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¿Son sanas nuestras diversiones?La Atalaya 2011 | 15 de octubre
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Por supuesto, la libertad de elección no es una excusa para participar en actividades perjudiciales. Volvamos al ejemplo de la comida. Por mucho que nos guste variar, ¿verdad que jamás se nos ocurriría comer ningún alimento podrido? No solo sería una insensatez, sino que además estaríamos poniendo en riesgo nuestra propia salud. Por la misma razón, aunque estemos abiertos a una amplia variedad de diversiones, evitamos todas las que son inmorales, violentas o muy peligrosas, pues violan los principios bíblicos y amenazan nuestra salud física y espiritual.
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¿Son sanas nuestras diversiones?La Atalaya 2011 | 15 de octubre
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Aquellas en las que se realizan o se presentan actos que chocan de plano con los principios o las leyes divinas (1 Juan 5:19). Aunque en este mundo malvado triunfa el entretenimiento en el que ocupan un lugar relevante el sadismo, el demonismo, la homosexualidad, la pornografía, la violencia y otros actos condenados en las Escrituras, los cristianos lo rechazamos rotundamente (1 Cor. 6:9, 10; léase Revelación 21:8). Sin importar dónde estemos, evitamos cualquier contacto con todo lo que exalta estas prácticas, y de esta manera le demostramos a Jehová que somos obedientes a este mandato suyo: “Aborrezcan lo que es inicuo” (Rom. 12:9; 1 Juan 1:5, 6).
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