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  • Jehová promete a Daniel una magnífica recompensa
    Prestemos atención a las profecías de Daniel
    • 15. ¿En qué sentido puede ser el día de la muerte mejor que el del nacimiento?

      15 Consideremos otra razón por la que Daniel no tenía miedo ante la perspectiva de la muerte. La Palabra de Dios dice: “Mejor es un nombre que el buen aceite, y el día de la muerte que el día en que uno nace” (Eclesiastés 7:1). ¿Cómo puede un día tan triste como el de la muerte ser mejor que el alegre día del nacimiento? La clave está en el “nombre”. “El buen aceite” podía ser extremadamente caro. En cierta ocasión, María, la hermana de Lázaro, le untó los pies a Jesús con un aceite perfumado que casi costaba el salario de un año (Juan 12:1-7). ¿Cómo puede un simple nombre valer tanto? La versión Septuaginta griega utiliza en Eclesiastés 7:1 la expresión “un buen nombre”. Lo que es tan valioso no es el nombre en sí, sino lo que entraña. Al nacer, el portador del nombre aún no se ha labrado una reputación ni un historial de obras buenas, y no se tienen preciados recuerdos de su personalidad y cualidades. Pero cuando la vida termina, el nombre significa todas esas cosas, y si Dios lo considera un buen nombre, entonces tiene mucho más valor que cualquier posesión material.

  • Jehová promete a Daniel una magnífica recompensa
    Prestemos atención a las profecías de Daniel
    • 15. ¿En qué sentido puede ser el día de la muerte mejor que el del nacimiento?

      15 Consideremos otra razón por la que Daniel no tenía miedo ante la perspectiva de la muerte. La Palabra de Dios dice: “Mejor es un nombre que el buen aceite, y el día de la muerte que el día en que uno nace” (Eclesiastés 7:1). ¿Cómo puede un día tan triste como el de la muerte ser mejor que el alegre día del nacimiento? La clave está en el “nombre”. “El buen aceite” podía ser extremadamente caro. En cierta ocasión, María, la hermana de Lázaro, le untó los pies a Jesús con un aceite perfumado que casi costaba el salario de un año (Juan 12:1-7). ¿Cómo puede un simple nombre valer tanto? La versión Septuaginta griega utiliza en Eclesiastés 7:1 la expresión “un buen nombre”. Lo que es tan valioso no es el nombre en sí, sino lo que entraña. Al nacer, el portador del nombre aún no se ha labrado una reputación ni un historial de obras buenas, y no se tienen preciados recuerdos de su personalidad y cualidades. Pero cuando la vida termina, el nombre significa todas esas cosas, y si Dios lo considera un buen nombre, entonces tiene mucho más valor que cualquier posesión material.

      16. a) ¿Cómo se esforzó Daniel por hacerse un buen nombre ante Dios? b) ¿Por qué pudo ir a descansar Daniel con la confianza absoluta de que había logrado hacerse un buen nombre ante Jehová?

      16 Durante toda su vida, Daniel hizo cuanto pudo para hacerse un buen nombre ante Dios, y a Jehová no le pasó inadvertido. Él observó a Daniel y examinó su corazón. Lo mismo había hecho con el rey David, quien cantó: “Oh Jehová, tú me has escudriñado completamente, y me conoces. Tú mismo has llegado a conocer mi sentarme y mi levantarme. Has considerado mi pensamiento desde lejos” (Salmo 139:1, 2). Claro está que Daniel no era perfecto. Descendía del pecador Adán y era miembro de una nación pecadora (Romanos 3:23). Pero se arrepintió de sus errores y siempre trató de andar con su Dios en rectitud. Por tanto, el fiel profeta podía confiar en que Jehová perdonaría sus pecados y nunca se los echaría en cara (Salmo 103:10-14; Isaías 1:18). Jehová prefiere recordar las obras buenas de sus siervos leales (Hebreos 6:10). De ahí que en dos ocasiones el ángel de Jehová llamara a Daniel “hombre muy deseable” (Daniel 10:11, 19). Aquello significaba que Dios amaba al profeta. Daniel podía ir a descansar satisfecho, sabiendo que se había hecho un buen nombre ante Jehová.

      17. ¿Por qué es apremiante en este tiempo que nos hagamos un buen nombre ante Jehová?

      17 A todos nos conviene preguntarnos: “¿Me he hecho un buen nombre ante Jehová?”. Vivimos tiempos difíciles. Reconocer que la muerte puede sorprenderle a cualquiera de nosotros en cualquier momento no es morboso, sino sencillamente realista (Eclesiastés 9:11). Por consiguiente, es esencial que personalmente nos resolvamos ahora mismo, sin demora, a labrarnos un buen nombre ante Dios. Si así lo hacemos, no habremos de temer la muerte. Esta es solo un descanso, como si la persona durmiera. Y como al sueño, le sigue un despertar.

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