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    La Atalaya (estudio) 2019 | mayo
    • ESTUDIEMOS CON UN OBJETIVO DEFINIDO

      12. ¿Qué objetivos podemos tener presentes al estudiar?

      12 Si no nos gusta estudiar, tal vez pensemos que no es posible aprender a disfrutar del estudio. Pero sí lo es. Empecemos con períodos breves y aumentemos poco a poco el tiempo que dedicamos al estudio. Tengamos un objetivo presente. Claro, nuestra meta principal es estrechar nuestra amistad con Jehová. Pero un objetivo más inmediato podría ser responder una pregunta que nos hizo alguien o buscar información sobre un problema que tengamos.

      13. a) ¿Qué pasos puede dar un joven para defender sus creencias en la escuela? b) ¿Cómo puedes poner en práctica lo que dice Colosenses 4:6?

      13 Por ejemplo, ¿eres un joven y vas a la escuela? Puede que todos tus compañeros de clase crean en la teoría de la evolución. Te gustaría defender lo que enseña la Biblia, pero no te sientes capacitado. Así que tienes que hacer investigación. Tu objetivo podría ser doble. Uno, fortalecer tu propia convicción en que Dios creó todas las cosas. Y dos, mejorar tu manera de defender la verdad de la Biblia (Rom. 1:20; 1 Ped. 3:15). Lo primero que tendrías que hacer es preguntarte por qué dicen tus compañeros que creen en la evolución. Y, luego, investigar con cuidado lo que explican nuestras publicaciones. Te darás cuenta de que defender tus creencias no es tan difícil. La mayoría de las personas creen en la evolución sencillamente porque alguien a quien respetan les ha dicho que es verdad. Pero, una vez que encuentres un par de ideas interesantes, puedes dar una respuesta satisfactoria a quien te plantee preguntas sinceras (lee Colosenses 4:6).

      CULTIVEMOS EL DESEO DE APRENDER

      14-16. a) ¿Qué podemos hacer para familiarizarnos mejor con un libro de la Biblia que no conocemos muy bien? b) ¿Cómo nos ayudan los textos citados a tener un cuadro más completo del libro de Amós? (Vea también el recuadro “Conozcamos mejor a los personajes de la Biblia”).

      14 Supongamos que en una próxima reunión analizaremos los escritos de uno de los llamados profetas menores, quizás uno que no conocemos muy bien. Lo primero que deberíamos hacer es cultivar el deseo de conocer mejor lo que el profeta escribió. ¿Cómo lo lograremos?

      15 Empecemos preguntándonos qué sabemos del escritor del libro: quién era, dónde vivía y a qué se dedicaba. Este tipo de datos nos ayudará a entender por qué usó ciertas palabras o puso determinados ejemplos. Durante nuestra lectura, busquemos frases que reflejen la personalidad del escritor.

      16 Luego, averigüemos cuándo se escribió el libro. Para ello, nos resultará útil consultar la “Tabla de los libros de la Biblia”, que aparece al principio de la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (con referencias). También podemos repasar la tabla de profetas y reyes que se encuentra en la sección 3 del folleto Guía para el estudio de la Palabra de Dios. Como el libro que estudiamos es profético, será conveniente que investiguemos sobre las condiciones que existían cuando se escribió. Podemos investigar qué malas actitudes o prácticas esperaba corregir el profeta y quiénes eran sus contemporáneos. Con el fin de tener un cuadro general completo, quizás debamos consultar otros libros de la Biblia. Por ejemplo, para entender mejor lo que sucedía en los días del profeta Amós, podemos leer los versículos de los libros de 2 Reyes y 2 Crónicas que aparecen en las referencias marginales de Amós 1:1. También nos ayudaría leer el libro de Oseas, quien al parecer fue contemporáneo de Amós. Gracias a toda esta información, comprenderemos mejor cómo era la época en la que vivió Amós (2 Rey. 14:25-28; 2 Crón. 26:1-15; Os. 1:1-11; Amós 1:1).

      Conozcamos mejor a los personajes de la Biblia

      El estudio diligente nos ayuda a ver a los personajes de la Biblia como personas reales con pensamientos y sentimientos iguales a los nuestros. Veamos algunos detalles sobre Amós.

      Un hermano investiga sobre el escritor bíblico Amós y se imagina algunos detalles de la lectura

      (Vea los párrafos 14 a 16).c

      • Este hombre de origen humilde cuidaba sicómoros y criaba ovejas (Amós 1:1; 7:14).

      • Estuvo dispuesto a dejar su hogar en Judá para ser profeta en Israel (Amós 7:15).

      • Se le mandó que dejara de predicar (Amós 7:10-13).

      ¿Nos sentimos identificados con Amós? Puede que también tengamos muchas cosas en común con otros personajes bíblicos. El estudio cuidadoso de la Biblia nos ayudará a conocerlos mejor.

      FIJÉMONOS EN LOS DETALLES

      17, 18. Explique cómo nos ayuda a disfrutar más la lectura de la Biblia dar atención a los detalles que parecen pequeños. Utilice los ejemplos de los párrafos o cualquier otro.

      17 Debemos leer la Biblia con mucha curiosidad. Por ejemplo, imaginemos que estamos leyendo el capítulo 12 de la profecía de Zacarías, que predice la muerte del Mesías (Zac. 12:10). Al llegar al versículo 12, leemos que “la familia de la casa de Natán” lloraría amargamente la muerte del Mesías. En vez de pasar por alto este detalle, nos preguntamos: “¿Qué relación tienen el Mesías y la casa de Natán? ¿Dónde encuentro más información?”. Así que nos ponemos a investigar un poco. Una referencia marginal nos manda a 2 Samuel 5:14, donde dice que Natán era uno de los hijos de David. La otra referencia es Lucas 3:31, que indica que Jesús era un descendiente directo de Natán a través de María (vea La Atalaya de agosto de 2017, página 32, párrafo 4). ¡Qué detalles tan interesantes! Sabíamos que se había predicho que Jesús sería descendiente de David (Mat. 22:42). Pero David tenía más de veinte hijos. Al fijarnos en estos detalles, no nos sorprende que Zacarías diga que la casa de Natán en concreto tendría motivos para llorar la muerte de Jesús.

      18 Pensemos en otro ejemplo. En el primer capítulo de Lucas, leemos que el ángel Gabriel visitó a María y le hizo este anuncio sobre el hijo que iba a tener: “Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y Jehová Dios le dará el trono de David su padre, y reinará sobre la casa de Jacob para siempre” (Luc. 1:32, 33). Puede que nos centremos en la primera parte del mensaje del ángel, que dice que a Jesús se le llamaría “Hijo del Altísimo”. Pero Gabriel también predijo que Jesús sería rey. Así que podríamos preguntarnos qué entendió María al oír estas palabras. ¿Pensó que Jesús sustituiría a Herodes o uno de sus sucesores en el trono de Israel? ¿Imaginó que en ese caso ella sería la reina madre y que su familia viviría en el palacio? No hay ningún indicio en la Biblia de que ella le planteara esa posibilidad a Gabriel. Tampoco leemos que pidiera ocupar una posición especial en el Reino, como sí hicieron dos discípulos de Jesús (Mat. 20:20-23). Este detalle nos confirma que María fue una mujer sumamente humilde.

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