La enseñanza rabínica de aquel tiempo permitía al hombre divorciarse de su esposa por razones de muy poco peso, como, por ejemplo, estropear una comida o hablar con un extraño. Es más, hasta se permitía que el hombre se divorciara de su esposa si hallaba a otra mujer que consideraba más hermosa.

Un comentario bíblico explica: “Según el judaísmo rabínico, la mujer infiel podía cometer adulterio contra su esposo, y un hombre que mantenía relaciones sexuales con la esposa de otro hombre podía cometer adulterio contra este. Pero el hombre nunca podía cometer adulterio contra su esposa, sin importar lo que hiciera.