-
El espiritismo... ¿cómo lo ve Dios?La Atalaya 1987 | 1 de septiembre
-
-
Adivinación, hostigamiento y muerte
Asamaja Amelia, una señora de mediana edad de Suriname, tenía 17 años cuando se envolvió en la adivinación, una forma de espiritismo. Alcanzó gran estima en su comunidad porque sus predicciones se realizaban, y por el beneficio que recibían los que buscaban su consejo. (Compárese con Hechos 16:16.) Pero algo le causaba molestia.
“Los espíritus que me utilizaban para expresarse eran bondadosos con las personas que buscaban su ayuda —dice—, pero a mí me hacían sufrir mucho. Después de cada sesión, me sentía como si me hubieran golpeado, y casi no podía moverme. Al caer la noche yo buscaba el descanso, pero ellos no me dejaban quieta. Me perturbaban, hablándome y manteniéndome despierta. ¡Y qué cosas horribles decían!” Suspira, y con la mirada baja, sacude la cabeza con movimiento de repugnancia. “Les encantaba hablar de las relaciones sexuales e insistían en tener coito conmigo. Aquello me alarmaba. Yo estaba casada. No quería ser infiel a mi esposo, y eso les dije. De nada valió. En cierta ocasión una fuerza invisible me venció, me tocó y apretó el cuerpo, y hasta me mordió. Me sentí muy abatida.”
Usted quizás diga: ‘¿Espíritus que animan a cometer inmoralidad sexual? ¡Eso es increíble!’. ¿Es posible tal degradación en unos espíritus?
“¡Es peor que eso! —dice Izaak, a quien ya mencionamos—. Cierta noche nos llamaron para ayudar a una enferma a quien perturbaba un espíritu. El guía del grupo —el médium de un espíritu más fuerte— trató de echar a aquel espíritu. Pasamos un día entero suplicando la ayuda del espíritu del guía. Danzamos y tocamos los tambores, y la enferma empezó a mejorar. El guía le ordenó al espíritu que afligía a la enferma que saliera de ella, y así sucedió. ‘Hemos vencido’, dijo el guía. Entonces nos sentamos a descansar.”
Izaak hace una pausa significativa, y por un momento sus ademanes cesan. Entonces continúa: “Pasó un rato, y parecía que todo marchaba bien, pero entonces nos sacudió un grito terrible. Acudimos corriendo a la casa de donde había venido el grito y vimos allí a la esposa del guía. Lloraba histéricamente. Dentro de la casa estaba su hijita... ¡con la cabeza vuelta totalmente hacia atrás! Una fuerza le había torcido violentamente el cuello y se lo había quebrado, matándola como hacen algunos con las gallinas... aparentemente la venganza del espíritu que había salido de la enferma. ¡Horrible! Esos espíritus son asesinos, y les deleita matar”.
-
-
El espiritismo... ¿cómo lo ve Dios?La Atalaya 1987 | 1 de septiembre
-
-
Entonces debemos eliminar todo objeto que tenga conexión con el espiritismo. Izaak hizo eso. Dice: “Un día junté enfrente de casa todos mis objetos que tenían que ver con el espiritismo y, con un hacha, los destrocé. Mi vecina me gritó que me pesaría lo que había hecho. Mientras ella gritaba, empapé de gasolina los trozos y lo quemé todo. No quedó nada”.
Eso sucedió hace 28 años. ¿Le ha pesado a Izaak lo que hizo? Al contrario. Hoy sirve a Jehová felizmente como ministro cristiano en una congregación de testigos de Jehová.
Isaías 1:17 aconseja también: “Aprendan a hacer lo bueno”. Eso exige estudiar la Palabra de Jehová, la Biblia, para determinar cuál es “la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios”. (Romanos 12:2.) Y el aplicar ese conocimiento recién adquirido conduce a bendiciones refrescantes. Eso fue lo que descubrió Asamaja.
A pesar de que sus parientes y vecinos le presentaron enconada oposición, Asamaja cobró valor y estudió la Biblia con los testigos de Jehová, y poco después rompió con el espiritismo. Entonces dedicó su vida a Jehová Dios y se bautizó durante una asamblea. Ahora, unos 12 años después, dice con agradecimiento: “Los espíritus no me han molestado desde mi bautismo”. Y recuerda, con una sonrisa: “La noche después de bautizarme dormí tan tranquilamente que llegué tarde para el programa de la asamblea la mañana siguiente”.
Beneficios duraderos
Hoy día, tanto Izaak como Asamaja pueden decir sinceramente lo que dijo el salmista Asaf: “El acercarme a Dios es bueno para mí”. (Salmo 73:28.) No hay duda de que el acercarse a Jehová les ha resultado en beneficios físicos y emocionales. Pero lo más importante es que les ha dado paz interna y una relación estrecha con Jehová.
-