o contrapesar las inquietudes de la vida mediante volver el corazón a Dios en busca de guía con mayor solicitud y frecuencia. Debemos ‘ser vigilantes en cuanto a oraciones’. (1 Pedro 4:7.)

      6. ¿Qué oración estudiaremos ahora, y con qué propósito?

      6 En el padrenuestro, o lo que se ha llamado la oración modelo, Jesús enseñó a sus discípulos a orar, no les enseñó precisamente qué decir. El relato de Lucas difiere un poco del de Mateo porque se trata de ocasiones diferentes. Estudiaremos esa oración como ejemplo de la clase de oraciones que debemos hacer como seguidores de Jesús y testigos de Jehová.

      Nuestro Padre y su nombre

      7. ¿Quiénes tienen el privilegio de dirigirse a Jehová llamándolo “Padre nuestro”?

      7 “Padre nuestro que estás en los cielos.” (Mateo 6:9; Lucas 11:2.) Puesto que Jehová es el Creador de la humanidad y habita en la región celestial, es apropiado que nos dirijamos a él con las palabras: “Padre nuestro que estás en los cielos”. (1 Reyes 8:49; Hechos 17:24, 28.) Al usar el término “nuestro” reconocemos que otros también están en estrecha relación con Dios. Pero ¿quiénes tienen el privilegio de llamar a Dios su Padre en todo momento? Solo las personas dedicadas y bautizadas que componen su familia de adoradores. El que llamemos a Jehová “Padre nuestro” indica que tenemos fe en Dios y comprendemos que solamente podemos reconciliarnos con él si aceptamos de lleno el sacrificio de rescate de Jesús. (Hebreos 4:14-16; 11:6.)

      8. ¿Por qué debería ser nuestro anhelo orar con detenimiento a Jehová?

      8 ¡Cuán allegados debemos sentirnos a nuestro Padre celestial! Como hijos que nunca se cansan de acudir a su padre, nuestro anhelo debería ser orar con detenimiento a Dios, pasar tiempo orándole. Nuestra profunda gratitud por las bendiciones espirituales y materiales que él nos da debe movernos a darle gracias por su bondad. Debemos sentirnos inclinados a llevarle las cargas que nos abruman, seguros de que él nos sustentará. (Salmo 55:22.) Podemos tener la certeza de que, si somos fieles, al final el resultado será bueno, porque él se interesa por nosotros. (1 Pedro 5:6, 7.)

      9. ¿Qué pedimos cuando oramos por la santificación del nombre de Dios?

      9 “Santificado sea tu nombre.” (Mateo 6:9; Lucas 11:2.) A veces la palabra “nombre” denota a la persona misma, y “santificar” significa “hacer santo, apartar o estimar algo como sagrado”. (Compárese con Revelación 3:4.) En realidad, pues, orar por la santificación del nombre de Dios es pedir que Jehová actúe para santificarse a sí mismo. ¿Cómo? Quitando todo el oprobio que se ha amontonado sobre su nombre. (Salmo 135:13.) Con ese fin, Dios eliminará la maldad, se magnificará y hará que las naciones sepan que él es Jehová. (Ezequiel 36:23; 38:23.) Si anhelamos ver ese día y verdaderamente comprendemos la majestuosidad de Jehová, siempre nos dirigiremos a él con el espíritu reverente que reflejan las palabras: “Santificado sea tu nombre”.

      El Reino de Dios y su voluntad

      10. ¿Qué queremos decir cuando oramos que venga el Reino de Dios?

      10 “Venga tu reino.” (Mateo 6:10; Lucas 11:2.) El Reino al que se alude con esas palabras es la gobernación soberana de Jehová, según se manifiesta mediante el gobierno Mesiánico celestial en las manos de Jesucristo y sus “santos” asociados. (Daniel 7:13, 14, 18, 27; Isaías 9:6, 7; 11:1-5.) ¿Qué significa orar que el Reino “venga”? Quiere decir que pedimos que el Reino de Dios venga contra todos los opositores terrestres de la gobernación divina. Después que el Reino ‘triture y ponga fin a todos los reinos terrestres’, transformará toda la Tierra en un paraíso. (Daniel 2:44; Lucas 23:43.)

      11. Si anhelamos que se haga la voluntad de Jehová por todo el universo, ¿qué haremos nosotros?

      11 “Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.” (Mateo 6:10.) Así pedimos que Dios efectúe su propósito respecto a la Tierra, el cual incluye la eliminación de sus enemigos. (Salmo 83:9-18; 135:6-10.) De hecho, esto da a entender que anhelamos que se haga la voluntad divina por todo el universo. Si eso quiere nuestro corazón, siempre haremos la voluntad de Jehová lo mejor que podamos. No podríamos hacer sinceramente tal petición si no nos estuviéramos esforzando solícitamente por hacer la voluntad de Dios en nuestro propio caso. Si oramos de esta manera, entonces debemos asegurarnos de no hacer cosas que estén en contra de esa voluntad, como concertar citas amorosas con algún incrédulo o adoptar costumbres mundanas. (1 Corintios 7:39; 1 Juan 2:15-17.) Más bien, siempre debemos tener presente este pensamiento: ‘¿Cuál es la voluntad de Jehová en este asunto?’. Sí, si amamos a Dios con todo el corazón buscaremos su guía en todo asunto de la vida. (Mateo 22:37.)

      El pan nuestro de cada día

      12. ¿Cómo nos beneficia el que pidamos solo ‘el pan de cada día’?

      12 “Danos hoy nuestro pan para este día.” (Mateo 6:11.) El relato de Lucas dice: “Danos nuestro pan para el día según la necesidad del día”. (Lucas 11:3.) El pedir a Dios que nos provea el alimento necesario “para este día” estimula la fe en que él puede satisfacer nuestras necesidades día tras día. Los israelitas habían de recoger maná “cada cual su cantidad día por día”, no para una semana o más. (Éxodo 16:4.) Esta no es una oración para recibir manjares exquisitos ni provisiones sobreabundantes, sino para satisfacer nuestras necesidades diarias según surjan. El pedir solo el pan de cada día también nos ayuda a evitar la codicia. (1 Corintios 6:9, 10.)

      13. a) En sentido general, ¿qué significa pedir el pan de cada día? b) ¿Qué actitud debemos tener aunque trabajemos arduamente y apenas tengamos lo suficiente para el sustento?

      13 En sentido general, pedir el pan de cada día indica que no nos creemos independientes, sino que acudimos constantemente a Dios por alimento, bebida, ropa y otros artículos de primera necesidad. Confiamos en nuestro Padre como miembros dedicados de su familia de adoradores, pero no nos sentamos con los brazos cruzados a esperar que nos provea milagrosamente lo que necesitamos. Trabajamos y nos valemos de cualquier medio a nuestro alcance para obtener alimento y otros artículos de primera necesidad. Sin embargo, apropiadamente damos gracias a Dios en oración porque tras esas provisiones vemos el amor, la sabiduría y el poder de nuestro Padre celestial. (Hechos 14:15-17; compárese con Lucas 22:19.) El ser diligentes puede traernos prosperidad. Pero aunque trabajemos arduamente y apenas tengamos lo suficiente, despleguemos gratitud y contentamiento. (Filipenses 4:12; 1 Timoteo 6:6-8.) De hecho, la persona piadosa que tiene alimento y ropa comunes puede ser mucho más feliz que algunos que han alcanzado prosperidad material. Por eso, aunque tengamos poco debido a circunstancias que estén más allá de nuestro control, no nos desalentemos. Todavía podemos ser ricos en sentido espiritual. En realidad, no tenemos que empobrecer en la fe, la esperanza ni el amor a Jehová, a quien ascienden nuestra alabanza y nuestras gracias en oración sincera.

      El perdón de nuestras deudas

      14. ¿Cuáles son las deudas por las cuales pedimos perdón, y qué aplica Dios a ellas?

      14 “Y perdónanos nuestras deudas, como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores.” (Mateo 6:12.) El relato de Lucas muestra que esas deudas son pecados. (Lucas 11:4.) El pecado heredado nos impide hacer todas las cosas de acuerdo con la perfecta voluntad de nuestro Padre. Por eso, en cierto sentido esas faltas han sido nuestras deudas u obligaciones con relación a Dios desde que empezamos a ‘vivir y andar por espíritu’. (Gálatas 5:16-25; compárese con Romanos 7:21-25.) Tenemos esas deudas porque somos imperfectos y ahora no podemos satisfacer a plenitud las normas divinas. Tenemos el privilegio de orar por el perdón de tales pecados. Felizmente, Dios puede aplicar el mérito del sacrificio de rescate de Jesús a esas deudas o pecados. (Romanos 5:8; 6:23.)

      15. ¿Con qué actitud debemos ver la disciplina que necesitamos?

      15 Si esperamos que Dios perdone nuestras deudas o pecados, tenemos que arrepentirnos y estar dispuestos a recibir disciplina. (Proverbios 28:13; Hechos 3:19.) Porque Jehová nos ama, nos da la disciplina que necesitamos personalmente para corregir nuestras debilidades. (Proverbios 6:23; Hebreos 12:4-6.) Por supuesto, podemos ser felices si al crecer en fe y conocimiento nuestro corazón llega a estar en armonía tan plena con las leyes y principios de Dios que nunca pecamos con algún grado de premeditación. Pero ¿qué hay si discernimos cierta premeditación en nuestro mal proceder? Entonces deberíamos sentirnos profundamente apenados y deberíamos orar por perdón solícitamente. (Hebreos 10:26-31.) Por la aplicación del consejo que hayamos recibido debemos corregir nuestro derrotero con presteza.

      16. ¿Por qué es provechoso seguir pidiendo a Dios que nos perdone los pecados?

      16 El pedir regularmente que Dios perdone nuestros pecados es provechoso. Nos hace tener presente nuestra condición pecaminosa, y eso debería mantenernos humildes. (Salmo 51:3, 4, 7.) Necesitamos que nuestro Padre celestial ‘perdone nuestros pecados y nos limpie de toda injusticia’. (1 Juan 1:8, 9.) Además, el mencionar nuestros pecados cuando oramos nos ayuda a seguir luchando vigorosamente contra ellos. Así también recordamos continuamente que necesitamos el rescate y el mérito de la sangre derramada de Jesús. (1 Juan 2:1, 2; Revelación 7:9, 14.)

      17. ¿Cómo nos ayuda a tener buenas relaciones con otras personas el orar por perdón?

      17 El que oremos por perdón también contribuye a que seamos misericordiosos, compasivos y generosos para con los que tal vez sean deudores con relación a nosotros en algunas cuestiones, sean importantes o insignificantes. El relato de Lucas dice: “Perdónanos nuestros pecados, porque nosotros mismos también perdonamos a todo el que nos debe”. (Lucas 11:4.) De hecho, Dios nos perdona sólo si ya “hemos perdonado a nuestros deudores”, los que pecan contra nosotros. (Mateo 6:12; Marcos 11:25.) Jesús añadió: “Porque si perdonan a los hombres sus ofensas, su Padre celestial también los perdonará a ustedes; mientras que si no perdonan a los hombres sus ofensas, tampoco perdonará su Padre las ofensas de ustedes”. (Mateo 6:14, 15.) El orar por el perdón de nuestros pecados debe movernos a soportar a otras personas y perdonarlas. El apóstol Pablo escribió: “Como Jehová los perdonó liberalmente a ustedes, así también háganlo ustedes”. (Colosenses 3:13; Efesios 4:32.)

      La tentación y el inicuo

      18. ¿Por qué no debemos culpar nunca a Dios por las tentaciones y pruebas que afrontemos?

      18 “Y no nos metas en tentación.” (Mateo 6:13; Lucas 11:4.) Estas palabras no quieren decir que Jehová nos tienta para que pequemos. Las Escrituras a veces dicen que Dios hace o causa cosas que él sencillamente permite. (Rut 1:20, 21; compárese con Eclesiastés 11:5.) Pero “con cosas malas Dios no puede ser sometido a prueba, ni somete a prueba él mismo a nadie”, escribió el discípulo Santiago. (Santiago 1:13.) Por lo tanto, nunca culpemos a nuestro Padre celestial de tentarnos o someternos a prueba con cosas malas, pues Satanás es el Tentador que trata de hacernos pecar contra Dios. (Mateo 4:3; 1 Tesalonicenses 3:5.)

      19. ¿Qué pudiéramos pedir respecto a la tentación?

      19 Al pedir: “No nos metas en tentación”, en realidad pedimos a Jehová que no nos permita sucumbir cuando se nos tiente o presione para que le desobedezcamos. Podemos suplicar a nuestro Padre que guíe nuestros pasos para que no nos vengan tentaciones que sean demasiado severas para nosotros. Sobre esto Pablo escribió: “Ninguna tentación los ha tomado a ustedes salvo lo que es común a los hombres. Pero Dios es fiel, y no dejará que sean tentados más allá de lo que pueden soportar, sino que junto con la tentación también dispondrá la salida para que puedan aguantarla”. (1 Corintios 10:13.) Podemos orar que Jehová nos dirija para que no se nos tiente más allá de lo que podamos soportar y para que él nos suministre una salida cuando estemos profundamente angustiados. Las tentaciones proceden del Diablo, de nuestra carne pecaminosa y de las debilidades de otras personas, pero nuestro Padre amoroso puede guiarnos para que esas tentaciones no nos arrollen.

      20. ¿Por qué debemos orar que se nos libre “del inicuo”?

      20 “Sino líbranos del inicuo.” (Mateo 6:13.) No hay duda de que Dios puede impedir que Satanás, ‘el inicuo’, nos venza. (2 Pedro 2:9.) Y nunca ha hecho más falta que se nos libre del Diablo que ahora, cuando ‘tiene gran cólera porque sabe que le queda poco tiempo’. (Revelación 12:12.) No estamos en ignorancia de los designios de Satanás, pero tampoco desconoce él nuestras debilidades. Por eso tenemos que orar a Jehová para que nos proteja de las garras del Adversario, a quien se compara con un león. (2 Corintios 2:11; 1 Pedro 5:8, 9; compárese con Salmo 141:8, 9.) Por ejemplo, si pensamos casarnos, tal vez tengamos que pedirle a Jehová que nos libre de los designios de Satanás y de la tentación de cultivar amistades mundanas que pudieran llevarnos a cometer inmoralidad o a desobedecer a Dios al casarnos con algún incrédulo. (Deuteronomio 7:3, 4; 1 Corintios 7:39.) ¿Anhelamos riquezas? Entonces quizás tengamos que orar por ayuda para resistir las tentaciones de jugar por dinero o practicar el fraude. Satanás, muy deseoso de destruir nuestra buena relación con Jehová, usa cualquiera de las armas de su arsenal de tentaciones. Por eso, oremos continuamente a nuestro Padre celestial, quien nunca abandona al justo cuando este se ve ante la tentación, y lo libra del inicuo.

      La oración edifica la fe y la esperanza

      21. ¿Cómo nos ha beneficiado el orar por el Reino?

      21 A nuestro Padre celestial, que nos libra del inicuo, le deleita otorgarnos abundantes bendiciones. No obstante, ¿por qué ha permitido que su pueblo amado ore por tanto tiempo: “Venga tu reino”? Pues bien, a través de los años el orar así ha aumentado nuestro deseo de que venga el Reino y el aprecio que le tenemos. Esa oración nos recuerda lo mucho que necesitamos ese benévolo gobierno celestial. También mantiene ante nosotros la esperanza de vivir bajo la gobernación del Reino. (Revelación 21:1-5.)

      22. ¿Qué actitud debemos seguir mostrando en cuanto a orar a nuestro Padre celestial, Jehová?

      22 Indiscutiblemente la oración edifica nuestra fe en Jehová. El vínculo que nos une a él se fortalece cuando él contesta nuestras oraciones. Por lo tanto, nunca nos cansemos de dirigirnos a él diariamente con expresiones de alabanza, acción de gracias y ruego. Y estemos agradecidos por la manera práctica como Jesús respondió a la petición de sus seguidores: “Señor, enséñanos a orar”.

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