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  • Exploración del espacio. ¿Adónde hemos llegado?
    ¡Despertad! 1992 | 8 de septiembre
    • Los transbordadores espaciales, ¿para la guerra, o para la paz?

      En la historia de la NASA se han producido constantes choques entre los que veían dicho organismo como un medio para la exploración pacífica del espacio, y los que lo veían principalmente como un medio de llevar la delantera a los soviéticos en la guerra fría. En 1982 Harold C. Hollenbeck, miembro de la Cámara de Representantes, habló sobre tal conflicto de intereses ante el Comité de Ciencia y Tecnología de dicha cámara. “Lo trágico —dijo⁠— es que el pueblo estadounidense no está al corriente de la politización y militarización de este organismo espacial civil. [...] Fue un equipo dirigido por civiles el que nos llevó a la Luna [...]. Yo, por lo menos, no deseo un programa espacial costoso que sea parte de algún Pentágono de la Guerra de las Galaxias. [...] Tan solo espero que la próxima generación de estadounidenses no recuerde a los que estamos aquí hoy como los líderes que contemplaron en silencio cómo nuestro país convertía una empresa noble en una máquina de guerra interestelar.”

      Luego prosiguió con una observación que resumía cómo el hombre estaba estropeando su futuro: “Fuimos al espacio como a una nueva frontera y ahora arrastramos a los cielos el odio y la amargura de la Tierra, como si el hombre tuviera el derecho de hacer la guerra en todo lugar”. Las grandes empresas y los intereses políticos y militares estaban tratando de asumir el control de la NASA. Miles de millones de dólares y miles de puestos de trabajo (y de votos) estaban en juego.

      Las preguntas lógicas que ahora surgen son: ¿Cuáles han sido algunos de los beneficios que la exploración del espacio ha producido para la humanidad?, y ¿qué nos traerá en el futuro?

  • Exploración del espacio. ¿Qué nos reserva el futuro?
    ¡Despertad! 1992 | 8 de septiembre
    • Exploración del espacio. ¿Qué nos reserva el futuro?

      CON la caída del imperio comunista soviético ha desaparecido casi todo el espíritu de competencia de la carrera espacial. Algunos científicos ya no tienen la motivación que originalmente los impulsaba: un rival a quien ganar. Ahora, en lugar de competir, los científicos espaciales rusos y americanos hablan de compartir sus conocimientos y experiencia. Pero todavía quedan objetivos por alcanzar y preguntas por responder. Una pregunta que muchos se hacen es: ¿Qué beneficios deriva la humanidad de todo este inmenso esfuerzo y gasto por explorar el espacio exterior?

      Una publicación de la NASA dice que, durante las tres últimas décadas, “se efectuaron más de 300 lanzamientos [de cosmonaves no tripuladas] para distintos programas, destinados, por ejemplo, a la exploración del sistema solar o a mejorar las predicciones meteorológicas, las comunicaciones mundiales y los estudios sobre los recursos de la Tierra”. ¿Puede decirse que los resultados hayan justificado las enormes cantidades de dinero invertidas en estos programas? La NASA afirma que “han amortizado de sobra la inversión de tiempo, dinero y aptitudes técnicas que ha hecho la nación”. Señala, además, que hay otra razón que justifica los gastos: “Unos 130.000 estadounidenses deben su puesto de trabajo a las investigaciones dirigidas por el programa espacial con el fin de mejorar los tejidos y pinturas ignífugos (que hacen ininflamables); conseguir radios y televisores de menor tamaño y mayor duración, plásticos más resistentes y adhesivos más fuertes; perfeccionar sistemas de supervisión electrónica para pacientes hospitalizados; desarrollar una tecnología informática más avanzada, así como adelantar en otros campos de la investigación”.

      Otro beneficio suplementario del programa espacial es que se ha conseguido una cartografía más detallada de la superficie de la Tierra, y hasta de lo que hay debajo de dicha superficie. Durante el segundo vuelo del transbordador espacial, se llevó a cabo un experimento “con un aparato relativamente primitivo de grabación óptica”. “Iba a ser un simple estudio geológico de la topografía de la superficie terrestre en el que se utilizaría un radar de formación de imágenes.” (Prescription for Disaster, de J. J. Trento.) Sin embargo, hubo un resultado inesperado. “Cuando la nave regresó y las imágenes [...] se procesaron, aparecieron las carreteras y calles de una ciudad antigua sepultada en las arenas del Sahara. Se había descubierto una civilización perdida.” Además, hay otro aspecto del que nos beneficiamos todos.

      ¿Qué tiempo hará?

      La mayoría de los telespectadores actuales dan por sentada la previsión meteorológica diaria, con mapas y ayudas visuales. No obstante, ¡cuánto influye en nuestros planes diarios! Si se va a producir una tormenta o va a llover o nevar, por lo general usted lo sabrá con horas de antelación gracias a los satélites meteorológicos que describen órbitas alrededor de la Tierra.

      Los satélites meteorológicos llevan treinta años transmitiendo información sobre las condiciones climáticas de la Tierra. Una publicación de la NASA dice: “Dichos satélites, además de permitirnos obtener un mayor entendimiento de nuestro medio ambiente, nos ayudan a protegernos de sus peligros”. Luego comenta acerca del huracán que en el año 1969 azotó el delta del Misisipí, en el golfo de México, y que causó daños materiales por valor de 1.400 millones de dólares (E.U.A.). “Sin embargo, gracias a la predicción del satélite meteorológico, solo 256 personas murieron, la mayoría de las cuales podría haberse salvado de haber prestado atención a las primeras advertencias que se dieron para evacuar la zona.” Estos beneficios también podrían aplicarse a otras partes de la Tierra que sufren con regularidad los efectos letales de monzones y tempestades.

      Sin embargo, a los científicos espaciales no solo les interesan estos beneficios secundarios para los habitantes de la Tierra. Sus objetivos van mucho más allá.

  • Exploración del espacio. ¿Qué nos reserva el futuro?
    ¡Despertad! 1992 | 8 de septiembre
    • Poblar otros planetas

      Hay otra ambición que también estimula la imaginación de muchos: el deseo de poblar y explotar otros planetas. George Henry Elias escribe en su libro Breakout Into Space—⁠Mission for a Generation (Penetrar en el espacio. Misión para una generación): “La construcción de una civilización interplanetaria es esencial para la supervivencia de nuestra especie. [...] Actualmente los humanos ocupamos todo el planeta, y ya es hora de avanzar hacia un hábitat más grande. Nos espera un sistema solar vacío”. Su mira inmediata está puesta en el planeta Marte.

      Una persona que está convencida de que el hombre debería ir a Marte es Michael Collins, ex astronauta que pilotó el Gemini 10 en 1966 y también el módulo de mando del Apolo 11, que llevó al hombre a la Luna. En su libro Mission to Mars (Misión Marte), dice: “Marte parece [un lugar] favorable, accesible y hasta habitable”.

      Bruce Murray, que por mucho tiempo fue director del Laboratorio de Propulsión a Chorro de Pasadena (California, E.U.A.), aboga firmemente por la cooperación entre Estados Unidos y Rusia para viajar a Marte. En calidad de cofundador de la Planetary Society, ha fomentado recientemente la iniciativa “Juntos a Marte”. Él dice: “Marte es el planeta del futuro. Constituirá un campo de actividad para los aventureros de generaciones futuras”.

      Marshall Brement, ex embajador de Estados Unidos en Islandia, escribe: “Ambos países pueden enseñarse mutuamente muchas cosas en este campo [espacial]. El programa espacial soviético tripulado es el mejor; los cosmonautas soviéticos ostentan todos los récords de permanencia en órbita. [...] Si ambas naciones se comprometieran a establecer juntas una estación en la Luna, circunnavegar Venus y aterrizar en Marte, se obtendrían resultados de gran valor científico”.

      La Planetary Society, uno de cuyos fundadores es el astrónomo Carl Sagan, profesor de la universidad de Cornell, publicó “La Declaración de Marte”, la cual decía: “Marte es el mundo que tenemos al lado, el planeta más próximo en el que exploradores humanos podrían aterrizar sin peligro. [...] Marte es un almacén de información científica importante, no solo para el estudio de dicho planeta, sino también por la luz que puede arrojar sobre el origen de la vida y sobre la conservación del medio ambiente en la Tierra”.

  • Exploración del espacio. ¿Qué nos reserva el futuro?
    ¡Despertad! 1992 | 8 de septiembre
    • Ya hemos visto el optimismo de muchos científicos tocante a la posibilidad de que el hombre llegue a Marte y se establezca allí. La curiosidad humana y el anhelo de conocimiento sin duda continuarán impeliendo a hombres y mujeres a extender las fronteras de los descubrimientos. Uno de los propósitos del telescopio espacial Hubble, según una hoja de información de la NASA, es “buscar otros mundos, otras galaxias y el mismo origen del universo en sí”. La NASA también dice: “Las perspectivas de actividades espaciales en el siglo XXI son emocionantes e interesantes. Podemos imaginarnos logros importantes, como la realización de operaciones industriales en órbita, expediciones tripuladas a Marte y la instalación de bases lunares. Ahora que hemos atravesado la frontera espacial, no retrocederemos”.

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