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  • El gobierno que nos traerá el Paraíso
    El gobierno que nos traerá el Paraíso
    • El segundo rey de Israel fue David, descendiente de Judá. David venció a todos los enemigos de Israel, e hizo de Jerusalén la ciudad capital de la nación.

      Sucesos del reinado de David muestran que cuando Jehová apoya a un rey no hay gobernante terrestre que pueda vencerlo.

      Jehová dijo que la Descendencia prometida vendría mediante David. (1 Crónicas 17:7, 11, 14.)

  • El gobierno que nos traerá el Paraíso
    El gobierno que nos traerá el Paraíso
    • Pero mientras los descendientes de David todavía gobernaban en Jerusalén, Jehová hizo que su profeta Isaías hablara acerca de un futuro Hijo de David que gobernaría fielmente sobre toda la Tierra. Este sería la Descendencia prometida. (Isaías 9:6, 7.)

      El profeta Isaías predijo que la gobernación de Él sería hasta más gloriosa que la de Salomón. (Isaías, capítulos 11 y 65.)

      Ahora, más que nunca, los siervos de Jehová se preguntaban quién sería esta Descendencia.

      Pero antes que la Descendencia viniera, los reyes de Israel se hicieron tan inicuos que en 607 a. de la E.C. Jehová permitió que la nación fuera conquistada por los babilonios, y la mayoría de la gente fue desterrada a Babilonia. Pero Dios no había olvidado su promesa. La Descendencia todavía aparecería en la línea de David. (Ezequiel 21:25-27.)

      Lo que le sucedió a Israel mostró que aunque un rey humano sabio y fiel pudiera traer beneficios, estos beneficios serían limitados. Los hombres fieles mueren, y sus sucesores quizás no sean fieles. ¿Qué solución había?

      La Descendencia prometida.

      Con el tiempo, después de miles de años, la Descendencia apareció. ¿Quién fue?

      Un ángel de Dios dio la respuesta a una joven israelita soltera llamada María. Le dijo que ella tendría un hijo cuyo nombre sería Jesús. Esto fue lo que el ángel dijo:

      “Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y Jehová Dios le dará el trono de David su padre, y reinará”. (Lucas 1:32, 33.)

      De modo que Jesús sería la Descendencia prometida y con el tiempo el Rey del Reino de Dios. Pero ¿cómo difería Jesús de los hombres fieles que habían vivido antes?

      Jesús nació mediante un milagro. Su madre era virgen, y él no tuvo padre humano. Jesús había vivido antes en el cielo, y el espíritu santo o fuerza activa de Dios transfirió la vida de Jesús del cielo a la matriz de María. Por eso, él no heredó el pecado de Adán. Jesús no pecó en toda su vida. (1 Pedro 2:22.)

      A los 30 años de edad, Jesús fue bautizado.

      Habló a la gente acerca del Reino de Dios y con el tiempo se presentó como el Rey de ese Reino. (Mateo 4:23; 21:4-11.)

      También ejecutó muchos milagros.

      Sanó a los enfermos. (Mateo 9:35.)

      Alimentó milagrosamente a los hambrientos. (Mateo 14:14-22.)

      Hasta levantó a los muertos. (Juan 11:38-44.)

      Estos milagros muestran qué clase de cosas hará Jesús para la humanidad como Rey del Reino de Dios.

      ¿Recuerda usted que el rey David había hecho de Jerusalén la capital de su reino? Jesús explicó que el Reino de Dios no estaría en la Tierra, sino en el cielo (Juan 18:36). Por eso al Reino se le llama “Jerusalén celestial”. (Hebreos 12:22, 28.)

      Jesús dio conocimiento de las leyes que los que hubieran de ser súbditos del Reino tendrían que obedecer. Estas leyes se encuentran ahora en la Biblia. Las leyes más importantes eran que las personas deberían amar a Dios y amarse unas a otras. (Mateo 22:37-39.) Jesús también reveló que él no estaría solo en gobernar su Reino. Se escogería a algunos humanos para que fueran al cielo y gobernaran allí con él (Lucas 12:32; Juan 14:3). ¿Cuántos habría? Revelación 14:1 responde: 144.000.

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