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La búsqueda de la espiritualidadLa Atalaya 2007 | 1 de agosto
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Un diccionario la define como “sensibilidad e inclinación de una persona hacia los sentimientos, los pensamientos y las cuestiones religiosas” y “propiedad de lo que es espiritual o manifiesta las características del espíritu”. Por tanto, expresiones como “tener espiritualidad”, “ser una persona espiritual” o “tener inclinación espiritual” aluden al mismo concepto. Podemos comprenderlo mejor con la siguiente comparación: cuando alguien está muy interesado en la música, se dice que tiene inclinación musical. Del mismo modo, de alguien que aprecia profundamente los valores espirituales o religiosos se dice que tiene inclinación espiritual.
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La búsqueda de la espiritualidadLa Atalaya 2007 | 1 de agosto
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A su juicio, la espiritualidad consiste en “creer sin pertenecer”, es decir, creer en un Dios sin pertenecer a ninguna religión. También hay quienes piensan que la espiritualidad no tiene nada que ver con una experiencia religiosa, sino con el deseo de obtener paz interior y dar sentido a la vida. Aseguran que para ser espirituales no hace falta buscar en ninguna religión, sino concentrarse en su propio interior, en los sentimientos más íntimos. Cierto escritor señaló: “La verdadera espiritualidad se encuentra en lo más profundo de nosotros. Es nuestra forma de amar, aceptar y tratar a quienes nos rodean. Eso no puede hallarse en una iglesia ni en un determinado tipo de creencias”.
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La verdadera espiritualidad: ¿cómo cultivarla?La Atalaya 2007 | 1 de agosto
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Además de señalar la importancia y los beneficios de tener inclinaciones espirituales, el apóstol Pablo habló extensamente sobre lo que es la verdadera espiritualidad. Él explicó a los cristianos de la antigua ciudad de Corinto la diferencia entre el hombre físico —que se deja llevar por los impulsos carnales— y el hombre espiritual —que valora las cosas espirituales—. Pablo afirmó: “El hombre físico no recibe las cosas del espíritu de Dios, porque para él son necedad”. Por otra parte, aclaró que las personas de inclinación espiritual se caracterizan por tener “la mente de Cristo” (1 Corintios 2:14-16).
Básicamente, tener “la mente de Cristo” significa manifestar “la misma actitud mental que tuvo Cristo Jesús” (Romanos 15:5; Filipenses 2:5). En otras palabras, un hombre espiritual es aquel que piensa como Jesús y sigue sus pasos (1 Pedro 2:21; 4:1).
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La verdadera espiritualidad: ¿cómo cultivarla?La Atalaya 2007 | 1 de agosto
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La espiritualidad y “el fruto del espíritu”
El Evangelio de Lucas indica que Jesús recibió el espíritu santo de Dios cuando fue bautizado y que era un hombre “lleno de espíritu santo” (Lucas 3:21, 22; 4:1). Jesús, a su vez, inculcó en sus seguidores la importancia de dejarse guiar por el espíritu santo, o “fuerza activa”, de Dios (Génesis 1:2; Lucas 11:9-13). ¿Por qué es eso tan importante? Porque el espíritu de Dios tiene el poder de transformar la mente de las personas para que se vaya asemejando a la de Cristo (Romanos 12:1, 2). El espíritu santo produce cualidades como “amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, autodominio”. Estas virtudes, que la Biblia llama “el fruto del espíritu”, permiten identificar a los hombres y mujeres que son verdaderamente espirituales (Gálatas 5:22, 23). Dicho de otra manera, la persona de inclinación espiritual es la que se deja guiar por el espíritu de Dios.
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La verdadera espiritualidad: ¿cómo cultivarla?La Atalaya 2007 | 1 de agosto
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La espiritualidad y la oración
Los relatos de los Evangelios revelan que Jesús oraba a Dios con frecuencia (Marcos 1:35; Lucas 5:16; 22:41). Durante su ministerio en la Tierra, se preocupó de dedicar tiempo a orar. El apóstol Mateo registró: “Habiendo despedido a las muchedumbres, subió solo a la montaña a orar” (Mateo 14:23). Los momentos que Jesús pasó en íntima comunicación con su Padre celestial lo fortalecieron mucho (Mateo 26:36-44). Así mismo, hoy día las personas de inclinación espiritual hacen lo posible por hallar momentos para comunicarse con Dios. Saben que así fortalecerán su relación con el Creador y podrán amoldar más fácilmente su forma de pensar a la de Cristo.
Jesús a menudo pasó largos períodos orando (Juan 17:1-26). Por ejemplo, antes de escoger a los doce hombres que llegarían a ser sus apóstoles, “salió a la montaña a orar, y pasó toda la noche en oración a Dios” (Lucas 6:12). Las personas con intereses espirituales imitan a Jesús, aun cuando no pasen necesariamente toda la noche orando. A la hora de tomar decisiones importantes oran a Dios el tiempo que sea necesario, buscando la dirección del espíritu santo, pues desean que su decisión les beneficie en sentido espiritual.
También aprendemos mucho de la intensidad con que Jesús oraba. Fíjese en lo que escribió Lucas sobre la manera en que Jesús oró la noche antes de morir: “Entrando en agonía, continuó orando más encarecidamente; y su sudor se hizo como gotas de sangre que caían al suelo” (Lucas 22:44). Jesús ya había orado encarecidamente antes, pero ahora que se enfrentaba a la prueba más difícil de su vida en la Tierra, oró “más encarecidamente”, y su oración fue contestada (Hebreos 5:7). Las personas espirituales siguen el modelo de Jesús. Cuando encaran pruebas especialmente difíciles, le piden “más encarecidamente” a Dios espíritu santo, dirección y apoyo.
Estaba claro que orar era muy importante para Jesús, así que no sorprende que sus discípulos desearan imitarlo a este respecto. Por eso le solicitaron: “Señor, enséñanos a orar” (Lucas 11:1). En la actualidad, quienes valoran los asuntos espirituales y desean la guía del espíritu santo también imitan a Jesús en su manera de orar a Dios. La verdadera espiritualidad y la oración siempre van de la mano.
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La verdadera espiritualidad: ¿cómo cultivarla?La Atalaya 2007 | 1 de agosto
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Hoy día, la predicación del Reino de Dios sigue siendo una marca distintiva de quienes tienen la mente de Cristo. Jesús dio este mandato a todos los que desearan seguirle: “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones, [...] enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado” (Mateo 28:19, 20). Además, Jesús predijo: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14). Participar con diligencia en la predicación es señal de verdadera espiritualidad, pues la Palabra de Dios explica que esta obra mundial se realiza con el poder del espíritu santo (Hechos 1:8).
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La verdadera espiritualidad: ¿cómo cultivarla?La Atalaya 2007 | 1 de agosto
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[Ilustraciones y recuadro de la página 7]
SIGNOS DE ESPIRITUALIDAD
◆ Amar la Palabra de Dios
◆ Manifestar el fruto del espíritu
◆ Orar a Dios regularmente y con sinceridad
◆ Predicar las buenas nuevas del Reino
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