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  • “Fulguren con el espíritu”
    La Atalaya 2009 | 15 de octubre
    • “Fulguren con el espíritu”

      “No sean holgazanes en sus quehaceres. Fulguren con el espíritu. Sirvan a Jehová como esclavos.” (ROM. 12:11)

      1. ¿Por qué realizaban los israelitas sacrificios animales y otras ofrendas?

      JEHOVÁ valora profundamente los sacrificios que sus siervos realizan para mostrarle que lo aman y que desean someterse a su voluntad. En la antigüedad, los israelitas hacían sacrificios animales y otras ofrendas según lo establecía la Ley mosaica. De esa manera expresaban su agradecimiento a Dios y buscaban el perdón de sus pecados. Aunque hoy día Jehová no nos pide esa clase de sacrificios, el apóstol Pablo muestra en el capítulo 12 de su carta a los Romanos que sí espera de nosotros otro tipo de sacrificios. Veamos de cuáles se trata.

      Un sacrificio vivo

      2. ¿Qué clase de vida vivimos los cristianos, y qué implica esto?

      2 (Léase Romanos 12:1, 2.) En los primeros capítulos de su carta, Pablo demostró claramente que no eran las obras sino la fe lo que hacía posible que a los cristianos ungidos —fueran de origen judío o no— se les declarara justos ante Dios (Rom. 1:16; 3:20-24). Luego, en el capítulo 12, pasa a explicar que los cristianos debemos vivir una vida de sacrificio para demostrarle nuestro agradecimiento a Jehová. Pero primero hemos de “rehacer” nuestra mente. ¿Por qué razón? Porque, debido a la imperfección que hemos heredado, estamos esclavizados a “la ley del pecado y de la muerte” (Rom. 8:2). De modo que debemos “ser hechos nuevos en la fuerza que impulsa [nuestra] mente”, es decir, transformarnos, cambiar por completo nuestra forma de pensar y nuestras inclinaciones (Efe. 4:23). Para llevar a cabo ese cambio tan radical, necesitamos la ayuda de Dios y de su espíritu. Pero también tenemos que esforzarnos y utilizar nuestra “facultad de raciocinio”, nuestra capacidad de razonar. Debemos luchar para no dejarnos moldear por este sistema de cosas, con sus normas morales tan degradadas, su entretenimiento malsano y su retorcida forma de pensar (Efe. 2:1-3).

      3. ¿Por qué participamos en las actividades cristianas?

      3 Pablo también nos invita a usar nuestra facultad de razonar para comprobar por nosotros mismos cuál es “la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios”. ¿Por qué leemos la Biblia y meditamos en ella todos los días? ¿Por qué oramos? ¿Por qué asistimos a las reuniones y predicamos las buenas nuevas del Reino? ¿Es porque los ancianos nos animan a hacerlo? Bueno, es cierto que ellos nos animan, y eso es algo que agradecemos. Pero llevamos a cabo dichas actividades cristianas porque el espíritu santo nos impulsa a demostrarle a Jehová que nuestro amor es sincero. Además, nos hemos convencido de que esa es su voluntad (Zac. 4:6; Efe. 5:10). Nos llena de alegría y satisfacción saber que Dios nos aprueba por vivir nuestra vida como verdaderos cristianos.

      Diversos dones

      4, 5. ¿Cómo deben usar sus dones los superintendentes cristianos?

      4 (Léase Romanos 12:6-8, 11.) De acuerdo con Pablo, todos “tenemos dones que difieren según la bondad inmerecida que se nos ha dado”. Algunos de ellos —como el don de exhortar y el de presidir— tienen que ver especialmente con los superintendentes cristianos, a quienes se les manda que presidan “con verdadera solicitud” y diligencia.

      5 Pablo dice que esa misma diligencia debe percibirse cuando los ancianos sirven de maestros y llevan a cabo su ministerio. ¿Qué es este ministerio? El contexto parece indicar que se trata de “un ministerio” que se realiza dentro de la congregación, a la cual Pablo llama “un solo cuerpo” (Rom. 12:4, 5). Los apóstoles hablaron de un ministerio similar en Hechos 6:4: “Nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra”. Dicho ministerio consiste en fortalecer a los miembros de la congregación. Así es, los superintendentes se ocupan “en este ministerio” al darles guía e instrucción bíblica. Y lo que les ayudará a enseñar y pastorear al rebaño es el estudio, la oración y la investigación. Ellos deben esforzarse por usar sus dones y cuidar de las ovejas “con alegría” (Rom. 12:7, 8; 1 Ped. 5:1-3).

      6. ¿Cómo podemos seguir el consejo de Romanos 12:11, el texto en el que se basa el presente artículo?

      6 Pablo añade: “No sean holgazanes en sus quehaceres. Fulguren con el espíritu. Sirvan a Jehová como esclavos”. Si notamos que ha disminuido el entusiasmo con el que efectuamos nuestro ministerio, quizás sea necesario evaluar nuestros hábitos de estudio y pedirle su espíritu santo a Jehová más a menudo y con más fervor. Así podremos combatir la tibieza espiritual, y se avivará nuestro celo (Luc. 11:9, 13; Rev. 2:4; 3:14, 15, 19). El espíritu santo les dio fuerzas a los primeros cristianos para hablar de “las cosas magníficas de Dios” (Hech. 2:4, 11). De igual modo hoy día, puede impulsarnos a participar con más empeño en el ministerio y hacer que fulguremos “con el espíritu”.

      Humildad y modestia

      7. ¿Por qué debemos ser humildes y modestos?

      7 (Léase Romanos 12:3, 16.) Cualquier don que tengamos se debe a “la bondad inmerecida” de Jehová. Pablo les dijo lo siguiente a los corintios: “El estar nosotros adecuadamente capacitados proviene de Dios” (2 Cor. 3:5). De modo que nunca deberíamos presumir de nuestros logros. Hemos de reconocer con humildad que todo lo que alcancemos en el servicio a Dios se debe a su bendición, no a nuestras propias habilidades (1 Cor. 3:6, 7). El apóstol dijo: “A cada uno que está allí entre ustedes [le digo] que no piense más de sí mismo de lo que sea necesario pensar”. Es importante tener cierto grado de autoestima y sentir alegría y satisfacción al servir a Jehová. Sin embargo, debemos ser modestos, es decir, estar conscientes de nuestras limitaciones, a fin de no convertirnos en personas dogmáticas e inflexibles. Debemos pensar “de tal modo que tenga[mos] juicio sano”.

      8. ¿Cómo podemos evitar hacernos “discretos a [nuestros] propios ojos”?

      8 Sería absurdo presumir de nuestros logros, pues en realidad es “Dios [el] que lo hace crecer” (1 Cor. 3:7). Pablo señaló que Jehová le ha dado a cada miembro de la congregación “una medida de fe”. Así que, en vez de sentirnos superiores a los demás, debemos reconocer los logros que ellos obtienen gracias a esa medida de fe. Pablo añadió: “Estén dispuestos para con otros del mismo modo como lo están para consigo mismos”. Y en otra de sus cartas nos aconseja que no hagamos “nada movidos por espíritu de contradicción ni por egotismo”, sino que consideremos “con humildad mental que los demás son superiores a [nosotros]” (Fili. 2:3). Claro, se requiere verdadera humildad y un esfuerzo consciente a fin de reconocer que hay algo en lo que cada uno de nuestros hermanos es superior a nosotros. Pero esa humildad evitará que nos hagamos “discretos a [nuestros] propios ojos”. Es posible que quienes tienen responsabilidades especiales en la organización reciban más atención que los demás, pero todos debemos sentirnos muy contentos al llevar a cabo “cosas humildes”, tareas que suelen pasar desapercibidas a la gente (1 Ped. 5:5).

      La unidad de la congregación

      9. ¿Por qué comparó Pablo a los cristianos ungidos con los miembros de un cuerpo?

      9 (Léase Romanos 12:4, 5, 9, 10). Pablo comparó a los cristianos ungidos con los miembros de un cuerpo que trabajan en armonía bajo la dirección de la cabeza (Col. 1:18). Así como un cuerpo está formado por muchas partes que desempeñan funciones distintas, así los cristianos ungidos, “aunque [son] muchos”, conforman “un solo cuerpo en unión con Cristo”, su Cabeza. A los cristianos de Éfeso, Pablo les dijo algo parecido: “Por el amor crezcamos en todas las cosas en aquel que es la cabeza, Cristo. De él todo el cuerpo, por estar unido armoniosamente y hacérsele cooperar mediante toda coyuntura que da lo que se necesita, conforme al funcionamiento de cada miembro respectivo en la medida debida, contribuye al crecimiento del cuerpo para la edificación de sí mismo en amor” (Efe. 4:15, 16).

      10. ¿Qué autoridad deben reconocer las “otras ovejas”?

      10 Aunque las “otras ovejas” no forman parte del “cuerpo” de Cristo, pueden aprender mucho de esta comparación (Juan 10:16). Pablo señala que Jehová “sujetó todas las cosas debajo de [los] pies [de Cristo], y lo hizo cabeza sobre todas las cosas en cuanto a la congregación” (Efe. 1:22). Entre las cosas que Dios ha puesto bajo la dirección de su Hijo se encuentran estas otras ovejas. Además, este grupo está entre los “bienes” que el Hijo encargó a su “esclavo fiel y discreto” (Mat. 24:45-47). Por tanto, quienes esperan vivir para siempre en la Tierra deben reconocer a Jesús como la Cabeza. También deben obedecer al esclavo fiel y discreto, a su Cuerpo Gobernante y a los hombres que han sido nombrados superintendentes (Heb. 13:7, 17). Todo esto promueve la unidad de la congregación.

      11. a) ¿En qué se basa nuestra unidad? b) ¿Qué otros consejos dio Pablo?

      11 Dicha unidad se basa en el amor, el “vínculo perfecto de unión” (Col. 3:14). En el capítulo 12 de Romanos, Pablo enfatiza esta idea al decir que nuestro amor debe ser “sin hipocresía” y que entre nosotros debe haber “tierno cariño” y “amor fraternal”. Todo esto propicia el respeto mutuo. El apóstol dice: “En cuanto a mostrarse honra unos a otros, lleven la delantera”. Claro, no debemos confundir el amor con el sentimentalismo. Tenemos que hacer todo lo posible por mantener limpia la congregación. Por eso, a este consejo sobre el amor, Pablo añadió lo siguiente: “Aborrezcan lo que es inicuo; adhiéranse a lo que es bueno”.

      La senda de la hospitalidad

      12. ¿Qué nos enseña el ejemplo de generosidad de los cristianos de Macedonia?

      12 (Léase Romanos 12:13.) El amor por nuestros hermanos nos impulsará a “compart[ir] con los santos según las necesidades de estos” y de acuerdo con nuestras posibilidades. Aun si nuestros recursos son escasos, hacemos bien en compartirlos. Pablo dijo lo siguiente sobre los cristianos de Macedonia: “Durante una gran prueba, bajo aflicción, su abundancia de gozo y su profunda pobreza hicieron abundar las riquezas de su generosidad. Porque según lo que verdaderamente podían hacer —sí, yo testifico, más allá de lo que verdaderamente podían hacer— fue esto, mientras espontáneamente siguieron rogándonos con fuerte súplica por el privilegio de dar bondadosamente y de tener participación en el ministerio destinado para los santos [de Judea]” (2 Cor. 8:2-4). Aunque eran pobres, aquellos cristianos eran muy generosos. Consideraban un privilegio compartir lo que tenían con sus hermanos necesitados de Judea.

      13. ¿Qué significa la frase “sigan la senda de la hospitalidad”?

      13 La frase “sigan la senda de la hospitalidad” vierte una expresión griega que transmite la idea de tomar la iniciativa. La Epístola a los Romanos, de C. E. B. Cranfield, traduce así dicha expresión: “Buscad las oportunidades [...] para ser hospitalarios”. Una manera de seguir este consejo sería invitando a alguien a comer, lo cual es una hermosa muestra de amor. Pero si estamos atentos, encontraremos muchas otras oportunidades de ser hospitalarios. Por ejemplo, si no tenemos los medios o las energías para ofrecer a alguien una comida, ¿podríamos invitarlo a tomar una taza de café o de té, o un refresco? Eso también es hospitalidad.

      14. a) ¿Qué dos palabras componen el término griego que se traduce “hospitalidad”? b) ¿Cómo podemos demostrar nuestro amor por los extranjeros en la predicación?

      14 La hospitalidad es una cuestión de actitud. El término griego que se traduce “hospitalidad” está compuesto por dos palabras que significan “amor” y “extraño”. ¿Qué actitud tenemos hacia los extraños, como por ejemplo los extranjeros? Los publicadores que se esfuerzan por aprender otro idioma para predicar a los extranjeros que viven en su territorio están siguiendo la senda de la hospitalidad. Claro, muchos de nosotros no podemos hacer eso. Lo que sí podemos hacer es tratar de ayudar a los extranjeros con el folleto Buenas nuevas para gente de todas las naciones, que contiene un mensaje bíblico en muchos idiomas. ¿Ha tenido usted alguna buena experiencia en el ministerio con este folleto?

      La empatía

      15. ¿Cómo manifestó Jesús la empatía de la que se habla en Romanos 12:15?

      15 (Léase Romanos 12:15.) El consejo de Pablo que se registra en este versículo puede resumirse en dos palabras: mostrar empatía. Tenemos que aprender a comprender y compartir los sentimientos ajenos, ya sean de alegría o de tristeza. Si fulguramos con el espíritu, los demás percibirán que nos alegramos por las cosas buenas que les ocurren y que nos compadecemos de su dolor. Jesús era así. Él compartió la alegría de los 70 discípulos que envió a predicar. Cuando ellos le contaron lo bien que les había ido, “se llenó de gran gozo en el espíritu santo” (Luc. 10:17-21). En cambio, cuando murió su amigo Lázaro, lloró con los que lloraban (Juan 11:32-35).

      16. ¿De qué manera podemos manifestar nuestra empatía, y quiénes en particular deben hacerlo?

      16 Debemos seguir el ejemplo de Jesús. Debemos compartir las alegrías de nuestros hermanos, pero también ser sensibles a su dolor. Algo que puede aliviar a un hermano que se siente afligido es escucharlo con paciencia y ponerse en su lugar. De hecho, hay ocasiones en las que quizás nos sintamos tan conmovidos que no podamos contener las lágrimas (1 Ped. 1:22). Los ancianos en particular deben esforzarse por seguir la recomendación del apóstol Pablo sobre la empatía.

      17. ¿Qué hemos aprendido hasta ahora del capítulo 12 de Romanos, y de qué hablaremos en el siguiente artículo?

      17 Los versículos del capítulo 12 de Romanos que hemos analizado hasta ahora contienen excelentes consejos que podemos poner en práctica en la vida diaria y en las relaciones con nuestros hermanos. En el siguiente artículo analizaremos los versículos restantes de este capítulo, que explican cómo debemos ver y tratar a las personas que no pertenecen a la congregación o que incluso se oponen a nosotros o nos persiguen.

  • “Sean pacíficos con todos los hombres”
    La Atalaya 2009 | 15 de octubre
    • “Sean pacíficos con todos los hombres”

      “Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, sean pacíficos con todos los hombres.” (ROM. 12:18)

      1, 2. a) ¿Qué les había advertido Jesús a sus discípulos? b) ¿Dónde podemos encontrar buenos consejos sobre cómo reaccionar ante la oposición?

      JESÚS les había advertido a sus discípulos que se enfrentarían a la oposición del mundo, y la noche antes de su muerte explicó por qué. “Si ustedes fueran parte del mundo —les dijo a los apóstoles—, el mundo le tendría afecto a lo que es suyo. Ahora bien, porque ustedes no son parte del mundo, sino que yo los he escogido del mundo, a causa de esto el mundo los odia.” (Juan 15:19.)

      2 Pablo comprobó en carne propia lo ciertas que eran las palabras de Jesús. En la segunda carta que le escribió a su joven compañero Timoteo, le dijo: “Tú has seguido con sumo cuidado y atención mi enseñanza, el derrotero de mi vida, mi propósito, mi fe, mi gran paciencia, mi amor, mi aguante, mis persecuciones, mis sufrimientos”. Y añadió: “Todos los que desean vivir con devoción piadosa en asociación con Cristo Jesús también serán perseguidos” (2 Tim. 3:10-12). En el capítulo 12 de su carta a los Romanos, Pablo ofreció muy buenos consejos sobre cómo reaccionar ante la oposición. Dichos consejos pueden sernos muy prácticos en este tiempo del fin.

      “Provean cosas excelentes”

      3, 4. ¿Cómo puede aplicarse el consejo de Romanos 12:17 a) en las familias donde solo uno de los cónyuges sirve a Jehová? b) con los vecinos?

      3 (Léase Romanos 12:17.) Pablo indicó que no debemos pagar con la misma moneda a quienes nos tratan con hostilidad. Este consejo es particularmente importante para los cristianos cuyo cónyuge no sirve a Jehová. El cristiano debe controlarse para no responder a los comentarios hirientes o a los actos desconsiderados. No gana nada devolviendo mal por mal; al contrario, así solo empeora la situación.

      4 Pablo da esta recomendación: “Provean cosas excelentes a [la] vista de todos los hombres”. Si un esposo incrédulo le hace comentarios desagradables a su esposa sobre sus creencias, ella puede evitar una confrontación tratándolo con bondad (Pro. 31:12). Carlos, que es betelita, recuerda que cuando era niño, su madre logró vencer la dura oposición de su padre siendo bondadosa con él y esmerándose por ser una buena ama de casa. “Mi madre nos decía que teníamos que ser respetuosos con mi padre —relata Carlos—. Y me insistía para que jugara con él a la petanca [un juego muy popular conocido también como bochas]. Lo cierto es que ese no era mi juego preferido, pero a mi padre lo ponía de buen humor.” Con el tiempo, el padre de Carlos empezó a estudiar la Biblia y finalmente se bautizó. Los testigos de Jehová han logrado vencer el prejuicio de mucha gente “prove[yendo] cosas excelentes a [la] vista de todos los hombres”. Lo han hecho, por ejemplo, ayudando a sus vecinos cuando se produce un desastre.

      “Brasas ardientes” que derriten la oposición

      5, 6. a) ¿En qué sentido amontonamos “brasas ardientes” sobre la cabeza de nuestros enemigos? b) Relate el caso de alguien que haya seguido el consejo de Romanos 12:20 y haya obtenido buenos resultados.

      5 (Léase Romanos 12:20.) Al escribir las palabras de este versículo, Pablo seguramente estaba pensando en lo que dice Proverbios 25:21, 22: “Si el que te odia tiene hambre, dale pan de comer; y si tiene sed, dale agua de beber. Porque son brasas las que estás amontonando sobre su cabeza, y Jehová mismo te recompensará”. En vista de los demás consejos que contiene el capítulo 12 de Romanos, no debemos entender que las brasas simbólicas de las que habló Pablo tuvieran como propósito causarle daño al opositor o avergonzarlo. Al parecer, las palabras de Pablo —y las del proverbio bíblico— se refieren a una antigua técnica de fundición de metales. Charles Bridges, biblista del siglo XIX, escribió: “No se limiten a colocar el duro metal sobre el fuego; amontonen sobre él brasas ardientes para que se caliente por arriba y por abajo. Pocos corazones hay tan duros que no se derritan ante el enorme calor que irradia un amor paciente, abnegado y ardiente”.

      6 Como si fueran “brasas ardientes”, los actos de bondad pueden ablandar el corazón de los opositores e incluso “derretir” su hostilidad. Pueden hacer que la gente cambie su actitud hacia el pueblo de Jehová y el mensaje bíblico. El apóstol Pedro escribió: “Mantengan excelente su conducta entre las naciones, para que, en la cosa de que hablan contra ustedes como de malhechores, ellos, como resultado de las obras excelentes de ustedes, de las cuales son testigos oculares, glorifiquen a Dios en el día para la inspección” (1 Ped. 2:12).

      “Sean pacíficos con todos los hombres”

      7. a) ¿Qué paz les da Cristo a sus discípulos? b) ¿A qué nos impulsa esa paz?

      7 (Léase Romanos 12:18.) La última noche que estuvo con sus apóstoles, Jesús les dijo: “La paz les dejo, mi paz les doy” (Juan 14:27). La paz que Cristo nos da es la sensación de sosiego que sentimos al saber que contamos con el amor y la aprobación de él y de su Padre. Esa serenidad debería impulsarnos a vivir en paz con quienes nos rodean. Los cristianos verdaderos no solo aman la paz, sino que también la promueven; por eso se les puede llamar “pacificadores” (Mat. 5:9, nota).

      8. ¿Cómo podemos promover la paz en la familia y en la congregación?

      8 Una manera de promover la paz es resolviendo cuanto antes las diferencias que se producen en la familia, lo cual evita que se agraven los problemas (Pro. 15:18; Efe. 4:26). Y lo mismo debemos hacer en la congregación. El apóstol Pedro señaló que para alcanzar la paz es necesario reprimir la lengua (1 Ped. 3:10, 11). Santiago también advirtió sobre los peligros de dar mal uso a la lengua y sobre la importancia de evitar los celos y las rivalidades. Luego agregó: “La sabiduría de arriba es primeramente casta, luego pacífica, razonable, lista para obedecer, llena de misericordia y buenos frutos, sin hacer distinciones por parcialidad, sin ser hipócrita. Además, en cuanto al fruto de la justicia, su semilla se siembra en condiciones pacíficas para los que están haciendo la paz” (Sant. 3:17, 18).

      9. Aunque queremos ser “pacíficos con todos los hombres”, ¿qué debemos tener presente?

      9 En Romanos 12:18, Pablo señala que no basta con ser pacífico en el hogar y en la congregación. Él dijo que debemos serlo “con todos los hombres”, entre quienes están nuestros vecinos, los compañeros de trabajo y de estudios y la gente a la que predicamos. No obstante, el apóstol hizo una aclaración al utilizar las expresiones “si es posible” y “en cuanto dependa de ustedes”. Eso quiere decir que aunque hacemos lo que está a nuestro alcance por ser “pacíficos con todos”, jamás pasamos por alto los justos principios divinos para lograrlo.

      La venganza le pertenece a Jehová

      10, 11. ¿Qué significa el consejo “cédanle lugar a la ira”, y por qué es tan apropiado?

      10 (Léase Romanos 12:19.) El cristiano se mantiene “reprimido bajo lo malo” y trata “con apacibilidad” incluso “a los que no están favorablemente dispuestos”, es decir, a los que se niegan a escucharnos o hasta se oponen duramente a nuestra obra (2 Tim. 2:23-25). Después de aconsejar a sus hermanos que no se vengaran, Pablo les hizo esta exhortación: “Cédanle lugar a la ira”. ¿A la ira de quién se estaba refiriendo? ¿A la nuestra? Claro que no. Él no estaba diciendo que diéramos rienda suelta a nuestra ira, sino que le dejáramos lugar a la ira de Dios. Los cristianos sabemos que no podemos tomarnos la justicia por nuestra mano. El salmista escribió: “Depón la cólera y deja la furia; no te muestres acalorado solo para hacer mal” (Sal. 37:8). Y Salomón aconsejó: “No digas: ‘¡Ciertamente pagaré el mal!’. Espera en Jehová, y él te salvará” (Pro. 20:22).

      11 Si nuestros enemigos nos hacen daño, lo mejor es dejar que Jehová les dé su castigo cuando él lo decida, si esa es su voluntad. Pablo agregó: “Está escrito: ‘Mía es la venganza; yo pagaré, dice Jehová’”, lo cual demuestra que efectivamente estaba pensando en la ira de Dios (compárese con Deuteronomio 32:35). Intentar vengarnos sería un atrevimiento de nuestra parte, pues estaríamos atribuyéndonos un derecho que solo le pertenece a Jehová. Además, estaríamos demostrando falta de fe en esta promesa suya: “Yo pagaré”.

      12. ¿Cómo y cuándo se revelará la ira de Jehová?

      12 Ya al inicio de su carta a los Romanos, Pablo había dicho: “La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que suprimen la verdad de un modo injusto” (Rom. 1:18). La cólera de Jehová “se revela[rá] desde el cielo” mediante su Hijo cuando comience “la gran tribulación” (Rev. 7:14). Esa será la “prueba del justo juicio de Dios”, tal como explicó Pablo en otra de sus cartas: “Es justo por parte de Dios pagar con tribulación a los que les causan tribulación, pero, a ustedes que sufren la tribulación, con alivio juntamente con nosotros al tiempo de la revelación del Señor Jesús desde el cielo con sus poderosos ángeles en fuego llameante, al traer él venganza sobre los que no conocen a Dios y sobre los que no obedecen las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús” (2 Tes. 1:5-8).

      Venzamos el mal con el bien

      13, 14. a) ¿Por qué no nos sorprende que la gente se ponga en nuestra contra? b) ¿Cuál es una manera de bendecir a los que nos persiguen?

      13 (Léase Romanos 12:14, 21.) Puesto que confiamos plenamente en que Jehová llevará a cabo todo lo que se ha propuesto, podemos sentirnos tranquilos y concentrarnos en la obra que nos ha asignado: predicar las “buenas nuevas del reino” por “toda la tierra habitada” (Mat. 24:14). Sabemos que la predicación provocará la ira de nuestros enemigos, pues Jesús advirtió: “Serán objeto de odio de parte de todas las naciones por causa de mi nombre” (Mat. 24:9). Por eso, no nos sorprende ni nos desanima que la gente se ponga en nuestra contra. El apóstol Pedro escribió: “Amados, no estén perplejos a causa del incendio entre ustedes, que les está sucediendo para prueba, como si algo extraño les sobreviniera. Al contrario, sigan regocijándose por cuanto son partícipes de los sufrimientos del Cristo” (1 Ped. 4:12, 13).

      14 En vez de guardarles rencor a quienes nos persiguen, tratamos de darles a conocer la verdad, pues sabemos que algunos de ellos actúan por ignorancia (2 Cor. 4:4). Siempre procuramos seguir este consejo de Pablo: “Sigan bendiciendo a los que los persiguen; estén bendiciendo, y no maldiciendo” (Rom. 12:14). Una manera de bendecir a los opositores es orando por ellos. Jesús dijo en el Sermón del Monte: “Continúen amando a sus enemigos, haciendo bien a los que los odian, bendiciendo a los que los maldicen, orando por los que los insultan” (Luc. 6:27, 28). El apóstol Pablo sabía por experiencia que un perseguidor puede convertirse en fiel discípulo de Cristo y celoso siervo de Jehová (Gál. 1:13-16, 23). A sus hermanos de Corinto escribió lo siguiente: “Cuando se nos injuria, bendecimos; cuando se nos persigue, lo soportamos; cuando se nos infama, suplicamos” (1 Cor. 4:12, 13).

      15. ¿Cuál es la mejor manera de vencer el mal con el bien?

      15 Los cristianos verdaderos también nos esforzamos por seguir el consejo del último versículo del capítulo 12 de Romanos: “No te dejes vencer por el mal, sino sigue venciendo el mal con el bien”. La fuente del mal es el Diablo (Juan 8:44; 1 Juan 5:19). En la revelación que dio al apóstol Juan, Jesús dijo que sus hermanos ungidos habían vencido al Diablo “debido a la sangre del Cordero y debido a la palabra del testimonio que dieron” (Rev. 12:11). Como vemos, la mejor manera de vencer a Satanás y la influencia maligna que él ejerce sobre este mundo es dando testimonio de las buenas nuevas, lo cual es una forma de hacer el bien.

      Regocijémonos en la esperanza

      16, 17. Según el capítulo 12 de Romanos, ¿cómo debemos a) vivir nuestra vida? b) actuar en la congregación? c) tratar a las personas que se oponen a nuestra obra?

      16 Este breve repaso del capítulo 12 de la carta a los Romanos nos ha recordado muchas cosas. Hemos visto que los siervos dedicados de Jehová estamos dispuestos a hacer sacrificios porque nos impulsa el espíritu de Dios y porque nuestra capacidad de razonar nos ha convencido de que esa es la voluntad divina. Además, fulguramos con el espíritu y usamos nuestros dones con diligencia. Servimos a Dios con humildad y modestia, y hacemos todo lo posible por conservar la unidad de la congregación. Seguimos la senda de la hospitalidad y nos esforzamos por actuar con empatía.

      17 El capítulo 12 de Romanos también nos enseña cómo debemos reaccionar ante la oposición. Jamás tomamos represalias; al contrario, respondemos con actos de bondad. Hacemos lo posible por vivir en paz con todo el mundo, pero sin violar los principios bíblicos. Promovemos la paz en el círculo familiar, en la congregación, con nuestros vecinos, en el trabajo, en la escuela y en nuestro ministerio. Y aunque la oposición que enfrentemos sea feroz, tratamos de vencer el mal con el bien y nunca olvidamos que la venganza le pertenece a Jehová.

      18. ¿Qué tres exhortaciones nos da Pablo en Romanos 12:12?

      18 (Léase Romanos 12:12.) Además de todos estos atinados y prácticos consejos, Pablo da tres exhortaciones. Nos dice que “persevere[mos] en la oración”, pues sería imposible seguir todos los consejos del capítulo 12 de Romanos sin la ayuda de Jehová. La oración nos ayudará también a seguir la segunda recomendación de Pablo: “Aguanten bajo tribulación”. Y por último, nos anima a mantener nuestra mirada fija en el futuro que Jehová ha preparado para nosotros. Así nos “[regocijaremos] en la esperanza” de la vida eterna, sea en los cielos o en la Tierra.

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